Cómo amar a tu esposa: Cómo resolver las diferencias - Parte 2
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Cómo amar a tu esposa: Cómo resolver las diferencias - Parte 2
Martes 03 de Octubre 2023 - Iglesia Senda Antigua & Transmisión Cesar, Cristian & Willy de la Cruz
LECCIÓN 04
ORACIÓN
“Háblanos Tus Palabras Cristo. Enséñanos a este hora. Tú, oh Señor, que puedes lograr cualquier cosa con facilidad, te suplicamos que seas Tú el Maestro en esta Iglesia siempre y que Tus Palabras penetren nuestros corazones hasta lo más profundo y que veamos con claridad Tu voluntad, Tu plan, Tu deseo, Tu gran misericordia para con nosotros Señor. Gracias Cristo. Amén.”
CONTINUACIÓN
5- Debemos tratar al cónyuge como a un hermano
Cuando hay diferencias, la pareja no debe tratarse como enemigos.
Ellos deben tratarse como hermanos, es decir, reconociendo que Cristo vive en el otro.
1 Pedro 3:7 dice:
“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.”
6- Atacar el problema, no a la persona
Una tendencia que tenemos es atacar a la persona.
Cuando se conversa sobre una diferencia es para resolverla, no para destruir al otro.
Decir: “¡Tu papá lo hacía de esa forma y yo nunca lo soporté!”, es atacar a las personas.
Un consejo en este punto es que cuando enfoquemos un problema y busquemos resolverlo, no tratemos de ser “francotiradores”.
Algunos hacen que una bomba atómica explote para erradicar un problemita de la casa, cuando lo único que se necesitaba era una sola bala.
Usemos sabiduría.
Otro aspecto importante de este punto es que no debemos mencionar fallas que la otra persona no puede cambiar.
Por ejemplo: “Nunca me gustó el color de tus ojos”.
Decir eso es atacar a la persona y ser cruel a la vez.
Tampoco debemos mencionar fallas de la persona que no necesita cambiar.
En medio de un problema tenemos la tendencia de decir cosas semejantes a estas: es así.
Mencionar aspectos de la idiosincracia de la persona únicamente hará que los problemas aumenten.
7- Tener mansedumbre para resolver los problemas
Aunque nos cueste creerlo, cuando estamos en una discusión debemos tener en cuenta que existe la posibilidad de que estemos equivocados.
Si reconocemos que somos falibles, será más fácil enfrentar las cosas con una actitud mansa.
Proverbios 28:11 dice:
“El hombre rico es sabio en su propia opinión; Mas el pobre entendido lo escudriña.”
Un hombre rico en su actitud es sabio en su propia opinión: “¡Yo sé qué estoy hablando! ¡Estoy segurísimo! ¡Yo tengo la razón!”.
Es esa actitud orgullosa no va a contribuir a resolver ningún problema.
Al empezar una discusión, tratemos de bajar conscientemente el tono de la voz, en vez de subirlo.
Gálatas 6:1 dice:
“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.”
Aunque tengamos toda la razón (lo cual es muy raro), debemos tratar de restaurar y corregir a la otra persona con mansedumbre.
Si tenemos una actitud altiva, no estamos considerando nuestra debilidad, de allí en adelante vamos a equivocarnos muchas veces, por falta de gracia.
8- No utilicemos bombas de tiempo
Unos ejemplos de bombas de tiempo son los siguientes: “¡No me gustó cómo preparaste la comida!” (Después de 20 años de casado). “¡Por años me ha molestado que me digas eso!”.
9- Eliminar dos palabras: “Nunca” y “Siempre”
Cuando se discuta un asunto, debemos eliminar de nuestro vocabulario las palabras “nunca” y “siempre”.
Porque casi nunca tenemos la razón y siempre nos metemos en problemas cuando las usamos.
Si alguien dice: “Tú nunca me hablas con ternura”, inmediatamente la mente del otro empieza a pensar y se da cuenta que eso es mentira.
Lo cierto es que nos exponemos cuando usamos esas dos palabras.
Es mejor que digamos “con frecuencia” o “raras veces”.
10- No discutir el problema con amigos
Un error común es discutir los problemas familiares con los amigos.
Si lo hacemos estamos exponiendo la desnudez de nuestro compañero matrimonial, y eso si es pecado (Levítico 18 lo dice).
Del estudio del libro de Génesis entendemos que la desnudez no sólo se refiere a algo físico; se refiere también a las fallas de una persona.
Además, cuando alguien busca a un amigo para contarle sus problemas, busca a una persona que va a apoyarlo en su punto de vista.
Alguien que nos diga: “Pobrecito. ¡Qué mujer más terrible tienes!”.
Esas palabras, en vez de ayudar, sólo nos justifican y enorgullecen.
Si sabemos que la persona a la que vamos vamos a decirle algo no va a darnos la razón, no se lo diremos.
Otro problema que acarrea exponer nuestros problemas a cualquier amigo es que estamos destruyendo nuestra influencia como cristianos en el cuerpo de Cristo, porque estamos arruinando nuestro propio testimonio.
Todo el mundo se dará cuenta que tenemos problemas familiares.
Finalmente, si el chisme de lo que hicimos llega a nuestro cónyuge, estaremos poniendo otra cuña que perjudica la relación.
Debemos buscar a las personas correctas para pedir consejo.
En este sentido, hay un malentendido que existen en la iglesia.
Algunos creen que decirle al pastor cosas incorrectas que han observado en la iglesia es chismear.
En vez de eso acuden a contarlo a otros hermanos. Sin embargo es lo opuesto.
Decirle al Pastor cosas significativas es ser leal.
Así como la cabeza del cuerpo humano recibe mensajes directos de cada miembro del cuerpo, y sabe cuál es su condición, así debe ser en la iglesia.
El pastor, la cabeza de una iglesia local, debe saber el estado de las vidas que pastorea.
El chisme surge cuando le decimos las cosas que vemos a otras personas que no son la cabeza.
11- Consultar al pastor
Si después de todo el problema no se resuelve, se puede hacer una de dos cosas.
Si es un problema que no tiene que ser resuelto, démosle una tregua.
Si el problema debe ser resuelto, debemos acudir al Pastor para buscar consejería matrimonial.