Jehová es mi bandera - Cristo está en residencia - Exodo 17-8-16

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Jehová es mi Bandera

Cristo reside en esta casa

Pasaje:                 Éxodo 17:8-16

Enseñanza:        El pueblo de Israel luchó contra los de Amalec con tres ayudas grandes, La guía

de Josué en el campo de batalla, La intercesión de Moisés en lo alto de la montaña, y la Fuerza de Dios en cada uno de ellos. Al igual que Israel, nosotros luchamos cada día contra el enemigo, la carne y el mundo. A veces, somos derrotados, pero Dios a enviado a Jesucristo a interceder por nosotros en lo alto del calvario y al Espíritu Santo para guiarnos en el campo de batalla; y el ideal de Dios es que seamos los que triunfan. Apoderemos de esta verdad y coloquemos la bandera de Dios en lo alto de nuestra vida cada día. Así sabrán que nuestro capitán es Cristo y nuestra vida le pertenece a ÉL.

Proposición:      Tres formas en que Dios nos ayuda a identificarnos con él. 

Introducción:

La Reina Elizabeth II de Inglaterra tiene tres residencias reales (El Palacio de Buckinham, El Castillo de Windsor y el Palacio de Holyrood), más dos hogares privados.  Esto puede ser confuso para aquellos quienes necesitan encontrarla, excepto por algo muy importante: La bandera de la reina Isabel flamea sobre la casa en donde ella se encuentra. Si su bandera azul y dorada, está en el asta, es seguro que la reina está allí.

Moisés también tenía una bandera. Después de la batalla contra los de Amalec, él construyó un altar y le llamó “Jehová-nisi” que se traduce: “Jehová es mi bandera”.  Moisés quería que todos supieran que Dios estaba allí con su pueblo.  Generación tras generación podían mirar y saber que Dios estuvo allí en medio de ellos.

Como cristianos, debemos levantar la bandera de Dios sobre nuestras vidas. No importa cuán difícil sea nuestra circunstancia, Dios no abandonará su residencia de entre medio nuestro. El apóstol Juan declaró: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). Y Jesucristo dijo: “…Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 20:28). Si el Rey está presente, su bandera debe estar en lo alto.

La gran victoria sobre Amalec, envuelve tres elementos:

·         El poder de Dios en el cielo.

·         La habilidad de Josué y del ejercito en el campo de batalla.

·         La intercesión de Moisés, Aarón y  Hur en la cima de la montaña.

Dios pudo haber mandado ángeles para aniquilar a los enemigos, pero El deseó usar seres humanos para cumplir sus propósitos.

·         Josué y su ejército debían confiar en Dios y luchar.

·         Moisés, Aarón y Hur debían confiar en Dios e interceder.

·         Y Dios debía hacer el resto.

En este sentido, el pueblo de Dios debía crecer en fe y el nombre de Dios debía ser glorificado.

Era una costumbre para el pueblo Judío, levantar sus manos al orar. Así Moisés confesaba y reconocía una total dependencia en la autoridad y el poder de Dios al orar.  No era Moisés quien daba el poder a Josué y su ejército.  Era Dios, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, “Jehová de los Ejércitos” el que hacía prevalecer a su pueblo.

Es la primera batalla que el pueblo de Israel pelea. No habían tenido antes otra experiencia de estar en una batalla. Salieron de Egipto por mano de Dios y vieron de lo que Dios es capaz de hacer.  Pero ahora Dios había elegido luchar a través de ellos.

La lucha de Israel con Amalec ilustra la lucha del creyente contra la carne.

Esta lucha no la ganamos nosotros sino que la ganó Cristo en la cruz del calvario.

·         Moisés con la vara de Dios v. 9.  Representa a Cristo en la cumbre del clavario ganando nuestra lucha con la carne.

·         Los de Amalec atacando por detrás (Deut. 25:17-18) representan al enemigo y a la carne aprovechando las debilidades del creyente para derrotarlo.

o   Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto; de cómo te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios.

·         Aarón y Hur ayudando a Moisés a sostener sus manos levantadas, representan la oración intercesora y corporativa de la iglesia entera a favor del creyente.

·         Josué al mando del ejército en el campo de batalla, representa al Espíritu Santo peleando la batalla en el creyente.

·         La espada de Josué en su mano representa la Palabra de Dios penetrando en la carne del creyente para derrotarla y permitir al espíritu del creyente vivir bajo la cobertura del Espíritu Santo.

·         Note que Josué “deshizo” a los de Amalec.  “deshizo” viene del hebreo “wayachalosh” que quiere decir: “debilitar, postrar, desconectar”.   La carne nunca será “destruida” o “erradicada” en esta vida, sino que cuando Cristo regrese, nos dará nuevos cuerpos (Filip. 3:21).

o   el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.

·         Finalmente Moisés levantó un altar y le nombró: “Jehová-Nisi” que es uno de los nombres compuestos de Dios y que significa “Jehová es mi bandera” o “Jehová es mi estandarte”. Probablemente Moisés vio en Egipto al ejército, moverse con uno de los estandartes de sus dioses por delante. Aquí, Moisés puso por delante al estandarte que identifica al ejército de Dios, al pueblo de Dios.

¿Bajo qué estandarte o bandera se identifica usted?, ¿Le entusiasma pensar que usted pertenece a un color y un ideal? El color de Cristo es el color de su sangre derramada en la cruz por cada uno de nosotros y su ideal es la salvación de todos los que se acercan a él.

Ponga hoy mismo la bandera de Cristo en lo alto de su vida y haga que todos los que lo vean le identifiquen con Cristo.

Si usted aun no tiene puesta la bandera de Cristo, y aun está luchando con el mundo, o a sufrido la derrota del enemigo; únase hoy mismo al ejército ganador y rinda su corazón a Dios.

¿Es obvio para aquellos que le rodean que el Rey está residiendo en su vida? Asegúrese que SU bandera, pintada con los colores de la fe, la esperanza y el amor, flamee a lo alto del castillo de su vida. Es un privilegio flamear esa bandera; es una vergüenza no hacerlo. Si el Rey está en residencia, asegúrese de poner SU bandera.

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