LA VESTIMENTA DEL CREYENTE: AMOR
INTRODUCCIÓN:
CONTENIDO:
1. LA ESENCIA DE NUESTRO VESTIR: NUESTRA IDENTIDAD
2. EL MODO DE VESTIRNOS: NUESTRA APARIENCIA
El cristiano es consciente más que ningún otro del estado del mundo, en que, detrás de los problemas físicos y morales, ve su ruina espiritual. El gozo genuino del cristiano siempre va acompañado de una profunda tristeza, pues no puede ser indiferente a los sufrimientos del mundo.
nos conduce a buscar el bienestar de los demás. Puesto que Dios nos ha dado su amor tan ricamente, nuestra felicidad es compartir este amor con los demás. Al igual que Dios ha mostrado su preocupación por nosotros, sus hijos, así también nosotros hemos de mostrar preocupación por los demás, y el amor que hemos recibido ha de fluir hacia ellos. La bondad de la que se habla aquí es una disposición de la mente y el corazón, un cuidado amante hacia los demás; olvida las faltas en ellos, cubre sus malas acciones y busca su bienestar.
Ciertamente, no puede haber verdadera bondad sin humildad. Antes de poder mostrar verdadera preocupación por los demás, debemos olvidarnos de nosotros mismos, de nuestros derechos, o de la consideración que podríamos esperar que se nos diera. Debemos tener una opinión modesta de nosotros mismos con objeto de no tener que ser humillados.
La mansedumbre evita a los demás cualquier cosa que pudiera disgustarles o herirles. Es lo opuesto de la rigidez y la dureza. Pero, puesto que surge del verdadero amor, es una virtud fuerte que nada tiene que ver con el sentimentalismo.
que capacita al cristiano para no irritarse a la más mínima provocación, ni desanimarse a la mínima decepción. El cristiano debe poder soportar sin sentimientos de venganza, esperar y aguardar contra todas las vicisitudes. La paciencia le capacita para mantenerse firme y continuar siendo bondadoso y amable a pesar de los desaires, la ingratitud y los enfados de los demás
3. EL RESULTADO: LA EVIDENCIA
4. EL PROPÓSITO: LA UNIDAD EN AMOR
El amor, pues, no es un sentimiento sino un acto. No es una respuesta al amor de algún otro; se da sin esperar nada a cambio: “En esto consiste el amor: No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros” (1 Jn. 4:10).