Mi casa: una iglesia

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La primera iglesia

El plan de Dios es usar la iglesia para la transformación del mundo.
La iglesia es un instrumento de Dios para bendecir las naciones.
Cuando el ser humano se había olvidado de Dios, viviendo según sus propios criterios y estaba siendo presa del pecado, Dios provee una vía a través de la cual llevar salvación.
La primera iglesia empieza con una familia.
Génesis 12:1–3 NVI
1 El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré. 2 »Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición. 3 Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!»
Dios llama a Abram para que él fuera el modelo de la restauración.
El propósito final no era distinguir a una nación de las demás sino hacer que esa nación viviera según el diseño de Dios para testimonio e inspiración de todas las demás naciones.
Abram tenía que salir de la casa de su padre terrenal para entablar una relación con su Padre celestial.
Abram debía salir de su cultura para conocer cómo se vivía según la cultura de Dios.
Abram tenía que romper su vínculo con otros dioses para conocer al verdadero Dios.
La familia de Abram tenía algunas características particulares:
No tenía tierra dónde asentarse, pero tenía una misión.
No tenía descendencia por la esterilidad de Sara, pero tenía una misión.

El poder de una misión

La nueva familia no conocía a Dios, apenas tenía un conocimiento vago de Él.
La nueva familia estaba limitada por las limitaciones y conflictos humanos.
La nueva familia se dirigía al desierto, sin rumbo fijo, solo guiados por un Dios invisible.
La nueva familia sería una más entre otras de no ser porque Dios les da una misión.
Cuando tienes una misión muchas cosas cambian:
La vida adquiere un sentido.
Las adversidades se superan con mayor firmeza.
Las decisiones se orientan hacia un objetivo.
Se descubren nuevas habilidades, recursos y oportunidades.
Asumimos un mayor compromiso con el legado que debemos dejar.
Tan importante es que comprendas que tienes una misión como que comprendas que en tu contexto familiar tienes una misión.
Independientemente del rol que tienes dentro de tu familia, es importante que comprendas que tienes una misión que cumplir y que tu familia está dentro de los propósitos de Dios.

Si tu familia fuera una iglesia

Piensa por un momento en todas las ilustraciones que la biblia nos da sobre la iglesia:
Cuerpo
Templo
Una planta
Un rebaño
Una esposa
Una familia
Si fueras Abram y Dios te llamó para hacer de ti una familia ejemplar, que el mundo viera para imitar ¿Cuál sería tu misión?
Piensa en pasos. Si todavía no eres la familia ejemplar que Dios necesita para bendecir las naciones ¿qué es lo primero que debes hacer?
En gran medida, lo primero que debes hacer empieza por ti.
Dios se empezó a revelar a Abram a medida que él creyó y caminó con Dios. ¿Le crees a Dios?
Abram tuvo que abandonar sus creencias y costumbres, por eso no debió parecerle extraño que Dios le pidiera el sacrificio de su hijo, pero pronto conocería que Dios no es como los otros dioses y que en vez de demandar tu sacrificio, provee el cordero para el sacrificio. ¿Qué costumbres debes dejar?
Abram tuvo que compartirles a sus descendientes acerca de Dios, dárselos a conocer, de lo contrario vivirían como todas las naciones de la tierra. ¿Cómo estás reflejando y compartiendo a Jesús en tu familia?

Familia bajo ataque

Esto hace que comprendamos por qué la familia está bajo ataque.
Si toda esta restauración empezó con una familia, esta será blanco de ataque.
Porque quedó demostrado que cuando una familia camina con Dios las naciones son bendecidas.
Así que si queremos sumarnos a la misión de Dios de restaurar esta tierra lo mejor que debemos hacer es fortalecer la familia.
El fanatismo religioso y legalista no es el camino para la protección de la familia.
El camino para el fortalecimiento de la familia es la bendición. Bendiga a sus hijos, padres, hermanos y demás familiares.

Haz de tu casa una iglesia

Empieza con los tuyos. Acércalos. Muéstrales. Bendícelos.
Haz de tu casa un hogar. Que tus vecinos noten que tu casa es una embajada de paz, no una zona de guerra.
Crea espacios en la casa que permitan la reunión familiar y el encuentro con Dios.
Ora, canta, lee la palabra de Dios a vista de otros.
Invítalos a eventos especiales o cultos con temas que les interesen.
Ora por tu familia, por cada uno. Pregúntales por sus necesidades e interésate en ellas.

Bendición

Isaías 59:21 NVI
21 »En cuanto a mí—dice el Señor—, éste es mi pacto con ellos: Mi Espíritu que está sobre ti, y mis palabras que he puesto en tus labios, no se apartarán más de ti, ni de tus hijos ni de sus descendientes, desde ahora y para siempre —dice el Señor—.
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