En los Brazos del Padre
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En los brazos del Padre
En los brazos del Padre
En la vida experimentamos diferentes sentimientos, algunos agradables y otros no tanto, el día que te gradúas de la uni, cuando te casas, tu decides si es agradable o no, etc. Entre todos esos sentimientos está el de desesperación, sufrimiento después de hacer algo que sabemos que estuvo incorrecto o experimentas dolor o sufrimiento.
No se si ya lo has experimentado o aún lo harás, pero es casi seguro que lo experimentarás. Puedes ser ese sufrimiento por haber roto una promesa, la dieta, porque comiste un taco de más.El sentimiento de culpa a veces se mezcla con el de sufrimiento y es cansado.
Hay muchos motivos para sufrir, cuando alguien fallece y saber que pudiste tratarle de forma diferente, o cuando lo que estás pasando es consecuencia de tus actos; algunas veces ¡ni siquiera sabes por qué estás pasando lo que estás pasando! pero está ese sentimiento.
Quizá en este momento estás lidiando con algún tipo de sufrimiento.
Lo interesante es que si no se trata o se entiende puede venir la desesperación porque ya no se puede hacer algo para cambiar las cosas, cuando menos eso creemos.
Cuando no tienes claro la razón del por qué estás pasando algo, mucha veces es inevitable pensar ¿es por mi culpa? O cuando consideras que la consecuencia es desproporcionada a la acción. Y a veces no tienes respuestas a esas preguntas.
¿Qué mas se puede hacer cuando estás en momentos como ese?
Gracias a Dios por SU Palabra, la Biblia que nos dirige, consuela y da dirección. Cuando la pregunta es ¿por qué permites el sufrimiento? Encontramos en el libro de Romanos lo siguiente: Lo primero que debemos saber es el sufrimiento no es exclusivo de algunas personas, se da en toda la creación
“Pues sabemos que, hasta el día de hoy, toda la creación gime de angustia como si tuviera dolores de parto; y los creyentes también gemimos —aunque tenemos al Espíritu de Dios en nosotros como una muestra anticipada de la gloria futura— porque anhelamos que nuestro cuerpo sea liberado del pecado y el sufrimiento. Nosotros también deseamos con una esperanza ferviente que llegue el día en que Dios nos dé todos nuestros derechos como sus hijos adoptivos, incluido el nuevo cuerpo que nos prometió.” (Romanos 8:22–23, NTV)
Lo primero que debemos tener claro es que el sufrimiento no es exclusivo de algunas personas, se da en toda la creación. Es parte de nuestra vida, tu y yo no vamos a ser excluidos de sufrir, mientras estemos en esta vida, habrá sufrimientos.
Una parte de mí es melancólico por lo que en ocasiones me siento con algo de depresión o pensamientos hacia lo peor. Y hay momentos, pocos, en que me siento sin esperanza, que el futuro será medio negro; quizá en algún momento de tu vida te has sentido así o peor.
El apóstol pablo experimentó sufrimientos en su vida como apóstol de Jesús; en el libro de corintios Pablo narra parte de su vida:
“Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Dios es nuestro Padre misericordioso y la fuente de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros.” (2 Corintios 1:3–4, NTV)
También aprendemos que si Dios permite el sufrimiento o dolores es porque así nos capacita para poder consolar a las demás personas. Si has experimentado la pérdida de tus padres, el esposo, un hijo, el divorcio, pérdida de trabajo, negocio, puedes entender a quienes están pasando por eso mismo y lo podrás hacer, porque ya has recibido el consuelo de parte de Dios. Así es como Dios actúa. Y es aquí donde vamos a ir más despacio y poner toda la atención.
El apóstol Pablo se pone más íntimo y nos dice:
“Amados hermanos, pensamos que tienen que estar al tanto de las dificultades que hemos atravesado en la provincia de Asia. Fuimos oprimidos y agobiados más allá de nuestra capacidad de aguantar y hasta pensamos que no saldríamos con vida.” (2 Corintios 1:8, NTV)
En este punto de su ministerio Pablo había perdido la esperanza de vivir ¿cómo es posible? Pablo sufrió momentos de profunda presión, quizá depresión, que no sabía si viviría. ¿Alguna vez te has sentido así? Pablo sigue:
“De hecho, esperábamos morir; pero, como resultado, dejamos de confiar en nosotros mismos y aprendimos a confiar sólo en Dios, quien resucita a los muertos.” (2 Corintios 1:9, NTV)
Lo que está diciendo es: “Cuando había perdido esperanza de vivir, aprendí a confiar. Dios me mostró su extraordinario poder, el mismo poder que se puso en acción para resucitar a Su Hijo Jesús de la tumba.” O sea ¡no se trata de mí! Cuando soy yo el que quiere arreglar las cosas, muchas veces lo que hago es empeorarlas. Lo que puedo hacer es ya no luchar en mis fuerzas, lo que tengo que hacer es ¡morir!
En la historia de las ejecuciones se ha visto que la mayoría camina en actitud abandonada, no hay nada que pueda hacer; no dicen nada, imagino que saben que sólo un milagro los puede salvar.
En el sufrimiento, llega la desesperación porque seguimos pensando que todas las cosas están bajo nuestro control, que en esa situación sólo yo puedo hacer algo al respecto, sólo yo puedo cuidar a mis hijos, sólo yo puedo evitar la enfermedad, sólo yo puedo hacer que este negocio salga a flote y claro que debemos ejercer responsabilidad, pero ¿qué cuando se trata de una enfermedad que yo no pedí? ¿qué cuando un alcoholizado atropelló?
En esos momentos Dios quiere mostrarnos SU misericordia y que nuestra vida sirva para un plan mucho mayor.
Si estoy sentenciado a muerte, lo único que me queda es esperar en Dios, es un milagro cada minuto, cada segundo que tengo de vida. Cada día vivido sabré que no es por mis méritos, sino porque Dios está actuando en mí.
Lo que Pablo dice con respecto a morir es lo mejor que podemos hacer ¡reconocer que hay ocasiones que yo no puedo hacer! Y Pablo sabía de lo que es sufrir, sabe de este tema, nos dice:
“¿Son siervos de Cristo? Sé que sueno como un loco, ¡pero yo lo he servido mucho más! He trabajado con más esfuerzo, me han encarcelado más seguido, fui azotado innumerables veces y enfrenté la muerte en repetidas ocasiones. En cinco ocasiones distintas, los líderes judíos me dieron treinta y nueve latigazos.” (2 Corintios 11:23–24, NTV)
Además
“Tres veces me azotaron con varas. Una vez fui apedreado. Tres veces sufrí naufragios. Una vez pasé toda una noche y el día siguiente a la deriva en el mar. He estado en muchos viajes muy largos. Enfrenté peligros de ríos y de ladrones. Enfrenté peligros de parte de mi propio pueblo, los judíos, y también de los gentiles. Enfrenté peligros en ciudades, en desiertos y en mares. Y enfrenté peligros de hombres que afirman ser creyentes, pero no lo son.” (2 Corintios 11:25–26, NTV)
“He trabajado con esfuerzo y por largas horas y soporté muchas noches sin dormir. He tenido hambre y sed, y a menudo me he quedado sin nada que comer. He temblado de frío, sin tener ropa suficiente para mantenerme abrigado.” (2 Corintios 11:27, NTV)
“Además de todo eso, a diario llevo la carga de mi preocupación por todas las iglesias.” (2 Corintios 11:28, NTV)
Pablo sabe lo que es el sufrimiento. Pablo alguien que era líder en la región, preparado, inteligente, después de tener un lugar privilegiado entre los sacerdotes, ahora sufre de muchas formas y por largo tiempo ¡claro que sabe lo que es sufrir!
Después de todo lo que ha sufrido Pablo obtiene respuesta de parte de Dios:
“Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas...»” (2 Corintios 12:9, NTV)
No necesitamos al compadre, al amigo que intente sacarnos del problema, lo que necesitamos es más de Dios, para que sin importar cuál es el problema, sufrimiento que estés pasando puedas tener las fuerzas para seguir adelante y no desmayar.
Es cuando te abandonas en las Manos de Dios, cuando dejas de pelear con ÉL, es cuando comprendes que sólo ÉL te puede llevar a la meta final. Y sabes ¿por qué?
“Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad»...” (2 Corintios 12:9, NTV)
Errónemente hemos pensado que el poder se perfecciona en el éxito, en la riqueza, el poderío. La Biblia nos dice que se perfecciona en la debilidad. En nuestra debilidad. Hay quienes creen que el éxito los hace fuertes, pero ¡no es así! El éxito muchas veces nos vuelve orgullosos, prepotentes, auto suficientes, rebeldes; pero el sufrimiento nos vuelve débiles y cuando somos débiles es cuando Dios derrama SU Fortaleza en nosotros.
Si estás pasando por sufrimientos, dolor, deja de buscar culpables y mejor ¡busca la Gracia y el favor de Dios!
Un anciano le preguntó a Dios ¿cuándo dejarás de poner pruebas y espinas en mi camino? El Señor respondió: “Hijo mío, así es como pruebo a mis amigos. El anciano respondió: “Señor, esa es tal vez la razón por la que tienes tan pocos”. Porque muchos lo abandonan creyendo que Dios está enojado o los ha abandonado, pero es cuando ÉL está más cerca. Pablo termina así esta parte:
“...Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí. Es por esto que me deleito en mis debilidades, y en los insultos, en privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo. Pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2 Corintios 12:9–10, NTV)
Cuando hacemos alarde en nuestras fuerzas, nosotros recibimos el crédito y nos enorgullecemos; pero cuando nos gloriamos en lo que Dios hace en medio de nuestra debilidad, sufrimiento, de nuestras incapacidades, entonces, Cristo pasa al frente y su fuerza viene en nuestro rescate.
Hace un par de años, falleció Rick Hoyt, y recordé un video que vi de él. Nació con parálisis cerebral, porque el cordón umbilical se le enredó en el cuello y le faltó oxigeno.A los 12 años le dijo a su papá que quería correr una carrera de 10 km en beneficio de un chico que después de un accidente quedó en silla de ruedas.
Después de esa carrera dijo que quería participar en un triatlón, porque al ser empujado en la silla de ruedas en la carrera se olvidó que era discapacitado.
Participó en el triatlón Iron Man, que es nadar en mar abierto 3.86 km, después en bicicleta por 180 km. y terminar corriendo un maratón de casi 42 km.
El padre Dick jaló a su hijo Rick en el mar, lo cargó en la carrera en bicicleta y lo empujó en el maratón. Al entrevistar al padre le dijeron que si no hubiera llevado a su hijo, hubiera quedado entre los primeros lugares, y él contestó ¡nunca hubiera corrido esta carrera sin mi hijo!
El padre lo hizo por el hijo. El hijo terminó la carrera, pero la gloria se la llevó el padre, en la debilidad del hijo, el padre lo hizo fuerte.
Para cuando Rick Murió, habían participado juntos en 255 triatlones, 6 iron man, 7 medio Iron man, 72 maratones 32 en Bostón y muchas carreras más. Aunque él no hizo nada, siempre llegó a la mete y todo gracias a su padre. VIDEO
Al ver a este padre, podemos entender en pequeña forma cómo es Dios. No es por tus habilidades, no es por tus fuerzas, es por la misericordia de Dios nuestro Padre, que terminaremos la carrera.
Hay momentos en la vida en que la esperanza se va, el sueño parece que no se cumplirá, que la promesa no se hará realidad, es en esos momentos que lo único que podemos hacer es orar y descansar en nuestro Dios.
En más de una ocasión he necesitado que Dios me lleve en sus brazos, he dependido que ÉL me lleve a dónde el quiera porque a dónde sea, se que no llegaré en mis fuerzas.
¿Cómo estás en estos días? ¿te sientes cansado, débil, agotado? Deja de luchar en tus fuerzas y si este padre pudo llevar a su hijo en ese triatlón ¿no podrá Dios llevarnos el resto del camino?
Nuestro Dios está esperando que le digas: ¡Señor, no tengo fuerzas! No hay algo que pueda hacer para cambiar esta situación ¡te necesito! Estoy débil, casi me siento morir ¡llévame en tus brazos!
Palabra de Dios
Oremos