Los Cinco Mandamientos #2
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“Ámense entre ustedes como Jesús los amo, con gracia y perdón”
En el matrimonio como en la vida tendremos que pasar por momentos de controversia, situaciones las cuales no entendemos o quizá no nos agradan, momentos que pueden generar un problema o una discución por desacuerdos o diferencia de pensamientos.
Dentro del matrimonio hay momentos de enojo, desacuerdo, molestia, peleas y depende de cada uno hasta dónde.
También quizá viviremos momentos donde se nos va a ofender u ofenderemos. Momentos donde el uno o el otro desea devolverse los pelcuhes.
Dos puntos importantisimos estudiaremos en este mandmamiento.
¿De dónde vienen esos pleitos, ofensas, enojos y daños que nos hacemos?
Santiago 4:1 “1 ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?” Lo primero que debemos entender es que ninguna de estas actitudes o comportamientos surgen de Dios, nada de esto es es el resultado de un corazón consagrado o gobernado por el Éspiritu Santo, al contrario, es el resultado de nuestras pasiones carnales esta es la vieja naturaleza sacando todo lo que es en su máximo esplendor.
Gálatas 5:19–21 “19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías,21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” La palabra “manifiestas” quiere decir “ser o llegar a ser claramente revelados a la mente, los sentidos o el juicio” La carne que es lo mismo que las pasiones de las que habla Santiago, se evidencia, se da a conocer; entendemos que una persona es gobernada por la carne cuando tiene este tipo de actitudes en su vida:
Enemistades: “echthra” es estar en un estado profundamente arraigado de mala voluntad. Esto es cuando el odio se a asentado en el corazón del cónyuge y genera hostilidad en la relación de pareja.
Pleitos: “eris” es una disputa, un conflicto amargo, un desacuerdo acalorado y a veces violento. De esto se vive mucho en algunos matrimonios, cuando se da una rivalidad y son dirigidos por su egísmo que no quiere ceder ni actuar de forma pasificadora.
Iras: “thymos” es furia o rabia. Es un sentimiento de furia intenso. el conyuge se deja llevar por sus pasiones y llena su corazón de ira, se pone rabioso, furioso, normalmente esto desenvoca en agresiones verbales y hasta físicas.
Esto solo por mencionar algunos de los terribles efectos de la carne en la vida de una persona que puede destruir nuestra vida de pareja. Muchas parejas se acostrumbarn a vivir en una rutina de enemistades, pleitos e iras, se acostumbran a tener pleito tras pleitos y van acumulando heridas sobre heridas.
Dentro de estas manifestaciones de la carne también están pecados que causan heridas muy profundas en el corazón de las parejas pecados como adulterio y la inmundicia. La infidelidad es uno de los pecados que más destruye matrimonios hoy día, pero además está la pornografía y otros pecados sexuales más. Alguno de los dos cónyuges cae en esto y trae terrible dolor al matrimonio.
¿Cómo podemos superar esos momentos y cambiarlos para siempre?
Pidiendo perdón: Toda sanidad del corazón inicia cuando el ofensor reconoce su pecado y su ofensa. Es imposible la restauración del corazón si la persona que hizo el mal no reconoce y endurece su corazón, esto suele suceder y manifestarse de maneras como tratar de culpar al otro por sus actos, evadir las verdaderas acciones, minimizar sus actos comparándole con otros de mayor alcance entre muchas otras formas más. Cuando se cae en esto es imposible superar. Salmo 32:3–4 “3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. 4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah” Salmo 32:9 “9 No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti.” El ofensor debe ser humilde y reconocer que hizo el mal, arrepentirse (cambiar su actitud y acciones de forma definitiva) y pedir perdón; la palabra perdón tiene un poder grande en el corazón del que la dice como en el del que la escucha. Salmo 32:1–2 “1 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. 2 Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño.” Salmo 51:1–4 “1 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. 2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. 3 Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. 4 Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.”
Perdonando de corazón: En un momento de ofensa no habrá sanidad si el ofendido no perdona por completo, cualquier rasgo de resentimiento, enojo, dolor, disguto, odio, amargura, o cualquier otro sentimiento que no sea perdón hará que esa ofensa crezca cada día más. Jesús nos mandó a perdonar, esto incluye perdonar a nuestro cónyuge sin condiciones. Colosenses 3:12–13 “12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.”
Efesios 4:32 “32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”
Mateo 6:14–15 “14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”
La base del perdón en todo momento no está en quien me ofendió ni en el ofendido, la base, la inspiración del perdón, ni siquiera está en cuanto amamos a una persona o no, aunque esto por supuesto ayudará mucho, sobre todo cuando se trata de amar como fruto del Espiritu Santo 1 Pedro 4:8 “8 Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.”
En fin el perdón se inspira en la obra de Cristo en nuestra vida, que siendo enemigos murió por nosotros trayéndo el perdón a nuestras vidas, sin merecerlo y habiendo sido grandísimos ofensores.
No perdonar es un pecado tan grande como en el que el ofensor cayó.
Mateo 18:23-35 Note la frase “perdonar de todo corazón”
“Alguien dijo: Motivado por la gratitud, el pecador perdonado siempre debe tener el anhelo de perdonar a quienquiera que haya pecado contra él, y debe hacer todo lo que esté en su poder a fin de producir una reconciliación completa”
TIEMPO DE DECISIÓN.