Fe Que Mueve Montañas
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Introducción
Introducción
¿Creemos que Dios escucha nuestra oración?
Un ateo diría que las personas que oran están solo hablando palabras al aire, pues no hay nadie que los escucha.
Una persona espiritual, diría que orar o tener fe es tener pensamientos positivos que pueden tener alguna influencia sobre las cosas en esta vida. En otras palabras, estos pensamientos positivos, según ellos, tienen el poder de cambiar las circunstancias o sanar una enfermedad.
Algunos en otras iglesias dicen que se necesita hacer una oración, gritando con desesperación, o en ayuno si fuese posible - y declarar, decretar, afirmar que lo que afirme nuestra boca eso va a suceder.
Otros no tienen fe para orar ellos mismos, sino que llaman a diferentes personas para que ellos oren por su necesidad porque ellos si son guerreros de oración - seguramente Dios los va a escuchar a ellos.
Hoy queremos estudiar lo que es orar con fe - pero una fe tan real, tan genuina, que puede mover montañas.
Es una fe que agrada a Dios.
Es una fe viva.
Es una fe eficaz.
Veremos:
Una fe muerta
La fe verdadera tiene un poder sobrenatural
La fe verdadera confía que todo viene de Dios
La fe verdadera es compañera de la gracia
Una fe muerta
Una fe muerta
Marcos introduce esta historia con lo que sucedió el día después de la entrada triunfal a Jerusalén.
Por la mañana, cuando pasaban, vieron la higuera seca desde las raíces.
Entonces Pedro, acordándose, dijo* a Jesús: «Rabí, mira, la higuera que maldijiste se ha secado»
Es día lunes y Jesús y sus discípulos salen nuevamente de Betania hacía Jerusalén.
Pero, al pasar por el camino vuelven a ver la higuera que Jesús había maldecido el día anterior al no encontrar en ella fruto.
Se asombran los discípulos porque en menos de 24 horas la higuera se ha secado desde las raíces hasta la copa.
Es imposible que la higuera se haya secado de manera natural (en menos de 24 horas) a no ser por la mano de Dios.
Pero, no olvidemos que esta suceso fue una ilustración de la vida espiritual de Israel.
El Mesías de Israel había venido y su pueblo lo rechazó.
Los fariseos, escribas, y saduceos buscaban como deshacerse de Jesús.
El templo de Jerusalén, que era el lugar de adoración, estaba llena de mercaderes, de ganancias deshonestas, en lugar de verdaderos adoradores que estuvieran listos para recibir al Mesías que acababa de entrar a Jerusalén trayendo el mensaje del reino.
Así que Jesús está ilustrando aquí la fe muerta de Israel.
Una fe falsa que no era más que una religión externa.
Una fe falsa que no estaba dispuesta a recibir al Salvador que Dios les había enviado.
Así que hermanos, el peligro para todas las personas que dicen ser creyentes, que dicen ser cristianos, que dicen creer en Dios, es que sea una fe falsa incapaz de tener comunión con el único Dios verdadero.
La fe verdadera tiene un poder sobrenatural
La fe verdadera tiene un poder sobrenatural
Pero, así como existe una fe falsa, una fe muerta, existe una fe verdadera.
Jesús lo explica:
Y Jesús respondió*: «Tengan fe en Dios.
»En verdad les digo que cualquiera que diga a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido.
Jesús mira a sus discípulos y los exhorta a tener fe en Dios.
Pero, se supone que los judíos que estaban en el templo también tenían fe.
De hecho, decían que eran hijos del padre de la fe.
Ellos le contestaron: «Somos descendientes de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices Tú: “Serán libres”?».
Y es aquí donde Jesús va a hacer la distinción entre una fe verdadera y una fe falsa.
Jesús dice que la gran diferencia es que la fe verdadera tiene un poder sobrenatural.
Existía un proverbio judío para hablar de algo imposible - algo imposible es como quien toma una planta y la jala desde la raíz para quitarla de su lugar.
Ahora, imaginemos a alguien que pretende hacer lo mismo con una gran montaña.
Es posible quitar una pequeña planta.
Pero, es imposible quitar una montaña, como si fuese desde la raíz y arrojarla al mar.
Los discípulos podían ver una de las montañas más imponentes cerca de Jerusalén - el Monte de los Olivos, a casi 3,000 pie sobre el nivel del mar.
Pero Jesús dice que la verdadera fe, posee un poder sobrenatural que si alguien tiene esta clase de fe - sin dudar, debe tener la seguridad que va a suceder esta clase de milagro.
Esta es la invitación que Dios nos da - a tener un fe con un glorioso poder sobrenatural.
Es una fe que verá milagros.
Es una fe que verá maravillas de parte de Dios.
Ahora, nunca olvidemos que estos milagros y maravillas ocurren según la voluntad de Dios.
Cuando oramos con esta clase de fe, una fe sobrenatural, en armonía con la voluntad de Dios, veremos moverse la mano de Dios en medio de cualquier circunstancia.
La fe verdadera sabe que todo viene de Dios
La fe verdadera sabe que todo viene de Dios
Ahora, Jesús nos va a dar una gran lección acerca de esta fe verdadera.
»Por eso les digo que todas las cosas por las que oren y pidan, crean que ya las han recibido, y les serán concedidas.
Algunos creen que la fe de la cual dice la Biblia es la fe que necesitamos para resucitar muertos, para abrir los ojos de los ciegos, para levantar a los paralíticos, etc.
Otros dicen - hoy es una vigilia o campaña de milagros y Dios va a sanar a todos los que oren con fe.
Pero el énfasis de Jesús no es sobre el poder de nuestra fe, o el fervor de nuestra oración, o por los ayunos y vigilias que hagamos.
Notemos, ¿cuál es el énfasis de Jesús?
Jesús en este pasaje habla de los que oran y piden.
Estos pueden creer que lo que piden deben creer que ya lo han recibido.
Los que oran con esta clase de fe puede creer que ya se les ha concedido.
Pero, el énfasis no es en la necesidad, en el problema, en la clase de enfermedad.
Jesús quiere que veamos a aquel a quien oramos y le pedimos.
Jesús quiere que pensemos en aquel que dan de tal manera que recibimos.
Jesús quiere volteemos nuestra mirada hacía aquel a quien oramos y nos concede.
En otras palabras, Jesús quiere que pongamos nuestra mirada en Dios.
Por eso, dijo - Tengan fe en Dios.
No tenemos fe en el poder de nuestra oración.
No tenemos fe en el volumen de la oración, en el fervor con el que oramos, en las cantidades de veces que oramos, o en las horas que pasamos en oración.
Nuestra fe está siempre en aquel Dios bueno que se agrada cuando venimos a él en oración como el hijo necesitado que viene a su padre implorando su ayuda.
Es Dios que hace las cosas conforme a su bendita voluntad.
Por tanto, cuando oramos pensamos en la bondad de Dios, es su deseo de bendecir, en su naturaleza buena de cuidar de sus hijos - y confiamos que Dios va a ser su santa y buena voluntad en nuestras vidas.
Así que nosotros venimos a Dios y expresamos nuestra necesidad, nuestra ansiedad, nuestra preocupación - y lo dejamos todo en manos de Dios sabiendo que él va a ser su voluntad que aunque a veces no la comprendemos - podemos estar seguros que es exactamente lo que debe suceder.
La fe verdadera es compañera de la gracia
La fe verdadera es compañera de la gracia
Pero, ahora Jesús introduce algo que parece que no tiene nada que ver con la fe - habla del perdón.
»Y cuando estén orando, perdonen si tienen algo contra alguien, para que también su Padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus transgresiones.
»Pero si ustedes no perdonan, tampoco su Padre que está en los cielos perdonará sus transgresiones».
Jesús dice que si estamos en oración y nos damos cuenta que estamos enemistados con una persona - y que esa persona nos ha pedido perdón - pero no hemos resistido a perdonar...
…Dios dice que debemos conceder el perdón para que también nosotros seamos perdonados.
¿Qué tiene que ver el perdonar a los demás, con venir a Dios nosotros con una necesidad en nuestras propias vidas?
Cuando perdonamos a una persona, ¿qué estamos mostrando?
Estamos mostrando gracia.
Gracia es cuando concedemos perdón a alguien que nos ha ofendido.
Gracia es ser reconciliados a una persona que nos ha tratado mal, pero ahora viene a rectificar su error y nos pide perdón.
Gracia es recibir a una persona con los brazos abiertos aunque hizo algo para dañar la relación.
Así que Jesús quiere que entendamos que nosotros debemos mostrar gracia porque cuando nos acercamos a Dios estamos recibiendo de Dios gracia.
Dios nos recibe en su presencia por gracia.
Dios nos recibe a pesar de nuestros errores.
Dios nos recibe a pesar de la multitud de nuestros pecados.
Dios nos recibe a pesar de ser tan infieles.
Así que cuando venimos ante Dios no entramos porque merecemos estar allí, o porque seamos dignos de entrar en su presencia.
Entramos porque Dios nos ha mostrado su gracia y nos ha concedido el perdón.
Así que si Dios nos ha mostrado su perdón - ¿cómo podemos nosotros resistirnos a perdonar a los que vienen a nosotros con la misma actitud?
Debemos extender la misma gracia que hemos recibido de parte de Dios.
Por tanto, la verdadera fe siempre vendrá ante Dios reconociendo que no somos nadie para decretar, declarar nada ante Dios - de hecho, no merecemos nada, pero Dios en su gran amor y misericordia muestra su gracia de tal manera que podemos venir ante el trono del gran rey de toda la tierra y presentar nuestra necesidad, y creer que Dios ha de obrar conforme a su buena voluntad.