Cristianismo Nominal
Introducción
Hebreos nos enseña que los israelitas fueron excluidos de la Tierra Prometida no por haber murmurado contra Moisés, ni por haber fornicado con las hijas de Moab, ni siquiera por haber cometido idolatría en el caso del becerro de oro. Todas estas cosas merecieron el castigo de Dios, pero todas pudieron ser perdonadas, y de hecho los israelitas fueron perdonados y sanados. Lo que los excluyó finalmente fue su incredulidad, el hecho de que, llegado el momento de la verdad, demostraron no creer en Dios, sino que su corazón todavía estaba en Egipto. Fue esa incredulidad y desobediencia ante la Palabra de Dios la que les impidió finalmente entrar. Ciertamente, todos aquellos otros pecados eran síntomas alarmantes de esta misma incredulidad. Pero todos ellos eran susceptibles de ser perdonados sobre la base del arrepentimiento y la restauración. Así que, decir que el pecado en la vida del creyente lo elimina ipso facto de la Tierra Prometida no concuerda con la ilustración del éxodo. Esta nos advierte que cualquier caída en pecado puede ser síntoma de una actitud de corazón que a la larga se manifestará como incredulidad; pero la exclusión es sobre la base de la incredulidad, no del pecado en sí.