Funeral Mamá de Marylyn Enriquez - Zoraida Rodríguez Alemán
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Introducción
Introducción
Hoy estamos reunidos para recordar y celebrar la vida de Zoraida. Pero sobretodo para darle gracias a Dios por su vida y por el tiempo que Él decidió que estuviera con nosotros.
La Palabra de Dios nos enseña que Él es al autor de la vida y también el consumador. Él es quien da la vida y quien decide volverla a tomar. Porque la vida le pertenece a Él.
La Palabra también nos enseña que nuestros días están contados.
Reflexionando acerca de la brevedad de la vida, Job declara:
»Ya que sus días están determinados, El número de sus meses te es conocido, Y has fijado sus límites para que no pueda pasarlos.
Así mismo el salmista declara:
El hombre, como la hierba son sus días; Como la flor del campo, así florece;
Cuando el viento pasa sobre ella, deja de ser, Y su lugar ya no la reconoce.
Por eso cada día de nuestras vidas es un regalo de Dios. Y cuando una persona llega a vivir 87 años, eso son muchos días de gratitud a Él.
Sin embargo, la muerte sigue siendo el mayor enemigo de la humanidad. No fuimos creados para morir.
La muerte entró al mundo como producto; como consecuencia de la caída del hombre. Por lo tanto los humanos nunca nos acostumbraremos a la muerte. Especialmente a la muerte de una madre.
Por eso los cristianos hemos puesto nuestra confianza en Cristo Jesús. Porque con su sacrificio en la cruz y su resurrección Él venció la muerte y prometió un día regresar para restaurar todas las cosas. Para reparar todo lo dañando. Para recrear el mundo que un día creó y que fue corrompido por el pecado. Y para darnos vida eterna a todos aquellos que hemos puesto nuestro confianza en Él.
Por eso, un día, frente a la tuba de su amigo, Jesús declaró:
Juan 11:25–26 (NBLA)
25 ...«Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque muera, vivirá,
26 y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás...
Pero, aunque pongamos nuestra confianza en Él, Él sabe que mientras estemos en este mundo sufriremos profundamente la partida de nuestros seres queridos. Aunque hayan vivido una vida larga y plena.
Por eso Él preparó a sus discípulos para enfrentar su muerte.
Y lo hizo dándoles una formula maravillosa y una esperanza gloriosa.
Esto lo vemos en el capítulo 14 del Evangelio de Juan. Este es uno de las capítulos más gloriosos de toda la Biblia. Por lo contundente de las declaraciones de Jesús a sus discípulos. Tanto acerca de ellos como de sí mismo.
(NBLA)
1 En esa ocasión Jesús le dijo a sus discípulos; a sus estudiantes; a sus aprendices, a aquellos a quienes amó hasta lo sumo: »No se turbe su corazón; crean en Dios, crean también en Mí.
Si algo produce la muerte de un ser querido es turbación. Confusión. Angustia. Tristeza.
Jesús sabía que en unas pocas horas sus discípulos experimentarían el momento más difícil de sus vidas.
Ellos verían a su amado Maestro clavado en una cruz.
Y aquí está la formula: En ese momento de turbación crean en Dios y crean en Mí también.
Aunque me vean clavado en una cruz, aunque vean mi cuerpo inerte siendo sepultado en una tumba, no olviden que ese no es el final. Crean, esperen, confíen.
En otras palabras, para sobrellevar la tristeza, la angustia, la turbación de perder a un ser querido, es necesario cree en Él. Es necesario creer en lo que el dijo y enseñó. Es necesario confiar en Él. Es necesario esperar en Él.
Porque hay una promesa gloriosa.
2 »En la casa de Mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, se lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para ustedes.
Mi Padre tiene un hogar. Y si ustedes ponen su confianza en Mí y permanecen en Mí, mi Padre los recibirá como hijos adoptivos. Y en poco tiempo yo me iré, pero me iré a prepararles una habitación a cada uno de ustedes en la casa de mi Padre.
Mi entendimiento es que Zoraida puso su confianza en Él. Si eso es así, hay una habitación en la casa de su Padre preparada especialmente para ella.
Pero Jesús no se fue solamente a prepararnos morada. Él también dijo:
3 »Y si me voy y les preparo un lugar, vendré otra vez y los tomaré adonde Yo voy; para que donde Yo esté, allí estén ustedes también.
El deseo de Jesús y de Su Padre no es simplemente darnos vida eterna o darnos un lugar donde vivir eternamente. El mayor deseo de Jesús y de Su Padre es que vivamos para siempre junto a Él.
Que disfrutemos para siempre de Su presencia sin restricciones, sin limitaciones, sin pecado, sin verguenza. Que disfrutemos de la verdadera fuente de amor inagotable. Que disfrutemos de la verdadera fuente gozo inagotable. Que disfrutemos de la verdadera fuente de paz inagotable.
Ese es el verdadero deseo del Hijo y del Padre. Ese es verdadero significado de la cruz y de la tumba vacía. Ese es el verdadero regalo de la salvación. Ese es el mensaje que los cristianos no nos cansamos de predicar.
Que un glorioso día estaremos para siempre junto Él. En ese día volveremos a ser verdaderamente humanos. Tal y como Él nos creó. Inocentes. Limpios. Sin la corrupción del pecado. Sin la maldición de la muerte.
En ese día, dice el libro de Apocalipsis que:
»Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado»
Jesús continúa diciéndoles a sus amados discípulos:
4 »Y conocen el camino adonde voy».
Llevamos tres años juntos. Llevo tres años enseñándoles acerca del Reino de Dios. Me imagino que entienden lo que les estoy diciendo y a dónde voy.
5 «Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?», le dijo* Tomás.
6 Jesús le dijo*: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí.
No existe una persona en toda la historia de la humanidad; no existe líder religioso o político que haya hecho una declaración como esta. Ni semejante.
Para todo corazón descarriado, Jesús es la respuesta.
Para todo corazón perdido, Jesús es la respuesta.
Para todo corazón errante, Jesús es la respuesta.
Para todo corazón que busca dirección, Jesús es la respuesta.
Porque solo Él dijo: Yo soy el camino.
Y para toda pregunta existencial, Jesús también es la respuesta.
Para todo corazón confundido, Jesús es la respuesta.
Para todo corazón ignorante, Jesús es la respuesta.
Porque solo Él dijo: Yo soy la verdad.
Y para todo corazón que desfallece, Jesús también es la respuesta.
Para todo corazón cansado, agobiado y abatido, Jesús es la respuesta.
Para todo corazón hastiado, Jesús es la respuesta.
Porque solo Él dijo: Yo soy la vida.
En otra ocasión Jesús también dijo:
»Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar.
»Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas.
»Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera».
No hay manera de disfrutar de la promesa de un día morar para siempre junto al Padre y al Hijo sino es a través de Jesús. Si no es a través de poner toda nuestro confianza en Él.
No hay manera de recibir la paz, el gozo y el consuelo verdadero, que solo proviene de Dios, especialmente en momentos tan dolorosos como estos, si no creemos que Jesús es el camino, la verdad y la vida. Si Él no es nuestra esperanza.
En esta vida todo pasará. La familia pasará. El trabajo pasará. La seguridad económica pasará. La salud pasará. Pero los que esperan en el Señor permanecerán para siempre.
El profeta Isaías lo dice de esta manera:
Él da fuerzas al fatigado, Y al que no tiene fuerzas, aumenta el vigor.
Aun los mancebos se fatigan y se cansan, Y los jóvenes tropiezan y vacilan,
Pero los que esperan en el Señor Renovarán sus fuerzas. Se remontarán con alas como las águilas, Correrán y no se cansarán, Caminarán y no se fatigarán.
Casi al final de este capítulo 14 de Juan Jesús dice:
27 »La paz les dejo, Mi paz les doy; no se la doy a ustedes como el mundo la da. No se turbe su corazón ni tenga miedo.
Jesús culmina estas declaraciones de la misma forma en que las comenzó.
No se turbe su corazón ni tenga miedo.
Pero añade algo maravilloso.
Después de, con todo el amor y la paciencia del mundo, contestar todas las interrogantes de sus discípulos, porque Él es la verdad, vuelve a lo que originalmente les quería decir.
Cuando llegue el día malo, que de seguro llegará, no dejen de confiar en Mí. Porque les aseguro que si se mantienen firmes confiando en Mí, especialmente en el momento de tribulación, serán sorprendidos con un milagro extraordinario.
Experimentarán lo que muy pocos experimentan en este mundo: Mi Paz.
Una Paz que viene del cielo. Que nada en este mundo puede proveer. Que en ninguna parte de este mundo se puede encontrar.
El apóstol Pablo se lo dice de esta manera a la iglesia de los filipenses:
7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús.
Jesús sabe que las tribulaciones de este mundo tienen la capacidad de dañar o lastimar nuestra mente y nuestro corazón.
Por eso nuestros hospitales de salud mental no dan abasto. Por eso somos unos de los países que más medicamentos de salud mental consumimos.
Pero aquellos que ponen su confianza en Cristo Jesus, especialmente en los momentos de tribulación, tienen una garantía. Él prometió guardar sus corazones y sus mentes e inundarlos de su Paz.
Así que mi invitación en este día para cada uno de los que estamos aquí, especialmente para aquellos que amaron a Zoraida profundamente y que hoy lloran su partida, es que pongan su confianza en Aquel que único puede llenar sus corazones de una paz que sobrepasa todo entendimiento. Pongan su confianza en el Señor Jesucristo.
En Aquel que está en este mismo instante preparando morada para todos aquellos que han puesto su confianza en Él.
En Aquel que un día regresará para que vivir con su pueblo para siempre.