Unidad en la adversidad

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La unidad del pueblo de Dios es la mejor evidencia de la presencia del Señor en nuestro medio, y dicha unidad contribuirá a permanecer aún en medio de las crisis de este mundo.

Notes
Transcript

INTRODUCCIÓN

SALUDOS
Excitando Al Valor: Parece que los antiguos hacían algo más para excitar el valor de los soldados, que meramente exhortarlos a que fueran valientes. Esto se manifiesta claramente en esta cita: “Una circunstancia que grandemente tiende a inflamar en ellos el valor heroico, es la manera en que se forman sus batallones. Nunca se juntan o se incorporan por casualidad; pelean por tribus, unidas por consanguinidad, formando una familia de guerreros: las personas más amadas están muy cerca de ellos en el campo. En el fragor de la batalla oye el soldado los gritos de su esposa y de sus hijos. Ellos son los amados testigos de sus hazañas y los que aplauden su valor, comprendiéndolo y apreciándolo al instante. Los heridos buscan a su madre y a su esposa; sin desmayar ante el aspecto que presentan éstos, las mujeres cuentan las heridas de honor, limpian la sangre y tienen el suficiente valor para mezclarse con los combatientes y exhortar a los suyos a que realicen actos de heroísmo.”
Objetivos
Motivar a cada miembro de iglesia a permanecer en Cristo Jesús para que a través de la unidad en él podamos alcanzar la unidad entre hermanos.
Resaltar la importancia de la unidad para vencer las crisis.
Alcanzar la unidad soñada por Cristo Jesús.

UN SUEÑO DIVINO

Estamos ante una situación que produce tristeza, dolor, ansiedad y desesperación. Son sentimientos comunes en la vida del ser humano. Como iglesia nos enfrentamos todos a una gran tristeza que embarga nuestros corazones, pero saben, que es en estos momentos cuando la iglesia puede levantarse y resplandecer a la semejanza del sueño divino para esta su iglesia. Me he sentido contento de ver como familias se han unido para poder dar su apoyo diariamente durante esta semana a la familia doliente, porque es en estas ocasiones cuando se debe demostrar la verdadera naturaleza del cristiano. Saben ustedes que las crisis son las que producen los mayores cambios. Son las tragedias las que muchas veces Dios utiliza como detonante para que ocurran grandes cambios, y estamos ante una gran crisis, pero también ante una gran oportunidad. La oportunidad de demostrar de qué estamos hechos los hijos de Dios y quien es el que comanda mi vida.
En la historia de los discípulos podemos ver como Jesús llama a formar parte de su círculo íntimo a personas de todo tipo de trasfondos y durante su ministerio Jesús va moldeando sus perspectivas del reino de los cielos. No fue una tarea fácil, ya que como dice un dicho “árbol que crece torcido jamás sus ramas endereza”, pero llama la atención que de una forma progresiva la vida de estos hombres, aún de una forma que ni tan siquiera usted y yo en la actualidad vemos, se observa como poco a poco sus estructuras van siendo transformadas. Pareciera que nunca cambiarán. Por un lado están con dudas, por otro van viendo y buscando formas para acomodar sus economías y caprichos. Deseos de grandeza y deseos de venganza, pero Jesús no se rinde. Han pasado 3 largos años y medio y aún ellos tienen su vista en las cosas de este mundo.
Cuando llega la antesala del sacrificio del Maestro, Jesús se preocupa por la unidad de su pequeño batallón. Jesús en Juan capítulo 17 dedica todo un capítulo para resaltar esa oración de dedicación hacia sus discípulos y hacia su pueblo en general. Jesús en esta oración tiene como meta suplicar para que su pueblo fuera tan unido como Cristo al Padre. Jesús como un padre amoroso dedica tiempo para aconsejar a sus hijos antes de partir lejos, así mismo él lo hace para suplicar por todos nosotros y su preocupación mayor es que su pueblo persista en el trabajo que sin unidad sería imposible lograr. Con esta oración terminan los consejos de despedida que Jesús comenzó en el aposento alto y continuó en el camino al Getsemaní. Esta oración es la más extensa de las oraciones de Jesús que se registran. Bengel dice respecto al cap. 17, que de todos los capítulos de las Escrituras es el más fácil en cuanto a las palabras; el más profundo en cuanto a las ideas. Esta oración se divide claramente en tres partes: (1) Oración por Cristo mismo (vers. 1–5); (2) oración por los discípulos (vers. 6–19); (3) oración por todos los creyentes (vers. 20–26).
Cuando observamos a los discípulos antes de la muerte de Jesús, todo tenían la mente en otros asuntos sin importancia. Cuando Jesús va con ellos y pide que permanezcan a su lado rogando al Padre por él y por la gran prueba que debe enfrentar conocemos a saciedad cual fue la actitud de los mismos, todos estaban tan desinteresados en lo que le sucedería a su maestro que simplemente duermen, como si todo fuera normal. Mientras el Maestro sufre los alumnos están todos durmiendo. Jesús les suplica que permanezca despiertos, pero todos siguen igual, se les llama la atención, pero nada cambia, se les dieron instrucciones, pero cada quien anda en lo suyo. Uno de ellos lo entrega con un beso hipócrita, todos los demás se esparcen cuando Jesús es apresado, uno de ellos lastima a uno de los soldados, como si no hubiesen importado todas las lecciones mostradas por Cristo, el mismo discípulo un tiempo más adelante lo sigue de lejos y lo niega 3 veces antes que el gallo cantara y parece ser que la oración de Jesús tuvo el efecto contrario porque todos en vez de estar unidos todos se dispersan y buscan su propio lugar seguro, pero aún así el Maestro en medio del sufrimiento sabe que algo debe producir su muerte. Cuando Jesús es flagelado y despreciado y además clavado en la cruz aún ruega por sus hijos pidiendo que no se les tomen en cuenta sus faltas y aún en sus últimos momentos ruega por nosotros. Todo parece haberse terminado y parece como que los 3 años y medio de enseñanza han reprobado a todos los alumnos. Una tragedia acontece y todo apunta a que es el final del esfuerzo del Mesías, pero resulta ser que una luz de esperanza comienza a brillar. Los 11 discípulos restantes en medio de la crisis, cada quien procurando ver a qué se dedicarían ahora que el Maestro no se encuentra, se reúnen por última vez para dar una última despedida a su Maestro, aquel que prometió que resucitaría al tercer día, pero ni esas palabras significaban algo ahora, pero antes de que cada uno partiera a sus respectivas antiguas tareas al ir a buscar al Maestro no lo encuentran, entonces se inician a ver los resultados de la oración de Jesús.
Con la muerte de Cristo y su resurrección la crisis crea un impacto tal en las vidas de estos hombres que comienzan, aún de forma in-intencionada a unirse poco a poco. Hay dudas, hay tristezas, hay desesperación, pero comienzan a unirse. Cuando el Maestro se les presenta entonces se da el detonante para el reavivamiento más grande que se tenga registrado en las escrituras. Una tragedia se convierte en el detonante de la unidad más grande que se haya registrado del pueblo de Dios. Queridos hermanos, de igual manera nos encontramos nosotros en este día aquí reunidos. Estamos reunidos en medio de una tragedia, pero recordando a través de la palabra de Dios que en medio de esta tragedia esta iglesia puede salir transformada por el poder de Dios. Esta semana se han visto indicios de que aún es posible recuperarnos de nuestras crisis. Esta semana desde el primer día todos los hermanos se apersonaron a dar su apoyo sin invitación, todos se han ofrecido de forma voluntaria a ayudar a los dolientes, todos han buscado la mejor manera de colaborar para sobrellevar las cargas unos a otros, todos nos hemos estado reuniendo aún sin recibir una invitación formal, porque precisamente esos son los indicios de la unidad que se vieron con la muerte de Cristo, porque es en medio de las crisis cuando el pueblo de Dios se ha levantado airoso en nombre de Jesús, ha sido en medio de los grandes fracasos cuando la iglesia ha descubierto que no está sola porque contamos con la mano ayudadora de nuestro Padre Celestial, es en medio de las crisis que nos damos cuenta que no vale la pena luchar uno contra otro, es en medio de las crisis cuando nos damos cuenta que los malos entendidos se dejan atrás aún sin mediar palabras porque entendemos que no estamos para eso. Así que hermanos, estamos ante una crisis que se puede convertir en una gran bendición en nombre de Dios.

DIOS NOS CUIDA

Cuando en el Versículo 11 Jesús sigue su oración él hace una mención que me parece extremadamente tierna. Jesús pide a su Padre por sus hijos, pide por nosotros. Jesús estaba por irse. Por eso confió los discípulos al cuidado de su Padre (cf. vers. 11–12). Ellos quedarían en un mundo malvado y necesitarían de una gracia especial en su lucha contra el pecado. Cada cristiano puede pedir ese poder protector. Dios no permitirá que un hijo suyo sea tentado más allá de lo que pueda soportar (1 Cor. 10:13). El cristiano será inexpugnable ante los ataques de Satanás mientras luche con la fortaleza y la luz del cielo. Sin embargo, Dios protege sólo a los que eligen ser protegidos. Cuando los hombres, yendo en contra del consejo divino, se colocan voluntariamente en el terreno del enemigo, no pueden esperar ser preservados por el poder de Dios.
Jesús Le pidió a Dios que protegiera a sus discípulos de los ataques del maligno. La Biblia no es un libro teórico. No discute el origen del mal, pero tampoco deja lugar a dudas en cuanto al poder del mal que actúa en este mundo en contra del poder de Dios. Nos da ánimo y confianza saber que Dios está vigilando nuestras vidas como un centinela para mantenerlas a salvo del mal. El hecho de que caigamos en la tentación tantas veces es debido a que tratamos de enfrentarnos con ella dependiendo de nuestras propias fuerzas en lugar de buscar la ayuda y de recordar la presencia de nuestro Protector. Jesús pidió que Sus discípulos estuvieran consagrados a la verdad. La palabra para consagrar es haguiazein, que viene del adjetivo haguios, que en la versión Reina-Valera se traduce por santo, pero cuyo sentido más radical es diferente o separado.

JUNTOS SALDREMOS ADELANTE

Querida familia, en nombre de Jesús saldremos adelante. Jesús nos ha ayudado hasta aquí.
Os digo, hermanos míos, el Señor tiene un cuerpo organizado por medio del cual él trabaja. Puede haber más de una veintena de Judas entre ellos; puede haber un Pedro áspero, que en circunstancias difíciles niegue a su Señor. Puede haber personas representadas por Juan a quien Jesús amaba, pero que pueden tener un celo que destruiría las vidas de los hombres pidiendo fuego del cielo sobre ellos para vengar un insulto inferido a Cristo y a la verdad. Pero el gran Maestro trata de dar lecciones de instrucción para corregir estos males existentes. El está haciendo hoy lo mismo con su iglesia. Está señalando sus peligros. Está presentando delante de ellos el mensaje a Laodicea.
El les muestra que todo egoísmo, todo orgullo, toda exaltación propia, toda incredulidad y prejuicio, que conducen a resistir la verdad y a rechazar la verdadera luz, son peligrosos, y a menos que se arrepientan [de estos pecados], los que albergan estas cosas serán dejados en las tinieblas como la nación judía. Que cada alma trate ahora de contestar la oración de Cristo. Que cada alma se haga eco de esa oración en su mente, en peticiones, en exhortaciones, para que todos sean uno, así como Cristo es uno con el Padre, y trabajen con ese fin.
En lugar de usar las armas de guerra dentro de nuestras propias filas, sean éstas utilizadas contra los enemigos de Dios y de la verdad. Haceos eco de la oración de Cristo con todo vuestro corazón: "Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros" (Juan 17:11)...
CONCLUSIÓN
Sumario
Un labrador anciano tenía varios hijos jóvenes que se llevaban mal entre sí, peleaban constantemente. Un día les congregó a todos y mandó traer unas cuantas varas, las colocó todas juntas e hizo un paquete con ellas, les preguntó cuál de ellos se atrevía a romperlo. Uno tras otro todos se esforzó para lograrlo, pero ninguno pudo conseguirlo. Entonces el padre desató el haz y tomando las varas una a una les mostró cuán fácilmente se partían, y enseguida les dijo: De esta manera, hijos míos, si estáis todos unidos nadie podrá vencerlos; pero si estáis divididos y enemistados el primero que quiera haceros mal os vencerá.
Llamado
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