El ministerio de la Iglesia parte II

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El apóstol Pablo no esta completando las aflicciones de Cristo a solas, ni pretende tener el monopolio de la participación en los padecimientos de Cristo. Él es uno entre muchos miembros del cuerpo. De manera que lo que debe estar claro es que, todos los creyentes, cuando sufrimos por causa de Cristo, de alguna manera estamos completando sus sufrimientos.

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Colosenses 1:24–29 RVR60
24 Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia; 25 de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, 26 el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, 27 a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, 28 a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; 29 para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.

INTRODUCCIÓN

Luego de comentarles sobre el gozo que sentía Pablo en lo que padecía por ellos, no enfocándose en los sufrimientos, sino en los beneficios que su sufrimiento a traído a las iglesias de Colosas. Pablo brevemente viene a hablar del ministerio de la Iglesia y del llamado a ser ministro de la Iglesia, a la cual él a identificado como el cuerpo de Cristo cuya cabeza es el mismo Señor Jesucristo.
Hablábamos sobre el cuerpo la semana pasada y mencionábamos que aunque hay diversidad porque el cuerpo tiene muchos miembros y cada uno tiene diferentes dones, sin embargo, hay y debería haber unidad porque el cuerpo es uno solo.
Y además de eso, en todos los creyentes salvos por la fe en Cristo, existe la misma vida espiritual, derivada de la misma fuente que es el Espíritu Santo que mora en nosotros y es Él, quien nos suministra poder y nos impulsa a los mismos hábitos, los mismos propósitos que es el de Honrar a Cristo y su Palabra en nuestras vidas y en el cuerpo.
Ahora, en el día de hoy vamos a considerar las palabras de la segunda parte del versículo 24. (Y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo)
Colosenses 1:24 RVR60
24 Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;

COMPLETANDO LOS SUFRIMIENTOS DE CRISTO

Para empezar, debemos entender que Pablo no se está atribuyendo a sí mismo una función salvadora, no compartida con nadie más excepto nuestro Señor Jesucristo, quien es el único mediador entre Dios y los hombres y el único que puede llevarnos sin mancha delante de Dios.
Así que Pablo no esta completando las aflicciones de Cristo a solas, ni pretende tener el monopolio de la participación en los padecimientos de Cristo. Él es uno entre muchos miembros del cuerpo.
De manera que lo que debe estar claro es que, todos los creyentes, cuando sufrimos por causa de Cristo, de alguna manera estamos completando sus sufrimientos.
Es así, porque como veíamos la vez anterior, hay una relación entre el cuerpo (La Iglesia) y la Cabeza (Cristo) y esta relación no es aislada, impropia, desatendida o ajena sino todo lo contrario.
En Efesios 1: 23, Pablo nos llega a decir que la Iglesia es la plenitud de Cristo; es decir, que en cierto sentido, Cristo está incompleto sin ella. Como su cabeza sería incompleta sin su cuerpo.
Es tan estrecha, tan cercana y propia esta relación que Cristo toma cada atropello, cada tropelía, o cada barrabasada lo que es igual a una travesura grave o intento premeditado de hacer daño al cuerpo, es decir contra los creyentes, el Señor cabeza de ese cuerpo tomará cada atropello como si fuera contra Él mismo.
Porque mis queridos hermanos si es cierto que cuando un miembro del cuerpo sufre, todos los demás sufren con él, ¡cuánto más lo será o cuánto más sufrirá aquel que es la cabeza del cuerpo!
Así que, lo que estamos diciendo es que los padecimientos de cada creyente son padecimientos de Cristo.
Y Pablo había aprendido este principio en el momento de su conversión, cuando iba camino a Damasco.
Hechos de los Apóstoles 9:1–4 RVR60
1 Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, 2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. 3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; 4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Saulo estaba persiguiendo, encarcelando y consintiendo la muerte de los hermanos de la Iglesia de Jerusalén y sin embargo el Señor se le aparece y le dice que le está persiguiendo es a Él, a Cristo. ¿Por qué?, porque todo insulto o abuso dirigido a un creyente se dirige también a Cristo.
Pero una cosa es que la Iglesia sea perseguida y atacada desde afuera y eso es lo normal y lo que debemos espectar, otra cosa muy distinta es que haya ataques y persecuciones desde adentro y es feo ademas es como tener el enemigo de la Iglesia, de la unidad de la Iglesia, de la armonía de la Iglesia, el enemigo del avance de la predicación del evangelio dentro de nuestros contornos.
Porque como mencionaba la vez anterior, no estamos para mordernos y hacernos daño entre nosotros, que mucho tenemos que lidiar con los sufrimientos venidos de afuera, para tener que sufrir el vilipendio, el oprobio, el desdén y el desprecio de miembros del cuerpo inmaduros y carnales, que no entienden que esa no es la voluntad de Dios para la iglesia, que el que mora en nosotros el Espíritu Santo nos suministra el poder para cumplir con los mismos propósitos y que cualquier daño o intento desmedido de herir el cuerpo es igual a herir o tratar de perseguir a aquel que es la cabeza esto es Cristo.
Este problema era un asunto grave que gobernaba en la Iglesia de Corinto y Pablo escribe para corregir, para amonestar, para enseñar y para exhortar a los hermanos de la Iglesia a que cambien su actitud y maduren.
1 Corintios 1:10–12 RVR60
10 Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. 11 Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. 12 Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo.
Cuando vinieron a informar a Pablo sobre los pleitos, las contiendas y las divisiones que había en la Iglesia de Corinto, Dios le dirige a escribir lo que acabamos de leer.
Incluso les recuerda una gran verdad que leemos en el versículo 26.
1 Corintios 1:26–31 RVR60
26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia. 30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; 31 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.
Si en algo debemos gloriarnos los creyentes es en el Señor, no entre, no sobre, ni en mis hermanos en Cristo.
Luego Pablo va a escribirles con palabras más fuertes.
1 Corintios 3:1–9 RVR60
1 De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. 2 Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, 3 porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? 4 Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? 5 ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. 6 Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. 7 Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. 8 Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. 9 Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.
Hay varias cosas que son claves en el texto, lo primero es que si usted es un miembro del cuerpo que se alimenta del chisme, de la critica, de la envidia y el egoísmo que fomenta los pleitos y las disensiones entre los hermanos y miembros del cuerpo, entonces usted no es espiritual. En otras palabras usted no es uno que vive una vida controlada, gobernada y perfectamente nutrida por el Espíritu Santo, porque Él nunca le va a guiar a que le hagas daño al cuerpo de Cristo, ni mucho menos a que seas tropiezo para el avance de la predicación del evangelio y del crecimiento de la Iglesia.
Este comportamiento Pablo lo llama carnal, niños en Cristo que requieren leche y no vianda porque no son aptos para el alimento sólido pues todavía son niños espirituales que necesitan ser instruidos, enseñados y corregidos en las cosas básicas del cristianismo.
De manera que eso somos cuando nos peleamos y mordemos entre nosotros mismos. Carnales y no espirituales.
La segunda clave que vemos en el texto para no demorar más tiempo la vemos en el versículo 9.
Aquí Pablo dice qué somos, los que somos parte de aquellos que la administración de Dios ha dispuesto para que seamos ministros del cuerpo. Él dice que Apolos, Pedro, Pablo y todos los ministros de Dios somos colaboradores de Dios.
Esa palabra viene del griego SYNERGOS que también se traduce literalmente ayudante.
El arquitecto de la obra es Dios, yo simplemente soy por su gracia su ayudante, yo hago lo que Él me dice. (su ayudante).
Si usted tiene alguna queja vaya y pregúntele al arquitecto no al ayudante.
Y el sentido de esta palabra es tremendo, pues habla de un compañero de trabajo es decir de una persona que participa de la misma actividad que uno. Y le dice a los carnales de Corinto que tanto él, como Apolos y Pedro son compañeros de trabajo no enemigos.
Y luego en el texto Pablo sigue diciendo; Y vosotros es decir la Iglesia o los miembros del cuerpo ¿son que hermanos? Son labranza de Dios, edificio de Dios.
Pablo utiliza dos sustantivos para referirse a los hermanos de Corinto.
El primero es labranza y luego añade de quien pertenece, de Dios, literalmente se traduce como Campo y tiene el sentido de un campo que está siendo activamente cultivado por Dios mismo.
El segundo es Edificio de Dios literalmente construcción y tiene el sentido de proyecto de construcción de Dios, no del pastor, no del ujier, no de usted que se cree espiritual de Dios, porque es Él quien edifica a la Iglesia.
Por tanto hermano no deje que su mala actitud y su falta de madurez espiritual lo deje en un proyecto de construcción en ruinas, que Dios tenga que retardar la obra en su vida porque no te dejas moldear por el Señor.

CONCLUSIÓN

Entonces para terminar: los sufrimientos de la Iglesia son, la vez los sufrimientos de Cristo, de manera que en un sentido, los sufrimientos de Cristo no habrán acabado hasta que la Iglesia deje de sufrir y lo hará un día cuando el que dijo que nos tomaría para llevarnos donde Él esta cumpla su promesa. Mientras tanto la Iglesia va a completar esos sufrimientos como Pablo los esta experimentando en su carne.
Cristo sufrió por la Iglesia, la cabeza por el cuerpo, ahora la Iglesia sufre por Cristo, el cuerpo por la cabeza. Y ese sufrimiento debemos verlo como un privilegio por eso Pablo dice ahora me gozo en lo que padezco.
La pregunta para terminar es, ¿Se goza usted en lo que padece por el Señor Jesucristo? ¿o andas amargado y triste por eso?
Filipenses 1:29–30 RVR60
29 Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él, 30 teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí, y ahora oís que hay en mí.
En el ministerio de la Iglesia los creyentes debemos esperar ser perseguidos y ser sujetos a padecimiento desde afuera eso es lo normal y lo que debemos enfrentar, no así con el sufrimiento desde adentro, somos un edifico en construcción, somos el campo de labranza de Dios no nos auto destruyamos nosotros mismos.
No somos soldados que nos herimos a nosotros mismos sino que somos soldados que debemos luchar juntos contra el enemigo de Cristo, del evangelio y de la Palabra de Dios.
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