Extranjeros y peregrinos

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No somos de este mundo

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1.Introducción. Definiciones.

Los aquí presentes creo que hemos aceptado a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Como tales no podemos vivir de cualquier manera.
El apóstol Pedro nos ruega a todos los creyentes a vivir de una manera diferente al mundo que nos rodea.
Reina Valera Revisada (1960) (Capítulo 2)
11Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, 12manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.
Extranjero:Toda persona que, no siendo israelita, perteneciera «a las naciones» , estando sometida a otras autoridades y a otra religión que la de Israel. Un gentil.
Dicho de un país: Que no es el propio.
En griego oikos es “casa” y paroikos lo que está “junto a la casa” pero no dentro de ella. Esta descripción hace referencia a la actitud espiritual de saber que esta tierra no es la realidad final para el creyente en Cristo (ver Heb 11:14–16). Se refiere también a la condición social de quienes están fuera de su patria como “extranjeros residentes” en tierra extraña. Los judíos estaban familiarizados con la experiencia de exilio y expatriación, de vivir esparcidos en la diáspora. También muchos cristianos no judíos de primer siglo eran literalmente expatriados, como lo son tantos emigrantes en el mundo de hoy.
Peregrino: Dicho de una persona: Que anda por tierras extrañas. En el NT se hace alusión a la condición de extranjeros y peregrinos que los cristianos tienen en su paso por esta tierra (1 P 2:11). La ciudadanía del cristiano está en los cielos (Fil. 3:20), donde está Cristo resucitado, y donde debe tener puestos sus afectos, por cuanto el cristiano ha muerto con Cristo y su vida está escondida con Cristo en Dios (Col. 3:1–4). De esta manera participa del noble carácter de aquellos testigos de Dios que, en el pasado, iban en pos de la ciudad celestial, habiendo salido de la ciudad terrena, morando como extranjeros y peregrinos en la tierra que les había sido prometida (He. 11:8–10, 13–16).

13Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 16Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.

1Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.

11Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, 12manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.
El cristiano debe abstenerse de estos pecados por ser un extranjero y un peregrino. Las palabras originales son pároikos y parapidêmos. Son muy corrientes en griego, y describen a alguien que reside sólo temporalmente en un lugar, y cuyo hogar está en otra parte. Suelen describir a patriarcas en sus peregrinaciones, en especial a Abraham, que salió no sabiendo adónde iba, y que lo que buscaba era la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios (Hebreos 11:9, 13). Solían usarse para describir a los israelitas cuando eran esclavos y extranjeros en Egipto antes de entrar en la Tierra Prometida (Hechos 7:6).
Estas palabras contienen dos grandes verdades sobre el cristiano.
(a) Hay un sentido real en el que se es un extranjero en el mundo; y por esta causa no puede aceptar las leyes y las maneras y las categorías del mundo. Otros puede que las acepten; pero el cristiano es súbdito del Reino de Dios, y es por las leyes de ese Reino por las que debe dirigir su vida. Debe asumir toda su parte de la responsabilidad por vivir en la Tierra; pero su ciudadanía está en el Cielo, y las leyes del Cielo son supremas para él.
(b) El cristiano no es un residente fijo de la Tierra. Está de camino hacia un país que está más allá. Por tanto no debe hacer nada que le impida alcanzar su meta final. Nunca debe involucrarse en el mundo hasta tal punto que no pueda escaparse de sus garras; nunca debe ensuciarse hasta tal punto que se descalifique para entrar a la presencia del Dios santo a Quien se dirige.

2. Aplicación.

A menudo vivimos en esta tierra fijándonos demasiado en las cosas de aquí abajo y se nos olvida que este no es nuestro hogar, que hemos sido llamados para cosas diferentes a lo que el sistema de este mundo nos quiere mostrar. Los que hemos nacido de nuevo en Cristo Jesús, hemos nacido a una nueva esperanza, a una nueva manera de vivir.
Los peregrinos cuando hacen el camino de Santiago van recorriendo diferentes lugares, etapas, regiones y tienen un fin que es Santiago.
Ellos saben que están peregrinando por esta tierra y que donde están no es su hogar, de la misma manera nosotros como hijos de Dios aunque debemos vivir por un tiempo en esta tierra, debemos constantemente recordar que no somos del mundo, aunque estemos en el. Esto nos debe de llevar a vivir diferente al resto, a no dejarnos atrapar por las cosas de aquí.
Los extranjeros a menudo cuando viven en un país que no es el suyo, siguen comiendo lo que comían en su país, siguen con sus costumbres, porque no es su hogar. Por un tiempo pueden vivir en otro lugar, pero como no están en su tierra, no se sienten del país en que son extranjeros. Un extranjero sabe que aunque vive rodeado de muchos que piensan diferente, comen diferente, hablan diferente que el, viven diferente, eso le puede cambiar o no.
Nosotros somos extranjeros, porque este mundo no es nuestro hogar, tenemos una patria celestial prometida y preparada por nuestro Dios.
Tenemos una gran esperanza que nos debe hacer y permanecer en una vida de piedad, de santidad.

Ilustración.

He visto en muchas ocasiones cristianos enredarse en las cosas de este mundo hasta tal punto que cuando se han venido a dar cuenta ya era demasiado tarde.
Una rana fue puesta en un recipiente con agua a temperatura ambiente y estaba muy contenta y tranquila.
alguien comenzó a calentar muy poco a poco el agua de tal manera que la rana no se daba cuenta de que la temperatura del agua iba en aumento.
Al cabo de un rato el agua comenzó a hervir y ese fue el fin de la rana.
Si nosotros no andamos con cuidado podemos acabar como esa rana.
Nuestra ciudadanía está en los cielos no aquí en la tierra. Si entendemos que somos extranjeros, peregrinos, que este mundo no es nuestro hogar, que el sistema anticristiano que nos rodea nos quiere atrapar para que nos amoldemos a los pensamientos, filosofías, maneras de vivir, de gastar nuestro dinero y nuestro tiempo en cosas que no aprovechan, que no agradan a Dios.

3.Este mundo nos aborrecerá al igual que lo hicieron con Jesús. No vamos a ser más ni menos que nuestro maestro, señor y Dios.

11 Y ya no estoy en el mundo; pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, cuídalos en tu nombre, para que sean uno, como nosotros.

12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los cuidaba en tu nombre; a los que me diste, yo los cuidé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera.

13 Pero ahora voy a ti; y hablo de esto en el mundo, para que mi gozo se cumpla en ellos mismos.

14 Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

15 No ruego que los quites del mundo, sino que los protejas del mal.

16 Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.

Jesús esta rogando al Padre por nosotros, sabiendo de los peligros que como cristianos vamos a pasar, pero es en su palabra en la que seremos santificados, su palabra es la que nos aparta de las mentiras del mundo, su verdad rompe toda mentira que nos rodea.

Conclusión

Somos extranjeros y peregrinos y esto se debe mostrar en una manera de vivir diferente al resto
Debemos llevar cuidado con no enredarnos en las cosas del mundo y su sistema de pensar, de vivir.
No somos del mundo y el mundo nos aborrecerá por ello en muchas ocasiones.
Dios nos tiene preparado un gran premio en su reino que finalmente sera nuestro verdadero hogar.
Dios hoy nos está llamando a vivir de una manera distinta, santos- apartados para el. Es tiempo de meditar como está nuestra relación con Dios y con este mundo. Quizás caminamos por este mundo como si no hubiera después nada más, queriendo ser amigos de este mundo y de esa manera siendo enemigos de Dios. Pero debemos recordar que hemos sido lavados con su sangre de gran precio, nos ha comprado, somos sus hijos, revisemos nuestra manera de vivir en este mundo. Si hay cosas que sabes que no están bien, hoy es día de arrepentirse y dejar a un lado todo aquello que está empañando tu relación con Dios.
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