LA DEIDAD DE JESÚS
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· 90 viewsPelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.
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Introducción
Introducción
Jesús fue un hombre con una naturaleza humana completa, pero él era más que eso. Él era también Dios con una completa naturaleza divina.
Que significa la Palabra Deidad? Ser divino o esencia divina.
I - LA DEIDAD DE CRISTO
Si lo miramos en A.T la deidad del Mesías venidero es establecida muy claramente en Isaías 9:6: “Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz” (NVI) abundante testimonio propio sobre la naturaleza divina de Jesús; testimonio que será resumido a continuación.
1. A Jesús se le dan títulos de deidad.
En primer lugar, varios de los títulos adscritos a Jesús en el Nuevo Testamento implican su deidad. Tal vez el más significativo de ellos es el título “Señor”, que se usa para Jesús casi quinientas veces. Hechos 10:36, Hechos 2:36, Filipenses 2:11, Apocalipsis 17:14
Otro título con contenido divino es “Hijo de Dios” Mateo 3:17; Juan 3:16; Mateo 16:16.
Jesús es Señor; Jesús es el Hijo de Dios. Cada uno de estos títulos testifica a su propio modo de la naturaleza divina de Jesucristo.
2. Jesús realizó obras divinas.
En el Nuevo Testamento se muestra a Jesús realizando obras que sólo Dios tiene el poder o prerrogativa de realizar. Él es descrito como Creador del universo. Colosenses 1:15-16; Hebreos 1:2;
La Escritura atribuye también a Jesús la obra de providencia. Colosenses 1:17 dice que “todas las cosas en él subsisten”. Hebreos 1:3 dice que él “sustenta todas las cosas con la palabra de su poder”.
Una obra como ésta, es decir, que preserva en existencia todo lo que ha sido creado de la nada, es una obra de la que solamente el Creador Soberano es capaz. De esta manera, Jesús es identificado como divino.
La salvación, también, es una obra divina; y esta obra es atribuida a Jesús. Él es llamado “Salvador” dieciséis veces en el Nuevo Testamento. De una significación especial es su autoridad para perdonar pecados (Marcos 2:10)
Las obras de creación, providencia, y salvación son verdaderamente las obras de Dios, pero ellas son obras en las que Jesús participa. Esto solamente puede significar que él mismo es Dios.
3. Jesús es llamado Dios
Una tercera línea de evidencia concerniente a la deidad de Cristo es el hecho de que él es específicamente llamado Dios en varios pasajes del Nuevo Testamento.
Veamos en Juan 1:1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Cada una de estas cláusulas afirma la naturaleza divina de Jesús. La primera declara su eternidad, puesto que él ya estaba allí cuando todo lo demás tuvo su principio (ver vv. 2–3). La segunda declara su eterna coordinación con Dios. Se lo distingue de Dios, pero se lo sitúa junto a Dios. La tercera cláusula declara su identidad o igualdad con Dios.
Otro pasaje es Juan 20:28, donde Tomás, después de ver al Cristo resucitado por primera vez, le dijo: “¡Señor mío, y Dios mío!” Esta sería una clara blasfemia si Jesús no fuera realmente Dios, y el mismo Jesús sería culpable por no rechazar inmediatamente tal declaración de una supuesta deidad.
Otro pasaje es 1 Juan 5:20: “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna”. Jesús es el verdadero Dios
Otros pasajes que se refieren directamente a Jesús como Dios incluyen a:
Tito 2:13: “Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”.
Hebreos 1:8: “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo”.
2 Pedro 1:1 se refiere a “la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo”.
4. Jesús es igual a Dios
Veamos la conocida instrucción bautismal en Mateo 28:19: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Cuando Jesús habla del nombre del Padre, Hijo y Espíritu, él está diciendo que ellos comparten las mismas cualidades, la misma naturaleza, y la misma autoridad.
Otros pasajes, de la misma manera, establecen la igualdad de Jesús con Dios. Como ya se mencionó antes, Juan 5:23 es uno de tales pasajes. Aquí Jesús mismo dice que el Padre le ha dado todo el juicio al Hijo, “para que todos honren al Hijo como honran al Padre”. La expresión clave aquí es “como”, que indica que el Hijo debe recibir igual honor que el Padre.
Colosenses 2:9 simplemente establece: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. No podríamos pedir una afirmación más clara y directa de la deidad de Cristo. Nuestro Salvador en su naturaleza humana (“corporalmente”) tiene la totalidad de la deidad habitando dentro de él como su morada permanente; es imposible para él ser más divino de lo que es.
5. Jesús es adorado
El libro de Apocalipsis describe a las huestes celestiales rindiendo explícita adoración al Cordero Apocalipsis 5:12
II LA IMPORTANCIA DE LA DEIDAD DE JESÚS.
Es muy importante que entendamos y aceptemos la enseñanza bíblica acerca de la deidad de Jesucristo. Esta doctrina es realmente una doctrina esencial del cristianismo. Es absolutamente necesaria para la obra total de la redención.
¿Realmente tenemos que estar de acuerdo con el hecho de que Jesús es de la misma esencia o substancia del Padre? La respuesta es sí, por dos razones.
Primero, la igualdad de Jesús con Dios es la enseñanza específica de la Biblia misma. Segundo, uno no puede aceptar a Jesús como el Mesías o Cristo sin aceptar también su naturaleza divina. Esto se aprecia en la confesión inspirada de Pedro de que Jesús es tanto el Cristo como el Hijo de Dios (Mateo 16:16–17). Su carácter de salvador y su deidad son inseparables en Jesús. Esto último es esencial para su capacidad de hacer lo que el Nuevo Testamento dice que él ha hecho, tanto en su expiación como en su resurrección.
1. Deidad y expiación. (Expiación: Borrar la culpa, purificarse por medio de sacrificio)
Aquí esta lo esencial de la naturaleza divina de Jesús. Él no es simplemente una criatura finita. En su naturaleza divina él es el Dios infinito. Cuando él sufrió por nuestros pecados, él sufrió no sólo en su cuerpo humano físico sino también en su naturaleza divina. Tal sufrimiento fue infinito y por lo tanto suficiente para todos los pecados del mundo entero.
El requerimiento para la expiación era que el substituto tenía que ser impecable, sin pecado. Si Jesús hubiera cometido incluso uno solo, él mismo habría merecido morir y no habría podido así calificar como substituto por nosotros. Pero él no tenía pecado (2 Corintios 5:21; Hebreos 4:15) y de esta manera pudo ser un substituto aceptable.
2. Deidad y resurrección.
Mediante el poder milagroso de Dios cualquier persona muerta puede ser renacida a la vida física. Jesús no tenía que ser divino para experimentar la resurrección. Pero su resurrección fue mucho más que esto. Cuando él resucitó de los muertos, Jesús no fue simplemente el receptor del poder de Dios que da vida; él fue su fuente misma. La resurrección de Jesús fue el despliegue de un poder universal e infinito. Este poder derrotó a nuestro enemigo, la muerte.
Jesús es más que un hombre, y más que un ángel. Él es Dios encarnado; él es la encarnación de todo poder y autoridad (Mateo 28:18). De manera que su victoria sobre Satanás y sobre la muerte nunca estuvo en duda.
Conclusión: Sin la deidad de Jesús, no hay un evangelio de salvación, y no hay tal cosa como cristianismo en su sentido original y verdadero.