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Comunicación que construye
Comunicación que construye
Agradezco a los pastores, pastor Jesús y Flor por la invitación y permitirme el uso de este lugar para compartir. Me acompaña mi amada esposa Almita.
La comunicación es esencial en todo. Actualmente hay guerra en Israel y el grupo militar Hamas. Ucrania y Rusia. Y hay una batalla en los medios de comunicación. Algunos inventan historias y es difícil diferenciar lo veraz de las mentiras. Desde la 2a guerra mundial, se ha intentado dominar la comunicación. Interceptarla, disfrazarla o inventarla. Es la herramienta favorita de satanás. Desde el Génesis, modificó la instrucción de Dios y con eso metió la duda.
No es de sorpresa que la comunicación en el matrimonio está en constante ataque. Porque como matrimonios, nos amamos, nos queremos, y sin embargo hay problemas de comunicación, no se entiende o no decimos lo que queremos decir y eso trae problemas.
Por eso quiero dejar una frase fácil de aprender, para repetirla durante la semana: Comunicación que construye.
Estudiaremos una carta que escribe el apóstol Pablo que aparece en la historia como Saulo de Tarso, un judío del norte que llega a Jerusalén preocupado porque los cristianos quieren mezclar lo viejo con lo nuevo y ¡eso no puede ser! Quiere acabar con los cristianos, pide permiso para llevarlos a juicio, dónde sea que se escondan los encontrará y llevará a ser juzgados, torturados, castigados y algunos ejecutados. Pablo odia a los cristianos.
Pero, camino a Damasco, tiene un encuentro personal con Jesús y a partir de ahí, en lugar de acabar con ellos, empieza a fundar iglesias por todo el mediterráneo. Después les envía cartas, que ahora son parte del NT, una de esas cartas la escribe a cristianos de Éfeso.
Pablo escribe a personas que vienen de un contexto griego o romano, que han creído el mensaje de Pablo y han aceptado a Jesús como Salvador, quieren seguir sus enseñanzas, pero no pueden olvidar su contexto, su educación. A ellos los conocían como “paganos”.
“Así que les digo esto y les insisto en el Señor: no vivan más con pensamientos frívolos como los paganos.” (Efesios 4:17, NVI)
Lo que les dice es: ustedes se identifican como los paganos ¡porque así vivían antes! ese fue su estilo de vida de siempre. La forma como ven el mundo era igual al de ellos: creían en muchos dioses, sus dioses son crueles, egoístas ¡eso aprendieron! Pero ahora conocen a Dios que es totalmente diferente, lo aprendieron de la vida que Jesús vivió.
“A causa de la ignorancia que los domina y por la dureza de su corazón, éstos tienen oscurecido el entendimiento y están alejados de la vida que proviene de Dios.” (Efesios 4:18, NVI)
Pablo dice: en lo que he visto, ellos viven de acuerdo a su cultura, no conocen otro estilo de vida, no pueden ver lo que tú has visto.
En la cultura griega, tenían muchos dioses, todo se trata de ellos, jugaban con la humanidad, se mataban entre ellos. Ese es el ejemplo y así son ellos: egoístas, cada quien ve por lo suyo, las mujeres no tienen derecho, los poderosos dictan las leyes, si eres pobre y mujer ¡mala suerte!
¿Por qué vivían así los paganos? porque eso aprendieron de sus dioses; pero ahora ustedes son cristianos y es muy diferente al mundo del que vienen. Sigue hablando de los paganos:
“Han perdido toda vergüenza, se han entregado a la inmoralidad, y no se sacian de cometer toda clase de actos indecentes.” (Efesios 4:19, NVI)
En el paganismo no había moralidad, eran crueles, pero llega Jesús y les dice: perdona, ama, ayuda. La forma como debes tratar a todas las personas, a la mujer es lo que Jesús enseña. En el paganismo no era así. Pablo lo entiende, por eso dice: no me sorprende que la cultura se comporte así, ellos no tienen el conocimiento que ahora ustedes tienen. No tienen las reglas que ustedes han aceptado. No los está criticando, sólo describiendo las cosas como son.
“Pero eso no es lo que ustedes aprendieron acerca de Cristo. Ya que han oído sobre Jesús y han conocido la verdad que procede de él,” (Efesios 4:20–21, NTV)
Ustedes trataban a su esposa así como aprendieron de la cultura, trataban a su esposo así como lo vieron de su mamá, o así como son los de la costa, pero la luz que ahora tienen es la que Cristo les da.
Muchas cosas que ahora damos por un hecho, tuvo su punto de partida las enseñanzas de Jesús. El trato a todas las personas es con dignidad, porque cada hombre, mujer, niño son hechos a la imagen de Dios y por sólo ese hecho tienen valor intrínseco.
Ahora recordemos, cuando Pablo escribe esto, ese cambio, esa transición apenas se está dando, no era la norma. Para los paganos era normal, que el poderoso manda y hace lo que quiere. Que cada quién se preocupa sólo por su persona y los demás no importan.
“Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos;” (Efesios 4:22, NVI)
Deben quitarse esa vieja manera de pensar, así como te quitas un abrigo ¡quítate esa manera de vivir! para que no se corrompan por los deseos engañosos. ¿Qué son esos deseos engañosos?
¿Alguna vez perseguiste un deseo, un sueño o algo? y al obtenerlo te diste cuenta que realmente no era lo que deseabas, soñabas o querías, porque no satisfizo lo que pensabas, ese es un deseo engañoso. Y cuando te das cuenta dices: me equivoqué, ¡fue su culpa!
Pablo dice: como seguidor de Jesús eres llamado a vivir de forma diferente, a pensar de forma diferente.
“En cambio, dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes. Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo.” (Efesios 4:23–24, NTV)
Al aceptar a Cristo, esta nueva forma de vivir, pensar, será semejante a la de Dios, quien te invita que le digas ¡Padre! Dios te ama tanto que envió a SU Hijo a pagar por tus pecados. ÉL no jugará contigo como lo hacen los dioses. Dios te pone SU Naturaleza y serás semejante a ÉL, quien es Justo y Santo. La santidad no se puede esconder, se ve en tu trato a quienes están cerca, con quienes son como tú y aún con quienes son diferentes a ti.
En otras palabras, la vida no se trata de ti, de tus deseos, sino que empiezas a ver el mundo como lo ve tu Padre y al hacerlo, se traduce en forma práctica en lo siguiente, y aquí ya entramos en el tema:
“Eviten toda conversación obscena...” (Efesios 4:29, NVI)
En esta nueva forma de vivir, de ver el mundo, no dejarás que palabras ofensivas salgan de tu boca. En griego la palabra obsceno se usaba para describir el olor de pescado podrido ¡algo desagradable! Como seguidor de Jesús, alguien que ve a los demás, como personas a quien Dios ama, por eso no dejes que palabras apestosas, repugnantes salgan de tu boca.
“...Por el contrario, que sus palabras....” (Efesios 4:29, NVI)
Eres responsable de tus palabras, nada de que ¡se me chispoteo! eres responsable de cuidar que no salgan palabrotas desagradables ¡no las dejes salir! porque ¡van a querer salir! Por eso debes proteger, guardar tus palabras. No sólo su significado sino la forma como hablas. Y ahora Pablo da una imagen de lo que sí debemos hablar:
“...que sus palabras contribuyan...” (Efesios 4:29, NVI)
Si vas a hablar, revisa que sólo salgan palabras que contribuyan, que ayuden. Ahora bien, siendo honestos, esto suena bonito, bien cristiano, pero en el matrimonio ¿se puede? es que a veces mi esposa, mi esposo ¡no entiende si no le hablo fuerte!
Y sabes algo ¡es verdad! Pero Pablo no está diciendo que no digas las verdades, sino que tus palabras ayuden, que contribuyan, y a veces para ayudar a tu cónyuge se tiene que hablar temas difíciles; pero para que las palabras que digamos ayuden, quizá tú le tienes que bajar una rayita, y tú le tienes que subir una rayita, pero no en gritos o palabras ofensivas, sino en decir lo que es necesario decir. Ahora Pablo nos dirá otra palabra que nos da la idea de construcción.
“...que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan.” (Efesios 4:29, NVI)
Imagina que cada palabra que dices es para construir, edificar. Las palabras son el material de construcción. Que tus palabras sean para construir a las personas, levantar su auto estima, su seguridad, su confianza. Que cuando terminen de platicar sean mejores personas de lo que eran antes de empezar la plática.
Que sean mejores y sea así porque tú los has construido, edificado. Esto es todo un reto, porque casi siempre, en el matrimonio, al discutir, intentamos ganar, hacer nuestra voluntad, y se trata de mis necesidades. Pablo dice ¡Jesús no es así! El cristianismo ¡no es así!
Que tus pláticas sean para darles lo que necesitan, les beneficie, les bendiga, que lo que hables sea para su beneficio ¡no el tuyo!
Al discutir quieres aclarar tu punto de vista, que vean lo inteligente que eres, quieres decir la última palabra. Nuestro Padre nos dice ¡eso es ser egoísta! Así hablan los paganos, es lo que han aprendido de sus dioses, pero ¡tú no!
Ahora Pablo se pone espiritual y pragmático. Recuerda el contexto es el tema de las palabras:
“No entristezcan al Espíritu Santo de Dios...” (Efesios 4:30, NTV)
No lastimes a tu cónyuge, que Dios no te diga ¡me la estas destruyendo! ¡me lo estás apagando! No me ayudes, lo que he avanzado en sus vidas ¡lo estás derribando! Siendo que tienes lo necesario para ayudarme a construirlos a edificarlos.
Pablo va al meollo del tema ¿por qué permites que las cosas escalen? ¿por qué dices cosas que lastiman? Pablo sebe que hay algo que tienes que resolver
“Abandonen...” (Efesios 4:31, NVI)
Abandona todo lo feo que hablas, ponlo en la basura y sácalo. Abandonar no quiere decir parar, sino desechar. No es guardarlo para más tarde o para otro día, sino sacarlo y dejarlo en la basura.
“Abandonen toda amargura...” (Efesios 4:31, NVI)
La amargura se refleja no sólo en lo que dices sino ¡cómo lo dices! y a quién se lo dices. No puedes construir si hay amargura, dolor, porque eso saldrá en forma de palabras. El volumen de tu voz, el tono, la actitud de tu corazón afecta la intención de tus palabras.
Y todos hemos sido edificados o destruidos por palabras. Palabras que te dijeron de niño, de niña o que no te dijeron, se quedaron grabados en tu mente ycorazón.
¿Cuál es la solución para la amargura? ¡el perdón! La amargura necesita el perdón. ¿De dónde vino la amargura? la mayoría de las veces de palabras que nos dijeron; creciste en un hogar donde no te dieron palabras positivas, lastimaron tu corazón y ahí empezó a crecer la amargura.
Quizá tuviste una relación anterior, donde te humillaron, te sentiste usado, usada, te quitaron lo que deberías haber tenido para mantener tu auto estima, tu seguridad; pero ahora estás en otra etapa de tu vida y sigues luchando con esas palabras del pasado. Llevas esas heridas todos los días y lastimas a quienes te rodean.
Los que luchan con la amargura, intentan desquitarse con quienes no la crearon. Ellos no pueden hacer nada por la persona amargada porque quien les hirió ¡ya no está cerca, ya murió o ya cambió!
Pablo dice: Tú no podrás construir, edificar mientras tengas amargura, por eso es necesario ¡perdonar! El perdón es darle a alguien del pasado algo que no merece, de manera que puedas da a quienes te rodean hoy lo que ellos sí merecen.
Como esposo, como esposa, como hijos, como padres tienes que tratar tu amargura, porque si no lo haces, eso que se te quitó lo vas a querer reclamar de quienes te rodean o en quienes se están esforzando en cambiar.
“... ira y enojo, gritos...” (Efesios 4:31, NVI)
Deja ese griterío, déjalo ya. Abandona eso, mételo en la bolsa y a la basura.
“...y calumnias, y toda forma de malicia.” (Efesios 4:31, NVI)
En otras palabras, abandona toda palabra que degrade, lastime, toda falta de respeto. Cuando le dices a alguien que no te importa lo que haga o diga, ya sea con tu actitud, tu Padre te dice: ¡espera! Él, ella es importante para mí y si a mí me importan, entonces ¡también deberían importarte a ti!
Cuando degradas es como decir: no cumples con mis requisitos, eres poca cosa para mi, tu Padre te dice ¿tú si cumples mi estándar? Y ¡claro que no! Dios dice ¿cómo respondo cuando tú no cumples mi estándar? ¡me perdonas! Haces por mí lo que yo no puedo hacer por mí mismo ¡Exacto! has por él, por ella lo mismo.
Pablo dice: no has sido llamado a tratar a tu cónyuge como alguien te trató a ti en el pasado, sino como Dios, por medio de Jesús te trató a ti.
“Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros...” (Efesios 4:32, NTV)
Se amable, de buen corazón. No se trata de evitar las pláticas difíciles, sino de hablar de la manera correcta.
Compasivo y aquí va a la emoción. Perdónense porque si no lo hacen, esa falta de perdón impacta la forma cómo se hablan entre ustedes. Quizá preguntes y ¿qué tan de buen corazón, qué tanto de compasivo?
“... tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo.” (Efesios 4:32, NTV)
Así como lo hizo el Padre contigo por medio de Jesús. Habla con tu esposo, con tu esposa, así como Dios, como Jesús habla contigo. ¿Te imaginas lo que puede pasar en tu matrimonio, en tu familia si haces esto? Y ¿qué hago cuando me equivoque? reconócelo, acepta, pide perdón.
Permite que la Gracia de Dios que está en ti, moldee tus palabras, que cada palabra sea como parte de un edificio, de una construcción.
Termino con esto ¿en qué área debes trabajar? y la otra pregunta es ¿a quién le urge que trabajes en esa área?
Esta pregunta es dolorosa, porque seguro la respuesta será ¡a los más cercanos! a tu esposa, tu esposo, tus hijos. A él, a ella has herido con tus palabras, has gritado, has sido burlona, sarcástico, crítico negativo. Quizá es lo que mejor te sale, pero debes saber que esas palabras ¡no construyen! No edifican a nadie, no ayuda a nadie.
nadie es mejor gracias a tus gritos, a tu ironía, nadie es mejor por fu forma de juzgar, criticar, ser hiriente, lo único que hace el sarcasmo es crear resentimiento. Por eso Pablo dice ¡deja eso! ¡abandónalo! Habla con tu pareja así como tu Padre habla contigo. De tarea les dejo memorizar Efesios 4.29 que dice:
“No empleen un lenguaje grosero ni ofensivo. Que todo lo que digan sea bueno y útil, a fin de que sus palabras resulten de estímulo para quienes las oigan.” (Efesios 4:29, NTV)
La otra tarea es práctica. Escribe en un papel lo que crees que te quitaron y has intentado que tu pareja te pague. ¿Qué crees que te deben y quieres que otros te paguen? Escribe la respuesta lo más detallado posible y rómpelo en pedacitos, échalo en la bolsa de basura y cuando pase el camión ¡saca todo! Y al sacarlo ora diciendo: Padre abandono esta amargura, no quiero que mi pasado influya mi presente, no quiero que las palabras que me lastimaron a mí, salgan de mi boca y lastimen a quienes amo. Abandono la amargura, la ira. Quiero a partir de ahora edificar, construir en mi esposa, en mi esposo, la mejor versión de él de ella.
Palabra de Dios
Oremos