CRISTO NUESTRA META POR ALCANZAR. Estudio 5.
Cristo nuestra meta por alcanzar. • Sermon • Submitted • Presented
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· 14 viewsJesús habla de los pacificadores, aquellos que han recibido la paz con él.
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INTRODUCCIÓN:
INTRODUCCIÓN:
Hemos estado estudiando en el sermón del monte, la porción correspondiente a las bienaventuranzas expresadas por Jesús, al iniciar dicho sermón.
Recordamos que:
Bienaventurado (Makarios), significa felices, afortunados, dichosos, doblemente bendecido.
Hasta ahora hemos estudiado cinco de las ocho bienaventuranzas o bendiciones expresadas por Jesús:
I. LOS POBRES DE ESPÍRITU SON BIENAVENTURADOS(v.3).
II. LOS QUE LLORAN SON BIENAVENTURADOS.(v. 4).
III. LOS MANSOS SON BIENAVENTURADOS.(V.5).
IV. LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA, SON BIENAVENTURADOS.(V.6).
V. LOS MISERICORDIOSOS SON BIENAVENTURADOS.(V.7).
VI. LOS DE LIMPIO CORAZÓN, SON BIENAVENTURADOS.(V.8).
Explicación Breve de cada una, para recordar, su significado y aplicación:
Que implica que, es conscientemente dependiente de Dios y no de sí mismos.
Son aquellos que, lloran, producto de una tristeza santa que obra verdadero arrepentimiento.
Los mansos son aquellos que son verdaderamente humildes y amables y tienen un correcto concepto de sí mismos. El discípulo que aprende-de, se-somete-a, y obedece-a su Rey. La mansedumbre es fruto del Espíritu.
Jesús llama bendecidos a aquellos que tienen la necesidad(hambre y sed)urgente de la justicia de Dios en sus vidas y en el mundo, parcialmente ahora y perfectamente en la vida eterna.
Hablamos de los que prodigan su misericordia a otros, demostrando la misericordia que Dios previamente les ha concedido.
Jesús está diciendo, que los que hemos limpiado nuestro corazón(nuestro ser interior), de toda suciedad, inmundicia y contaminación, somos bienaventurados.
Dijimos también que la pureza del corazón es una condición para ver a Dios, porque la impureza del corazón es lo que separa de Dios al hombre.
Ahora vamos a ver la bienaventuranza número 7:
VII. LOS PACIFICADORES, SON BIENAVENTURADOS.(V.9).
VII. LOS PACIFICADORES, SON BIENAVENTURADOS.(V.9).
9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Una vez más encontramos que Jesús toca un tema importante, en la vida de un ser humano, y especialmente de aquellos que hemos decidido seguir a Cristo.
“Jesús está hablando de pacificadores, de aquellos que hacen la paz”
La paz es algo que atañe a los cristianos, sencillamente, porque estamos llamados a vivir bajo la voluntad de Dios, y a buscar hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas y Dios es un Dios de paz.
Así lo enseña su palabra: (Ro. 15:33; 2 Co. 13:11; Fil. 4:9)
33 Y el Dios de paz sea con todos vosotros. Amén.
11 Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros.
9 Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.
La realidad de hacer la paz es una de las ideas dominantes en la palabra de Dios.
El mundo considera que la paz es esencialmente ausencia de conflicto, es decir, cuando no hay guerra, sin embargo en la Biblia la paz es más bien armonía y tranquilidad en el corazón para con Dios y los semejantes.
Los cristianos estamos llamados a vivir conforme a esa paz y hacer portadores de esa paz.
Las razones son fáciles de entender:
Dios tomó la iniciativa para hacer la paz con los hombres: Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo (2 Cor. 5:19).
19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
2. Jesús es el Príncipe de Paz (Isa. 9:6) y su venida al mundo significaba paz para los hombres de buena voluntad (Luc. 2:14).
6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
14 ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
3. La paz es el fruto del Espíritu (Gál. 5:22), debe estar en todos aquellos que hemos sido sellados con Él, el día de nuestra conversión.
22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
Entonces, Dios espera de nosotros, que hemos sido reconciliados con Él, por la fe en Cristo que nos convirtamos también en reconciliadores, en pacificadores.
Amados hermanos, ya hemos recibido la paz de Cristo, él nos las ha dado. Juan 20:21
21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.
Jesús mismo, es nuestra Paz. Efesios 2:13
13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.
Pablo enseña que Cristo vino para lograr la paz entre Dios y los hombres, y nos manda llevar adelante esa misión en el mundo.
Pero una vez más debemos reflexionar:
¿Qué tanto somos pacificadores?
¿Somos hombres y mujeres de paz?
¿Somos de portadores de la paz, en la iglesia?, ¿Lo somos en nuestras casas?, ¿Lo somos en nuestros trabajos?, ¿Lo somos en la escuela o en la universidad?, ¿Lo somos en nuestro vecindario con nuestros vecinos?, ¿Lo somos con aquellos que intentan hacernos males?, ¿Respondemos con paz en todo lugar y en todo momento?.
Hermanos, la paz reina ahora en los corazones de quienes somos de Dios. Estamos llamados a vivir en armonía con Dios y los hombres.
Por esa razón las bienaventuranzas están unidas unas a las otras, la sexta bienaventuranza hablaba de aquellos de limpio corazones, sólo los que hemos limpiado y mantenemos limpio nuestros corazones, podemos ser portadores de la paz de Dios. Una actitud contraria, viene de un corazón que no ha sido limpiado, o ha sido ensuciado nuevamente. Santiago 4:1
1 ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?
La séptima bienaventuranza pide al pueblo de Dios que seamos pacificadores. Él nos ha llamado a una misión especial de ayudar a restaurar la paz perdida en la caída.
Hermanos, no se trata de una paz que la produzcan reyes, presidentes, primeros ministros, diplomáticos o humanitarios internacionales. Es la paz personal interior que solo Dios puede conceder al alma del ser humano y que solamente sus hijos pueden ejemplificar.
La dicha y recompensa de los pacificadores es que serán reconocidos por lo que son, hijos de Dios, pues demuestran el carácter y misión de Dios. Su parentesco con Dios es visible, es observable y es real.
CONCLUSIÓN:
CONCLUSIÓN:
“Jesús está hablando de pacificadores, de aquellos que hacen la paz”
Está hablando de aquellos que en Cristo, hemos sido reconciliados con Dios y hemos recibido su paz, y hemos sido comisionados a ser portadores de su paz.
Una vez más: ¿Qué tan pacificadores somos?
Nuestra evaluación es con Dios.
Vamos a orar.