Levitico - Clase 3

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El tema principal de Levítico, visto a la luz de todo el pentateuco.

El tema principal del pentateuco es la manera en la que Dios abre un camino para que la humanidad habite en su presencia, este es el fin ultimo del pacto de gracia. La esencia de ese camino y el corazón de la teología del Pentateuco es el Día de la Expiación en Levítico.
Veamos como se desarrolla el tema de la morada de Dios desde Génesis 1 a Éxodo 40.
A grandes rasgos podemos decir que en Genesis, Moisés describe el alejamiento progresivo de los hombres de la presencia de Dios por causa del pecado. Mientras que Exodo vemos como Dios busca a un pueblo que él ha escogido para si y lo trae de regreso a su presencia cuando establece su morada en medio de Israel.
Vamos a considerar con detenimiento estas ideas.

Genesis - Prologo del Pentateuco

Tema principal: “Creados para habitar en la casa de Dios"
El relato de la creación de Génesis 1:1-2:3 es el prólogo dentro del drama narrativo general del Pentateuco. De hecho, la trama fundamental del Pentateuco (y de la historia redentora) se pierde a menudo precisamente por no discernir el fin último de la creación, a saber, que la humanidad habite en la presencia de Dios en gloria.
La biblia inicia así en Génesis 1: 1 “En el principio Dios creó los cielos y la tierra”, hay varios principios relevantes en este versículo:
Se nos revela la distinción entre el Creador auto-existente y eterno y su criatura finita.
Notamos aquí como Dios creó 2 ámbitos: el invisible, en el cielo (Esta velado para nuestros ojos) y el visible en la tierra. Col 1: 16 “Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él.” . En la consumación, el cielo y la tierra serán uno solo (Apocalipsis 21: 2,10).
Dios hizo del cielo su morada permanente. En el cielo está el templo santo de Dios. (Eze 10: 4). El Espíritu de Dios habita en su templo celestial y lo llena con su radiante gloria. Los ángeles en el cielo contemplan su gloria y “adoran a Jehová” (Salmo 29: 1–2). Isaías tuvo una visión de este reino invisible, Isaías 6: 1-3
Notamos ya en Genesis 1, una distinción entre lo santo y lo común: El cielo es un lugar sagrado y santo porque es el templo de Dios. Es un lugar que esta lleno de la gloria del Espíritu de Dios. Es la morada permanente de Dios. Es el lugar santísimo. La Tierra, es el reino común. Cuando algo que es común en la tierra, es santificado, es porque se asocia directamente con el reino celestial. Por esta razón, en la consumación, toda la tierra será santificada, cuando la nueva Jerusalén descienda del cielo, la tierra se transformará en un lugar santísimo. La “morada de Dios” estará “con el hombre”, y Dios “morará con ellos” en el esplendor de su gloria por la eternidad, este será el clímax de la historia y es el tema que se desarrolla en el pentateuco.‌ Apocalipsis 21:3 “Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: «El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos.”
Este pasaje nos ofrece demás el principio de la tipología. La tierra es un tipo, una sombra o figura del cielo (antitipo). Vemos esta tipología en la creación de la “expansión” Genesis 1:6–8 “Entonces dijo Dios: «Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas» Dios hizo la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión de las aguas que estaban sobre la expansión. Y así fue. Y Dios llamó a la expansión cielos. Y fue la tarde y fue la mañana: el segundo día.” Esta expansión es como una cortina que Dios extendió sobre la tierra, para separar el los visible, de lo invisible. En la consumación este velo será quitado: Apocalipsis 6:14 “El cielo desapareció como un pergamino que se enrolla, y todo monte e isla fueron removidos de su lugar.”Un día la tierra será celestial.
Génesis 1:26–27 NBLA
Y dijo Dios: «Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra». Dios creó al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Después de crear los cielos y la tierra, Dios los llenó con criaturas vivientes:
Hizo seres celestiales para habitar en el cielo
Hizo luego criaturas terrenales para llenar la tierra. De todas la creaturas terrenales, solo el hombre fue creado a imagen de Dios (reflejaba la gloria de Dios y expresaba sus atributos de justicia y santidad, ademas de tener autoridad de sojuzgar la tierra - Salmo 8.
El hombre fue creado justo. Dios le dio un oficio sacerdotal Genesis 2:15 “El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.” Adán fue creado para adorar a Dios en su templo santo, el huerto de Eden (Un monte de donde salía un rio - Genesis 2:10, Adán debía hacer en la tierra, lo que hacían los ángeles en el cielo y finalmente adán estaba destinado a entrar en el reino celestial (Esto estaba señalado en el árbol de la vida - Apocalipsis 22:14.
Como imagen de Dios, el hombre es un ser religioso y su existencia estaba orientada hacia al cielo como meta final de su existencia. Fue llamado a morar delante de la presencia de la santidad de Dios.
Dios creó al hombre para tener comunión con él, por esta razón Dios le dio al hombre su revelación especial. Adán en el huerto pudo oir y comprender la voz de Dios. El hombre tiene un alma racional.
Desde el principio, Dios estableció que esta comunión con el hombre creado a su imagen, avanzara más allá de su estado original mutable, a un estado de inmutabilidad, perfección y bienaventuranza eterna. En ese estado la humanidad sería glorificada y trasladada de la tierra al cielo, para contemplar la gloria de Dios y adorarlo en su templo celestial.‌
Como primer el primer sumo sacerdote, Adán fue designado para entrar en el templo celestial. Él mismo se convertiría en un templo viviente, siendo lleno del Espíritu de gloria de Dios.
Pero esta bienaventuranza eterna se esfumo por causa de su pecado.
Lo que Adán perdió, lo alcanzó Cristo, el nuevo Adán. Como sumo sacerdote supremo , Cristo cumplió la misión que originalmente se le dio a Adán de llevar al mundo a su estado final, uniendo todas las cosas en el cielo y la tierra:
Efesios 1:10 NBLA
con miras a una buena administración en el cumplimiento de los tiempos, es decir, de reunir todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra.
El Cristo ascendido es un templo viviente supremo en el que “habita corporalmente toda la plenitud de la deidad” (Colosenses 2: 9). Y a través de nuestra unión espiritual con él, nosotros somos "edificados juntamente con Él para ser morada de Dios en el Espíritu" (Efesios 2:22).
‌El propósito eterno de Dios de convertir a los portadores de su imagen, en un lugar santísimo viviente en el que Dios mora, ahora se está cumpliendo en la iglesia que esta unida a Cristo.
Génesis 2:1–3 NBLA
Así fueron acabados los cielos y la tierra y todas sus huestes. En el séptimo día ya Dios había completado la obra que había estado haciendo, y reposó en el día séptimo de toda la obra que había hecho. Dios bendijo el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que Él había creado y hecho.
Este fue el clímax de la semana de la creación. Dios había terminado de crear su palacio cósmico, y ahora entra en un reposo sabático.
Dice Geerhardus Vos, que este reposo sabatico "representa la consumación de un trabajo realizado o la alegría y satisfacción que este conlleva".
Esta es además una escena de coronación en la que Dios está siendo entronizado en su templo celestial.
Meredith Kline dice: El reposo sabático de Dios es una coronación real en el trono celestial de su templo-palacio cósmico (Isaías 66: 1). Celebra la culminación de la creación y revela que Dios, el Alfa, es también el Omega. Este reinado del sábado no tiene fin. Por tanto, el séptimo día no tiene una fórmula “… y fue la tarde y la mañana”; puesto que continúa para siempre, y los creyentes están invitados a participar de él por la eternidad
Hebreos 4:3–10 NBLA
Porque los que hemos creído entramos en ese reposo, tal como Él ha dicho: «Como juré en Mi ira: “No entrarán en Mi reposo”», aunque las obras de Él estaban acabadas desde la fundación del mundo. Porque así ha dicho en cierto lugar acerca del séptimo día: «Y Dios reposó en el séptimo día de todas Sus obras»; y otra vez en este pasaje: «No entrarán en Mi reposo». Por tanto, puesto que todavía falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes antes se les anunció las buenas nuevas no entraron por causa de su desobediencia, Dios otra vez fija un día: Hoy. Diciendo por medio de David después de mucho tiempo, como se ha dicho antes: «Si ustedes oyen hoy Su voz, No endurezcan sus corazones». Porque si Josué les hubiera dado reposo, Dios no habría hablado de otro día después de ese. Queda, por tanto, un reposo sagrado para el pueblo de Dios. Pues el que ha entrado a Su reposo, él mismo ha reposado de sus obras, como Dios reposó de las Suyas.
El Salmo 132 correlaciona el reposo de Dios con el establecimiento de su trono en el templo. El lugar santisimo del templo, era el lugar donde estaba el arca del pacto, que tenía encima del propiciatorio dos querubines, esta arca de la alianza era llamada el trono de Dios, o el lugar de su reposo.
Salmo 132:7–8 NBLA
Entremos a Sus moradas; Postrémonos ante el estrado de Sus pies. Levántate, Señor, al lugar de Tu reposo; Tú y el arca de Tu poder.
El cielo es la morada permanente de Dios, es el lugar de su reposo permanente. En el cielo, Dios está sentado en su trono, esta en su reposo eterno, reinando sobre el cielo y la tierra.
De manera que en el clímax de la semana de creación, Dios se sentó en el trono de su templo-palacio, lo encendió en llamas con su gloria y esto fue celebrado por los ángeles.
Jeremías 17:12 NBLA
Trono de gloria, enaltecido desde el principio Es el lugar de nuestro santuario.
‌De esto se trata el reposo de Dios. La biblia nos presenta a Dios en su reposo eterno, sentado en su trono celestial, con sus pies descansando sobre la tierra.
Isaías 66:1–2 NBLA
Así dice el Señor: «El cielo es Mi trono y la tierra el estrado de Mis pies. ¿Dónde, pues, está la casa que podrían edificarme? ¿Dónde está el lugar de Mi reposo? »Todo esto lo hizo Mi mano, Y así todas estas cosas llegaron a ser», declara el Señor. «Pero a este miraré: Al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante Mi palabra.
El sábado es pues es el clímax de la semana de la creación. Pero además será el clímax de la historia humana.
Los portadores de la imagen de Dios están destinados a entrar en su reposo el día de la consumación. Dios instituyó el sábado semanal como una ordenanza santa que el hombre debe observar hasta que logre lo que significa.
Dios santificó el séptimo día, lo separo del ámbito terrenal común y lo asoció con el ambito celestial.
El día de reposo es un día sagrado, no un día común, que está inspirado en el día de reposo celestial de Dios.
Es una réplica terrenal del original divino. El sábado fue creado para el hombre como una señal sagrada de su fin último, que es esta bienaventuranza perfecta, este reposo eterno, en comunión con él trino Dios en un estado de gloria inmutable.
‌El sábado es pues, un anticipo de la consumación de la historia humana. Es un día que nos orienta hacia nuestra esperanza de gloria.
Adán podría anticipar esto consagrado el sábado, el podría esperar la meta de su servicio a Dios, que era ascender al santuario celestial y sentarse “a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1: 3).
Si Adán hubiese completado con éxito su obra, sí como sacerdote no hubiera permitido la profanación del huerto de Edén, si hubiera obedecido a Dios personalmente y perfectamente en su estado probatorio. Hubiese entrado en el reposo de Dios, es decir en el templo celestial.
Por esta razón, tenemos una secuencia en la ordenanza del sábado, seis días de trabajo, seguido de un día de reposo. De manera que el disfrute del sábado celestial, estaba condicionado al cumplimiento de su obra. Una vez consumada la obra de Adan, una vez pasara la prueba, el sábado semanal expiraba para dar paso al sábado eterno que prefiguraba.
Jesucristo, el gran sumo sacerdote, cumplió la misión dada originalmente a Adán, pero además murió para hacer expiación por el pecado del pueblo de Dios. Como resultado, obtuvo la realidad significada por el sábado cuando fue levantado de entre los muertos y ascendió a su reino en gloria.
Hebreos 1:3 NBLA
Él es el resplandor de Su gloria y la expresión exacta de Su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de Su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, el Hijo se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
Cristo entró en el reposo de Dios. Y nos hará entrar en este reposo cuando aparezca por segunda vez.
Hebreos 4:9 NBLA
Queda, por tanto, un reposo sagrado para el pueblo de Dios.
Después de crear al hombre a su imagen y consagrarlo como sumo sacerdote, Dios santificó un lugar en el que Adán podía acercarse a él para adorarle.
Génesis 2:8 NBLA
Y el Señor Dios plantó un huerto hacia el oriente, en Edén, y puso allí al hombre que había formado.
Dios consagró el huerto de Edén como el lugar de su morada.
Ezequiel 28:13–14 NBLA
’En el Edén estabas, en el huerto de Dios; Toda piedra preciosa era tu vestidura: El rubí, el topacio y el diamante, El berilo, el ónice y el jaspe, El zafiro, la turquesa y la esmeralda; Y el oro, la hechura de tus engastes y de tus encajes, Estaba en ti. El día que fuiste creado Fueron preparados. -’Tú, querubín protector de alas desplegadas, Yo te puse allí. Estabas en el santo monte de Dios, Andabas en medio de las piedras de fuego.
Era el monte de Dios, el vínculo entre el cielo y la tierra.
‌Meredith Kline dijo: "Aquí, en el jardín del Señor, el Espíritu de Gloria que llena el templo celestial se manifestó visiblemente en el monte de Dios".
Como Moisés lo haría mas adelante en el monte Sinaí, Adán se acercaba a la cima del Edén cubierta de nubes y tenía comunión con Dios, quien le hablaba desde la nube de gloria.
La adoración de Adan en el monte de Edén, le orientaría hacia su fin último que era habitar en el “Trono de gloria, que estaba dentro de la cortina (Expansión) para disfrutar de Dios por la eternidad”
Este era el proposito del Jardín en el Monte de Edén - Este Jardín no era el hogar permanente de Adán, era un santuario provisional que le fue dado para completar su obra para luego entrar en el reposo de Dios, en donde le esperaba la corona de vida, en donde se uniría al coro celestial que celebra la gloria de Dios.
Jeremías 17:12 NBLA
Trono de gloria, enaltecido desde el principio Es el lugar de nuestro santuario.
Cuando Adan adoraba el ascendía a la presencia de Dios en las alturas, para contemplar su rostro y disfrutar de él como la fuente de toda bendición y recompensa.
Cuando Adán pecó, el SEÑOR lo expulso del monte de Jehová como un profano:
Ezequiel 28:16 NBLA
-’A causa de la abundancia de tu comercio Te llenaste de violencia, Y pecaste; Yo, pues, te he expulsado por profano Del monte de Dios, Y te he eliminado, querubín protector, De en medio de las piedras de fuego.
Génesis 3:24 NBLA
Expulsó, pues, al hombre; y al oriente del huerto del Edén puso querubines, y una espada encendida que giraba en todas direcciones para guardar el camino del árbol de la vida.
‌Ahora, al pie del monte Edén con su entrada resguardada por querubines, la pregunta era:
Salmo 24:3 NBLA
¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Y quién podrá estar en Su lugar santo?
Bueno, sabemos que Jesucristo en razón de su obediencia personal y perfecta a Dios, nos ha abierto un camino nuevo y vivo al lugar santo
Hebreos 10:20 NBLA
por un camino nuevo y vivo que Él inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, Su carne,
Cristo es el verdadero adorador que ascendió al monte de Dios.
Hebreos 6:19–20 NBLA
Tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme, y que penetra hasta detrás del velo, adonde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Melquisedec, Sumo Sacerdote para siempre.
Desde el santuario celestial, nuestro Señor nos guía en adoración, mientras nosotros, en unión con él, ascendemos al monte del SEÑOR y le ofrecemos “adoración aceptable, con reverencia y asombro”
Hebreos 12:22–29 NBLA
Ustedes, en cambio, se han acercado al monte Sión y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, a la asamblea general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos, y a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos ya perfectos, y a Jesús, el mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la sangre de Abel. Tengan cuidado de no rechazar a Aquel que habla. Porque si aquellos no escaparon cuando rechazaron al que les amonestó sobre la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si nos apartamos de Aquel que nos amonesta desde el cielo. Su voz hizo temblar entonces la tierra, pero ahora Él ha prometido, diciendo: «Aún una vez más, yo haré temblar no solo la tierra, sino también el cielo». Y esta expresión: Aún, una vez más, indica la remoción de las cosas movibles, como las cosas creadas, a fin de que permanezcan las cosas que son inconmovibles. Por lo cual, puesto que recibimos un reino que es inconmovible, demostremos gratitud, mediante la cual ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.
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