Libre albedrío o Esclavitud de la Voluntad

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Extracto de las Obras de Arminio:
"Confieso que la mente del hombre natural y carnal se encuentra en tinieblas y oscuridad, que sus afectos están corrompidos y desordenados, que su voluntad es obstinada y desobediente, y que el ser en sí esta muerto en pecados. Y agrego a esto, que un maestro obtiene mi más alta aprobación mientras atribuye el mayor mérito posible a la gracia divina; de esta manera, atribuyo a la gracia el comienzo, la continuación y la consumación de todo bien, y llevo su influencia a tal extremo que un hombre, a pesar de ser regenerado, no puede concebir, desear, o hacer nada bueno, ni resistir siquiera una tentación, sin la gracia divina.
A raíz de lo anterior, se hará claramente visible, que por ningún motivo hago injusticia a la gracia, atribuyéndole (como se ha dicho de mi) demasiado énfasis al libre albedrío del hombre. Ya que toda la controversia se reduce a la respuesta de la siguiente pregunta: “¿es la gracia de Dios una fuerza irresistible?”, dicho de otra manera, la controversia no tiene que ver con aquellas acciones u operaciones que puedan ser atribuidas o no a la gracia, sino que se reduce estrictamente al modo de operación, si es irresistible o no. Con respecto a lo cual, creo, de acuerdo a las escrituras, que muchas personas resisten al Espíritu Santo y rechazan la gracia que se les ofrece." [Las Obras de Arminio, Volumen I, página 253]
A lo largo de la historia de la Iglesia cristiana se ha debatido este tema. Tres ejemplos bastante conocidos me vienen a la mente: (1) Agustín de Hipona contra Pelagio (siglo V); (2) Martín Lutero contra Erasmo de Róterdam (siglo XVI); y: (3) Los calvinistas contra los arminianos en el Sínodo de Dordrecht (siglo XVII). (Coalición por el evangelio, ¿Somos Libres?)
Nos encontramos ante una de las doctrinas más controversiales, aún entre los que defienden las doctrinas de la gracia: El “libre albedrío”. Agustín de Hipona tuvo unas frases muy famosas que describen la condición del ser humano desde el Edén
Posse non peccare
Esta idea tiene que ver con el estado de “santidad no probada” de Adán. Antes de la caída Adán tenía la capacidad de no pecar.
Non posse non peccare
Después de la caída, la condición de Adán (y de paso, todos los seres humanos) paso a no tener la capacidad de no pecar.
Posse non peccare
Viene Cristo, y con Su obra de redención y regeneración (lo que vimos la clase pasada) ahora la humanidad que es regenerada y cree en Él pasa a tener la capacidad de no pecar.
Non posse peccare
Pero, no es sino hasta la glorificación cuando esa capacidad de no pecar es cambiada por la incapacidad de pecar. No puede pecar en su estado glorificado.
¿Qué hubiere pasado si Adán no hubiese caído?
Entonces, ¿habríamos estado mejor?
Indudablemente sí. Si no hubiesen caído nuestros primeros padres, ellos habrían sido glorificados (recordemos el Pacto de Obras) y nosotros no hubiésemos heredado su condición caída ni la esclavitud de nuestra voluntad. Pero pensemos en qué situación sería mejor.
Supongamos que en el 2026, el mundial de futbol que se celebrará en México, ns encontráramos en la final del Mundial, México vs. Argentina. Y todo se resumiera en un solo penal para ganar la copa.
¿Qué preferirías? ¿Tener la posibilidad de anotar? ¿O no tener la capacidad de fallar?
¿Qué estado es mejor?
¿Posse non peccare?
¿O Non posse peccare?
Como dijera Agustín, “Oh, bendita caída” porque por ella nos abre la puerta a un mejor estado.
El día de hoy vamos a tratar el tema controversial acerca del libre albedrío, y vamos a responder dos preguntas:
¿Qué es el libre albedrío?
¿Dios es soberano sobre mi voluntad o soy realmente libre?

¿Qué es el libre albedrío?

Habría primero que definir lo que es la voluntad del hombre, y partiendo de esa definición, luego entonces, podremos comprender lo que se entiende teológicamente como “libre albedrío”. Jonathan Edwards, en su libro “La libertad de la voluntad”, define “voluntad” como
“aquello por lo cual la mente elige.”
Arthur W. Pink (1886-1952) define la voluntad como
la facultad de escoger, la causa inmediata de toda acción. La elección significa rehusar una cosa y aceptar otra.
R. C. Sproul dice que el libre albedrío
es la capacidad de hacer elecciones sin ningún prejuicio, inclinación o disposición previos.
Según Sproul, decir que existe un libre albedrío es sinónimo de decir que tomamos decisiones sin motivaciones o inclinaciones que lleven a la mente aceptar algo o rechazarlo.
Si la mente no está implicada, entonces se hace la elección por ninguna razón y sin razón alguna. Es, pues, un acto arbitrario y moralmente absurdo. El instinto y la elección son dos cosas diferentes.
¿Esto quiere decir que somos títeres?
La Biblia nos enseña lo contrario
Josué 24:15 NBLA
»Y si no les parece bien servir al Señor, escojan hoy a quién han de servir: si a los dioses que sirvieron sus padres, que estaban al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitan. Pero yo y mi casa, serviremos al Señor».
Proverbios 4:23 NBLA
Con toda diligencia guarda tu corazón, Porque de él brotan los manantiales de la vida.
Marcos 7:11 NBLA
»Pero ustedes dicen: “Si un hombre dice al padre o a la madre: ‘Cualquier cosa mía con que pudieras beneficiarte es corbán (es decir, ofrenda a Dios)’ ”,
Deuteronomio 30:19 NBLA
»Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra ustedes de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia,
Estos pasajes parecieran demostrar que existe un libre albedrío, pues insta al hombre a tomar una decisión, y si se le ordena al hombre tomar decisión es porque se esta apelando a la capacidad de hacerlo. Pero también existen otros pasajes que nos enseñan lo contrario
Efesios 2:1–3 NBLA
Y Él les dio vida a ustedes, que estaban muertos en sus delitos y pecados, en los cuales anduvieron en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Entre ellos también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
2 Timoteo 2:25–26 NBLA
Debe reprender tiernamente a los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad, y volviendo en sí, escapen del lazo del diablo, habiendo estado cautivos de él para hacer su voluntad.
Juan 8:44 (NBLA)
»Ustedes son de su padre el diablo y quieren hacer los deseos de su padre.
Juan 3:19–20 NBLA
»Y este es el juicio: que la Luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz, pues sus acciones eran malas. »Porque todo el que hace lo malo odia la Luz, y no viene a la Luz para que sus acciones no sean expuestas.
De modo que, la Biblia nos habla de esta tensión que existe entre la decisión del hombre, y cómo está decisión no está completamente libre.
Arthur W. Pink lo explica de la siguiente manera:
La fe bíblica e histórica: de los Bautistas sobre las doctrinas de la gracia LA ESCLAVITUD DE LA VOLUNTAD HUMANA: Arthur W. Pink (1886–1952)

En sí mismo y por sí mismo, el hombre natural tiene poder para rechazar a Cristo, pero no para recibirlo. ¿Y porqué? Porque su mente es “enemistad contra Dios” (Rom. 8:7); porque tiene un corazón que le aborrece (Jn. 15:18).

Existe, en este debate, la postura del monergismo y el sinergismo. Estos conceptos son palabras compuestas μον-ενεργεω y συν-ενεργεω que significan operar de manera solitaria o en conjunto, respectivamente.

Monergismo

Lo que esta postura enseña es que la decisión de seguir a Cristo es una obra únicamente hecha por el Espíritu Santo, sin la participación del hombre, de principio a fin.
R. C. Sproul comentando acerca del monergismo de Agustín:
“Esta perspectiva es claramente monergística en el punto inicial del movimiento del pecador de la incredulidad a la fe. Todo el proceso, sin embargo, no es monergístico. Una vez en la gracia operativa de la regeneración es provista, el resto del proceso es sinergístico. Esto es, después que el alma ha sido cambiada por la gracia efectiva o irresistible, la persona misma escoge a Cristo. Dios no hace la decisión por él. Es la persona la que cree, y no Dios la que cree por ella. Más aún, el resto de la vida cristiana de santificación se manifiesta en un patrón sinergístico”.
Continua diciendo Sproul
“Cuando el Agustinianismo es definido como monergístico, uno debe recordar que éste es monergístico con respecto al comienzo de la salvación, no a todo el proceso. El Agustinianismo no rechaza todo sinergismo, sino que rechaza un sinergismo que es todo sinergismo”

Sinergismo

Esta perspepctiva, contraria a la anterior, sostiene que en la salvación, el hombre coopera con la gracia divina, sin la cual no es posible que exista. Según este pensamiento, el hombre no está completamente muerto, sino que aún en él reside alguna gracia que lo lleva a obedecer o rechazar el evangelio. Juan Casiano (360-435) comentó sobre esto, y dijo
“Tan pronto como [Dios] descubre en nosotros el comienzo de una buena voluntad, la ilumina y alienta e incita hacia la salvación, haciendo crecer lo que él mismo plantó, o lo que ha visto surgir por nuestro propio esfuerzo
Aunque Casiano entiende que la voluntad del hombre está dañada por causa del pecado, aun así disfruta de cierta libertad,
“en virtud de la cual puede volverse a Dios… El pecador, pues, no está muerto, sino herido. La gracia se manifiesta, no como operans, sino como coperans; no ha de atribuírsele actividad exclusiva sino sinergia”.
Es decir, la voluntad del hombre no ha sido tan afectada, y es ésta voluntad moribunda la que el Espíritu Santo energiza para que entonces pueda tomar una decisión de rechazar a Cristo o venir a Él.
Juan 5:40 NBLA
Pero ustedes no quieren venir a Mí para que tengan esa vida.

Debates a lo largo de la historia

Agustín de Hipona tuvo esta pelea con Pelagio. Pelagio (Britania, h. 360 - Alejandría?, h. 422), un monje de Bretaña, fue un predicador popular en Roma entre los años 401–409 d.C. Pelagio, y sus discípulos Caelestius y Julián de Eclanum, enseñaron la suficiencia de la naturaleza humana como creada por Dios. La voluntad era siempre libre para escoger lo bueno o lo malo. Ni la caída de Adán ni los hábitos de la vida del hombre, afectan la independencia absoluta de la voluntad.
Pelagio se opuso públicamente a la interpretación de Agustín de Hipona en relación a la predestinación, diciendo:
“Más decimos que el hombre es siempre capaz de pecar o no pecar, por lo que confesamos tener siempre el libre albedrío”. “El libre albedrío… consiste en la posibilidad de cometer pecado o abstenerse de él.”
Se dice que en un momento Pelagio oyó una cita de las confesiones de San Agustín,
“Ordena lo que quieres, y da de lo que ordenas”,
y culpó a este tipo de enseñanza por la falta de moralidad en la iglesia. Él creía que Agustín enseñaba doctrinas contrarias a una comprensión bíblica de la gracia y el libre albedrío y creyó que esa enseñanza convertía al hombre en un mero autómata.
Pelagio y su discípulo Celestio huyeron a África del Norte tras el zaqueo de Roma por los visogodos en el 410 d.C., lo cual alarmó a Agustín, provocando que respondiera con diversos escritos que refutaban y contradecían las enseñanzas de Pelagio. Unas de las obras de Agustín sobre este tema son “Sobre la Predestinación de los Santos” y “El Don de la Perseverancia”.
Ante estas declaraciones, Agustín de Hipona comenzó a escribir tratando de desmentir las enseñanzas de Pelagio, y, posteriormente, le advirtió a Jerónimo acerca de las herejías sediciosas de Pelagio cuando éste se mudó a Palestina.
En mayo de 418, el Concilio de Cártago consideró una vez más el pelagianismo como una herejía y Pelagio fue expulsado de Jerusalén. Se instaló en Egipto, y nunca mas se supo de él. En el año 431, en el Concilio de Éfeso, Pelagio y Celestio fueron declarados oficialmente herejes por toda la iglesia.
Este debate continuó por mucho tiempo, en una batalla en la que los semipelagianos ganaron la partida inicial en el Sínodo de Arlés (472) y el Sínodo de Lyon (475). Pero finalmente fue condenado en el Segundo Sínodo de Orange (529). Éste ultimo sínodo comentó sobre las enseñanzas de Pelagio, y las contradijo de la siguiente manera.
“La caída de Adán corrompió a todo el género humano, el cual no recibe la gracia de Dios porque la pide, sino viceversa. El punto de partida de la fe… no corresponde a la naturaleza humana, sino a la gracia de Dios. El libre albedrío por sí solo es incapaz de llevar a persona alguna a la gracia del bautismo, ya que ese mismo libre albedrío, que ha sido corrompido por el pecado, sólo puede ser restaurado por la gracia del bautismo. Adán abandonó su estado original por su propia iniquidad; los fieles dejan su estado de iniquidad por la gracia de Dios. La fortaleza cristiana no se basa en la voluntad de nuestro albedrío, sino en el Espíritu Santo, que nos es dado. La gracia no se basa en mérito alguno, y sólo por ella el humano es capaz de hacer el bien, pues todo lo que tiene aparte de ella es miseria y pecado”.
El pelagianismo puro no volvió a surgir, pero no así sus sub-divisiones; a saber, el semipelagianismo. Esta postura intentó converger ambas posturas, pelagiana y agustiniana, sin caer en ninguna de las dos.
El Semi-Pelagianismo enseña que mientras la humanidad está contaminada por el pecado, no estamos tan contaminados que no podamos cooperar en cierta forma con la oferta gratuita de Dios de la gracia.
Siglos después, Martín Lutero volvió a luchar contra la perspectiva semipelagiana, dirigida principalmente por las enseñanzas de Erasmo de Roterdam. Aunque entre Erasmo y Lutero había una muy respetuosa relación y de mutua admiración, fue a raíz del Concilio de Trento que Erasmo fue forzado a tomar bando a favor del catolicismo romano, o bien unirse a la causa de la Reforma. Inquietado por la publicación de “La Cautividad Babilónica de la Iglesia” en 1520 por Martín Lutero, en 1524 Erasmo publicó su famosa “Diatribe seu collatio de libero arbitrio” ( Sobre la Diatriba del Libre Albedrío). A finales de ese año, Martín Lutero respondió a la Diatriba con su muy elogiada “De servo arbitrio” (La Esclavitud de la Voluntad).
Algo interesante que Erasmo confiesa en la Diatriba es que la doctrina del libre albedrío no era tan importante como para empecinarse en una lucha sobre ella. A esto le responde Lutero diciendo:
“Más intolerable aún es que hagas figurar esta cuestión del libre albedrío entre las cosas que son inútiles e innecesarias… So tú consideras esta cuestión del libre albedrío como no necesaria para cristianos, entonces retírate, por favor, del escenario de la lucha.”
En “La Esclavitud de la Voluntad”, Lutero hace uso de 19 Argumentos sacados de los apóstoles Juan y Pablo:

Argumento 1: La culpabilidad universal de la humanidad prueba que el “libre albedrío” es falso.

Romanos 1:17–19 NBLA
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad. Pero lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente.

Argumento 2: La regla universal del pecado prueba que el “libre albedrío” es falso

Romanos 3:9–25 NBLA
¿Entonces qué? ¿Somos nosotros mejores que ellos? ¡De ninguna manera! Porque ya hemos denunciado que tanto judíos como griegos están todos bajo pecado. Como está escrito: «No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se han desviado, A una se hicieron inutiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta, Engañan de continuo con su lengua. Veneno de serpientes hay bajo sus labios; llena está su boca de maldición y amargura. »Sus pies son veloces para derramar sangre. »Destrucción y miseria hay en sus caminos, Y la senda de paz no han conocido. »No hay temor de Dios delante de sus ojos». Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se calle y todo el mundo sea hecho responsable ante Dios. Porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, confirmada por la ley y los profetas. Esta justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo es para todos los que creen. Porque no hay distinción, por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios. Todos son justificados gratuitamente por Su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por Su sangre a través de la fe, como demostración de Su justicia, porque en Su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente,

Argumento 4: La Ley fue diseñada para guiar a los hombres a Cristo por medio de darles un conocimiento del pecado.

Gálatas 3:19 NBLA
Entonces, ¿para qué fue dada la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniera la descendencia a la cual había sido hecha la promesa, ley que fue promulgada mediante ángeles por mano de un mediador.
Romanos 3:20 NBLA
Porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado.
¡La Ley es necesaria para hacer ver a los hombres lo peligroso de su condición, de modo que anhelen el remedio que se encuentra únicamente en Cristo!

Argumento 10: El estado del hombre sin el Espíritu demuestra que el “libre albedrío” no puede hacer nada espiritual.

Romanos 8:5–9 NBLA
Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz. La mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no están en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de Dios habita en ustedes. Pero si alguien no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él.

Argumento 11: Los que llegan a conocer a Cristo no pensaron anteriormente en él, no lo buscaron ni se prepararon para él.

Isaías 65:1 NBLA
«Me dejé buscar por los que no preguntaban por Mí; Me dejé hallar por los que no me buscaban. Dije: “Aquí estoy, aquí estoy”, A una nación que no invocaba Mi nombre.

Argumento 15: El hombre es incapaz de creer el evangelio, de manera que todos sus esfuerzos no pueden salvarlo.

Juan 6:44–45 NBLA
»Nadie puede venir a Mí si no lo trae el Padre que me envió, y Yo lo resucitaré en el día final. »Escrito está en los profetas: “Y todos serán enseñados por Dios”. Todo el que ha oído y aprendido del Padre, viene a Mí.

Argumento 17: El poder de la “carne” en los verdaderos creyentes refuta el “libre albedrío”.

Romanos 7:14–24 NBLA
Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo soy carnal, vendido a la esclavitud del pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo. Porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, estoy de acuerdo con la ley, reconociendo que es buena. Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno. Porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. Pues no hago el bien que deseo, sino el mal que no quiero, eso practico. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí. Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?
Gálatas 5:17 NBLA
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues estos se oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que deseen.

¿Es Dios soberano sobre mi voluntad? ¿Somos Libres?

Existe una relación entre la soberanía de Dios, y nuestra responsabilidad moral como seres humanos. Para responder esto, veamos cómo la Confesión de Fe de Westminster lo expresó:
[Capítulo 9]
1. Dios ha dotado a la voluntad del hombre con aquella libertad natural, de modo que no es forzada ni determinada hacia el bien o el mal, por alguna necesidad absoluta de la naturaleza.
2. EL hombre, en su estado de inocencia, tenía libertad y el poder para desear y hacer lo que es bueno y agradable a Dios; pero esta inocencia era mutable, de tal manera que podría caer de ella.
3. El hombre, mediante su caída en el estado de pecado, ha perdido totalmente la capacidad para querer algún bien espiritual que acompañe a la salvación; de tal manera que, un hombre natural, siendo completamente opuesto a aquel bien, y estando muerto en pecado, es incapaz de convertirse, o prepararse para ello, por su propia fuerza.
4. Cuando Dios convierte a un pecador y lo traslada al estado de gracia, lo libera de su esclavitud natural bajo el pecado, y solo su gracia lo capacita para desear y hacer libremente aquello que es espiritualmente bueno, pero a pesar de aquello, debido a la corrupción que aún queda en él, este no obra perfectamente, ni desea solamente lo que es bueno, sino que desea también lo que es malo.
5. Solamente en el estado de gloria, la voluntad del hombre es hecha perfecta e inmutablemente libre para hacer únicamente lo que es bueno.
Lo que la CFW enseña es que tenemos la libertad de obrar, según nuestros deseos. Somos seres pensantes, y puesto que pensamos, entonces actuamos en base a esos pensamientos. Decidimos porque pensamos en lo que nos conviene o nos atrae. Pero no así cuando nos referimos a la salvación. El hombre no tiene la capacidad de decidir su salvación; él no quiere un salvador porque no se ve muerto. En palabras de John Piper
Nadie tiene el poder de la autodeterminación final para llegar por sí mismo a Dios. Dios da o retiene el poder para venir. Los suaves empujones para que vayan no van a salvar a nadie. Lo que Dios da es la venida en sí misma.
¿Entonces, tenemos “libre albedrío”?
Si nos referimos a la capacidad de tomar decisiones libremente, la respuesta es sí. Pero si nos referimos a que el hombre quiere ser salvo y tiene la capacidad de acercarse a Dios para ello, cooperando con la gracia de Dios, entonces la respuesta es no. No existe el libre albedrío. Como lo dijera Charles Spurgeon
Algunas personas hablan, según he oído, como si el poder del libre albedrío—el poder de la naturaleza humana—fuera suficiente para llevar a los seres humanos al cielo. El libre albedrío ha llevado a muchas almas al infierno, pero jamás ha llevado ni una sola al cielo.
Y en su sermón “El Libre Albedrío: Un Esclavo” dice
El libre albedrío es una insensatez
Y quiero terminar con el Argumento No 18 de “La Esclavitud de la Voluntad” de Martín Lutero:
¡Confieso que no quisiera tener “libre albedrío” aun si me fuera dado! Si mi salvación dependiera de mí, no tendría la capacidad de enfrentarme con los peligros, las dificultades y los diablos contra los que tengo que luchar. Pero aun si no hubiera enemigo que enfrentar, nunca podría estar seguro del éxito. Nunca estaría seguro de haber agradado a Dios o de que había algo más que necesitaba hacer. Puedo dar prueba de esto por mi propia dolorosa experiencia de muchos años.
Pero mi salvación está en las manos de Dios y no en las mías. Él será fiel a su promesa de salvarme, no sobre la base de lo que yo hago sino según su gran misericordia. Dios no miente, no dejará que mi enemigo el diablo me arrebate de sus manos. Por el “libre albedrío” nadie puede ser salvo. Pero por la gracia gratuita, mucho serán salvos. No sólo eso, sino que estoy contento de saber que como cristiano, agrado a Dios, no por lo que hago sino por su gracia. Si trabajo demasiado poco o demasiado mal, él por su gracia me perdona y me hace mejor. Esta es la gloria de todos los cristianos.
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