El YO desprotegido

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Recuento

Hemos hablado de heridas, partiendo de este principio: nuestras heridas son una oportunidad para vendar las heridas de otros.
Aprendimos que el pecado fue la herida más profunda que nos traspasó el alma y solo en Jesús podemos ser sanados.
Vimos también que nuestra cultura está llena de espinas que nos hieren y limitan para crecer y vivir mejor.
Tocamos la herida física, como un detonante de otras heridas que incluso está sostenida en una mala teología sobre los milagros y la fe.
Profundizamos en las heridas familiares y todas sus consecuencias en nuestros traumas y conductas del presente.
Hoy veremos cómo la herida del YO nos está deteniendo para ser las personas que Dios desea que seamos.

Atentando contra el YO del mesías

Analicemos estos dos textos Bíblicos del ministerio de Jesús:
Mateo 4:2–3 NVI
2 Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. 3 El tentador se le acercó y le propuso: —Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan.
Mateo 27:11 NVI
11 Mientras tanto, Jesús compareció ante el gobernador, y éste le preguntó: —¿Eres tú el rey de los judíos? —Tú lo dices—respondió Jesús.
Son dos momentos en la vida de Jesús, uno iniciando su ministerio y el otro finalizándolo.
Desde el principio hasta el final el enemigo intentó hacer dudar a Jesús de su identidad.
Estamos hablando del hijo de Dios, ¿Alguien tendría un conocimiento de sí mismo mejor que nuestro Señor Jesucristo? Aun así el diablo buscó la manera de hacerlo dudar y por lo tanto, herir su identidad.
¿Eres alguien seguro de ti mismo? ¿Tienes una autoestima saludable? No estás ajeno a los ataques en contra de tu YO. Un día pasarás por la prueba del YO.
El enemigo usará todos los recursos que tiene a su alcance para herir tu YO y hacerte dudar de quién eres.

Los recursos del enemigo

Debilitar la imagen del padre
Fragmentar tu integridad
Devaluar tu esencia
Sincretizar tu propósito

Debilitar la imagen del Padre

La tentación del diablo a Jesús empieza con estas palabras: “Si eres hijo...”
Esto no solo hace que Jesús piense en quién es él sino en quién es su Padre y si su Padre es quien dice ser.
Lo que el diablo le propone a Jesús es retar a Dios, poner a prueba su palabra, porque si Dios es quien dice ser debe cumplir lo que está escrito.
Un Padre es la representación de la seguridad, la fuerza y la perseverancia. La ausencia de un Padre resulta en una personalidad insegura y temerosa.
EL diablo sigue atentando contra la imagen del padre, no solo el Padre de todos, sino el padre de cada uno.
Su estrategia es debilitar la imagen de los padres para debilitar la identidad de todos, para hacerlo debe confundir el diseño de Dios para el hombre.
Por eso en esta sociedad el ser hombre está lleno de tanta confusión.
Si tu relación con tu papá no es buena, si él, como hombre herido te hirió sin buscar perdón, tu YO sufrió una herida.

Fragmentar tu integridad

El diablo tienta por segunda vez a Jesús diciéndole: “tírate del templo”, o atenta contra tu integridad física.
El diablo busca que Jesús tome su vida en sus manos.
Cuando está a punto de dictar sentencia para Jesús, Pilato le pregunta: “¿Eres tú el rey de los judíos?”.
Jesús era más que el rey de los judíos. El plan de Jesús no era exclusivo para los judíos. Los judíos lo estaban rechazando y hay cierta ironía en esa pregunta, porque los súbditos estaban condenando a su rey, pero Jesús no dependía del fracaso en la aceptación del pueblo elegido para ser quien era. Él era más que un rey para un pueblo en particular.
El diablo, en boca de Pilato, quiso reducir la identidad de Jesús a un solo rol y separarlo de todos los demás.
Hoy, el diablo sigue haciendo lo mismo. Él está llevando al mundo a una convicción de separación en la cual podemos creer una cosa pero actuar de otra, tenemos una vida privada y otra pública, tenemos un comportamiento para el domingo y otro para la semana, tenemos una paciencia en la iglesia y otra en la casa.
Si hoy tienes que cuidar muchas apariencias y te cuesta ser transparente y auténtico con otros, tu YO podría estar herido.
Cuando fragmentas quienes eres te confundes y debilitas. Como dice aquel viejo refrán: Divide y vencerás.

Devaluar tu esencia

El diablo le dijo a Jesús en el desierto: “Convierte las piedras en pan...”
El enemigo le pedía a Jesús una demostración de quién era él y del poder que tenía.
¿Debía Jesús demostrar quién era? ¿Hacer un milagro para que el diablo creyera?
Todavía el diablo busca devaluarte y demostrarte que no eres nadie, que no eres valioso ni importante. Y va a retarte diciéndote que demuestres que vales, pero él sabe que eres imperfecto y esperará tu error, falla o fracaso para demostrarte que no vales.
A menudo nos sentimos presionados a demostrarle a otros quiénes somos. La presión la vivimos desde la escuela, cuando nos veíamos forzados a ser como los demás para no quedar excluidos o ser ridiculizados.
Tienes que demostrar que eres autónomo, inteligente, capaz, útil, atrevido…que puedes comprar una casa o cambiar de carro, sacar una buena calificación o criar bien a tus hijos.
Si te sientes presionado a demostrar quién eres, seguramente tu YO está herido.

Sincretizar tu propósito

El diablo tienta a Jesús por tercera vez diciéndole: “Te doy todo si me adoras”.
Su propósito en la tierra no era terminar como los demás humanos o como Adán, que se postró ante la tentación, él cumpliría su propósito y para ello sólo debía adorar a Dios.
Quiero hacer énfasis aquí porque la manera en la que el enemigo emplea sus recursos para herir tu YO es el sincretismo.
Josué 23:11–13 (NVI)
11 Hagan, pues, todo lo que está de su parte para amar al Señor su Dios. 12 Porque si ustedes le dan la espalda a Dios y se unen a las naciones que aún quedan entre ustedes, mezclándose y formando matrimonios con ellas, 13 tengan por cierto que el Señor su Dios no expulsará de entre ustedes a esas naciones. Por el contrario, ellas serán como red y trampa contra ustedes, como látigos en sus espaldas y espinas en sus ojos, hasta que ustedes desaparezcan de esta buena tierra que el Señor su Dios les ha entregado.
Cuando Josué está en sus últimos días de vida, le recuerda al pueblo que hay un tremendo peligro en la nueva etapa de abundancia: el sincretismo.
Sincretismo: unir elementos distintos, tomados de diversos sistemas, en una nueva totalidad o sistema.
Cuando Dios le dice al pueblo que debe expulsar a los pueblos que habitan las tierras era porque corrían el peligro de mezclar las creencias y formas de pensamiento y con ello deshonrar a Dios.
Cuando dejamos de pensar según la cosmovisión Bíblica le causamos una gran herida a nuestro yo.
A menudo, mientras tratamos de agradar al mundo para encajar en él, aun cuando queremos mostrarnos accesibles para mostrar el amor de Dios, terminamos confundiéndonos y viviendo un evangelio que no es el que Dios demanda de nosotros.
Si no sabes pensar Bíblicamente tu YO está siendo herido por las formas de pensamiento del mundo sin Dios, por ideas de hombres que se mezclan y anteponen a los principios de Dios.
Si no estudias la palabra estás permitiendo que tu YO sea herido.
Deiros, P. A. (2006). Prefacio a la Edición Electrónica. En Diccionario Hispano-Americano de la misión (Nueva edicion revisada). Bellingham, WA: Logos Research Systems.

El YO protegido

Hallamos sanidad en Dios, permitiendo que la imagen de Dios como padre sane en nuestro corazón.
Hallamos sanidad cuando cuidamos nuestra esencia.
Hallamos sanidad cuando volvemos al propósito.
Salmo 18:1–2 NVI
1 ¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! 2 El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite!
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