Sermón sin título (7)
Sermon • Submitted • Presented
0 ratings
· 3 viewsNotes
Transcript
DIVISIONES Y CONFLICTOS EN LA IGLESIA
DIVISIONES Y CONFLICTOS EN LA IGLESIA
Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.
Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas.
Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo.
¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?
Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado, sino a Crispo y a Gayo,
para que ninguno diga que fuisteis bautizados en mi nombre.
También bauticé a la familia de Estéfanas; de los demás, no sé si he bautizado a algún otro.
Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.
Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. (1:10)
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
Pocos de nosotros que llevamos participando en la vida de la iglesia largo tiempo no hemos estado o hemos conocido a una iglesia que se ha dividido o que al menos ha tenido serias discordias. Ese problema ha existido en la iglesia desde los tiempos del Nuevo Testamento. Los creyentes corintios se quedaron cortos en muchos sentidos de las normas de Cristo, y lo primero por lo que Pablo les llamó la atención fue por las rivalidades.
Las peleas son parte de la vida. Crecemos en ellas y alrededor de ellas. Los niños son rápidos en expresar su desagrado cuando no reciben algo que quieren o les quitan algo que les gusta. Los pequeños lloran y pelean porque no se salen con la suya. Discutimos y peleamos por un sonajero, luego por un juguete, luego por un balón, después por un puesto en el equipo de fútbol o en el de chicas animadoras, luego en los negocios, en las reuniones de la APA (Asociación de Padres de Alumnos) o en reuniones políticas.
Los amigos se pelean, los esposos también lo hacen, los socios tampoco se quedan atrás, las ciudades pelean e incluso las naciones, y a veces llegan hasta la guerra. La fuente de todas las peleas es la misma: la naturaleza depravada y egoísta del ser humano.
Nada hay que las Escrituras enseñen con más claridad que la verdad que el ser humano es básica y naturalmente un pecador, y que la esencia de su pecaminosidad es su obstinación. La inclinación de toda persona, desde la cuna hasta la sepultura, es ser, hacer y tener lo que quiera. Aun los creyentes se sienten continuamente tentados a volver a la vieja vida de obstinación, egocentrismo y en general de interés propio.
En el centro del pecado está el ego, el “Yo”. El egocentrismo es la raíz de la depravación humana, depravación en la que todos, excepto Cristo Jesús, hemos nacido desde Adán y Eva. Aún los cristianos somos todavía pecadores, justificados, pero todavía pecadores. Y cuando permitimos que el pecado se salga con la suya en nuestra carne, el conflicto es inevitable
Cuando dos o más personas están empeñadas en hacer lo que les da la gana, muy pronto estarán discutiendo y peleando, porque tarde o temprano sus intereses, preocupaciones y prioridades entrarán en conflicto. No hay posibilidad de que haya armonía en un grupo, aun en un grupo de creyentes, cuyos deseos, metas, propósitos e ideales están generados por su ego.
Al escribir a sus hermanos cristianos, Santiago pregunta: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis” (Stg. 4:1-2). La causa de todos los conflictos, pleitos y peleas es los deseos egoístas.
¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?
Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.
Lamentablemente, aunque está prohibido por Dios, está totalmente fuera de línea con nuestra naturaleza redimida y está en completa oposición a lo que Cristo quería y oraba para su iglesia, los pleitos se dan entre los creyentes, entre los que han sido llamados a ser uno en el Señor Jesucristo.
Aquello por lo que el Señor se lamenta y se opone, Satanás lo aplaude y lo fomenta. Pocas cosas desmoralizan, desaniman y debilitan más a una iglesia que las discusiones, los pleitos y las riñas entre sus miembros. Pocas cosas socavan más eficazmente su testimonio ante el mundo.
Los pleitos son una realidad en la iglesia porque el egoísmo y otros pecados existen en su seno. Por causa de las discordias el Padre es deshonrado, el Hijo no es considerado, su pueblo queda desmoralizado y desacreditado y el mundo se aparta y se confirma en su incredulidad. La comunión rota priva a los cristianos del gozo y la eficacia, priva a Dios de su gloria y roba al mundo del verdadero testimonio del evangelio. ¡Un precio muy elevado por nuestro egocentrismo!
Entre los muchos pecados y defectos de la iglesia en Corinto, las rivalidades son las que Pablo escogió para tratar lo primero. En la unidad está el gozo del ministerio cristiano y la credibilidad del ministerio cristiano. El Señor oró pidiendo repetidas veces en su oración sacerdotal que su iglesia fuera una (Jn. 17:11, 21-23).
Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No.
Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
La implicación de la unidad en naturaleza y comunión con Dios que Él pidió para sus discípulos eran una unidad “encarnada” en la vida.
En el Pentecostés los creyentes que acababan ser llenados de poder estaban en perfecta armonía unos con otros: compartiendo, regocijándose, adorando y dando testimonio juntos, “perseverando unánimes cada día en el templo… alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hch. 2:46-47). Su unidad dio mucho fruto en su relación unos con otros, en su testimonio al mundo y en su alabanza y glorificación de Dios.
Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,
alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
La primera necesidad de la iglesia corintia era esa clase de armonía. Es también la necesidad de muchas iglesias hoy día. Luego de discutir este asunto, Pablo pasa a la exhortación y a la instrucción que ocupan el resto de la epístola
1.- LA UNIDAD ES MORIR A LA DIVISIÓN
1.- LA UNIDAD ES MORIR A LA DIVISIÓN
Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. (1:10)
Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.
- De inmediato coloca la segunda actitud que debe de tener toda iglesia en su meta de vivir en unidad. Es así que dice a continuación: “y que no haya en vosotros divisiones…”
- Jesucristo en su momento había indicado que no había cosa más destructiva para una organización que la división.Es así que leemos en Mateo 12:25 “Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá”. Y de esa misma manera, una iglesia en la que sus miembros se levantan unos contra otros, no puede esperar sino ver como poco a poco se desintegra.
Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá.
Las divisiones más serias que puede tener una iglesia son las que involucran la doctrina. Al terminar su carta a los Romanos, Pablo les advierte: “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos” (Ro. 16:17). Los que enseñan lo que es contrario a las Escrituras no están sirviendo a Cristo, sino a sí mismo y a sus propios intereses.
Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos.
- Es por ello que de Pablo aquí tiene que ser contundente y entregar la prohibición obvia que debe de dar si uno anhela la unidad: La prohibición de toda clase de división.
- Ahora, el término que el autor utiliza aquí es uno bastante confrontativo:
La palabra SCHISMA (“divisiones”). La misma que denotando rotura o grieta, se traducía también como desavenencia o disensión.
- Y es este último el que en lo personal considero más preciso para nuestro pasaje, ya que se define como la “oposición o contrariedad de varias personas en los pareceres o en los propósitos”.
Hubo entonces disensión entre la gente a causa de él.
- Un claro ejemplo de esta acepción lo tenemos en Juan 7:43, cuando el apóstol describiendo las diferentes reacciones que se producían entre las personas que oían al Señor dice: “Hubo entonces DISENSIÓN entre la gente a causa de él”. * La idea es clara aquí, esas personas gozaban de un mismo parecer o pensamiento cuando fueron al Señor, pero luego de oírlo (El mensaje del Señor era sumamente confrontativo), comenzó la división entre ellos, sus pensamientos ahora se oponían y se contradecían. ** Eso es SCHISMA
- Y ¿Sabe? es esto precisamente lo que ocurre en una iglesia que se divide. * Nuestros pareceres u opiniones, sean doctrinales o estructurales, se colocan unos contra otros; y nuestras propósitos dejan de ser los mismos.
- Y esto último es talvez lo más grave, ya que como iglesia, no podemos tener dos o más propósitos. Por cuanto aquel que es el Señor y dueño de la iglesia, estableció uno solo en realidad: El propósito de Predicar el evangelio a toda criatura.
- Cuando la iglesia se divide, aparecen otros propósitos distintos al que el Señor nos ha entregado y con ello perdemos la brújula espiritual y dejamos de ser sal y luz en medio de esta perversa tierra.
- Otras dos acepciones que tiene la palabra SCHISMA y que me gustaría mencionar aquí, son: Partir o rasgar (el surco que se hace al arar un campo). * La cuales son también dos cosas que hace La división parte o rasga la unidad dentro de la iglesia, y quiebra otro de los aspectos fundamentales en ella, como lo es la comunión. *
lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
- En 1de Juan 1:3 l “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo”.
Si algo nos distingue como cristianos es la comunión. * Y ¿Qué es la comunión? La palabra KOINONÍA significa puntualmente “vida en común” o “vida conjunta”; y ello es exactamente lo que debemos de entender por comunión; como ese acto de compartir nuestras vidas en el Señor.
Bueno, la división rompe ello, ya que nos distancia unos de otros. * Y nos empuja NO a compartir nuestras vidas en el Señor, sino más a bien a separarlas y confrontarlas con enojo o envidia. * Y algo así es terrible.
- Me ha tocado ver de cerca la tragedia que es ello, y contemplar como es que hermanos podían asistir a un culto y sentarse siempre en los lugares más distanciados del templo, para así no tener que cruzarse las miradas; para así no tener que saludarse al salir. Esos hermanos agradecieron con gozo cuando comenzaron a hacerse dos cultos en la iglesia, ya que ahora podrían elegir el culto al que no iría ese otro hermano con el estaban distanciados… una pena.
- Usted puede distanciarse con ese vecino que hace bulla cada vez que celebran un cumpleaños, o con ese jefe que trata a todos con brusquedad y enojo, o incuso con ese familiar que solo tiene comentarios hirientes cada vez que abre los labios… pero NO PUEDE estar distanciado de su hermano en Cristo. * No puede hacerlo. *
Somos todos nosotros un cuerpo, el cuerpo de Cristo. * Y como tal no podemos estar unos contra otros; no podemos quebrar la comunión.
(Nunca permitamos eso en nuestro iglesia hermanos…
Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos.
- TODO lo relacionado a la división son cosas que de ninguna manera podemos permitir en la iglesia. * La Escritura nos manda a rechazarla de manera tajante. Es así que leemos en Romanos 16:17 “Más os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos”. * Si bien aquí se habla de la causa de división más grave (asuntos doctrinales), lo cierto es que podríamos extender el principio colocado aquí, a Todas aquellas cosas que pueden gestar división en medio de una congregación; y por ende a todas las personas que producen este accionar dentro del cuerpo de Cristo.
(Y es que las divisiones en la iglesia no siempre van a ser doctrinales; como era en el caso de Corinto, que tenía marcadas divisiones por asuntos de preferencia o comodidad con determinados líderes eclesiales. Claramente dice en el vs 1:12 “Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo” * Todos ellos enseñaban una misma doctrina, así que el preferir a uno o al otro, era un asunto principalmente de preferencia personal. La cual terriblemente había traído consigo división).
Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo.
No había desacuerdo doctrinal entre dichos líderes; la diferencia era de preferencias de personalidad o estilo de parte de los corintios, una especie de concurso de popularidad. Debido a que Pablo los catalogó entre las otras facciones, sabemos que aun los que declaraban que eran solo leales a Cristo eran en realidad solamente leales a sus propias opiniones.
- Bueno, volviendo a lo leído en Romanos, tenemos que el mandato para con aquellos que alimentan la división, es sencillo: “Que os apartéis de ellos”. * Es decir que nos alejemos de ellos (en el original entrega la idea de doblar en otra dirección).
- Y aunque pudiera sonar muy fuerte o severo ello. Lo cierto es que el Señor así lo demanda. * No podemos estar al lado de aquellos que traen división en la iglesia, no podemos consentir sus palabras divisorias, no podemos seguir el mismo sendero de desunión que transitan. *
Debemos de doblar el andar y volver al sendero de unidad con Cristo.
(Un sendero que por supuesto siempre deberá ser establecido por lo que indica su bendita Palabra).
CONCLUSIÓN
CONCLUSIÓN
- Hoy seamos sinceros delante del Señor, y reconozcamos que esa inclinación a la disputa y conflicto que hay en nuestros corazones muchas veces nos convirtió en personas que trajeron división a la gloriosa iglesia del Señor.
En personas que merecían que los demás se apartasen de nosotros.
- Muchas veces sin ser plenamente conscientes de lo que hacíamos cometimos este terrible pecado delante del Señor. * Y por ello hoy nos toca venir al salvador y pedirle perdón de todo corazón.
- Como también nos toca comprometernos delante suyo a ser defensores acérrimos de la unidad en su iglesia. A no permitir que ese precioso regalo sea quitado de nuestra congregación. * A no dejar que nuestras apreciaciones personales, nuestras opiniones particulares sean más importantes que la comunión de nuestra preciosa iglesia IACyM de HCO 28. *
Y aunque ello muchas veces nos implique esfuerzo y sacrificio. Debemos de tomar ese compromiso.