Me amaste antes de conocerme
Amor inigualable • Sermon • Submitted • Presented
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Teresa Dherman, Lucca - Italia 1816 Mujer deside sobre la vida de su hijo antes de nacer
1 Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,
2 por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
3 Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
4 y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza;
5 y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado.
6 Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos.
7 Porque a duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno.
8 Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
9 Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de Él.
10 Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida.
11 Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.
29 Jesús le dijo*: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron.
5 Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones.
15 Pero cuando Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien
16 revelar a su Hijo en mí para que yo le anunciara entre los gentiles, no consulté enseguida con carne y sangre,
17 ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui a Arabia, y regresé otra vez a Damasco.
13 Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de Su Hijo amado,
14 en quien tenemos redención: el perdón de los pecados.
15 Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
16 Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él.
17 Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen.
18 Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía.
19 Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud,
20 y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de Su cruz, por medio de Él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos.
21 Y aunque ustedes antes estaban alejados y eran de ánimo hostil, ocupados en malas obras,
22 sin embargo, ahora Dios los ha reconciliado en Cristo en Su cuerpo de carne, mediante Su muerte, a fin de presentarlos santos, sin mancha e irreprensibles delante de Él.
23 Esto Él hará si en verdad permanecen en la fe bien cimentados y constantes, sin moverse de la esperanza del evangelio que han oído, que fue proclamado a toda la creación debajo del cielo, y del cual yo, Pablo, fui hecho ministro.
24 Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por Su cuerpo, que es la iglesia.
25 De esta iglesia fui hecho ministro conforme a la administración de Dios que me fue dada para beneficio de ustedes, a fin de llevar a cabo la predicación de la palabra de Dios,
26 es decir, el misterio que ha estado oculto desde los siglos y generaciones, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos.
27 A estos Dios quiso dar a conocer cuáles son las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en ustedes, la esperanza de la gloria.
1 Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.
2 Cuanto más los llamaban los profetas, tanto más se alejaban de ellos; seguían sacrificando a los Baales y quemando incienso a los ídolos.
3 Sin embargo yo enseñé a andar a Efraín, yo lo llevé en mis brazos; pero ellos no comprendieron que yo los sanaba.
4 Con cuerdas humanas los conduje, con lazos de amor, y fui para ellos como quien alza el yugo de sobre sus quijadas; me incliné y les di de comer.
18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.
19 Nosotros amamos, porque Él nos amó primero.
20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.