Capítulo 12: Los encontronazos

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Pura casualidad (Marcos 12:1–12)

Jesús continua el debate que los fariseos comenzaron al final del capítulo anterior, y contraataca con diferentes parábolas, o historias sencillas con grandes verdades.
Esta vez, Jesús cuenta de un hombre que plantó una viña, y la preparó con todo lo necesario, haciéndola de alta calidad, la arrendó a unos empleados, y se fue de viaje, dejando la responsabilidad de la empresa en los empleados. Tiempo más tarde, encomienda a un siervo para para que recogiera la cosecha. Sin embargo, en vez de recibirlo con agrado, lo golpearon y lo reenviaron con las manos vacías. El dueño del viñedo intentó otra vez, y el segundo fue apedreado y le golpearon la cabeza, dejándolo gravemente herido. Luego mataron al tercer mensajero y a los próximos que fueron enviados.
Finalmente, el dueño envió a su propio hijo que adoraba. El dueño pensaba “a él si lo respetarán por ser mi hijo.” Sin embargo, los empleados malvados concurrieron en matarlo y lo dejaron fuera de la finca.
“¿Entonces,” pregunta Jesús, “qué debería hacer el dueño de la finca?” Regresará, eliminará a los empleados rebeldes, y la encargaría otros empleado. Jesús acentúa su argumento citando una frase de un poema antiguo (Salmo 118:22-23), donde dice que la piedra que pensaban los arquitectos que era una piedra de tropiezo ahora es el la más importante de todas gracias a Dios, para la maravilla de todos.
Aunque Jesús nunca nombró a los personajes en la historia, ellos sabían que la historia estaba hablando en contra de ellos. Quieren arrestar arrestar a Jesús en ese mismo momento, pero saben que la gente se tornará en contra ellos, así que decidieron salir de ahí.

La segunda ola (Marcos 12:13-17)

Los líderes religiosos que salieron perdiendo del debate envían refuerzos de su grupo y gente que apoyaban al rey de los judíos para que atraparan a Jesús en diciendo algo controversial. En esta ocasión, deciden cambiar de táctica. Comienzan endulzando su introducción, llamándolo recto, sabio, y honesto. Ya que Jesús es alguien tan admirable, seguramente Jesús debe tener la respuesta a esta duda perenne: ¿es justo que la gente deba pagar impuestos a un gobierno opresor y foráneo?
Sin duda, algunos de los discípulos miraron a Mateo, el ex recaudador y ahora discípulo de Jesús. Este último detectó la trampa de inmediato, y anunció el intento fallido.
Jesús le pide al público que le prestaran una moneda. Pregunta de quién es la cara que aparecen en la moneda. La moneda era vista por los judíos como algo pagano. Además de tener la imagen del César Tiberio, la descripción era hereje para los judíos, pues lo describían como el hijo del divino Augusto, y como el sumo sacerdote (de la religión oficial del imperio). El público contesta que el rostro es del emperador. Por lo tanto, explica Jesús, la moneda debe ir hacia el César, mientras que ellos deben darle a Dios lo que le tenga la imagen de Dios. Esta respuesta dejó a todos atónitos.

¿Dónde está la evidencia? (Marcos 12:18–27)

Ahora aparecen unos nuevos contrincantes en este libro. Se le acercan a Jesús unos líderes religiosos judíos pero de otra línea teológica. Jesús casi siempre debatían con los fariseos, quienes creían en toda la colección de libros que nosotros llamamos hoy en día Antiguo Testamento. Ellos tenían mucha influencia al nivel popular. Por otro lado, había otro grupo llamado los saduceos, que tenían mayor influencia en las altas esferas de la sociedad, y que sólo creían en los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, que fueron escritos por Moisés.
Este último grupo enfrenta a Jesús. Ellos dicen que Moisés argumentaba que si un hombre muere sin llegar a tener hijos con su esposa, el hermano del difunto debe casarse con ella. No obstante, ¿qué pasaría en el caso extremo que ella terminara casándose con los siete hermanos de su primero marido, y finalmente muere. Cuando llegue el día de la resurrección, ¿Cuál de todos será el esposo de ella?
Jesús contesta con otra pregunta, poniendo en duda si los saduceos conocen las Escrituras lo suficiente para poder interpretarlas, y mantener el poder de Dios como algo teórico en vez de algo que es cierto. Dios puede restaurar hasta lo destruido por la muerte. La pregunta de por sí queda nula para Jesús porque para Él, nosotros viviremos como ya lo hacen los ángeles. Aunque Jesús no abunda en el tema, es suficiente para dejarnos saber que la vida luego de la resurrección será diferente a la nuestra actual.
Finalmente, Jesús decide ir más allá en su respuesta, y decide argumentar a favor de la resurrección. Su punto principal se encuentra en que hacía más de mil años atrás, Dios le habló al libertador del pueblo judío Moisés a través de un arbusto que se ardía en llamas, pero que no estaba quemándose de por sí. Cuando Dios se identifica a Moisés, le dice que Él es el Dios de Abraham, Isaac, y Jacob. Lo curioso del pasaje es Dios habla de ellos como todavía estuvieran vivos, pero esto no fue así. Ya habían pasado siglos desde la muerte de los tres. Sin embargo, ante los ojos de Dios, ellos siguen vivos, por lo cual la muerte no es el final para nadie.

Lo más importante (Marcos 12:28-34)

Hay un escriba escuchando todo lo que está ocurriendo. La posición de este nuevo personaje era una codiciosa, pues se trataba que tenía conocer todos los particulares y hasta el desarrollo de las leyes religiosas escritas y las que todavía no se habían codificado. Si alguien podía debatir contra Jesús, era alguien como él.
Jesús acaba de debatir contra los saduceos cuando el escriba decide tomar su turno. Este le pregunta a Jesús cuál es el mandamiento (o enseñanza) más importante de todas que existen.
Jesús no puede decir que hay una ordenanza suprema, sino que hay dos:
“El Señor es uno (nadie se iguala a Él); por lo tanto, debes amarlo con toda tu alma, toda tu mente, y toda tus fuerzas.
El segundo mandamiento del dúo es: “amarás a tu prójimo (a los demás) como a ti mismo.”
El escriba está de acuerdo con Jesús, y abunda en la respuesta argumentando que esas dos son aun más importante que estar haciendo ofrendas quemadas, sacrificios, o rituales que aparecen en la ley o enseñanza religiosa. Jesús se sorprende con la sagacidad de este sabio. Claramente no es como el resto de los fariseos y sus recurrentes acusadores. La respuesta de Jesús: No te falta mucho para que llegues al reino de Dios.
No sabemos más nada de este hombre, pero esta historia revela que no todo está perdido para los que no creen en Jesús hoy. El escriba todavía no creía en Jesús pues seguía “lejos” del reino, pero Jesús le revela que Él es el deseo de su fe.
Luego de tanta discusión y caos, Jesús puede decir que terminó el aluvión de preguntas con una nota positiva, o por lo menos esperanzadora.

Mejor y más grande (Marcos 12:35-40)

Jesús comienza a enseñar como solía hacer, pero el ambiente ahora es diferente. Hasta ahora ha enseñando principalmente al aire libre, pero ahora lo hace dentro de los predios del Templo. De todas las instrucciones que dio en el momento, Marcos resalta dos en particular. Los maestros religiosos están todos de acuerdo que el Mesías (el rey prometido para Israel) será un descendiente del rey David, pero ¿por qué lo dicen? David era el rey modelo y estándar de carácter para todos los reyes sucesores. Los expertos religiosos argumentaban que el rey prometido debe empatar su calidad con el antiguo rey. Sin embargo, el mismo David escribió una canción profética donde dice que su descendiente profetizado será uno mayor y mejor que el mismo David (Salmo 110).
La gente se maravillaba al escuchar la sabiduría de Jesús. Esto es notable ya que Jesús ha tenido todo tipo de recepciones en Galilea y provincias gentiles, desde el rechazo, veneración, y gente deseosa para escucharlo. Hasta ahora la gente que está en Jerusalén han recibido a Jesús positivamente. No podemos decir sin lugar a dudas que todos los que oían a Jesús en este momento eran de Jerusalén ya que la ciudad recibía judíos y visitantes de todas partes del imperio romano.
La segunda parte de este momento es una crítica demoledora a los líderes religiosos que se pavonean con telas largas y llamativas, que esperan que todos en la calle los veneren, y se crean los superiores en los banquetes y en reuniones religiosas. Se presentan como los más santos por un lado mientras que terminan desahuciando a los más débiles de la sociedad. Utilizan el nombre de Dios para su propios beneficios, y enriquecimiento. Ellos se creen los reyes del mundo ahora, pero pronto serán castigados severamente.

La ofrenda absoluta (Marcos 12:41-44)

Con esta última condena aun el aire, Jesús se sienta cerca del receptáculo de las ofrendas, y observa la gente caminar hacia el envase y depositaban ofrendas, probablemente algunas más ostentosas que otras. No obstante, la ofrenda que llama la atención de Jesús es la de una viuda pobre, sin fuente de ingreso, depositar dos monedas pequeñas de cobre.
Al presenciar el momento, Jesús convoca a sus discípulos y declara que la ofrenda de esta mujer vale más para Dios que la de los demás feligreses. Todos ofrendaban de lo que podían disponer, pero esta mujer decidió entregarle todo lo que tenía a Dios, hasta el futuro de su bienestar inmediato.
Para Jesús, esta mujer puso a Dios sobre todas las cosas. Era más importante vivir de lo que Dios nos dará que de lo que tengo en mis manos.
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