LA CONFIRMACIÓN DEL PACTO (MAROCOS 14:22-26)
1. EL CUERPO DE CRISTO SE PARTE POR NOSOTROS (22)
Del gr. typos, τύπος = «sello, forma», en sentido abstracto, «modelo, imagen, figura»; lat. figura. Término usado por los exegetas bíblicos para denotar el uso particular que el NT hace del Antiguo.
Esta práctica se remonta indudablemente al mismo Jesús y a sus discípulos, los cuales consideran la historia y texto del AT como «tipo», typos, τύπος (1 Cor. 10:6, 11), «sombra», skiá, σκιά (Heb. 10:1; Col. 2:17), «alegoría», allegoría, ἀλληγορία (Gal. 4:24), o incluso «parábola», parabolé, παραβολή (Heb. 9:9; 11:19), de la historia y doctrina concerniente a Cristo. Una y otra vez, Jesús aparece en los Evangelios señalando el cumplimiento de las Escrituras del AT en su propia vida y afirmando que estas dan testimonio de él
XXIX.5 En este sacramento, los elementos externos, debidamente separados para los usos instituidos por Cristo, tienen tal relación con Cristo crucificado, como si verdaderamente fuesen el cuerpo y la sangre de Cristo, aunque lo son sólo sacramentalmente y se les llaman, a veces, por el nombre de lo que representan. No obstante, en sustancia y naturaleza, estos elementos siguen siendo, verdadera y solamente, pan y vino, tal como eran antes.554
XXIX.6 La doctrina llamada comúnmente transubstanciación, la cual sostiene que la sustancia del pan y del vino se convierte en la sustancia del cuerpo y de la sangre de Cristo, por la consagración del sacerdote, o por algún otro modo, es repugnante, no sólo a la Biblia, sino también al sentido común y a la razón, y desvirtúa la naturaleza del sacramento, y ha sido, y es, la causa de muchísimas supersticiones y hasta de crasas idolatrías.
2. LA SANGRE DE CRISTO QUE SE DERRAMA POR NOSOTROS.
23 Después tomó una copa, dio gracias y se la dio a ellos, y todos bebieron de ella.
24 —Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos—les dijo—
23 Y tomó en sus manos una copa de vino y dio gracias a Dios por ella. Se la dio a ellos, y todos bebieron de la copa. 24 Y les dijo: «Esto es mi sangre, la cual confirma el pacto entre Dios y su pueblo. Es derramada como sacrificio por muchos.
XXIX.7 Los recipientes dignos, al participar externamente de los elementos visibles de este sacramento, en ese momento también, participan interiormente por la fe, real y verdaderamente, aunque no carnal y corporalmente, sino espiritualmente, reciben y se alimentan del Cristo crucificado y de todos los beneficios de su muerte. Por lo tanto, el cuerpo y la sangre de Cristo no están carnal y corporalmente en, con, o bajo el pan y el vino; sino que están real pero espiritualmente presentes en aquella ordenanza para la fe de los creyentes, tal como los elementos lo están para sus sentidos externos.