Levítico - Clase 15

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(Ver diapositiva del cosmos)
Hasta ahora hemos seguido la narración del Pentateuco desde Génesis 1 hasta Levítico 16, desde el descenso de Adán del monte de Dios en Edén, hasta la ascensión del sumo sacerdote a la montaña ritual de Dios en el tabernáculo el día de la expiación.
En el Levítico 16, Dios ha revelado la vía de acceso a su presencia por medio de sacrificios mediados por un sacerdocio consagrado, así como los medios para restaurar regularmente el servicio de adoración después de que haya sido profanado.
Ahora bien, este nuevo acceso a Dios no era el propósito final del pacto de gracia, sino más bien un medio para alcanzar una vida de servicio y comunión con Dios. La segunda mitad del libro de Levítico trata de esta perspectiva de una vida para Dios, aborda las implicaciones que tenía para Israel el hecho de que Dios estuviera morando en medio de ellos purificándoles y consagrándoles.
Aunque la ceremonia de expiación de Levítico 16 había limpiado el espacio sagrado y permitido un acercamiento más profundo a Dios, la trágica muerte de Nadab y Abiú reveló la absoluta santidad de Dios y las limitaciones de los rituales para abordar esa santidad. Los capítulos 17-27 del Levítico subrayan la importancia de la santidad auténtica requerida, como salvaguardia duradera en la Presencia divina.
En términos generales, la tercera sección del libro se subdivide en las leyes de santidad que leemos en los capítulos 17-22, seguidas de una designación de los tiempos sagrados que Israel debe apartar para adorar a Dios en los capítulos 23-25.
Levítico 26 luego aplica toda la revelación anterior con las promesas y amenazas del pacto. Se considera comúnmente que Levítico 27 es un apéndice. Después de establecer que la morada de Dios se ha convertido en una tienda de reunión para que Israel tenga comunión con Dios, esta gracia del Pacto se aplica en la vida de Israel a través de los capítulos 23-25.
El capítulo 24 de Levítico, en muchos aspectos, resume simbólicamente el propósito general de la liturgia de Israel.
Levítico 24:1–9 NBLA
Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Manda a los israelitas que te traigan aceite puro de olivas machacadas para el alumbrado, para hacer arder la lámpara continuamente. »Fuera del velo del testimonio, en la tienda de reunión, Aarón las dispondrá para que ardan desde el anochecer hasta la mañana delante del Señor continuamente; será estatuto perpetuo para todas sus generaciones. »Mantendrá las lámparas en orden en el candelabro de oro puro, continuamente delante del Señor. »Tomarás flor de harina y con ella cocerás doce tortas; en cada torta habrá dos décimas de efa. »Las colocarás en dos hileras, seis en cada hilera, sobre la mesa de oro puro delante del Señor. »Y en cada hilera pondrás incienso puro, para que sea porción memorial del pan, una ofrenda encendida para el Señor. »Cada día de reposo, continuamente, se pondrá en orden delante del Señor. Es un pacto eterno para los israelitas. »Y será para Aarón y para sus hijos, y lo comerán en un lugar santo; porque lo tendrá como cosa muy sagrada de las ofrendas encendidas para el Señor, por derecho perpetuo».
Aarón debía disponer las lámparas del candelabro del lugar santo de modo que emitieran su luz hacia adelante, sobre los doce panes (que representaban a Israel) en la mesa de oro.
Números 8:1–4 NBLA
Entonces el Señor dijo a Moisés: «Habla a Aarón y dile: “Cuando pongas las lámparas, las siete lámparas alumbrarán al frente del candelabro.”». Y así lo hizo Aarón; puso las lámparas al frente del candelabro, como el Señor había ordenado a Moisés. Así estaba hecho el candelabro: de oro labrado a martillo; desde su base hasta sus flores fue obra labrada a martillo; según el modelo que el Señor le mostró a Moisés, así hizo el candelabro.
Esta escena representa simbólicamente lo mismo que la bendición sacerdotal de Números 6:23-27
Números 6:23–27 NBLA
«Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: “Así bendecirán a los israelitas. Les dirán: El Señor te bendiga y te guarde; El Señor haga resplandecer Su rostro sobre ti, Y tenga de ti misericordia; El Señor alce sobre ti Su rostro, Y te dé paz”. »Así invocarán Mi nombre sobre los israelitas, y Yo los bendeciré».
La luz bendita del rostro de Dios que brilla sobre su pueblo, mediada por el sacerdocio.
Números 8:1-4, por lo tanto, retrata el ideal de Israel disfrutando de la luz de la Presencia divina. El simbolismo de Levítico 24:1-9 concuerda con el de Números, aunque con un énfasis sobre el tiempo sagrado, y en particular el del sábado.
Poythress afirma que las siete lámparas se correlacionan con el simbolismo general del tiempo en Israel. Los cuerpos celestes fueron creados para "servir de señales para señalar las estaciones, los días y los años" (Génesis 1:14). Todo el ciclo del tiempo marcado por el sol, la luna y las estrellas se divide en sietes:
El séptimo día de la semana es el sábado
El séptimo mes es el mes de la expiación (Levítico 16:29)
El séptimo año es el año de la liberación de las deudas y la esclavitud (Deuteronomio 15)
El séptimo de los ciclos de siete años es el año del jubileo (Levítico 25).
Como corresponde, el candelabro contiene la misma división séptuple, que simboliza el ciclo de tiempo proporcionado por las luces celestiales.
Así como el cosmos fue creado para la comunión sabática de la humanidad con Dios, así también el servicio del y tabernáculo fue establecido para la comunión sabática de Israel con Dios. Por esto cada sábado, como dice el versículo 8, los doce panes se renuevan a la luz del candelabro. Esto apuntaba al reposo eterno con Dios, ese día de gloria en el que Israel disfrutaran de la gloria de Jehová cada día en su precencia.
De manera que Levítico 24:1-9 enfatiza el fin ultimo del `pueblo de Dios mientras celebra las fiestas sabáticas descritas en los capítulos 23 y 25.
De manera que los dos sábados detallados en el capítulo 25, las 7 fiestas señaladas en capítulo 23 que son: los siete días de descanso, las fiestas del séptimo mes, el año sabático de cada siete años y el año sabático después de cada ciclo de siete años, le da un aire sabático a todo el calendario de Israel. Dios pone delante de ellos un recordatorio constante del fin ultimo del pacto de gracia “Una vida en el reposo de Jehová en gloria”
J. H. Kurtz, en su obra clásica del siglo XIX sobre el culto sacrificial del Antiguo Testamento dice:
“El carácter peculiar de las fiestas mosaicas se expresaba formalmente en que estaban reguladas en la medida de lo posible por el número siete, como sello del pacto de Dios con Israel... y materialmente en que estaban separadas de los trabajos, afanes y preocupaciones de la vida cotidiana para la santificación y consagración de todo el hombre a los fines de la religión y al servicio a Dios.
De manera que los días sabáticos tenían la intención de orientar la vida de Israel hacia su fin ultimo. Dios les estaba animando a poner su mirada en las cosas de arriba, donde el mesías se sentaría a la diestra de la gloria de Dios.
El tabernáculo se convertirá entonces, en un lugar de comunión, un lugar donde Israel se reúne con Dios sábado tras sábado para reorientar su vida.
Éxodo 31:13 NBLA
«Habla, pues, tú a los israelitas y diles: “De cierto guardarán Mis días de reposo, porque esto es una señal entre Yo y ustedes por todas sus generaciones, a fin de que sepan que Yo soy el Señor que los santifico.
Podemos concluir entonces que Levítico 24:1-9 es el corazón teológico de los capítulos 23 a 25 - es un texto que invita a Israel a vivir delante del rostro de Dios en todo lo que hace día tras día. Los Sábados fueron un medio de gracia para la santificación de Israel.
La Presencia de Dios en el tabernáculo es la fuente de santificación, el calendario sagrado de Israel prescribe las ocasiones para entrar en su Presencia santificadora. Es la luz del rostro de Dios la que santifica, y esta luz se experimenta particularmente en el Sabbat.
Es importante anotar, que el Sábado fue el primer objeto de santificación en la Escritura desde la creación Génesis (2:3). Entrando regularmente en el sábado, Israel debía crecer constantemente en su vocación de vivir para Dios.
Con el calendario litúrgico, Dios establece un tiempo para que Israel se reuniera con El en el tabernáculo y de esta manera el libro de Levítico cubre las categorías de:
Espacio sagrado
Estatus sagrado
Tiempo sagrado.
El tabernáculo se convierte entonces, no solo en el lugar de la morada de Dios, sino tambien en un lugar de comunión con YHWH.
Mientras que el libro del Éxodo terminaba con el mediador de Israel incapaz de entrar en el el tabernaculo, el libro del Levítico termina con una larga y festiva representación de las asambleas sagradas de Israel en el santuario para comulgar y confraternizar con Dios.
Mientras que la primera mitad del libro de Levítico establece la limpieza y el mantenimiento regular de la casa de Dios, la segunda mitad se centra en cómo funcionará su casa como lugar de encuentro con Israel- y esto como la meta y el medio de la santidad de Israel.
Ahora estamos listos para considerar el llamado de Dios a la santidad en (Lev. 17-27)
Ahora que Dios esta habitando en medio de ellos, ahora que ellos pueden vivir a la luz de su rostro ¿Como deben vivir? la respuesta la tenemos en estos versículos, en lo que se detallan los asuntos éticos y comunitarios relacionados con una amplia gama de cuestiones sociales y morales, desde la inmoralidad sexual y la idolatría, hasta el asesinato, el incesto y, más positivamente, lo que significa amar al prójimo.
Las leyes describen una vida que encaja con la naturaleza santa de YHWH y que puede definirse adecuadamente como de justicia y amor. Todas estas leyes están centrada en servir a Dios mas allá de los límites del espacio sagrado, de manera que su cumplimiento tiene que ver con una vida de adoración, con un llamado a la santidad. El objetivo de esta legislación, es proteger el santo nombre de Dios de la profanación (Lev 21:6; 22:32). (18:21; 19:12; 20:3; 21:6; 22:2)
El llamado de Israel a la santidad, puede entenderse de dos manera:
En primer lugar, la necesidad de la santidad de Israel tiene sus raíces en la naturaleza esencial de Dios, en su propia santidad absoluta. Puesto que Dios es "infinito, eterno e inmutable" en santidad, como dice el catecismo, para que haya una relación íntima con Él, es decir, para que se realicen el objetivo de la alianza y el telos de la creación, el carácter de Israel debe conformarse constantemente al de YHWH. "Sed santos porque yo, YHWH vuestro Dios, soy santo" (Lev. 19:2; 20:26)
En segundo lugar, la fuente de la santidad de Israel es -y sólo puede ser- Dios mismo. Por lo tanto, aunque Israel está llamado a guardar las leyes, el hacerlo no hizo santo al pueblo, sino que lo preparó para ser santificado por la Presencia de YHWH. 'Yo soy YHWH que te santifico' (20:8, 24; 21:8, 15, 23; 22:9, 16, 32)
Así como el tabernáculo fue consagrado por la Presencia de YHWH, también Israel sería consagrado a través de su disfrute de su Presencia sábado tras sábado. Sin la Presencia ritual de Dios no puede haber santificación alguna, pues La verdadera santidad: pertenecer exclusivamente a YHWH
YHWH Dios, como único ser totalmente santo, es él mismo la fuente de la santidad. El proceso de santidad ("santificación") de Israel implicaba, por tanto, parecerse cada vez más a Dios, lo que también puede entenderse en términos de pertenencia, cada vez más profunda, a Él.
Aunque Israel había sido consagrado a YHWH mediante la alianza del Sinaí, llamado a ser una nación sacerdotal, en la práctica eran los levitas (y especialmente la casa de Aarón) quienes eran santos, mientras que el resto de Israel tenía la condición de limpio. Desde una perspectiva ritual, uno puede discernir fácilmente que la diferencia entre un objeto limpio y uno santo (ya fuera un animal o un israelita) era que este último había sido transferido al reino de propiedad de YHWH. En términos de la vida cotidiana, ser santo significa vivir en plena sumisión a la voluntad de Dios, en aras de los propósitos de Dios: pertenecerle por completo. Este objetivo se había establecido ya:
Éxodo 19:4–6 NBLA
“Ustedes han visto lo que he hecho a los egipcios, y cómo los he tomado sobre alas de águilas y los he traído a Mí. ”Ahora pues, si en verdad escuchan Mi voz y guardan Mi pacto, serán Mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque Mía es toda la tierra. ”Ustedes serán para Mí un reino de sacerdotes y una nación santa”. Estas son las palabras que dirás a los israelitas»
La misión de Dios a las naciones, dependían de este único objetivo de santidad, de que Israel se convirtiera en un tesoro de Dios.
Las leyes para la santidad podemos dividirlas en dos:
La primera parte de estas leyes (caps. 17-20) tratan de cuestiones relativas al laicado israelita,
La segunda (caps. 21-22) establece normas para el sacerdocio.
Debemos notar, que estas leyes tocantes a la vida más allá de los límites del espacio sagrado como hemos dicho, e inician en Levítico 17, en donde se prohíbe sacrificar animales fuera del tabernáculo:
Levítico 17:8–9 NBLA
»Entonces les dirás: “Cualquier hombre de la casa de Israel, o de los extranjeros que residen entre ellos, que ofrezca holocausto o sacrificio, y no lo traiga a la entrada de la tienda de reunión para ofrecerlo al Señor, ese hombre también será exterminado de su pueblo.
En los siguientes versículos se prohibe comer sangre y la razón es que la sangre animal es la provisión de Dios para el rescate de la vida. Israel debe mostrar una gran consideración por la vida (y la expiación) no consumiendo sangre (17:10-12).
Ambos mandamientos tienen la intención de proteger a Israel contra la idolatría (Lev 17:5-7 ).
Levítico 18-20 comienza con un fuerte impulso polémico, contra el hecho de que Israel siga los estatutos de las naciones: (Lev. 18:3-4
Levítico 18:3–4 NBLA
”Ustedes no harán como hacen en la tierra de Egipto en la cual moraron, ni harán como hacen en la tierra de Canaán adonde Yo los llevo; no andarán en los estatutos de ellos. ”Habrán de cumplir Mis leyes y guardarán Mis estatutos para vivir según ellos. Yo soy el Señor su Dios.
Esta declaración contrasta los malos estatutos de los dioses de Egipto y Canaán, prohibidos en los capítulos 18 y 20, con los buenos estatutos del Dios de Israel, expuestos en el capítulo 19.
Mientras que los estatutos de YHWH conducen a una larga vida en la tierra, los de los dioses de Egipto y Canaán conducirán a que la tierra vomite a los israelitas.
La razón de ser de las prohibiciones de los capítulos 18 y 20 se explica más fácilmente en el contexto de las prácticas religiosas de Egipto y Canaán que tenían que ver con:
Lev 18:16-18: Lev 20:11-21 Incesto
Lev 18: 19; Lev:20:18 Impureza menstrual
Lev 18:20; Lev 20:10 Adulterio con la mujer del prójimo
Lev 18:21; Lev 20:2-5 Consagrar los niños a Moloc
Lev 18:22; Lev 20:13 Homosexualidad
Lev 18:23; Lev 20:15.16 Bestialismo
Lev 20:6-8 Médiums, magos
Lev 20:9 Maldecir al padre o a la madre
Levítico 20:22 NBLA
”Guarden, por tanto, todos Mis estatutos y todas Mis ordenanzas, y cúmplanlos, a fin de que no los vomite la tierra a la cual los llevo para morar en ella.
Levítico 18:26–30 NBLA
”Pero en cuanto a ustedes, guardarán Mis estatutos y Mis leyes y no harán ninguna de estas abominaciones, ni el nativo ni el extranjero que reside entre ustedes (porque los hombres de esta tierra que fueron antes de ustedes han hecho todas estas abominaciones, y la tierra se ha contaminado), no sea que la tierra los vomite por haberla contaminado, como vomitó a la nación que estuvo antes de ustedes. ”Porque todo el que haga cualquiera de estas abominaciones, aquellas personas que las hagan, serán exterminadas de entre su pueblo. ”Por tanto, ustedes guardarán Mi ordenanza, no practicando ninguna de las costumbres abominables que se practicaron antes de ustedes, para que no se contaminen con ellas. Yo soy el Señor su Dios”».
Estas leyes de santidad de los capítulos 18 y 20 son esencialmente de carácter ritual, son leyes que prohíben las costumbres viles que caracterizan a los cultos de las naciones. Ya empieza a surgir la relación entre estas leyes y los sábados que Dios estableció en Levítico 23-25.
La legislación sobre la santidad, además, no es sólo un código práctico de conducta, sino también un manifiesto de la identidad de Israel como perteneciente a YHWH: 'Y seréis santos para mí, porque yo, YHWH, soy santo, y os he apartado de los pueblos para que me pertenezcáis' (Lev. 20:26).
Israel ha sido redimido por YHWH y, por tanto, ya pertenece a él, por esta razón deben apartarse del mundo y entregarse por completo a Dios, deben vivir de acuerdo a su nueva identidad como pueblo redimido. Santos llamados a ser santos.
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