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El Ministerio

Creemos que el Señor Jesús instituyó diferentes siervos para que edifiquen y conduzcan su obra cumpliendo los roles de apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros
El término Ministerio significa, sencillamente, “servicio” y se refiere a toda forma de servicio espiritual a favor de la Iglesia.
SU PROPÓSITO (Efesios 4:12-16
“12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,
15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,
16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.”
El propósito del Ministerio es la edificación del Cuerpo del Señor Jesucristo
1. Perfeccionar y equipar a los santos para hacer la obra del ministerio.
2. Edificarlo en la Fe.
3. Edificarlo en la unidad del conocimiento del Hijo de Dios.
4. Edificarlo en firmeza y dominio propio.
5. Edificarlo en amor.
Pensamiento de: (1 Corintios 4:1-2
“1 Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios.
2 Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.”
▬ a. Así, pues, téngannos los hombres: Pablo pide que él y los otros apóstoles (nos) sean tomados en cuenta por los corintios como servidores. Pablo tenía un verdadero problema con los corintios; ellos tendían a menospreciar y no respetar su autoridad apostólica.
En palabras elegidas cuidadosamente, Pablo le mostrará a los corintios como tener un respeto adecuado – no muy exaltado, y no muy bajo – de él mismo y de los otros apóstoles.
▬ b. Hay muchas palabras diferentes en el lenguaje del Nuevo Testamento para describir a un siervo. Aquí, Pablo usa la palabra hyperetas, la cual describe un siervo subordinado funcionando como un hombre libre. Él no usa la palabra más común para siervo (doulos) que es designada para un esclavo común.
-1. La palabra hyperetas literalmente significa un “remero-bajo,” en el sentido de que alguien es un remero en un gran barco galeón. Entonces, aunque no es la palabra más baja para siervo, ciertamente no es una posición prestigiosa.
Los remeros-bajos sirven a “Cristo el piloto-maestro, ayudando a avanzar la nave de la Iglesia hacia el puerto de los cielos.” (Trapp)
-2. Morgan describe este “remero-bajo” como “alguien que actúa bajo dirección, y no hace preguntas, alguien que hace lo que se le dice sin pensarlo dos veces, y alguien que se reporta solamente con Aquel que está sobre él.”
c. Y administradores: Además de un servidor, Pablo pide ser considerado como un administrador, que era el encargado de un a casa.
-1. En relación con el señor de la casa, el administrador era un esclavo, pero en relación con los otros esclavos, el administrador era un señor.
-2. “El administrador... era el ayudante del señor para regular las preocupaciones de la familia, proveer comida para la casa, ver que se sirviera en tiempo y forma, y en cantidades apropiadas. Él recibía todo el dinero, gastaba lo necesario para el mantenimiento de la familia y llevaba cuentas exactas, por las cuales estaba obligado a presentar a su señor en ciertos tiempos.” (Clarke)
▬ d. Y administradores de los misterios de Dios: ¿Que “administraron” Pablo y los otros apóstoles de Dios? Entre otras cosas, ellos eran administradores de los misterios de Dios. Ellos “administraban” (en el sentido de preservar y proteger) y “dispensaban” (en el sentido de distribuir) la verdad de Dios.
-1. Cuando Pablo escuchaba críticas acerca de su estilo o modales, él podría simplemente preguntar “¿Te di la verdad?” Como un buen administrador, eso es lo único que realmente le importaba.
▬ e. Se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel: Para los administradores, lo importante era la fidelidad. Tenían que ser manejadores eficientes sobre los recursos del señor. Un administrador nunca poseía propiedad o recursos con los que trataba; él simplemente los manejaba para su señor y tenía que manejarlos fielmente.
Pregunta: «¿Qué es el don espiritual de la administración?» Responder: De los muchos dones dados por el Espíritu Santo a su iglesia, a veces se pasa por alto la administración, pero es tan importante como el resto. Primera de Corintios 12:28 y Romanos 12: 8 incluyen el don de administración en sus listas de dones espirituales. Se llama «administrar» en la ESV, y otras traducciones tienen «orientación» (NIV), «liderazgo» (NLT) o «gobiernos» (KJV). La administración se considera un «regalo de equipo» porque prospera cuando se le pide que organice a las personas para lograr un objetivo. Dios les da a algunos el don espiritual de la administración para ayudar a organizar a los que tienen otros dones y mantener la iglesia funcionando de la manera más eficiente y óptima.
Dios le ha dado a cada verdadero creyente en Cristo al menos un don espiritual para usar en Su servicio (1 Corintios 12: 7
“7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.”
Los dones se dan para edificar o fortalecer la iglesia
(1 Corintios 14:12
“12 Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia.”
Los dones no son para los propios egos, sino para servir al Señor con más poder y eficacia.
Algunos operan en muchos dones. Por ejemplo, aquellos con dones pastorales / de pastoreo también pueden poseer el don de administración. Es el Espíritu Santo quien distribuye los dones “como él determina”
(1 Corintios 12:11
“11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.”
Los administradores son líderes. Cuando se necesitan voluntarios para organizar un evento, los administradores suelen estar a la cabeza de la fila.
Un equipo de liderazgo de la iglesia necesita al menos una persona con el don de administración para organizar a las personas y los programas. Sin ese liderazgo, las grandes ideas se pueden disolver en el caos.
A menudo, los equipos pastorales consisten en un administrador y otros con los dones de misericordia y pastoreo.
Si esos líderes son sabios, respetan la forma en que los demás están dotados y permiten que el Señor equilibre esos dones para un servicio óptimo.
Un pastor maravilloso y misericordioso puede estar muy desorganizado en su propia vida y necesita a alguien con el don de la administración para manejar los asuntos comerciales de la iglesia mientras él atiende las necesidades emocionales y espirituales de su rebaño.
La palabra «siervo» que aquí se usa no se deriva de diakonos, sino de hypēretai (siervos bajo la autoridad del amo). Originalmente la palabra se usaba para describir a los que remaban debajo de la cubierta de un barco. En el siglo primero, el significado de la palabra se amplió para incluir a un siervo doméstico. Por ejemplo, el asistente que recibió de Jesús el rollo de Isaías, cuando el Señor predicó en Nazaret, era un siervo de la sinagoga local
(Lc. 4:20 “20 Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.”
Pablo les dice a los corintios que la iglesia debe entender la relación que hay entre los apóstoles y la iglesia y entre los apóstoles y Cristo. Los apóstoles son siervos en la iglesia, pero la iglesia no es amo de ellos. Los apóstoles fueron enviados por Jesucristo a servir a la iglesia, porque Jesús es su amo
Hch. 26:16
“16 Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti,”
Por esto, los miembros de la iglesia deben respetar a estos apóstoles que voluntaria y fielmente les sirven en nombre de Cristo y por mandato de él.

HASTA QUE TODOS LLEGUEMOS A LA MEDIDA DE LA ESTATURA DE LA PLENITUD DE CRISTO LA GRAN COMISION ES TAREA DE TODOS

LA GRAN COMISION ES TAREA DE TODOS

Puesto que, el término significa servicio, se entiende que todos los creyentes están comprometidos con el ministerio, ya que todos deben servirse los unos a los otros por o con amor
(Gálatas 5:13 “13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.” h
En este caso se habla de El Ministerio de la iglesia, en sentido general. Cada creyente debe hacer uso de sus dones y talentos para contribuir con el crecimiento integral de la Iglesia.
La Palabra de Dios dice que los santos (todos) son perfeccionados (equipados) para realizar la obra del ministerio. En sentido corporativo o general, cada creyente que sirve y contribuye con la edificación de la iglesia es un ministro. Pero en un sentido muy especial, los creyentes que sirven para perfeccionar a los santos son llamados MINISTROS.

MINISTERIO EN SENTIDO ESPECIAL

Cuando se habla de ministerio en sentido especial, se refiere al servicio prestado por ciertos creyentes a los cuales Dios ha llamado y dotado de ciertos dones especiales que los distinguen de los demás creyentes.
El apóstol Pablo declara en la carta a los Efesios 4:8 “8 Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres.”
que el Señor Jesucristo dio dones a los hombres y el versículo 11 del mismo capítulo explica que esos dones constituyó a unos,
Efe 4:11 “11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,”
El mismo apóstol Pablo testificó que el Señor lo puso a él como Apóstol y Maestro de los gentiles
(Hech. 20:24 “24 Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.”
El ministerio no se obtiene por herencia, aunque se ha dado el caso de Padres, Hijos y Nietos que han sido Ministros. Tampoco es un asunto de simple carrera o preparación intelectual.
El Ministerio depende de UN LLAMAMIENTO DIVINO.

Y NADIE TOMA PARA SÍ ESTA HONRA, SINO EL QUE ES LLAMADO POR DIOS

(HEBREOS 5:4 “4 Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón.”

DISTINCIÓN DE LOS MINISTERIOS

1. APÓSTOL
La palabra apóstol viene de un vocablo griego que significa «Enviado», enfatizando los elementos de comisión: autoridad y responsabilidad del enviado. De manera que un apóstol es aquel que es enviado con una misión definida en la que actúa en autoridad en representación del que lo envió.
2. PROFETAS
Eran portavoces o voceros de Dios. Recibían revelaciones directas de Dios y las transmitían a la iglesia con el fin de: consolar, edificar, confirmar y exhortar
(Hechos 15:32 “32 Y Judas y Silas, como ellos también eran profetas, consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras.”
3. EVANGELISTAS
Son los que predican las buenas nuevas a las multitudes y están equipados, generalmente, con los dones de poder y el don de palabra de ciencia. Están divinamente equipados para ganar a los perdidos.
4. PASTORES
Guían y alimentan a las ovejas del Señor Jesucristo. Este es un ministerio de sabio consejo, corrección, aliento y consolación. En la mayoría de los casos los Pastores son también Maestros.
Este Ministerio es administrativo-gubernamental.
5. MAESTROS
Son personas divinamente capacitadas para enseñar y explicar la Palabra de Dios. Interpretan la Palabra y la aplican a los corazones.
Diccionario de Teología (APÓSTOL)
APÓSTOL. El uso bíblico de esta palabra se limita al NT, donde aparece setentainueve veces: diez en los Evangelios, veintiocho en Hechos y treintaiocho en las Epístolas, y tres veces en el Apocalipsis. Nuestra palabra española es una trasliteración del griego apostolos, palabra que se deriva de apostellein, «enviar». Mientras que hay otras palabras en el NT que expresan ideas como despachar, soltar o despedir, apostellein enfatiza los elementos de comisión—esto es, la autoridad y responsabilidad del enviado. Así que, un apóstol es propiamente aquel que es enviado con una misión definida, en la que actúa con plena autoridad para representar al que lo envió, y al cual también debe dar cuentas.El sustantivo sólo aparece una vez en la LXX. Cuando la mujer de Jeroboam vino a Ahías buscando información sobre la salud de su hijo, el profeta respondió: «Soy enviado a ti con revelación dura» 1 R. 14:6 “Cuando Ahías oyó el sonido de sus pies, al entrar ella por la puerta, dijo: Entra, mujer de Jeroboam. ¿Por qué te finges otra? He aquí yo soy enviado a ti con revelación dura.”
En este lugar el hebreo šāluaḥ se traduce por apostolos. šāluaḥ era un término casi técnico en el judaísmo. Un šāluaḥ podía ser el que dirigía la congregación en la sinagoga en el culto y de este modo representándola, o un representante del Sanhedrín enviado en una misión oficial. El sacerdocio también estaba incluido dentro de este término, y algunas personalidades del AT que actuaron estrictamente como representantes de Dios. Pero en ningún caso se operó šāluaḥ fuera de los límites de la comunidad judía. De tal forma que no hay en el šāluaḥ una anticipación del énfasis misionero que se asocia a la palabra apostolos del NT.I. .
Hebreos 3:1 RVR60
Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;
En Heb. 3:1 En este lugar el hebreo šāluaḥ se traduce por apostolos. šāluaḥ era un término casi técnico en el judaísmo. Un šāluaḥ podía ser el que dirigía la congregación en la sinagoga en el culto y de este modo representándola, o un representante del Sanhedrín enviado en una misión oficial. El sacerdocio también estaba incluido dentro de este término, y algunas personalidades del AT que actuaron estrictamente como representantes de Dios. Pero en ningún caso se operó šāluaḥ fuera de los límites de la comunidad judía. De tal forma que no hay en el šāluaḥ una anticipación del énfasis misionero que se asocia a la palabra apostolos del NT.I. CRISTO. En Heb. 3:1 Jesús es llamado «apóstol … de nuestra confesión», haciéndose un contraste consciente con Moisés, a quien el judaísmo le atribuía el nombre šāluaḥ. Jesús hablaba más directamente de Dios que lo que era capaz Moisés. Repetidamente afirmó haber sido enviado por el Padre. Cuando declaró que él estaba enviando a sus discípulos escogidos al mundo así como el Padre lo había enviado a él, nuestro Señor estaba confiriendo al apostolado la más alta dignidad (Jn. 17:18).II. LOS DOCE. En los Evangelios a estos hombres se los llama con más frecuencia discípulos, porque su deber principal durante el ministerio de Cristo era estar con él y aprender de él. Pero también se les llama apóstoles, porque Jesús les dio la autoridad para predicar y echar fuera demonios (Mr. 3:14–15; 6:30). Dado que esta actividad estaba limitada mientras Jesús estuviese con ellos, el término apóstol se usa rara vez. Pero después de Pentecostés la situación cambió.El número doce trae a la mente las doce tribus de Israel, pero el fundamento del liderazgo ya no es más tribal, sino personal y espiritual. Es evidente que el cuerpo de apóstoles era considerado como un número fijo, puesto que Jesús habló de doce tronos en la era venidera (Mt. 19:28; cf. Ap. 21:14). Judas fue reemplazado por Matías (Hch. 1), pero después de este hecho no se hizo ningún esfuerzo por seleccionar hombres que sucediesen a los que fueran muertos (Hch. 12:2).Los apóstoles son mencionados en primer lugar en las listas de dones espirituales (1 Co. 12:28; Ef. 4:11). Dado que estos dones son conferidos por el Cristo exaltado a través de su Espíritu, es probable que, al principio de la época apostólica, estos hombres designados por Jesús y preparados por él ahora eran tenidos por poseedores de una segunda investidura que marcaba la fase nueva y permanente de su obra para la cual la fase anterior había sido una preparación. Ellos llegaron a ser el fundamento de la iglesia en un sentido secundario al que corresponde a Cristo mismo (Ef. 2:20).Los deberes de los apóstoles eran predicar, enseñar y administrar. Su predicación descansaba en su asociación con Cristo y la instrucción que recibieron de él, lo que incluía ser testigos de su resurrección (Hch. 1:22). Sus convertidos pasaron inmediatamente a estar bajo su instrucción (Hch. 2:42), la que presumiblemente consistía en gran parte en una recolección de las enseñanzas de Jesús, aumentadas por revelaciones del Espíritu (Ef. 3:5). En el área administrativa sus funciones fueron diversas. Hablando en forma general, eran responsables por la vida y bienestar de la comunidad cristiana. Sin duda tomaron la dirección del culto puesto que se recordaba la muerte de Cristo en la Cena del Señor. Administraban el fondo común al que los creyentes contribuían para ayudar a los necesitados de entre los hermanos (Hch. 4:37), hasta que esta tarea fue haciéndose una carga y fuera entregada a hombres especialmente elegidos para tomar esta responsabilidad (Hch. 6:1–6). La disciplina estaba en sus manos (Hch. 5:1–11). A medida que la iglesia crecía y se expandía, los apóstoles dedicaron más y más atención a la supervisión de estos grupos de creyentes esparcidos por otras partes (Hch. 8:14; 9:32). Algunas veces el don del Espíritu Santo se confirió a través de ellos (Hch. 8:15–17). Los poderes sobrenaturales que mostraron cuando el Señor estuvo entre ellos, tales como el exorcismo de demonios y la sanidad de los enfermos, continuaron siendo pruebas de su autoridad divina (Hch. 5:12; 2 Co. 12:12). Tomaron el papel principal en la solución de problemas molestos que la iglesia encaraba, asociándose con los ancianos como una expresión del proceder democrático (Hch. 15:6; cf. 6:3).III. PABLO. Los rasgos distintivos de su apostolado fueron el ser nombrado directamente por Cristo (Gá. 1:1) y la asignación del mundo gentil como su esfera de trabajo (Ro. 1:5; Gá. 1:16; 2:8). Su apostolado fue reconocido por las autoridades de Jerusalén en conformidad con su propia aseveración de estar al mismo nivel y rango que los apóstoles originales. Sin embargo, él nunca afirmó tener participación entre los doce (1 Co. 15:11), sino que se mantuvo en una base independiente.Podía dar testimonio de la resurrección porque su llamamiento vino del Cristo resucitado (1 Co. 9:1; Hch. 26:16–18). Pablo miraba su apostolado como una demostración de la gracia divina y como un llamamiento a una labor sacrificada, más que una ocasión para jactarse de su oficio (1 Co. 15:10).IV. OTROS. La explicación más natural de Gá. 1:19 es que Pablo está afirmando que Jacobo [o Santiago], el hermano del Señor, es un apóstol, lo que concuerda con el reconocimiento que Jacobo recibió de la iglesia de Jerusalén. En consonancia con este hecho, en 1 Co. 15:5–8, donde se menciona a Jacobo, todos los demás son apóstoles. Bernabé (junto con Pablo) es llamado apóstol (Hch. 14:4, 14); pero probablemente en un sentido restrictivo solamente, esto es, como el enviado de la iglesia de Antioquía, a la cual estaba obligado a informar cuando su misión era cumplida (14:27). Bernabé no fue considerado como apóstol en Jerusalén (Hch. 9:27), aunque más tarde le dieron la diestra en señal de compañerismo, lo mismo que a Pablo (Gá. 2:9). Se dice que Andrónico y Junias son insignes entre los apóstoles (así HA en Ro. 16:7). En la afirmación que Pablo hace en 1 Ts. 2:6 parece que Silvano y Timoteo son incluidos como apóstoles. La referencia de 1 Co. 9:5 y 15:7 no tiene por qué ir necesariamente más allá de los doce apóstoles.Es razonablemente claro que además de los doce, Pablo y Jacobo fueron tenidos como apóstoles. A otros también se los podría llamar así bajo circunstancias especiales. Pero no hay base para hacer del término «apóstol» un equivalente al otro «misionero». Según la costumbre de la iglesia moderna a algunos pioneros prominentes entre los misioneros se les llama apóstoles, pero esto sólo es acomodar el lenguaje. En la época apostólica aquel que tenía este rango era más que un predicador (2 Ti. 1:11). Se daba por sentado que todos los discípulos tenían que ser predicadores, pero no todos eran apóstoles (1 Co. 12:29). Curiosamente, en un momento de la vida de la iglesia, todos estaban ocupados en predicar, salvo los apóstoles (Hch. 8:4). Pablo no habría necesitado defender su apostolado con tanta vehemencia si no hubiera estado defendiendo también su derecho de predicar el evangelio. Junto con el uso distintivo y técnico de la palabra ocasionalmente se usa en el sentido de mensajero (Fil. 2:25; 2 Co. 8:23).Véase también, Disciplina, Sucesión Apostólica. “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;” Jesús es llamado «apóstol … de nuestra confesión», haciéndose un contraste consciente con Moisés, a quien el judaísmo le atribuía el nombre šāluaḥ. Jesús hablaba más directamente de Dios que lo que era capaz Moisés. Repetidamente afirmó haber sido enviado por el Padre. Cuando declaró que él estaba enviando a sus discípulos escogidos al mundo así como el Padre lo había enviado a él, nuestro Señor estaba confiriendo al apostolado la más alta dignidad (Jn. 17:18).II. LOS DOCE. En los Evangelios a estos hombres se los llama con más frecuencia discípulos, porque su deber principal durante el ministerio de Cristo era estar con él y aprender de él. Pero también se les llama apóstoles, porque Jesús les dio la autoridad para predicar y echar fuera demonios (Mr. 3:14–15; 6:30). Dado que esta actividad estaba limitada mientras Jesús estuviese con ellos, el término apóstol se usa rara vez. Pero después de Pentecostés la situación cambió.El número doce trae a la mente las doce tribus de Israel, pero el fundamento del liderazgo ya no es más tribal, sino personal y espiritual. Es evidente que el cuerpo de apóstoles era considerado como un número fijo, puesto que Jesús habló de doce tronos en la era venidera (Mt. 19:28; cf. Ap. 21:14). Judas fue reemplazado por Matías (Hch. 1), pero después de este hecho no se hizo ningún esfuerzo por seleccionar hombres que sucediesen a los que fueran muertos (Hch. 12:2).Los apóstoles son mencionados en primer lugar en las listas de dones espirituales (1 Co. 12:28; Ef. 4:11). Dado que estos dones son conferidos por el Cristo exaltado a través de su Espíritu, es probable que, al principio de la época apostólica, estos hombres designados por Jesús y preparados por él ahora eran tenidos por poseedores de una segunda investidura que marcaba la fase nueva y permanente de su obra para la cual la fase anterior había sido una preparación. Ellos llegaron a ser el fundamento de la iglesia en un sentido secundario al que corresponde a Cristo mismo (Ef. 2:20).Los deberes de los apóstoles eran predicar, enseñar y administrar. Su predicación descansaba en su asociación con Cristo y la instrucción que recibieron de él, lo que incluía ser testigos de su resurrección (Hch. 1:22). Sus convertidos pasaron inmediatamente a estar bajo su instrucción (Hch. 2:42), la que presumiblemente consistía en gran parte en una recolección de las enseñanzas de Jesús, aumentadas por revelaciones del Espíritu (Ef. 3:5). En el área administrativa sus funciones fueron diversas. Hablando en forma general, eran responsables por la vida y bienestar de la comunidad cristiana. Sin duda tomaron la dirección del culto puesto que se recordaba la muerte de Cristo en la Cena del Señor. Administraban el fondo común al que los creyentes contribuían para ayudar a los necesitados de entre los hermanos (Hch. 4:37), hasta que esta tarea fue haciéndose una carga y fuera entregada a hombres especialmente elegidos para tomar esta responsabilidad (Hch. 6:1–6). La disciplina estaba en sus manos (Hch. 5:1–11). A medida que la iglesia crecía y se expandía, los apóstoles dedicaron más y más atención a la supervisión de estos grupos de creyentes esparcidos por otras partes (Hch. 8:14; 9:32). Algunas veces el don del Espíritu Santo se confirió a través de ellos (Hch. 8:15–17). Los poderes sobrenaturales que mostraron cuando el Señor estuvo entre ellos, tales como el exorcismo de demonios y la sanidad de los enfermos, continuaron siendo pruebas de su autoridad divina (Hch. 5:12; 2 Co. 12:12). Tomaron el papel principal en la solución de problemas molestos que la iglesia encaraba, asociándose con los ancianos como una expresión del proceder democrático (Hch. 15:6; cf. 6:3).III. PABLO. Los rasgos distintivos de su apostolado fueron el ser nombrado directamente por Cristo (Gá. 1:1) y la asignación del mundo gentil como su esfera de trabajo (Ro. 1:5; Gá. 1:16; 2:8). Su apostolado fue reconocido por las autoridades de Jerusalén en conformidad con su propia aseveración de estar al mismo nivel y rango que los apóstoles originales. Sin embargo, él nunca afirmó tener participación entre los doce (1 Co. 15:11), sino que se mantuvo en una base independiente.Podía dar testimonio de la resurrección porque su llamamiento vino del Cristo resucitado (1 Co. 9:1; Hch. 26:16–18). Pablo miraba su apostolado como una demostración de la gracia divina y como un llamamiento a una labor sacrificada, más que una ocasión para jactarse de su oficio (1 Co. 15:10).IV. OTROS. La explicación más natural de Gá. 1:19 es que Pablo está afirmando que Jacobo [o Santiago], el hermano del Señor, es un apóstol, lo que concuerda con el reconocimiento que Jacobo recibió de la iglesia de Jerusalén. En consonancia con este hecho, en 1 Co. 15:5–8, donde se menciona a Jacobo, todos los demás son apóstoles. Bernabé (junto con Pablo) es llamado apóstol (Hch. 14:4, 14); pero probablemente en un sentido restrictivo solamente, esto es, como el enviado de la iglesia de Antioquía, a la cual estaba obligado a informar cuando su misión era cumplida (14:27). Bernabé no fue considerado como apóstol en Jerusalén (Hch. 9:27), aunque más tarde le dieron la diestra en señal de compañerismo, lo mismo que a Pablo (Gá. 2:9). Se dice que Andrónico y Junias son insignes entre los apóstoles (así HA en Ro. 16:7). En la afirmación que Pablo hace en 1 Ts. 2:6 parece que Silvano y Timoteo son incluidos como apóstoles. La referencia de 1 Co. 9:5 y 15:7 no tiene por qué ir necesariamente más allá de los doce apóstoles.Es razonablemente claro que además de los doce, Pablo y Jacobo fueron tenidos como apóstoles. A otros también se los podría llamar así bajo circunstancias especiales. Pero no hay base para hacer del término «apóstol» un equivalente al otro «misionero». Según la costumbre de la iglesia moderna a algunos pioneros prominentes entre los misioneros se les llama apóstoles, pero esto sólo es acomodar el lenguaje. En la época apostólica aquel que tenía este rango era más que un predicador (2 Ti. 1:11). Se daba por sentado que todos los discípulos tenían que ser predicadores, pero no todos eran apóstoles (1 Co. 12:29). Curiosamente, en un momento de la vida de la iglesia, todos estaban ocupados en predicar, salvo los apóstoles (Hch. 8:4). Pablo no habría necesitado defender su apostolado con tanta vehemencia si no hubiera estado defendiendo también su derecho de predicar el evangelio. Junto con el uso distintivo y técnico de la palabra ocasionalmente se usa en el sentido de mensajero (Fil. 2:25; 2 Co. 8:23).Véase también, Disciplina, Sucesión Apostólica. “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;” En este lugar el hebreo šāluaḥ se traduce por apostolos. šāluaḥ era un término casi técnico en el judaísmo. Un šāluaḥ podía ser el que dirigía la congregación en la sinagoga en el culto y de este modo representándola, o un representante del Sanhedrín enviado en una misión oficial. El sacerdocio también estaba incluido dentro de este término, y algunas personalidades del AT que actuaron estrictamente como representantes de Dios. Pero en ningún caso se operó šāluaḥ fuera de los límites de la comunidad judía. De tal forma que no hay en el šāluaḥ una anticipación del énfasis misionero que se asocia a la palabra apostolos del NT.I. CRISTO. En Heb. 3:1 Jesús es llamado «apóstol … de nuestra confesión», haciéndose un contraste consciente con Moisés, a quien el judaísmo le atribuía el nombre šāluaḥ. Jesús hablaba más directamente de Dios que lo que era capaz Moisés. Repetidamente afirmó haber sido enviado por el Padre. Cuando declaró que él estaba enviando a sus discípulos escogidos al mundo así como el Padre lo había enviado a él, nuestro Señor estaba confiriendo al apostolado la más alta dignidad (Jn. 17:18).II. LOS DOCE. En los Evangelios a estos hombres se los llama con más frecuencia discípulos, porque su deber principal durante el ministerio de Cristo era estar con él y aprender de él. Pero también se les llama apóstoles, porque Jesús les dio la autoridad para predicar y echar fuera demonios (Mr. 3:14–15; 6:30). Dado que esta actividad estaba limitada mientras Jesús estuviese con ellos, el término apóstol se usa rara vez. Pero después de Pentecostés la situación cambió.El número doce trae a la mente las doce tribus de Israel, pero el fundamento del liderazgo ya no es más tribal, sino personal y espiritual. Es evidente que el cuerpo de apóstoles era considerado como un número fijo, puesto que Jesús habló de doce tronos en la era venidera (Mt. 19:28; cf. Ap. 21:14). Judas fue reemplazado por Matías (Hch. 1), pero después de este hecho no se hizo ningún esfuerzo por seleccionar hombres que sucediesen a los que fueran muertos (Hch. 12:2).Los apóstoles son mencionados en primer lugar en las listas de dones espirituales (1 Co. 12:28; Ef. 4:11). Dado que estos dones son conferidos por el Cristo exaltado a través de su Espíritu, es probable que, al principio de la época apostólica, estos hombres designados por Jesús y preparados por él ahora eran tenidos por poseedores de una segunda investidura que marcaba la fase nueva y permanente de su obra para la cual la fase anterior había sido una preparación. Ellos llegaron a ser el fundamento de la iglesia en un sentido secundario al que corresponde a Cristo mismo (Ef. 2:20).Los deberes de los apóstoles eran predicar, enseñar y administrar. Su predicación descansaba en su asociación con Cristo y la instrucción que recibieron de él, lo que incluía ser testigos de su resurrección (Hch. 1:22). Sus convertidos pasaron inmediatamente a estar bajo su instrucción (Hch. 2:42), la que presumiblemente consistía en gran parte en una recolección de las enseñanzas de Jesús, aumentadas por revelaciones del Espíritu (Ef. 3:5). En el área administrativa sus funciones fueron diversas. Hablando en forma general, eran responsables por la vida y bienestar de la comunidad cristiana. Sin duda tomaron la dirección del culto puesto que se recordaba la muerte de Cristo en la Cena del Señor. Administraban el fondo común al que los creyentes contribuían para ayudar a los necesitados de entre los hermanos (Hch. 4:37), hasta que esta tarea fue haciéndose una carga y fuera entregada a hombres especialmente elegidos para tomar esta responsabilidad (Hch. 6:1–6). La disciplina estaba en sus manos (Hch. 5:1–11). A medida que la iglesia crecía y se expandía, los apóstoles dedicaron más y más atención a la supervisión de estos grupos de creyentes esparcidos por otras partes (Hch. 8:14; 9:32). Algunas veces el don del Espíritu Santo se confirió a través de ellos (Hch. 8:15–17). Los poderes sobrenaturales que mostraron cuando el Señor estuvo entre ellos, tales como el exorcismo de demonios y la sanidad de los enfermos, continuaron siendo pruebas de su autoridad divina (Hch. 5:12; 2 Co. 12:12). Tomaron el papel principal en la solución de problemas molestos que la iglesia encaraba, asociándose con los ancianos como una expresión del proceder democrático (Hch. 15:6; cf. 6:3).III. PABLO. Los rasgos distintivos de su apostolado fueron el ser nombrado directamente por Cristo (Gá. 1:1) y la asignación del mundo gentil como su esfera de trabajo (Ro. 1:5; Gá. 1:16; 2:8). Su apostolado fue reconocido por las autoridades de Jerusalén en conformidad con su propia aseveración de estar al mismo nivel y rango que los apóstoles originales. Sin embargo, él nunca afirmó tener participación entre los doce (1 Co. 15:11), sino que se mantuvo en una base independiente.Podía dar testimonio de la resurrección porque su llamamiento vino del Cristo resucitado (1 Co. 9:1; Hch. 26:16–18). Pablo miraba su apostolado como una demostración de la gracia divina y como un llamamiento a una labor sacrificada, más que una ocasión para jactarse de su oficio (1 Co. 15:10).IV. OTROS. La explicación más natural de Gá. 1:19 es que Pablo está afirmando que Jacobo [o Santiago], el hermano del Señor, es un apóstol, lo que concuerda con el reconocimiento que Jacobo recibió de la iglesia de Jerusalén. En consonancia con este hecho, en 1 Co. 15:5–8, donde se menciona a Jacobo, todos los demás son apóstoles. Bernabé (junto con Pablo) es llamado apóstol (Hch. 14:4, 14); pero probablemente en un sentido restrictivo solamente, esto es, como el enviado de la iglesia de Antioquía, a la cual estaba obligado a informar cuando su misión era cumplida (14:27). Bernabé no fue considerado como apóstol en Jerusalén (Hch. 9:27), aunque más tarde le dieron la diestra en señal de compañerismo, lo mismo que a Pablo (Gá. 2:9). Se dice que Andrónico y Junias son insignes entre los apóstoles (así HA en Ro. 16:7). En la afirmación que Pablo hace en 1 Ts. 2:6 parece que Silvano y Timoteo son incluidos como apóstoles. La referencia de 1 Co. 9:5 y 15:7 no tiene por qué ir necesariamente más allá de los doce apóstoles.Es razonablemente claro que además de los doce, Pablo y Jacobo fueron tenidos como apóstoles. A otros también se los podría llamar así bajo circunstancias especiales. Pero no hay base para hacer del término «apóstol» un equivalente al otro «misionero». Según la costumbre de la iglesia moderna a algunos pioneros prominentes entre los misioneros se les llama apóstoles, pero esto sólo es acomodar el lenguaje. En la época apostólica aquel que tenía este rango era más que un predicador (2 Ti. 1:11). Se daba por sentado que todos los discípulos tenían que ser predicadores, pero no todos eran apóstoles (1 Co. 12:29). Curiosamente, en un momento de la vida de la iglesia, todos estaban ocupados en predicar, salvo los apóstoles (Hch. 8:4). Pablo no habría necesitado defender su apostolado con tanta vehemencia si no hubiera estado defendiendo también su derecho de predicar el evangelio. Junto con el uso distintivo y técnico de la palabra ocasionalmente se usa en el sentido de mensajero (Fil. 2:25; 2 Co. 8:23).Véase también, Disciplina, Sucesión Apostólica. “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;” Jesús es llamado «apóstol … de nuestra confesión», haciéndose un contraste consciente con Moisés, a quien el judaísmo le atribuía el nombre šāluaḥ. Jesús hablaba más directamente de Dios que lo que era capaz Moisés. Repetidamente afirmó haber sido enviado por el Padre. Cuando declaró que él estaba enviando a sus discípulos escogidos al mundo así como el Padre lo había enviado a él, nuestro Señor estaba confiriendo al apostolado la más alta dignidad (Jn. 17:18).II. LOS DOCE. En los Evangelios a estos hombres se los llama con más frecuencia discípulos, porque su deber principal durante el ministerio de Cristo era estar con él y aprender de él. Pero también se les llama apóstoles, porque Jesús les dio la autoridad para predicar y echar fuera demonios (Mr. 3:14–15; 6:30). Dado que esta actividad estaba limitada mientras Jesús estuviese con ellos, el término apóstol se usa rara vez. Pero después de Pentecostés la situación cambió.El número doce trae a la mente las doce tribus de Israel, pero el fundamento del liderazgo ya no es más tribal, sino personal y espiritual. Es evidente que el cuerpo de apóstoles era considerado como un número fijo, puesto que Jesús habló de doce tronos en la era venidera (Mt. 19:28; cf. Ap. 21:14). Judas fue reemplazado por Matías (Hch. 1), pero después de este hecho no se hizo ningún esfuerzo por seleccionar hombres que sucediesen a los que fueran muertos (Hch. 12:2).Los apóstoles son mencionados en primer lugar en las listas de dones espirituales (1 Co. 12:28; Ef. 4:11). Dado que estos dones son conferidos por el Cristo exaltado a través de su Espíritu, es probable que, al principio de la época apostólica, estos hombres designados por Jesús y preparados por él ahora eran tenidos por poseedores de una segunda investidura que marcaba la fase nueva y permanente de su obra para la cual la fase anterior había sido una preparación. Ellos llegaron a ser el fundamento de la iglesia en un sentido secundario al que corresponde a Cristo mismo (Ef. 2:20).Los deberes de los apóstoles eran predicar, enseñar y administrar. Su predicación descansaba en su asociación con Cristo y la instrucción que recibieron de él, lo que incluía ser testigos de su resurrección (Hch. 1:22). Sus convertidos pasaron inmediatamente a estar bajo su instrucción (Hch. 2:42), la que presumiblemente consistía en gran parte en una recolección de las enseñanzas de Jesús, aumentadas por revelaciones del Espíritu (Ef. 3:5). En el área administrativa sus funciones fueron diversas. Hablando en forma general, eran responsables por la vida y bienestar de la comunidad cristiana. Sin duda tomaron la dirección del culto puesto que se recordaba la muerte de Cristo en la Cena del Señor. Administraban el fondo común al que los creyentes contribuían para ayudar a los necesitados de entre los hermanos (Hch. 4:37), hasta que esta tarea fue haciéndose una carga y fuera entregada a hombres especialmente elegidos para tomar esta responsabilidad (Hch. 6:1–6). La disciplina estaba en sus manos (Hch. 5:1–11). A medida que la iglesia crecía y se expandía, los apóstoles dedicaron más y más atención a la supervisión de estos grupos de creyentes esparcidos por otras partes (Hch. 8:14; 9:32). Algunas veces el don del Espíritu Santo se confirió a través de ellos (Hch. 8:15–17). Los poderes sobrenaturales que mostraron cuando el Señor estuvo entre ellos, tales como el exorcismo de demonios y la sanidad de los enfermos, continuaron siendo pruebas de su autoridad divina (Hch. 5:12; 2 Co. 12:12). Tomaron el papel principal en la solución de problemas molestos que la iglesia encaraba, asociándose con los ancianos como una expresión del proceder democrático (Hch. 15:6; cf. 6:3).III. PABLO. Los rasgos distintivos de su apostolado fueron el ser nombrado directamente por Cristo (Gá. 1:1) y la asignación del mundo gentil como su esfera de trabajo (Ro. 1:5; Gá. 1:16; 2:8). Su apostolado fue reconocido por las autoridades de Jerusalén en conformidad con su propia aseveración de estar al mismo nivel y rango que los apóstoles originales. Sin embargo, él nunca afirmó tener participación entre los doce (1 Co. 15:11), sino que se mantuvo en una base independiente.Podía dar testimonio de la resurrección porque su llamamiento vino del Cristo resucitado (1 Co. 9:1; Hch. 26:16–18). Pablo miraba su apostolado como una demostración de la gracia divina y como un llamamiento a una labor sacrificada, más que una ocasión para jactarse de su oficio (1 Co. 15:10).IV. OTROS. La explicación más natural de Gá. 1:19 es que Pablo está afirmando que Jacobo [o Santiago], el hermano del Señor, es un apóstol, lo que concuerda con el reconocimiento que Jacobo recibió de la iglesia de Jerusalén. En consonancia con este hecho, en 1 Co. 15:5–8, donde se menciona a Jacobo, todos los demás son apóstoles. Bernabé (junto con Pablo) es llamado apóstol (Hch. 14:4, 14); pero probablemente en un sentido restrictivo solamente, esto es, como el enviado de la iglesia de Antioquía, a la cual estaba obligado a informar cuando su misión era cumplida (14:27). Bernabé no fue considerado como apóstol en Jerusalén (Hch. 9:27), aunque más tarde le dieron la diestra en señal de compañerismo, lo mismo que a Pablo (Gá. 2:9). Se dice que Andrónico y Junias son insignes entre los apóstoles (así HA en Ro. 16:7). En la afirmación que Pablo hace en 1 Ts. 2:6 parece que Silvano y Timoteo son incluidos como apóstoles. La referencia de 1 Co. 9:5 y 15:7 no tiene por qué ir necesariamente más allá de los doce apóstoles.Es razonablemente claro que además de los doce, Pablo y Jacobo fueron tenidos como apóstoles. A otros también se los podría llamar así bajo circunstancias especiales. Pero no hay base para hacer del término «apóstol» un equivalente al otro «misionero». Según la costumbre de la iglesia moderna a algunos pioneros prominentes entre los misioneros se les llama apóstoles, pero esto sólo es acomodar el lenguaje. En la época apostólica aquel que tenía este rango era más que un predicador (2 Ti. 1:11). Se daba por sentado que todos los discípulos tenían que ser predicadores, pero no todos eran apóstoles (1 Co. 12:29). Curiosamente, en un momento de la vida de la iglesia, todos estaban ocupados en predicar, salvo los apóstoles (Hch. 8:4). Pablo no habría necesitado defender su apostolado con tanta vehemencia si no hubiera estado defendiendo también su derecho de predicar el evangelio. Junto con el uso distintivo y técnico de la palabra ocasionalmente se usa en el sentido de mensajero (Fil. 2:25; 2 Co. 8:23).Véase también, Disciplina, Sucesión Apostólica.
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