DUDAR DE UNO MISMO

7 AMENAZAS CONTRA LA IGLESIA  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
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7 Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:
8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.
9 He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.
10 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.
11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Ap. 3:7 – 13
Introducción:
Muchas veces hablaremos de dudar de uno mismo, pero hoy hablaremos que no debemos de dudar de nosotros.
Nosotros debemos de dudar de nosotros mismos en ciertos aspectos; pero hoy Cristo nos mostrará que no deberíamos de dudar de nosotros mismos, en un aspecto.
Si pensamos que somos capaces de luchar contra la tentación, debemos de dudar de uno mismo.
Si pensamos que somos capaces de entender, vivir y enseñar la Palabra de Dios con éxito, debemos de dudar de uno mismo.
Si pensamos que somos capaces de resistir el tiempo de prueba e incluso el castigo, por nosotros mismos, debemos de dudar de uno mismo.
Si pensamos que tenemos la suficiente sabiduría para tomar decisiones, debemos de dudar de uno mismo.
¿Por qué tenemos que dudar de uno mismo?
Porque separados de la Vid, nada podemos hacer.
Porque sentir, hacer y vivir todas estas cosas espirituales separados de Dios, somos incapaces, torpes, débiles, falibles.
Tú puedes intentarlo para comprobarlo. Haz algo separado de la persona de Dios, y verás cuan deficiente y defectuosa es tu obra.
Transición:
Pero hoy Cristo nos va a pedir que no dudemos de nosotros mismos. Y hay un aspecto en el cual no deberíamos de dudar.
8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.
9 He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.
La verdad de que no deberíamos de dudar de nosotros mismos esta escondida en estos dos versos y para entender cual es la amenaza que enfrentaba la iglesia de Filadelfia, debemos de conocer el contexto histórico de esta carta.
En el v. 8 Jesús reconoce las obras de esta iglesia. Es una iglesia que ha guardado la Palabra de Dios (guardar = obediencia) y esta iglesia nunca a negado el nombre de Cristo.
En otra versión dice: …y no has renegado de mi nombre.
Porque solo aquellos que no entienden como Cristo esta obrando en su vida y en su entorno, llegan a renegar de Cristo y terminan negando a Cristo.
A pesar de que las circunstancias no eran nada favorables para esta iglesia, Filadelfia guardo la Palabra de Dios y no renegó del Nombre de Cristo, y de paso, era una iglesia débil.
v. 8 …aunque tienes poca fuerza…
Era una iglesia sin mucho vigor y probablemente era una iglesia pequeña – hablamos de una iglesia con pocos miembros.
v. 9 He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten…
Cuando Cristo murió en aquella Cruz, Satanás pensó haber derrotado a Cristo, pensó que la victoria era suya. Si embargo, al tercer día se dio cuenta que la victoria realmente era de Cristo.
Y el día que Cristo llegó a vencer a Satanás, Satanás no se rindió, continuó luchando contra Cristo; pero ahora ya no de forma directa, sino de forma indirecta, atacando a su iglesia.
Desde el siglo I hasta el día de hoy, Satanás sigue en esa lucha.
Satanás usa la espada del gobierno humano para atacar a la iglesia de Cristo, es lo que vimos en la carta a la iglesia de Pérgamo.
Pero también Satanás ha usado a los judíos, quienes dicen ser el pueblo de Dios, para atacar a la iglesia, el verdadero pueblo de Dios.
Y también había una sinagoga dentro de la ciudad de Filadelfia. A la cual Cristo le llama la sinagoga de Satanás.
Esta es una descripción de los judíos que también Cristo hace en Ap. 2:9, cuando vimos la carta a la iglesia de Esmirna.
¿A qué se refiere con esto Jesús?
Que esta sinagoga que era conformada por los judíos, al oponerse a la iglesia, estaban tomando la misma actitud y conducta de Satanás. Por eso eran la sinagoga de Satanás.
Y ellos comenzaron a mentir: v. 9 … sino que mienten…
Según el contexto histórico, esta sinagoga fabrico tantas mentiras que llegaron a los oídos de la iglesia de Filadelfia, que la iglesia de Filadelfia llego a dudar de sí misma.
O sea, los judíos de esta sinagoga llegaron a producir y esparcir dichos como:
- Nosotros somos el verdadero pueblo de Dios y no ustedes.
- Nosotros somos usados por Dios y no ustedes.
- Nosotros somos bendecidos por Dios y no ustedes.
- Nosotros no somos perseguidos y si ustedes.
- Nosotros tenemos mucho más miembros que ustedes.
- Dense cuenta, esa es la bendición de Dios y ustedes son malditos de Dios.
Todo esto al llegar a los oídos de los hermanos de filadelfia, les causo una gran duda de si mismos.
Ellos llegaron a dudar:
- Llegaron a dudar si realmente eran el verdadero pueblo de Dios.
- Llegaron a dudar si realmente eran hijos de Dios.
Y esta es una duda que nosotros no deberíamos llegar a tener por lo que vemos en otras iglesias o por lo que vemos en otros ministerios.
Seamos sinceros:
¿Alguna vez has comparado tu iglesia con otra iglesia?
Yo lo he hecho.
Y muchas veces, Satanás te susurra al oído y te hace creer que la iglesia donde estás, podría no ser la iglesia de Cristo; porque no evidencia un gran crecimiento numérico, no crece la economía de la iglesia, no crea una gran influencia en su comunidad.
Eso nos lleva a dudar de nuestra iglesia.
Caemos en la amenaza que también enfrentaba la iglesia de Filadelfia: dudar de uno mismo.
Cuando una iglesia comienza a dudar de sí misma (si realmente Cristo esta con nosotros, si realmente somos una iglesia verdadera), se crean conflictos mentales y emocionales, tanto en sus líderes como en sus miembros.
Quizás los líderes también comienzan a ver a los líderes celebres y reconocidos de otras iglesias, y como Dios los usa y comienzan a dudar de sí mismos: ¿realmente he sido llamados para el cargo que ocupó?, ¿realmente soy hijo de Dios (porque si fuera hijo de Dios, Dios también me usaría)?
Esos son pensamientos y emociones que comienzan a pasar por la vida de cada líder. Y muchas veces pueden dejar el cargo que ocupan, porque dudaron de sí mismos y del llamado que Dios hizo a sus vidas.
Si los miembros comienzan a mirar a otras iglesias (a esas mega iglesias), comenzaran a dudar si se encuentran en una iglesia verdadera, comenzaran a dudar si se encuentran en una iglesia que está siendo edificada y cuidada por Dios, dudarán de sus líderes; porque su iglesia no crece, no tiene influencia en su ciudad o no es reconocida a nivel nacional.
Y lo que pueden hacer estos miembros al final, es cambiarse a una iglesia que, si tiene buena cantidad de miembros, una agenda cargada de actividades o líderes conocidos.
Esa es la amenaza que enfrentaba la iglesia en Filadelfia y esa es la amenaza que enfrentamos hoy día.
Pero algo que tenemos que fijarnos muy bien, es que, Cristo reconoce la fidelidad de la iglesia en Filadelfia. A Cristo no le importaba lo poco fructífero que era esta iglesia, le importaba su fidelidad.
v. 8 Yo conozco tus obras …; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.
Cristo: Te mantienes firme, eres fiel.
v. 8 …he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; …
Cristo: Podrán ser pocos y podrán sentirse débiles, pero yo ya les he abierto la puerta de mi Reino. No duden de ustedes, son mis hijos, son mi iglesia. Sigan siendo fieles en lo poco. Yo no estoy mirando cuanto fruto están dando, sino cuan fieles están siendo en medio de toda esa circunstancia.
Nosotros podemos sentirnos débiles y pocos, sin mucho fruto, pero seamos fieles en lo poco.
No dudemos si realmente somos una iglesia de Cristo, si realmente somos salvos, porque ya Cristo nos ha abierto una puerta en Su Reino y nadie puede cerrarnos esa puerta.
La medicina:
La medicina para liberarnos de esta amenaza de dudar de nosotros mismos, sigue siendo Cristo. Por eso Cristo se presenta frente a cada iglesia – un aspecto suyo – que la iglesia necesita recordar.
v. 7 …Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:
Si algún momento estás desanimado y lleno de dudas, solo hay un lugar a donde debes de dirigir tus ojos, al Santo y Verdadero.
La iglesia de Filadelfia y nosotros tenemos que creerle al Santo y Verdadero, porque de sus labios solo procede la verdad.
Y si el Verdadero nos dice que solo tenemos que creer en Él, serle fiel a Él y servirle a Él, entonces somos una iglesia verdadera, independientemente de la cantidad de frutos que nuestra iglesia este dando.
Al Señor le importa lo fiel que eres en lo poco y lo fiel que eres en lo mucho. Lo fructífero que puedes llegar a ser o tu iglesia puede llegar a ser, le corresponde a Él.
Tú siembras, alguien más riega, pero Dios da el crecimiento.
Así que, no dudes de ti mismo mirando los frutos, solo se fiel.
¿Sabes?
Los judíos en el A.T. esperaban a u rey del linaje de David a quien Dios ungiría con Su Espíritu para sacar a Su pueblo del exilio y restaurar el reino de Israel.
Jesús es quien ellos esperaban, pero los judíos, su propio pueblo le dio la espalda. A los suyos vino y los suyos no le recibieron…
A este Jesús, es a quien Dios le ha dado la llave del Reino de David. Pero este Reino no es terrenal (como esperaban los judíos), este Reino es celestial.
Solo Cristo tiene la autoridad suprema sobre el Reino eterno de David, la nueva Jerusalén.
Si Jesús abre la puerta de la nueva Jerusalén a alguien, nadie más puede cerrarla. Y si Jesús cierra la puerta de la nueva Jerusalén a alguien, nadie más podrá abrirla.
Los judíos o esta sinagoga de Satanás, haciendo creer a la iglesia de Filadelfia que no eran el pueblo de Dios, les hicieron dudar que la puerta del Reino estaba abierta para ellos.
Pero Cristo les dice: v. 8 … he puesto delante de ti una puerta abierta… y nadie puede cerrar esa puerta.
Cuando Cristo vino en carne y sangre a este mundo, los judíos lo rechazaron:
11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios
Jn. 1:11 – 12
Sean judíos o gentiles, sean hombres o mujeres, sean negros o blancos, asiáticos o hispanos, occidentales u orientales.
Todo aquel que ha recibido a Cristo como Señor y Salvador, es hijo de Dios, es pueblo de Dios.
No es hijo de Dios aquel que es descendiente de Abraham en la carne. Es hijo de Dios aquel que es descendiente de Abraham en la fe.
Es muy importante recordar esto cuando estamos siendo tentados a dudar de nuestra posición ante Dios, como hijos y como pueblo de Dios.
Cristo nos manda que no dudemos de nuestra posición como hijos, si realmente hemos creído en Cristo como Señor y Salvador.
Cristo nos manda que no dudemos de nuestra posición como pueblo de Dios, si realmente nuestra iglesia se mantiene fiel a Cristo en todo momento.
Si en algún momento hubiera alguien que nos descarte como pueblo de Dios, así como los judíos descartaron y despreciaron a la iglesia de Filadelfia, Cristo un día nos reivindicará.
Reivindicación:
v.9 …he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.
14 Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, y a las pisadas de tus pies se encorvarán todos los que te escarnecían, y te llamarán Ciudad de Jehová, Sion del Santo de Israel.
Is. 60:14
Los judíos esperaban y esperan el cumplimiento de esta promesa, de ser ese pueblo a quien Dios reivindique frente a todas las demás naciones de la tierra.
Pero Cristo pone en evidencia que esta promesa de esperanza es para la iglesia.
Jesús aplica esta promesa de reivindicación a la iglesia y no a los judíos.
Los judíos y los gentiles son aquellos que vendrán postrados ante la iglesia.
En ese día los judíos verán que la iglesia es el verdadero pueblo de Dios, la iglesia es la amada de Cristo.
Así que, si en algún momento hubiera alguien que nos descarte como pueblo de Dios, no dudemos de nosotros, descansemos en esta promesa de que, un día Cristo nos reivindicará. Y mientras seamos fieles en lo poco.
No busquemos reivindicarnos nosotros mismos tratando de conseguir un templo más grande, tratando de conseguir un estatus en nuestra sociedad. Miremos a Cristo y descansemos en el estatus que Él ha conseguido para nosotros.
Confirmación:
10 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.
11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
Llegará el día en que todos nos presentemos delante de Cristo, donde llegué la hora definitiva de la prueba. Eso nos habla del juicio final.
Y es Cristo quien nos confirmará ese día como sus hijos, es Cristo quien nos confirmará ese día como su verdadero pueblo.
Mientras llegué ese día, nosotros debemos de retener lo que Él nos ha dado: el precioso Evangelio de Cristo.
…retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
Desde el momento que creímos el Evangelio de Cristo, es que ya gozamos de una corona, la corona de la vida.
Solamente ese día Cristo confirmará nuestra ciudadanía de la Nueva Jerusalén, poniendo esa corona sobre nuestras cabezas.
Así que tenemos seguridad eterna.
Seguridad eterna:
12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
Cristo nos va a injertar, nos hará parte de este Reino que es eterno.
Cristo nos da la seguridad de que ese Reino esta conformado por cada uno de nosotros… yo lo haré columna en el templo de mi Dios…
Cristo nos da la seguridad de disfrutar eternamente de una identidad como hijos de Dios …y escribiré sobre él el nombre de mi Dios…
Cristo nos da la seguridad de que siempre pertenecimos a ese lugar …y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén…
Conclusión:
Hermano, si Cristo nos ha abierto la puerta al igual que a la iglesia de Filadelfia, descansemos en su promesa, no dudemos de nosotros mismos y la fe que hemos puesto en Cristo, el Santo y Verdadero, quien tiene la llave del Reino eterno de David.
Mientras esperamos ese día, seamos fiel en lo poco.
No miremos lo fructífera que es otra iglesia, no es sano.
Seamos fiel en lo poco o lo mucho que Dios nos pueda usar.
Nosotros somos llamados a ser fieles, solo Jesús puede hacernos fructíferos. En algunas etapas Él puede hacernos fructíferos y en otras fechas no lo hará, pero ambas etapas exigen que sigamos confiando en Cristo.
No dudemos de nuestra identidad y posición en Cristo.
Si Cristo es tu fundamento, si Cristo es tu base, no tienes porque dudar. Pero Si Cristo no es el fundamento de tu fe, ministerio o tu iglesia, entonces tienes porque dudar.
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