La Fuente del Valor

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Introducción

Muchos dirían que el valor es la ausencia del temor, o por lo menos, venciéndolo al punto donde ya no tiene ningún poder o imposición en su vida. Escuchamos tales dichos como “nada te puede derrotar, tú puedes solo”, “en lo más profundo, tienes valentía; así que sácale”, “simplemente hazlo”. Por más que queramos no siempre salimos victoriosos y el temor nos derrota.
Los rescatistas norteamericanos mostraron gran valor al adentrarse en los escombros del World Trade Center y el Pentágono para salvar las vidas de las víctimas de los ataques terroristas en Nueva York y en Washington, D. C.
345 bomberos y policías murieron al derrumbarse las torres gemelas en Nueva York. Su compromiso por salvar a otros los llevaron a perder la vida. El mundo ha vitoreado sus acciones como un valor contra la corriente, y seguro que lo fue. Sin embargo, creo que sus acciones fueron motivadas por algo mucho más profundo que tan sólo “su trabajo”. Estaban convencidos en su interior y se adentraron en esos edificios porque vieron una necesidad mayor que sus propias vidas y estaban comprometidos a acudir al llamado.
Al ver el mundo girar fuera de control sin el mensaje de la gracia de Dios, ¿vemos una necesidad mayor que nuestras propias vidas? ¿Es suficiente el compromiso interno para ayudarnos a asirnos del valor que se requiere para vivir una vida de fe al tiempo que llevamos a cabo la obra de Jesús?
Para ser los líderes que Cristo espera que seamos, debemos entender el valor desde la perspectiva bíblica. El valor contra la corriente para servirle. Es muy simple: “no es acerca de ti. Es acerca de mí en ti”.
Demos un salto en el tiempo a la vida de Moisés. La curiosidad de Moisés en cuanto a una zarza que ardía lo llevó a un encuentro valeroso que a su vez fue un gran reto en su vida (Éxodo capítulo 3). Todo se dio en la presencia misma de Dios.
Al plantear Dios su plan de la confrontación que habría entre Moisés y el Faraón, encontramos al héroe hebreo formulando rápidamente cinco excusas del porqué no era posible que él fuera el hombre adecuado para tal tarea. Son en las respuestas de Dios a las excusas de Moisés que descubrimos el corazón del mensaje de Dios para nosotros.

Excusa #1: ¿Quién soy yo? Éxodo 3:11

“¿Y quién soy yo para presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los israelitas?” (Éxodo 3:11). Estas palabras de Moisés nos presentan un panorama defectuoso del mundo. “¿Quién soy yo?” implica que Moisés creía que todo giraba a su alrededor. La respuesta de Dios es parecida al susurro del viento: “Yo estaré contigo”. De este lugar se obtiene la confianza. El Creador, el Sustentador, el Dios que sostiene todo en la palma de su mano está conmigo. Sin esta confianza, es imposible tener valor. De hecho, el resto de la experiencia de Moisés con Dios en la zarza ardiente es acerca de infundir esa confianza en él.

Excusa #2: ¿Quién eres tú? Éxodo 3:13

“Supongamos que me presento ante los israelitas … ¿qué les respondo si me preguntan: ‘¿Y cómo se llama?’ ” (Éxodo 3:13). Escucha usted el cinismo en la voz de Moisés: “Dios, va a ser muy difícil convencerlos. Se reirán de mí si menciono lo de la zarza ardiente que me hablaba, así que ¿qué esperas que yo les diga? Ni siquiera sé tu nombre. No sé con quién estoy hablando”.
Nuevamente, Dios le recuerda a Moisés que esto tenía poco que ver con Moisés y todo con Dios. Le dice: “YO SOY EL QUE SOY” es quien te ha enviado. Este nombre describe a Dios como el Único que era, que es y que será por siempre. Dios le recordó a Moisés que es eterno y así será recordado (Exodo 3:15).
En otras palabras, Dios le está comunicando a Moisés que YO SOY está en acción siempre. Con ese conocimiento, Moisés puede descansar. Todo tiene que ver con YO SOY, el siempre presente y activo Dios, quien hará todo lo que sea necesario.

Excusa #3: ¿Cómo lo sabrán? Éxodo 4:1

“—¿Y qué hago si no me creen ni me hacen caso? ¿Qué hago si me dicen: “El SEÑOR no se te ha aparecido”?” (Éxodo 4:1). Obviamente, Moisés no estaba convencido. Por lo tanto, Dios hizo una demostración de su poder para nuevamente ilustrar el hecho de que Moisés únicamente tenía que confiar en YO SOY para cumplir con su tarea.
Las tres demostraciones de su poder:
La Vara convertida en Culebra. Éxodo 4:2-5
La mano leprosa y sanada. Éxodo: 4:6-7
Esto lo podía hacer: Las aguas del rio convertidas en sangre. Éxodo 4:9.

Excusa #4: No puedo hacerlo. Éxodo 4:10

“—SEÑOR, yo nunca me he distinguido por mi facilidad de palabra” (Éxodo 4:10). Dios respondió recordándole a Moisés que él había creado su boca y si él le había dado forma, la podía usar. Una vez mas, no se trata de mi — mi conocimiento, mis habilidades, mi posición, mi fuerza y mi valentía. ¿Cuántas veces nuestras oraciones han sonado como a las excusas de Moisés? Pero la voz de Dios está allí susurrándome: “no tiene que ver contigo, es acerca de mí y mi presencia contigo”

Excusa #5: No estoy dispuesto Éxodo 4:13

Finalmente, Moisés explotó y lo dijo todo: “—SEÑOR— insistió Moisés—, te ruego que envíes a alguna otra persona” (Éxodo 4:13). Se le habían acabado las excusas a Moisés. No tenía nada que decir para contradecir a Dios; por lo tanto, entró en desesperación. Esta vez, Dios tuvo menos paciencia. La Biblia señala que “el SEÑOR ardió en ira contra Moisés” (Éxodo 4:15). Sin embargo, en su ira, Dios le dio consuelo y alivio a Moisés. Le proveyó a Aarón, hermano de Moisés, para que fuera su vocero.
Finalmente obedeció. Por su obediencia, Moisés fue el vehículo a través del cual Dios demostró su poder y sacó a Israel del cautiverio. Le tomó un tiempo, pero Moisés finalmente entendió.

Conclusión.

El mismo mensaje que Dios le entregó a Moisés no se detuvo en las páginas de Éxodo. Está entrelazado en todas las historias de los grandes héroes de la fe.
Josué dirigió al pueblo de Israel hasta llegar a la amurallada ciudad de Jericó (Josué capítulo 6). ¿Por qué le instruyó Dios a la nación de Israel que marchara alrededor de las murallas siete veces y luego derrumbarlas con un solo grito? Quería que la nación de Israel entendiera lo mismo que deseaba que Moisés entendiera. No es acerca de ti y la fortaleza de tu ejército. Es acerca de mí y mi presencia contigo.
Gedeón aprendió la misma lección (Jueces capítulo 6). Al tiempo que los madianitas atacaron a Israel, Gedeón consultó a Dios lo que debía hacer. Dios le dio instrucciones a Gedeón en cuanto a cómo debería hacer la selección de su minoritario ejército. “El SEÑOR le dijo a Gedeón: Tienes demasiada gente para que yo entregue a Madián en sus manos. A fin de que Israel no vaya a jactarse contra mí y diga que su propia fortaleza lo ha librado. El proceso de selección dejó a Gedeón un ejército de 300 hombres: 300 contra 135,000 enemigos.
Con ese puñado de hombres, Dios derrotó la alianza de las otras tribus. ¿Qué comunicó Dios con esta victoria? No es acerca de ti; es en cuanto a mí y mi presencia contigo.

Del conocimiento al entendimiento Proverbios 2:3-6

Gran paz llega con el conocimiento de que el valor contra la corriente no depende de nosotros. Se encuentra en el Dios que mora en nosotros
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