LOS BENEFICIOS DE DIOS
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LOS BENEFICIOS DE DIOS
LOS BENEFICIOS DE DIOS
«Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila» (Salmo 103:1–5).
INTRODUCCIÓN: A manera de soliloquio, de monólogo, el salmista David se enfrasca en una conversación solo. ¡Qué bueno es cuando uno se habla a sí mismo acerca de Dios! David tiene sobrados motivos para expresar su acción de gracias a Dios.
INTRODUCCIÓN: A manera de soliloquio, de monólogo, el salmista David se enfrasca en una conversación solo. ¡Qué bueno es cuando uno se habla a sí mismo acerca de Dios! David tiene sobrados motivos para expresar su acción de gracias a Dios.
I. La acción de gracias – «Bendice alma mía, a Jehová…» (103:2).
I. La acción de gracias – «Bendice alma mía, a Jehová…» (103:2).
1. El salmista descubrió que su alma tenía el potencial y la capacidad de bendecir recíprocamente a Dios. El alma redimida puede bendecir a Dios.
2. Para los hebreos el término bendición representaba todo lo que era bueno, lo excelente, lo mejor. Todo deseo bueno hacia los demás era una bendición. Bendecir a Dios es, por lo tanto, reverenciarlo, respetarlo, alabarlo, adorarlo, consagrarle lo mejor de todo lo que poseemos.
3. Aún David es más explícito cuando afirma: «Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre» (103:1). En el acto de bendecir a Dios se suman todos los componentes de la personalidad humana. Es decir, ese ser intelectual, espiritual, emotivo, sentimental y volutivo, que se expresa a través del cuerpo físico.
En todo lo que somos, hacemos, decimos, debemos bendecir a Dios. Dios no es escapulario religioso, es un ser real, vivo, que con impaciencia espera que lo bendigamos.
II. La memoria para dar gracias – «Y no olvides ninguno de sus beneficios» (103:2).
II. La memoria para dar gracias – «Y no olvides ninguno de sus beneficios» (103:2).
1. David no sufrió de amnesia espiritual como les pasó a otros personajes bíblicos. Él podía olvidar muchas cosas, tales como nombres de personas, lugares, fechas…, pero nunca se olvidó de los beneficios de Dios.
2. Nuestro Dios en la persona de Jesucristo de Nazaret, lo que da y ofrece son beneficios. Toda inversión espiritual que se haga con Dios produce intereses y dividendos espirituales. En Mateo 19:29 leemos: «Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.»
3. Aunque a los ojos del mundo, del diablo y de las antiguas amistades, un creyente esté perdiendo, ante los ojos de los ángeles, de la iglesia y de Dios está ganando. Lea el libro del Apocalipsis y verá que la victoria de la iglesia ya está asegurada. ¡Estamos ganando!
4. No nos olvidemos nunca de la obra que en Jesucristo ha sido hecha en nosotros. No olvidemos a la persona que más favores nos ha hecho, y esa persona se llama JESÚS DE NAZARET.
III. Los beneficios para dar gracias:
III. Los beneficios para dar gracias:
1. «Él es quien perdona todas tus iniquidades» (103:3). Por medio de Jesucristo ante el tribunal del universo somos declarados no inocentes, sino perdonados de todas nuestras iniquidades. El mayor favor de Dios que nos ha sido extendido es el perdón de los pecados. La doctrina de la substitución enseña que Jesús tomó y toma nuestro lugar delante del Padre celestial. Ya Dios no nos ve a nosotros, sino que ve a Jesucristo. Nadie nos podía hacer ese favor.
2. «El que sana todas tus dolencias» (103:3). Dios es un Dios de salud. Él sana el alma, pero sana también el cuerpo. La salud de Jesucristo se transforma o transfiere en nuestra sanidad divina.
En nuestras cruzadas de salvación, liberación y sanidad divina hemos visto a Jesús de Nazaret sanando como en los días bíblicos…
3. «El que rescata del hoyo tu vida» (103:4). ¿De cuántos hoyos nos ha sacado el Señor Jesucristo? José el patriarca fue sacado del hoyo de la cisterna y del hoyo de la prisión. Los jóvenes hebreos fueron sacados del hoyo del fuego. Daniel fue sacado del hoyo de los hambrientos leones.
En el Salmo 40:2 David testificó: «Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos.» Son muchos los pozos de la desesperación y los lodos cenagosos donde los creyentes caemos o somos empujados. Pero, en el fondo, Jesús de Nazaret será la peña sobre la cual se afirmarán nuestros enlodados pies.
4. «El que te corona de favores y misericordias» (103:4). David nunca se cansó de decir que Dios es bueno. Con sus favores (su gracia que nos da lo que no merecemos) y sus misericordias (que no nos da lo que merecemos), nos corona de realeza espiritual.
5. «El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.» En Dios somos continuamente transformados y bendecidos.
En Filipenses 1:6 leemos: «… el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.»
Un slogan cristiano dice: «Dios todavía no ha terminado conmigo.»
Por ese favor tenemos que dar gracias a Dios. El alfarero todavía nos tiene sobre la rueda (Jeremías 18:3, 4).
CONCLUSIÓN: ¿Cuáles son algunos de los beneficios que tú has recibido de Dios? ¿Cuál ha sido el último favor que el Señor Jesucristo te ha hecho? ¿Cómo tú le das gracias a Dios?