SI CRISTO ES NUESTRA META POR ALCANZAR, DEBEMOS CONSAGRARNOS A ÉL.

Cristo nuestra meta por alcanzar.   •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
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Dios nos ha salvado, y ahora espera que consagremos nuestra vida a Él.

Notes
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INTRODUCCIÓN:

Hace dos domingos, hablamos de dos personajes que aparecen en el relato bíblico de Lucas 2; ellos son Simeón y Ana, pero nos enfocamos en Simeón quien vivió una vida consagrada a Dios bajo los siguientes requerimientos:
1. Habitar en paz con Dios
2. Ser oído por Dios
3. Era justo
4. Era piadoso
5. Tenía esperanza
6. Había sido sellado por el Espíritu Santo
Estás son cualidades que deberían estar en la vida de todo creyente que vive una vida consagrada a Dios.
Ahora hablaremos de Ana; una mujer que al igual que Simeón, era una mujer consagrada a Dios.
Veamos el relato:
Lucas 2:36–37 RVR60
36 Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, 37 y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.
Dios nos ha salvado, Dios nos ha dado vida nueva en Cristo, no para que sigamos siendo los mismos, sino para que consagremos nuestra vida a Él.
Si nuestra meta es Cristo, debemos consagra nuestra vida a Dios.
De la consagración de Ana aprendemos TRES principios de consagración aplicable tanto al varón como a la mujer que debemos revisar en nosotros para determinar si tenemos una vida consagrada a Dios.

I. LA GRACIA DE DIOS.

En estos tres versículos que leímos Dios nos habla acerca de Ana, describe claramente su procedencia, lo primero que destaca es su nombre:
¨Ana¨ que significa ¨Gracia¨
Hermanos para que usted y yo gocemos de una vida consagrada a Dios, debemos poseer la gracia de Dios.
Esa gracia de Dios que es mediante su hijo Jesucristo; la gracia que nos permite ser alcanzada por la redención de Dios. Pablo dice en Efesios 2:5 : “Que por gracia somos salvos”
Efesios 2:5 RVR60
5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
Por lo tanto nos consagramos cuando estamos bajo la cobertura de la gracia de Dios.
Hermanos estamos llamados a consagrarnos solo por el hecho de haber sidos alcanzados por su gracia y vivir ahora bajo su gracia.
Es bueno responder la pregunta:
¿Ya he sido alcanzado por la gracia de Dios?
Si la respuesta es sí, ya tienes un gran inicio para evaluar tu consagración.

II. LA PALABRA DE DIOS.

¨Los versículos leídos enseñan que Ana, era profetiza, conocía la palabra de Dios y la anunciaba¨
Hermanos es importante destacar este hecho: ¨Ella conocía la palabra de Dios y la anunciaba¨
Un elemento de la consagración a Dios es que conocemos su palabra; pero para conocerla hay que estudiarla, leerla, y después anunciarla.
¿Cuál es el problema con muchos de nosotros?
La falta de conocimiento de la palabra de Dios.
Otros la conocemos; pero no la vivimos.
Otros la conocemos y procuramos vivirla, pero no la anunciamos.
Puede que algunos, no hemos entendido, nuestra razón de ser en esta tierra. Pedro enseña:
1 Pedro 2:9 RVR60
9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
Entonces ser consagrado es reconocer quienes somos; conocer para que Dios nos ha escogido y hacerlo.
¡Somos llamados a anunciar las virtudes de aquel que nos llamó!
Cumplir este mandato, es parte esencial que muestra que nuestra vida está consagrada a Dios.
La tercera cualidad de Ana, es que:

III TENÍA A DIOS COMO GUÍA.

Ana era viuda, su marido había fallecido, era de la tribu de Aser, hija de Fanuel.
Pero ella no se apartaba del templo; algunos creen que es que vivía en las afueras del templo, pero es algo que pudo ser o no, lo importante es que ella, estaba ahí y servía de noche y de día…
Pero además lo hacía con ayunos y oraciones.
esto es importante: Ana se sometía a Dios, Dios la guiaba era su autoridad y ella le servía.
Pero note que no solo le servía en hacer algo, prestar su servicio en la iglesia es fácil; pero ella ayunaba y oraba.
Encontramos un relato en Lucas 17:14-21 le llevaron a Jesús un endemoniado que los discípulos no habían podido sanar y Jesús se indignó por eso, y les llamo ¡Generación incrédula y perversa! porque tenían poca fe.
Luego ellos le preguntaron a él (v, 20,21) porque no habían podido sacarlo fuera, y él les dijo:
1. Por vuestra poca fe; explica.
2. Este género no sale si no con ayuno y oración.
Hermanos usted y yo no solo debemos servir a Dios, debemos tener y cuidar nuestra comunión con él, Ana oraba y ayunaba.
Los discípulos no pudieron expulsar el demonio por falta de fe; debido a que descuidaron orar y ayunar.
¿Cómo estamos con esto hermanos?

CONCLUSIÓN:

Finalmente podemos ver los beneficios de la consagración.
Con Simeón:
1. La revelación de su palabra por medio del Espíritu Santo. Lucas 2:26- 27
Lucas 2:26–27 RVR60
26 Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. 27 Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley,
Hermanos cuando vivimos consagrados a Dios; vamos a vivir bajo la revelación de la palabra de Dios por la guía de su Espíritu.
Pero, ¿Cuántos recibimos revelación de su palabra?,
¿A cuántos nos habla Dios?,
¿Cómo viniste y como sales del culto?
Algunos vienen y salen igual y a veces peor de cómo vivimos; ¿Cuál es el problema?
¡Nos falta consagración!
En el caso de Ana:
1. Estaba dedicada por completo a Dios y a las personas. Lucas 2: 37-38
Lucas 2:37–38 RVR60
37 y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. 38 Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.
Hermanos, evaluemos a la luz de la palabra de Dios.
¿Cómo está nuestra consagración a Dios?
Hermanos estas características presentes en la vida de Simeón y Ana deben estar presente en un hombre o mujer consagrados a Dios.
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