Somo hijos en la misma familia - Nueva familia en Cristo - 1 Pedro 1-22ss

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Somos hijos en la misma familia

“Nueva familia en Cristo”

Pasaje:                 1 Pedro 1:22 - 2:3

Enseñanza:         Cuando uno se da cuenta de las implicaciones de ser hijos en la misma familia, somos enfrentados a la necesidad de edificar y mantener la unidad en el pueblo de Dios.

Proposición:       Tres experiencias que nos ayudan a edificar la unidad en la iglesia.

Hemos experimentado el mismo nacimiento (23-25)

·         La única manera de entrar a la familia espiritual de Dios es a través del nacimiento espiritual, que es poner la fe en Cristo (Juan 3:16ss). 

·         Hay dos padres en nuestro nacimiento físico, también sucede lo mismo en nuestro nacimiento espiritual:

o   El Espíritu Santo (Juan 3:5-6) y

o   La Palabra de Dios (1 Pedro 1:23).

·         Este nuevo nacimiento nos da una nueva naturaleza (2 Pedro 1:4), así como una esperanza nueva y viva (1 Pedro 1:3).

Nuestro primer nacimiento fue el de la “carne”, y la carne es corruptible.

·         Lo que sea que nazca de la carne está destinado a decaer y finalmente morir.

·         Esto explica el por qué la raza humana no puede mantener su civilización unida.

o   Está todo basado en la carne humana y por eso está destinado a fallar.

o   Así como las hermosas flores de la primavera, todo lo que el hombre hace se ve exitoso y fuerte por un tiempo, pero luego empieza a decaer hasta morir.

o   Desde lo que sucedió con la torre de Babel allá en Génesis 11, hasta lo que sucederá con “la Gran Babilonia” en Apocalipsis 17-18, los grandes intentos del hombre por lograr la unidad están destinados a fallar.

·         Así que si nosotros tratamos de edificar la unidad en nuestra iglesia, sobre la base de nuestro primer nacimiento, irremediablemente fracasaremos;

·         pero si construimos los puentes que nos comunican el uno al otro y edificamos la unidad de nuestra iglesia sobre las base de nuestro nuevo nacimiento (espiritual – nuestra nueva vida en Cristo), lograremos un éxito divino.

o   Cada creyente tiene el mismo Espíritu Santo viviendo, morando, habitando en su interior (Romanos 8:9).

o   Invocamos y oramos al mismo Padre Celestial (1 Pedro 1:17) y compartimos la misma nueva vida en Cristo.

o   Creemos y confiamos en la misma Palabra de Dios, y esa Palabra nunca pasará o desaparecerá.

o   Hemos creído en el mismo Evangelio, y

o   Hemos nacido del mismo Espíritu.

o   Las características externas de la carne que pueden dividirnos no significan nada cuando las comparamos con las características eternas del Espíritu que nos unen.


 

Expresamos el mismo amor (v.22).

Pedro usa dos diferentes palabras para mencionar “amor”:

·         “filadelfia” de donde viene “filial” lo cual describe el “amor filial”,

·         y “ágape” el cual describe el amor sacrificial de Dios hacia nosotros.

Es importante que compartamos las dos clases de amor aquí mencionadas.

·         Debemos compartir “amor filial” porque somos hermanos y hermanas en Cristo y nos parecemos.

·         Pero también debemos compartir el “amor ágape” porque pertenecemos a Dios y por eso podemos sobrepasar abundantemente las diferencias entre uno y otro.

Por naturaleza, todos nosotros somos egoístas; así que se necesitó un milagro de Dios, para darnos este amor.

·         Porque “obedecemos la verdad, mediante el Espíritu” (v.22) Dios purifica nuestras almas y derrama su amor en nuestros corazones (Romanos 5:5).

·         Amor por el hermano y por la hermandad entera es una evidencia de que verdaderamente hemos nacido de Dios (1 Juan 4:7-21).

·         Ahora somos “hijos obedientes” (1 Pedro 1:14) que no deseamos más vivir en los deseos egoístas de la antigua vida.

Es trágico cuando la gente trata de “fabricar” amor, por que el producto final es un amor “barato” y artificial.

·         El salmo 55:21 dice: “Los dichos de su boca son más blandos que la mantequilla, Pero guerra hay en su corazón; suaviza sus palabras más que el aceite, mas ellas son espadas desnudas”.

·         El amor que debemos compartir el uno al otro, y con el mundo perdido, debe ser generado por el Espíritu de Dios.

·         Es un poder constante en nuestras vidas, y NO algo que prendemos y apagamos como un radio.

No solamente este amor es “amor espiritual”, sino que también es un amor sincero (no fingido).

·         Amamos con un “corazón puro”.

·         Nuestra motivación no es recibir sino dar.

Este amor también es “ferviente”.

·         Esta es una palabra que halla su origen en los términos atléticos, y quiere decir: “luchar con toda la energía”.

·         El Amor es algo que tenemos que ejercitar, así como el atleta olímpico debe entrenar y desarrollar sus habilidades.

·         El amor cristiano no es un sentimiento, es un asunto de voluntad. Entregamos amor a otros cuando les tratamos de la misma manera que Dios nos trata a nosotros mismos.

o   Dios nos perdona, así que debemos perdonar a otros.

o   Dios es misericordioso con nosotros, así que debemos tener misericordia con otros.

·         No es un asunto de sentimientos, sino de voluntad; y por lo tanto es algo en lo que constantemente debemos estar trabajando y ejercitando si queremos tener éxito.

Para lograrlo tenemos dos magníficos asistentes para ayudarnos:

·         La Palabra de Dios y el Espíritu de Dios.

·         La misma verdad en la que hemos confiado y que hemos obedecido para llegar a ser “hijos de Dios”, también nos nutre y nos fortalece.

·         Es imposible amar la verdad y odiar a los hermanos.

·         El Espíritu de Dios produce los “frutos del Espíritu” en nuestra vida, y el primero de ellos es el amor (Gal 5:22-23).

·         Si somos llenos de la Palabra de Dios (Col. 3.16ss), y del Espíritu Santo de Dios (Efesios 5:18ss), manifestaremos el amor de Dios en nuestro diario vivir y en cada una de nuestras experiencias.

Nos Gozamos del mismo alimento nutricional (2:1-3)

La Palabra de Dios tiene vida, da vida, y nutre la vida.

·         Deberíamos tener hambre de la Palabra de Dios así como un recién nacido hambriento. Deberíamos desear la Palabra Pura, no adulterada, porque solamente ella puede ayudarnos a crecer.

·         Veo con tristeza cuando niños pequeños aborrecen la leche. La mamita les pone, chocolate, frutilla, vainilla, etc para darle otro sabor a la leche, pero aun así hacen escándalo para tomársela.

·         Así mismo es triste cuando cristianos no tienen hambre de la Palabra de Dios; y en lugar de ello se alimentan con “entretención religiosa”.

·         Conforme vamos creciendo, descubrimos que:

o   la Palabra de Dios es “leche para bebés

o   pero también es “alimento sólido” para cristianos maduros (1 Cor. 3:1-4; Hebreos 5:11-14).

o   También es “pan” (Mateo 4:4)

o   y miel (Salmo 119:103).

Algunas veces, los niños no tienen apetito porque han estado comiendo cosas no nutritivas. Pedro advirtió esto a sus lectores a “desechar” ciertas actitudes del corazón que entorpecen su apetito y su crecimiento espiritual.

·         “Malicia” = maldad en general.

·         “Engaño”= astucia, (dolo=cebo como la comida para trampa) usar palabras y acciones astutas, para conseguir lo que desean.

Obviamente que si somos culpables de “malicia” y “engaño” trataremos de encubrirlo, y esto conlleva a la “hipocresía”.

·         A menudo la causa de la “mala voluntad” es la “envidia”,

·         y uno de los resultados de la envidia es la mentira y la calumnia=las detracciones (falso testimonio en contra de otros). Las conversaciones de pasillo que derriban a otra persona.

Si estas actitudes y acciones están en nuestras vidas, perderemos nuestro apetito por la Palabra de Dios Pura.

Si paramos nuestro proceso alimenticio de La Palabra de Dios, dejamos de crecer, y dejamos de gozarnos (“desead” del 2:2) de la gracia que tenemos en el Señor.

Cuando los cristianos están creciendo en la Palabra de Dios, son pacificadores y reconciliadores, Así entonces se promueve la “unidad” de la iglesia.

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