La fidelidad de Dios
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Las promesas de Dios
Las promesas de Dios
Los seres humanos dudamos de Dios constantemente, o se nos olvida las promesas de Dios. Pero Dios siempre cumple sus promesas, porque ha jurado por su propio nombre que cumple lo que promete.
13 Por ejemplo, estaba la promesa que Dios le hizo a Abraham. Como no existía nadie superior a Dios por quién jurar, Dios juró por su propio nombre, diciendo:
14 «Ciertamente te bendeciré y multiplicaré tu descendencia hasta que sea incontable».
15 Entonces Abraham esperó con paciencia y recibió lo que Dios le había prometido.
16 Ahora bien, cuando las personas hacen un juramento, invocan a alguien superior a ellas para obligarse a cumplirlo; y no cabe ninguna duda de que ese juramento conlleva una obligación.
17 Dios también se comprometió mediante un juramento, para que los que recibieran la promesa pudieran estar totalmente seguros de que él jamás cambiaría de parecer.
18 Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros.
19 Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma; nos conduce a través de la cortina al santuario interior de Dios.
20 Jesús ya entró allí por nosotros. Él ha llegado a ser nuestro eterno Sumo Sacerdote, según el orden de Melquisedec.
La promesa de Dios a Abraham
La promesa de Dios a Abraham
Una de las promesas más increíble en la Biblia es la promesa de Dios a Abraham de que multiplicaría su descendencia. Lo interesantes es que Dios promete esto, mientras Abraham era un hombre viejo.
10 Entonces uno de ellos dijo: —Yo volveré a verte dentro de un año, ¡y tu esposa, Sara, tendrá un hijo! Sara escuchaba la conversación desde la carpa.
11 Abraham y Sara eran muy ancianos en ese tiempo, y hacía mucho que Sara había pasado la edad de tener hijos.
12 Así que se rió en silencio dentro de sí misma, y dijo: «¿Cómo podría una mujer acabada como yo disfrutar semejante placer, sobre todo cuando mi señor —mi esposo— también es muy viejo?».
No sé tu, pero creo que cualquiera que reciba una promesa como esa, cuando Sara tenía 90 años dudaría de esa promesa.
Sin embargo, Dios es un experto prometiendo lo que para el hombre es imposible, pero para Dios es posible.
Es imposible que Dios mienta
Es imposible que Dios mienta
Dios jura por su propia presencia, y como Dios no es hombre y no puede mentir, el solo hecho de prometernos algo, él se obliga a cumplirlo.
Así que lo que Dios te ha prometido hace un tiempo, sigue vigente. Él va a cumplir esa promesa.
Jesús es nuestro sumo sacerdote
Jesús es nuestro sumo sacerdote
La labor del sumo sacerdote en el tiempo bíblico era interceder entre los hombres y Dios. El sumo sacerdote era el que entraba en el lugar santísimo para el perdón de los pecados del pueblo.
Hoy nuestro sumo sacerdote es Jesús, él es el que intercede entre nosotros y Dios. Por eso es que nuestras peticiones llegan directamente a Dios, porque Jesús, quién está sentado a la derecha de Dios intercede por nosotros.
Jesús quiere interceder por tus peticiones. Quiero que hoy hagamos un tiempo en el cual eleves tus preocupaciones a Dios. Dios quiere contestar peticiones en el día de hoy y quiere hacer promesas especiales.
Presentemos nuestras cargas al Señor.