La lucha espiritual

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La lucha espiritual

Gálatas 5:17 RVR60
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
Un señor que vivia en la montaña bajaba al pueblo cada cierto tiempo a comprar provisiones. Al bajar, lo acompañaban dos perros, uno negro y otro blanco. Al estar en el pueblo ponía a pelear a los dos perros para que apostarán quién iba a ganar. Al final siempre ganaba al que el dueño le apostaba.
Cuando le preguntaron como le hacía para saber siempre el ganador, les decía: “Es fácil, a uno lo dejo hambrear y al otro lo alimento. Cuando los pongo a pelear siempre gana al que he alimentado, porque está fuerte”.
Así pasa en la vida del cristiano. Dentro de él hay dos entidades (como los dos perros) que luchan por el control de su vida, y siempre gana el que está mejor alimentado. Me refiero al nuevo y al viejo hombre.

Las dos naturalezas

Efesios 4:22–24 RVR60
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,y renovaos en el espíritu de vuestra mente,y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
Dentro de todo creyente cohabitan el “viejo hombre” y el “nuevo hombre”.
El “viejo hombre” se refiere a la conducta que heredamos de nuestra condición sin Cristo. Este personaje esta corrompido por nuestra corrupción moral y espiritual. Va a estar presente hasta que nuestro cuerpo sea glorificado.
El “nuevo hombre” nace al momento de creer en Cristo. Su actitud esta enfocada en las cosas espirituales pues refleja nuestra imagen de Dios (Génesis 1:26). Se caracteriza por buscar la justicia y la santidad.

Entonces, ¿por qué peco más ahora?

Esta es una de las grandes interrogantes de los cristianos. Y no es para menos. Uno creería que al buscar más de Dios seriamos menos propensos a cometer pecado.
El apóstol Pablo, el gran siervo de Dios, también enfrentó está adversidad:
Romanos 7:18–20 RVR60
Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
Entonces, ¿pecamos más al ser cristianos? De ninguna manera.
La realidad es que pecamos menos, pero los pecados que todavía cometemos son más evidentes porque ahora somos más concientes de ellos.
Antes estabas muerto y ahora estás vivo. Entonces ha comenzado en ti el proceso de la santificación.

La santificación

La santificación es el proceso por el cual Dios nos aparta para parecernos más a Cristo. Hablamos como él, nos comportamos como él, pensamos como él. Este proceso consta de 3 etapas:
Al creer en Cristo
1 Corintios 1:30 RVR60
Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;
Es decir, ya eres santo desde el momento en que creístes en Jesucristo, pues Él te da su santidad.
En la vida de santificación
1 Tesalonicenses 4:3–8 RVR60
pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo.
Pero la santificación también es el proceso en que cada cristiano rinde su vida al Señor. Es un proceso gradual y con altibajos, pero “aquel que comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6)
En la glorificación
1 Corintios 15:51–57 RVR60
He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Allí seremos verdaderamente santos, pues tendremos un cuerpo semejante al del Señor y seremos libertados de la esclavitud del pecado. Lo que al principio era por fe, en ese momento será una realidad.

Conclusión

El último pasaje de la glorificación dice:
1 Corintios 15:57 RVR60
Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
La santificación descansa en Cristo Jesús. Ningún humano ha podido alcanzar la perfección sino solamente nuestro Señor. Por lo tanto, el camino para vencer al viejo hombre está en fortalecer al nuevo hombre que es creado a imagen de Dios. Esto se hará cuando nos conformemos más y más a nuestro Señor y aprendamos a entregarnos a Él de todo corazón.
Crucifica tu vida cada día en la cruz de Jesús y encontrarás el camino a la vida eterna.
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