Jesús contra el orgullo y la hipocresía
El sermón del monte • Sermon • Submitted • Presented
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Introducción
Introducción
a. Repaso del capítulo 5
1. La advertencia de Jesús.
1. La advertencia de Jesús.
a. No sean hipócritas. “No practiquen su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos”.
b. Hipócrita: “Usar una máscara”. Una persona que finge, que no se muestra tal como es, que le gusta aparentar.
c. Jesús y los hipócritas.
1. Las actitudes de los hipócritas. Mateo 23:2-7 “2 «Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. 3 »De modo que hagan y observen todo lo que les digan; pero no hagan conforme a sus obras, porque ellos dicen y no hacen. 4 »Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. 5 »Sino que hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; pues agrandan sus filacterias y alargan los adornos de sus mantos. 6 »Aman el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, 7 y los saludos respetuosos en las plazas y ser llamados por los hombres Rabí.”
2. El orgullo de los hipócritas. Mateo 23:12 “»Y cualquiera que se engrandece, será humillado, y cualquiera que se humille, será engrandecido.” Judas 16 “Estos son murmuradores, criticones, que andan tras sus propias pasiones. Hablan con arrogancia, adulando a la gente para obtener beneficio.”
3. El legalismo de los hipócritas. Mateo 23:23-24 “»¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas que pagan el diezmo de la menta, del anís y del comino, y han descuidado los preceptos más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Estas son las cosas que debían haber hecho, sin descuidar aquellas. »¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito y se tragan el camello!”
4. La apariencia de los hipócritas. Mateo 23:25-28 “»¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas, que limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno! »¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio. »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas que son semejantes a sepulcros blanqueados! Por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. »Así también ustedes, por fuera parecen justos a los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad.”
2. La recompensa del Padre
2. La recompensa del Padre
a. La recompensa del cielo:
Frutos del Espíritu Gal 5:22-26 “22 Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, 23 mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. 24 Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. 25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 26 No nos hagamos vanagloriosos, provocándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.”
Bendiciones celestiales. Ef. 1:3 “3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.”
b. La recompensa del mundo:
Reconocimiento, respeto, dinero, posesiones, ira de Dios, castigo divino.
El abandono de Dios. Ro.1:29-32 “29 Están llenos de toda injusticia, maldad, avaricia y malicia, llenos de envidia, homicidios, pleitos, engaños, y malignidad. Son chismosos, 30 detractores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de lo malo, desobedientes a los padres, 31 sin entendimiento, indignos de confianza, sin amor, despiadados. 32 Ellos, aunque conocen el decreto de Dios que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también dan su aprobación a los que las practican.”
Ej. Caín y Abel. A Dios no le agradó la ofrenda de Caín pero sí la de Abel porque su ofrenda era con fe. He. 11:4 “4 Por la fe Abel ofreció a Dios un mejor sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó el testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y por la fe, estando muerto, todavía habla.”
Ej Moisés. He 11:24-27 “24 Por la fe Moisés, cuando ya era grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, 25 escogiendo más bien ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado. 26 Consideró como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. 27 Por la fe Moisés salió de Egipto sin temer la ira del rey, porque se mantuvo firme como viendo al Invisible.”
3. El cuidado de Jesús
3. El cuidado de Jesús
a. Jesús tiene cuidado de nosotros “Cuídense”.
b. El buen uso de la ley de Dios. 1 Timoteo 1:8-10 “8 Pero nosotros sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente. 9 Reconozcamos esto: que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los transgresores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los que matan a sus padres o a sus madres, para los asesinos, 10 para los inmorales, homosexuales, secuestradores, mentirosos, los que juran en falso, y para cualquier otra cosa que es contraria a la sana doctrina,”
Ej. El monte Ebal y el monte Gerizim.
d. Dios provee la palabra de advertencia para sus hijos cuando están en peligro de algún mal. Debemos escuchar sus palabras para no salir lastimados.
e. La búsqueda del reconocimiento por parte de los demás.
Conclusión:
a. No hay que hacer las cosas para los hombres sino para Dios. Col 3:23-24 “23 Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, 24 sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien sirven.”
b. Busca la recompensa del reino de Dios. Col 3:1-3 “1 Si ustedes, pues, han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2 Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3 Porque ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios.”
c. Reciban el cuidado de Jesús. Juan 13:3-9 “3 Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas en Sus manos, y que de Dios había salido y a Dios volvía, 4 se levantó* de la cena y se quitó* el manto, y tomando una toalla, se la ciñó. 5 Luego echó* agua en una vasija, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía ceñida. 6 Cuando llegó* a Simón Pedro, este le dijo*: «Señor, ¿Tú me vas a lavar a mí los pies?» 7 Jesús le respondió: «Ahora tú no comprendes lo que Yo hago, pero lo entenderás después». 8 «¡Jamás me lavarás los pies!», le dijo* Pedro. «Si no te lavo, no tienes parte conmigo», le respondió Jesús. 9 Simón Pedro le dijo*: «Señor, entonces no solo los pies, sino también las manos y la cabeza»”