Amarás al Señor tu Dios

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Amarás al Señor tu Dios

Estamos en el contexto de los mandamientos dados por Dios en el desierto al pueblo de Israel. En realidad, no son mandamientos. En la Escritura se habla de palabras más que de mandamientos. En el libro del Éxodo se comienza así:
Dios pronunció estas palabras: «Yo soy Yahvé, tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, del lugar de esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí.
Son 10 palabras dadas por Dios, después de haber salvado al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Son 10 palabras que nos enseñan lo que significa vivir, que nos enseñan a cómo vivir. No siempre se nos ha enseñado cómo vivir. Son un camino de vida y de unión con Dios. A veces pensamos que son normas. Sin embargo, son un camino que nos revela el corazón de un Padre que ama a su hijo e hija.
Jesús recuerda la primera palabra de Dios a los fariseos cuando ellos preguntan por el mayor de los mandamientos. Jesús les recuerda: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.
La primera palabra nos invita a amar a Dios. Es una experiencia que nace de ser amado en primer lugar por Dios. Israel fue salvado de la esclavitud y Dios les recuerda a los israelitas esta realidad: Yo soy Yahvé, tu Dios. Es un Dios personal que por amor ha hecho milagros y los ha rescatado.
Jesús recuerda a los fariseos que Él no viene a cambiar nada de lo que Dios ha dado a Israel. Él viene a renovar nuestro amor, a sanarlo y a mostrarnos quiénes somos a los ojos de Dios. Fuimos pensados para vivir en la presencia de Dios como hijos suyos. Este es el mensaje que transmitían los apóstoles. Cristo murió y resucitó para darnos una vida nueva, una vida como hijos de Dios, una vida donde no importa si nos hemos equivocado.
La Escritura esconde un mensaje de amor que se transforma en un camino hacia una vida plena, una felicidad que anhelan nuestros corazones. Como los israelitas en Egipto, también nosotros gritamos a Dios y le pedimos ayuda. Nuestros corazones tienen sed de Dios y sólo Dios da el agua que sacia la sed. Sólo Él nos da un pan de vida eterna.
La vida no es fácil pero es hermosa porque no estamos solos. Caminamos con Dios, somos acompañados por alguien que nos ama y para quien somos importantes. Dios no nos juzga o condena. Dios nos ama y no nos quiere ver tristes. Ojalá sepamos abrir nuestro corazón a Su Palabra y nos dejemos conducir por Él hacia esa vida plena que sólo Dios puede dar. Que Dios sea siempre nuestra luz y nuestra compañía. Amén.
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