Todo empieza conmigo
Relaciones Familiares • Sermon • Submitted • Presented
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Todo empieza conmigo
Todo empieza conmigo
Muchas gracias al pastor Javier por la invitación, y permitirme compartir a la congregación en la que Dios lo ha puesto. Han tenido 2 días de conferencias sobre la familia, y los felicito por invertir en lo más valioso que podemos tener: la familia.
La mayoría hemos tenido problemas en la familia; de pronto en la vida algunas relaciones se rompen y en el fondo del corazón está el deseo de sanar esas relaciones, de que sea como antes que se dijeran lo que dijeron o hicieran lo que se hizo.
Quizá alguien ya lo intentó y le fue mal y ahora dice: no tiene caso, porque ya no hay interés de nadie. Hay dolor, distancia y la relación familiar es rara. Cada navidad extrañas a ese familiar que no llega y desearías que las cosas fueran como antes. Que ese hijo llegara a la casa, y aunque tú fuiste lastimada, o herido, aunque no fue tu culpa esa separación, aún así desea que algo suceda para sanar esa relación.
O quizá fuiste tu quien lastimó, quien abandonó a los hijos cuando eran pequeños, o te quedaste con el negocio o la herencia y sabes que fuiste tú quién hizo lo incorrecto. Pero cuando intentaste regresar no fuiste bien recibido.
Tal vez estás casado por 2 o 3 vez y las cosas con la primera familia no están nada bien, el divorcio fue difícil, aun ni se arregla el divorcio, pero tu ex no quiere y ya te diste por vencido, si lo quiere por las malas pues por las malas.
Tu hijo o hija se fue de la casa o lo corriste y hace años no se hablan, sabes que tiene un hijo pero no lo conoces. ¿Qué hacer con las relaciones familiares cuando parece que ya no tiene solución? ¿cómo sanar las relaciones familiares?
Es importante sanar porque las relaciones del pasado lastiman tu presente ¡no se quedan en el pasado! por más que quieras. Todo ese enojo te sigue a tu relación actual, la relación difícil con tu pareja, hijos en la actualidad, son marcadas por el pasado. La herida del pasado la llevas a otras relaciones.
¿Qué dice Dios? ¿qué dice la Biblia? Muchas veces el objetivo de Dios en la reconciliación no es la reconciliación misma, sino algo más que descubrimos en ese proceso de reconciliación.
Quiero compartir una historia de 2 hermanos que se separan, uno quiere matar al otro ¡qué bonita familia! Es la historia de Jacob y Esaú, toda la historia sucede en 20 años, voy a narrar los 18 o 19 años y veremos los últimos juntos.
Dios llama a Abraham para hacer una gran nación, su hijo se llama Isaac, y él tiene 2 hijos: Jacob y Esaú. Esaú es cazador, de campo, fuerte, el favorito de papá; su hermano gemelo se llama Jacob y es el favorito de mamá.
Un día Esaú llega cansado y muerto de hambre después de ir a cazar. Jacob está cocinando algo que huele bien y Esaú dice: ¡Dame! Jacob aprovecha y le dice: te daré comida si a cambio me das tu derecho de hijo primogénito. Ser el primer hijo tenía el privilegio de recibir doble herencia, el hijo mayor si quería podía vender o rechazar ese privilegio.
Esaú quizá por el hambre quizá pensó: para qué quiero ese beneficio, de todos modos voy a morir y decide venderla a su hermano a cambio de comida y pierde su derecho. Con el tiempo Esaú se arrepiente de hacer este negocio.
El papá, Isaac envejece, casi no ve y decide que es tiempo de bendecir al primer hijo. En esa cultura eso era muy importante, poner las manos sobre el hijo mayor, bendecirlo y dar una profecía: Dios te bendecirá así y así, etc.
Isaac le dice a Esaú, ve a cazar y haz mi comida favorita, después de comer te daré la bendición. Rebeca la esposa, está escuchando y le dice a Jacob: haz lo que te digo y haré que esa bendición sea tuya. Yo haré la comida que le gusta a tu papá antes que regrese Esaú y así te bendecirá a ti.
Al escuchar esto pensamos ¿a estos usó Dios? ¡quiere decir que tengo esperanza!
Jacob dice: mi papá se dará cuenta que no soy Esaú, él es velludo y yo soy lampiño. La mamá dice: te pondré la piel de un chivo en los brazos, te pondrás su ropa para que huelas a él y con la comida que haré ¡todo saldrá bien! Además, tu papá apenas ve y casi no oye.
Jacob obedece. Lleva la comida a su papá que al principio sospecha un poco, pero a fin de cuentas cae en el engaño. Lo bendice y le dice: Tú vas a gobernar y reinar sobre tu hermano y su familia.
Al rato regresa Esaú, cansado, sudado, prepara la comida, la lleva a papá. Isaac está dormido, pero su hijo lo despierta y le presenta la comida, su papá dice: Pero ¿quién eres tú? mi hijo Esaú ya estuvo aquí y ya comí ¿quién eres tú? Él dice: ¡Soy Esaú tu primer hijo! y te traigo la comida. Isaac dice ¡ya di la bendición! ¡Ya comí y di la bendición!
Esaú se da cuenta que ha sido engañado por su hermano Jacob. No sólo tomo la primogenitura aprovechándose de su hambre sino que también tomó la bendición de hijo mayor. Esaú, llora desconsolado y le dice a su papá ¡bendíceme aunque sea un poquito! El papá dice: ¡no puedo! Ya di la bendición, no tengo más para ti; hice a tu hermano superior a ti. Esaú se limpia las lágrimas, sale y hace una promesa ¡cuando mi papá muera y pase el duelo mataré a mi hermano!
Rebeca la mamá de Jacob escucha esto, va corriendo y le dice: tenemos un pequeño problema ¡cambio de plan! tienes que huir; y envía a su hijo fuera del país a casa de su tío, hermano de Rebeca.
El papá muere. Pasan 20 años separados. Dios bendice a Jacob y prospera, tiene muchos camellos, ovejas, riqueza. Un día Dios se le aparece y le dice: Jacob es tiempo de regresar a tu tierra, es tiempo de reconciliarte con tu hermano, Jacob dice ¡no tiene caso! ¡me quiere matar! Aquí estoy bien.
Si eres cristiano o apenas te invitaron a este lugar; debes saber que algo así te va a pasar alguna vez en la vida. Como cristiano ves las cosas diferentes, el perdón, las relaciones de forma diferente. Dios te llevará a buscar la reconciliación, es tiempo de hacer las paces, es tiempo de sanar las relaciones familiares.
Lo que le pasó a Jacob te pasará, un día Dios llamará a tu corazón y te dirá: es tiempo de regresar, estás muy cómodo, cómoda, pero recuerda que no te hablas con tu hermana, tu ex, tus hijos y quizá digas ¡no tiene caso! estoy bien, no quieren hablar, Dios dirá: mi definición de restaurar es diferente a la tuya.
Jacob empaca sus cosas y va en busca de su hermano, a quien no ha visto en 20 años, al que prometió matarlo. Vamos al génesis y vemos que antes de ver a su hermano hace algo inteligente.
“Luego Jacob envió mensajeros a su hermano Esaú, que estaba en la tierra de Seír, en la región de Edom. Y les ordenó que le dijeran: «Mi señor Esaú, su siervo Jacob nos ha enviado a decirle que él ha vivido en la casa de Labán todo este tiempo, y que ahora tiene vacas, asnos, ovejas, esclavos y esclavas. Le manda este mensaje, con la esperanza de ganarse su favor.»” (Génesis 32:3–5, NVI)
Aquí él se presenta como el siervo de Esaú, cuando su papá le dijo que él sería el amo. La avanzada es para ver en qué actitud viene su hermano, para calmar el ambiente.
“Cuando los mensajeros regresaron, le dijeron a Jacob: «Fuimos a hablar con su hermano Esaú, y ahora viene al encuentro de usted...»” (Génesis 32:6, NVI)
Ahora viene la mala noticia
“...acompañado de cuatrocientos hombres.»” (Génesis 32:6, NVI)
Jacob piensa lo que cualquiera pensaría ¡esto no va a funcionar! ¡no tiene caso! Y hace un nuevo plan.
“Jacob sintió mucho miedo, y se puso muy angustiado. Por eso dividió en dos grupos a la gente que lo acompañaba, y lo mismo hizo con las ovejas, las vacas y los camellos, pues pensó: «Si Esaú ataca a un grupo, el otro grupo podrá escapar.»” (Génesis 32:7–8, NVI)
Lo mejor que puedo hacer es reducir el daño. Si el primer grupo es atacado, cuando menos algunos de mi familia se pueden salvar. Y después hace lo que todos hacemos: ¡orar!
“Entonces Jacob se puso a orar: «Señor, Dios de mi abuelo Abraham y de mi padre Isaac, que me dijiste que regresara a mi tierra y a mis familiares, y que me harías prosperar:” (Génesis 32:9, NVI)
Soy parte del linaje, Dios ¡no te olvides! Soy tu hijo. Es verdad me has bendecido, pero parece que se hasta aquí llegué, pero esto de ver a mi hermano fue tu idea ¡no mía! Yo estaba tranquilo, y tú me haces regresar a que me maten, quizá mis hijos y mujeres mueran, pero como fue tu idea, espero que hagas algo por favor.
A Dios le gustan ese tipo de oraciones, cuando ya no puedes hacer nada y empiezas a depender de él. Cuando piensas que las relación ya terminó, cuando le dices a Dios que no va a funcionar, pero de todos modos obedeces porque es Su instrucción, porque es su orden, y ¡eso hizo Jacob!
“¡Líbrame del poder de mi hermano Esaú, pues tengo miedo de que venga a matarme a mí y a las madres y a los niños! Tú mismo afirmaste que me harías prosperar, y que mis descendientes serían tan numerosos como la arena del mar, que no se puede contar.»” (Génesis 32:11–12, NVI)
Señor dijiste que mi descendencia sería mucha, como la arena del mar y si mi hermano nos mata, pues no se logrará; pero iré de todos modos porque el resultado es tuyo.
Ahora, la realidad es que si buscas la reconciliación con alguien a lo mejor no funciona como te gustaría, quizá te tratan mal, no te pide perdón; pero es el proceso de reconciliación que Dios tiene algo más que lágrimas y emociones, es más importante que eso. Aunque pienses que no va a funcionar, es bueno obedecer, porque es lo que Dios ordena.
Jacob cambia el plan, forma 8 o 9 grupos y un encargado en cada grupo, los manda con distancie entre ellos, y quién encuentre a Esaú tiene el encargo de dejar en claro que llevan regalos de su hermano Jacob para su amo Esaú, y eso es lo que hace cada grupo.
“Al que iba al frente, le ordenó: «Cuando te encuentres con mi hermano Esaú y te pregunte de quién eres, a dónde te diriges y de quién es el ganado que llevas, le contestarás: “Es un regalo para usted, mi señor Esaú, que de sus ganados le manda su siervo Jacob. Además, él mismo viene detrás de nosotros.” »” (Génesis 32:17–18, NVI)
Quiere que sepa que Jacob se considera siervo de Esaú ¡no se olviden de decir siervo! Jacob piensa que con esto lo va a calmar.
“Jacob les dio la misma orden al segundo y al tercer grupo, y a todos los demás que iban detrás del ganado. Les dijo: «Cuando se encuentren con Esaú, le dirán todo esto, y añadirán: “Su siervo Jacob viene detrás de nosotros.” » Jacob pensaba: «Lo apaciguaré con los regalos que le llegarán primero, y luego me presentaré ante él; tal vez así me reciba bien.» De esta manera los regalos lo precedieron, pero Jacob se quedó esa noche en el campamento.” (Génesis 32:19–21, NVI)
Está muerto de miedo, piensa que no va a funcionar esa reunión familiar. En el cap. 33 vemos otro plan.
“Cuando Jacob alzó la vista y vio que Esaú se acercaba con cuatrocientos hombres, repartió a los niños entre Lea, Raquel y las dos esclavas.” (Génesis 33:1, NVI)
En ese entonces podía tener varias esposas y cada esposa tiene una ayudante. Y preguntamos ¿a estas personas usó Dios? Veamos que hace Jacob:
“Al frente de todos colocó a las criadas con sus hijos, luego a Lea con sus hijos, y por último a Raquel con José. Jacob, por su parte, se adelantó a ellos, inclinándose hasta el suelo siete veces mientras se iba acercando a su hermano.” (Génesis 33:2–3, NVI)
Él se pone al frente y divide lo que posee en 3 grupos, si ataca un grupo, quizá los otros puedan escapar. Ve a su hermano a lo lejos ¡400 personas en el desierto no pasa desapercibido! No sabe qué esperar de su hermano.
“Pero Esaú corrió a su encuentro y, echándole los brazos al cuello, lo abrazó y lo besó. Entonces los dos se pusieron a llorar. Luego Esaú alzó la vista y, al ver a las mujeres y a los niños, preguntó: —¿Quiénes son estos que te acompañan? —Son los hijos que Dios le ha concedido a tu siervo—respondió Jacob. Las esclavas y sus hijos se acercaron y se inclinaron ante Esaú. Luego, Lea y sus hijos hicieron lo mismo y, por último, también se inclinaron José y Raquel. —¿Qué significan todas estas manadas que han salido a mi encuentro?—preguntó Esaú. —Intentaba con ellas ganarme tu confianza—contestó Jacob.” (Génesis 33:4–8, NVI)
Hay 3 cosas que si no vemos, nos perdemos lo más importante sobre las relaciones familiares y la reconciliación.
PRIMERO: debemos buscar la reconciliación a pesar de nuestras expectativas. Nuestra responsabilidad es buscar la reconciliación sin importar lo que esperes. Lo que te detiene para buscar la reconciliación o para llamar a tu hija, tu hermano es que piensas que ¡no va a funcionar! Porque no ha funcionado en el pasado. O porque esperas que él o ella responda de cierta manera que diga: la culpa fue mía. O quizá porque ya lo has intentado y ¡no funciona!
Muchas veces Dios quiere que veas que SU propósito es siempre buscar la reconciliación y Dios lo define de forma diferente a nosotros, a veces SU propósito no es el final feliz, sino que estemos en el proceso, porque en ese proceso hay mucho más y eso siempre sucede en el camino.
Jacob tubo un encuentro con Dios en el proceso. Y en ese encuentro Dios le cambió el nombre, le dijo: de ahora en adelante te llamarás Israel. Dios le dijo: por obedecer, ahora serás el padre de la nación. Ésta transformación sucedió en el camino a la reconciliación.
SEGUNDO: En ese proceso Dios te va a revelar cosas que no sabías que tenías: orgullo, ira, rencor y que puede dañar tus otras relaciones. Tú no sabes el fin de la historia, quizá termine mal, pero Dios te quiere tener en el proceso y quiere hacer contigo algo que no hará en ningún otro momento.
Quizá piensas que la reconciliación sería más fácil si los demás ven las cosas como tú ¡eso no va a pasar! ¿qué haces cuando no ven las cosas como tú? ¡te das por vencido! ¿hasta cuando te darás por vencido para buscar la reconciliación con ese familiar? Ahora te hago la siguiente pregunta ¿Hasta cuando tu Padre Celestial se dio por vencido para reconciliarte con ÉL?
Alguno quizá aun no es cristiano ¡pero lo será! porque aunque le ha cerrado la puerta a Dios, ÉL no se ha dado por vencido. Por eso no debemos cerrar la puerta de la reconciliación y si no hay final feliz ¡no importa! Dios quiere darnos y hacer algo más en ese proceso.
Obedecer a Dios cuando te llama a buscar la paz con los demás, te ayuda a canalizar el enojo, la frustración, rechazo y todas esas emociones las dejas, las abandonas. Lo más sabio que puedes hacer es buscar la reconciliación porque te permite dejar esas emociones en la persona que los generó y no en quien está a tu lado.
Quizá no lo has pensado, pero tal vez eres alguien que lleva rencor en la vida, que vive enojado, enojada ¡y no sabes por qué! Si no sabes si ese eres tú, pregúntale a tu pareja o a tus hijos. Ellos te dirán la verdad. Si cualquier cosa te hace explotar, quizá no es por quién está frente a ti, sino por una herida del pasado que aún no has sanado.
TERCERO: La otra razón para buscar la reconciliación familiar, es por la salud de la siguiente generación, es por tus hijos y tus nietos.
Cuando Jacob y Esaú se encuentras estaba pasando algo más, que nadie vio ¡sólo Dios! En este proceso alguien más estaba observando la reconciliación, cuando lo vio quizá no pensó que fuera importante, pero ahí aprendió una gran lección. Moisés narra esto:
“Cuando Jacob alzó la vista y vio que Esaú se acercaba con cuatrocientos hombres, repartió a los niños (NO DICE NOMBRES) entre Lea, Raquel y las dos esclavas. Al frente de todos colocó a las criadas con sus hijos (TAMPOCO DICE NOMBRES), luego a Lea con sus hijos, (SIN NOMBRES) y por último a Raquel con (QUÉ NOMBRE) José.” (Génesis 33:1–2, NVI)
Cuando este niño se convirtió en joven, sus hermanos lo ofenden profundamente, lo quieren matar ¡Dios sabía esto! Pocos años después de ver a su padre reconciliarse con su hermano, a este niño sus propios hermanos lo avientan a un pozo, lo quieren matar, pero lo venden como esclavo, le dicen a su papá que un animal lo ha matado. Es llevado a Egipto y ahí, la Mano de Dios lo lleva a ser el hombre más importante de Egipto después de Faraón. Años después hay mucha hambre en toda la región y sus hermanos llegan a él para comprar alimento y ahora él tiene el poder para matarlos o dejarlos vivir.
Pero años atrás vio a su papá inclinarse, humillarse ante su tío Esaú, José observaba desde un camello, vio a su papá humillarse 7 veces, vio a su tío Esaú bajar de su bestia y abrazar a su hermano que tanto lo había lastimado. José creció con esta historia familiar, de cómo su papá lastimó a su hermano, de cómo Dios le dijo que regresara a reconciliarse. José vio la gracia, misericordia y el perdón.
35 años después él está en la posición de su tío Esaú, José entendió que si Esaú no hubiera perdonado, él habría muerto y lo que su tío pudiera hacer, estaría justificado, y ahora está en la misma situación con sus hermanos.
Dios sabía esto. José ve a sus hermanos y les dice: quisieron hacerme mal, pero DIOS lo usó para bien. No tengan miedo ¡los perdono! Y la familia se restauró.
Dime ¿dónde van a aprender tus hijos el principio de la reconciliación? ¿dónde? ¿cómo queremos que nos traten cuando seamos viejos? ¿cómo queremos que se traten entre ellos cuando sean adultos? ¿dónde van a aprender a ser humildes, a perdonar?
Quizá la reconciliación no tenga que ver con un final feliz en esa relación, sino en enseñar a nuestros hijos la reconciliación, a sanar relaciones fracturadas.
Y además, porque tu Padre Celestial no se dio por vencido contigo. Te buscó para reconciliarte con ÉL. Por eso Dios te dice ¡haz con otros lo que hice contigo! Es verdad se portaron mal, pero también pagué por sus pecados el mismo día que pague por los tuyos.
Termino con esto, Pablo lo dice de otra forma, lo dice así:
“Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.” (Efesios 4:31–32, NVI)
“Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados, y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios.” (Efesios 5:1–2, NVI)
Tu Padre Celestial dio lo más precioso ¡SU HIJO! Aun sabiendo que no había garantía que tú y yo lo aceptarías. Quiero que hagas con otros lo mismo. Hazlo con los de tu familia.
Si quieres dile: Quizá no suceda lo que quiero, pero haré lo que haz hecho por mi, con aquellos familiares con quienes tengo una relación fracturada.
Quiero perdonar, así como tú me has perdonado, quiero amar así como tú me has amado.
Palabra de Dios
Oremos