Nacidos para santidad (Santiago 1:18)

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Nacidos para santidad

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Santiago 1:18 RVR60
18 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.
En este versículo Santiago añade otra evidencia (a las que están en los Santiago 1:13-17) de que Dios no es responsable, directa o indirectamente, de nuestras tentaciones, mucho menos de nuestro pecado, es decir, la prueba de la naturaleza misma de la regeneración.
La vida nueva que el Señor da a los creen en Jesucristo es una vida piadosa, santa, que imita a Cristo. Es la vida de Dios en el alma del hombre.
Por el nuevo nacimiento, el Señor vuelve a crear al creyente, le da una naturaleza completamente nueva que no tiene parte en el pecado o en el mal.
Nuestra propia concupiscencia engendra muerte (Santiago 1:15); y el don de Dios en Cristo engendra vida.
En su carta a la iglesia de Roma, Pablo citó el Salmo 14, al decir: "Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno" (Ro. 3:10-12; cp. Sal. 14:1-3).
Aparte de Jesucristo, ningún ser humano desde la caída ha nacido justo o ha llegado a ser justo, es decir, moralmente puro y justificado ante Dios, con sus propios esfuerzos Eclesiastés 7:2020 Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.”
En toda la historia humana, no ha existido uno solo; ni lo habrá nunca en la época actual. Sepulcro abierto es su garganta”, sigue diciendo Pablo. “Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos” (Ro. 3:13-18).
Esa es la condición de todo pecador no redimido, de toda persona separada de Dios. La condición del hombre es resultado de la decisión propia y de su naturaleza, como explica Juan: (Juan 3:19–2019 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.” ).
Pablo escribió a los cristianos: "Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Ef. 2:1-3; cp. 4:17-19).
Antes de la salvación, nuestra conducta estaba dictada por el sistema pecaminoso en el que vivíamos, porque nuestra naturaleza pecaminosa respondía de buena gana a este sistema.
Éramos sin saberlo, pero voluntariamente, súbditos de Satanás, (Efesios 2:22 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,”). Él fue, por decirlo así, nuestro padre espiritual (Jn. 8:44).
¿QUIEN LO HACE? Que nazcamos de nuevo - Dios es soberano aun en la salvación
Santiago 1:1818 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.
La regeneración es el acto, y enteramente el acto, de Dios, el "Padre de las luces" (Santiago 1:17), realizado por su voluntad.
Por su soberana voluntad, Dios limpia el pecado, concede el perdón y planta una vida nueva, una naturaleza totalmente nueva dentro de cada persona que confía en Jesucristo como Señor y Salvador.
Él incluso mora en esa vida mediante la presencia interior de su Espíritu (Juan 14:1717 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” ; Ro. 8:9).
Como el Señor prometió por medio de Ezequiel: (Ezequiel 36:25–2625 Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. 26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.”).
La frase Él, de su voluntad pudiera traducirse sencillamente "por su voluntad". Pero traduce el participio aoristo pasivo del verbo boulomai, que expresa la idea de un ejercicio de la voluntad deliberado y específico. La frase está también en la posición enfática del griego, reforzando la verdad de que la soberanía de Dios y su voluntad no influenciada es la fuente y el fundamento de la vida nueva.
Desde el punto de vista teológico y lógico, esa es la única forma en la que la vida pueda darse a los muertos. Los muertos no tienen conciencia o comprensión de pecado, ni deseos de volverse de él (Jn. 3:19-20), y no tienen poder o recursos para cambiar, si lo quisieran hacer. Ni siquiera saben, desde luego, que están muertos.
La regeneración puede solo ocurrir por la soberana voluntad y el poder de Dios, la Fuente y el Dador de la vida espiritual. Juan dice: "Mas a todos los que le recibieron [a Jesucristo], a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios" (Jn. 1:12-13, cursivas añadidas).
Ningún niño ha venido al mundo por su propia voluntad o plan. Su concepción, gestación y nacimiento están totalmente fuera de su conciencia y control. Es simplemente el receptor pasivo de la voluntad y de la acción de sus padres. De igual manera, ninguna persona tiene la voluntad de crear, y mucho menos crea, una nueva naturaleza espiritual dentro de misma.
Jeremías preguntó retóricamente: “¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?" (Jer. 13:23). Por medio de ese mismo profeta el Señor declaró la única forma en la que puede y debe hacerse el cambio necesario.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jer. 31:31-34).
El hombre natural no solo es incapaz de hacer tal cambio por sí mismo, sino que, sin la revelación de Dios, no puede ni siquiera saber que necesita tal cambio.
No obstante, si piensa que necesita cambio alguno, no puede valorar lo que de veras necesita y supone que puede hacerlo por sí mismo de forma satisfactoria. "El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios", explica Pablo, “porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente" (1 Co. 2:14).
"Pero Dios, que es rico en misericordia”, nos asegura Pablo, “por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)" (Ef. 2:4-5).
La única forma en la que una persona espiritualmente muerta (todos los incrédulos) puede tener vida espiritual, es recibiéndola como un don de Dios mediante la fe en Jesucristo. Por lo tanto, el cristiano puede decir como Pablo: "Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que, como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Ro. 6:4).
Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere.......", dijo Jesús (Jn. 6:44), añadiendo después: "No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros......" (Juan 15:16).
La más hermosa y gráfica explicación de la regeneración está en el encuentro de Jesús con Nicodemo, un devoto y muy respetado fariseo y maestro, queEste vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él” (Jn. 3:2). El líder solo hizo una declaración acerca de Jesús y no dijo nada de sí mismo ni hizo pregunta alguna al Señor. Pero el Señor sabía lo que había en su mente y le dijo: “......De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).
Lógicamente desconcertado, Nicodemo respondió: “......¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?" (Juan3:4).
Nicodemo no se estaba refiriendo al renacimiento físico, ya que sabía que Jesús estaba hablando acerca de la vida espiritual, no de la vida física. Él simplemente estaba usando la figura que Jesús acababa de emplear. Pero estaba, no obstante, confundido por lo que oyó. Siendo un maestro preparado de la ley mosaica, suponía, como suponían casi todos los judíos, que los hombres agradaban a Dios y eran justos ante Él mediante la obediencia a esa ley y de ninguna otra manera. También suponía que cualquier cosa que fuera necesaria para ser justificado ante Dios, debía hacerlo él mismo, con sus propios esfuerzos, talentos y bondad. Así que su pregunta era, en efecto: "¿Cómo puedo lograr por mí mismo nacer de nuevo y ganar la vida nueva?" El Señor siguió explicando: “.......De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu" (Juan 3:5-8).
El Espíritu de Dios se mueve soberanamente hacia donde Él quiere y ofrece el nuevo nacimiento a los que ha predestinado para salvación. "......Nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad" (Ef. 1:4-5). “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe", dice Pablo más adelante en esa carta, "y esto no de vosotros, pues es don de Dios" (Efe 2:8)
Filipenses 1:2929 Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él,
La fuente de vida nueva no estaba en poder de Nicodemo, como no está en poder de ningún hombre. Viene de Dios, por medio de su Espíritu Santo, el único que imparte la nueva vida espiritual. El Señor prometió hace tiempo esa verdad por medio de Jeremías, diciendo: "Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón" (Jer. 24:7).
El nuevo nacimiento es un don soberano de Dios, dado por medio de su Espíritu Santo a los que han acudido a Él por la fe en su Hijo. "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Co. 5:17).
El nuevo nacimiento es resultado de que, en su soberanía, Dios llega a un pecador y por su gracia lo limpia, poniendo en él su Espíritu y dándole una naturaleza espiritual completamente nueva. Entonces se ha vestido (Efesios 4:2424 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”).
Después que Agustín se convirtió, una mujer con la que había vivido en otro tiempo, lo llamó mientras caminaba por una calle, pero él no respondió. Ella insistió y finalmente corrió hacia él y le dijo: “Agustín, soy yo”. A lo cual él respondió: “Lo sé, pero ya no soy yo”.
Nuestra experiencia consciente de conversión, al creer en Jesucristo, en su muerte y su resurrección a favor nuestro, y al rendir nuestra vida a Él, es todo consecuencia de la soberana voluntad de Dios.
Juan dice: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Jn. 4:10).
En realidad, nunca pudiéramos amar de verdad, ni siquiera a Dios o a otros creyentes, si Él no nos hubiera amadoprimero” (1 Juan 4:19).
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó" (Ro. 8:29-30).
¿QUÉ ES ESO?
Santiago 1:1818 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.
hizo nacer es la misma forma verbal traducida “da a luz”en el versículo Santiago 1:15 .
En la regeneración, Dios da a luz una nueva vida espiritual. La regeneración es un milagro de Dios por el cual se implanta el principio de la vida nueva en el hombre y se hace santa la disposición que gobierna su alma. Este es el nuevo nacimiento, el nacer de nuevo (cp. Jn. 3:3-8; Ef. 2:5-6; 1 P. 1:23; cp. Ez. 36:25-27).
En Cristo los creyentes llegamos a ser "participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:44 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;” ).
El nuevo nacimiento no lo ve ningún ojo humano, pero puede experimentarse por cualquier corazón humano que acude a Dios mediante la fe en Cristo. Y Se evidencia en una vida transformada.
Yo he venido”, dijo Jesús, “para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia... y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano" (Jn. 10:10, 28).
¿CÓMO OCURRE ESO?
Santiago 1:1818 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.
Por la palabra de verdad pudiera traducirse literalmente “por la palabra de la verdad”, es decir, por la Palabra de Dios, por la Biblia. Los creyentes nacen de nuevo, se regeneran, por el poder de la Palabra de Dios.
Pablo les recordó a los creyentes de Colosas “......la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio” (Col. 1:5); y aconseja a su amado Timoteo: "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Ti. 2:15).
Por lo tanto, en su más amplio sentido, la palabra de verdad es toda la Palabra de Dios, y en su sentido más restringido es el evangelio, como también Pablo afirma en Efesios: "En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Ef. 1:13).
Por lo cual, escribió Pablo a la iglesia de Tesalónica, .......también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes" (1 Ts. 2:13).
Hablando de la iglesia en su totalidad, les explicó a los creyentes de Éfeso que Cristo se entregó a sí mismo por [la iglesia], para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra" (Ef. 5:25-26).
"¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído?", pregunta retóricamente Pablo "¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ...Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios" (Ro. 10:14, 17).
La regeneración ocurre cuando Dios soberanamente reconoce la fe de una persona en el evangelio, es decir, la creencia en Jesucristo como Señor y Salvador y le acredita con toda la justicia de su Hijo (2 Co. 5:21).
Como explica Pedro: "Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (1 P. 1:23-25; cp. Is. 40:6-8).
¿POR QUÉ SE HACE?
Santiago 1:1818 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.
Por último, Santiago explica por qué Dios regenera a quienes ponen su confianza en Jesucristo.
Aunque la salvación es la mayor bendición posible que un ser humano pueda recibir, su objetivo fundamental no es beneficiar al hombre, sino cumplir el propósito soberano de Dios de que los cristianos lleguen a ser, por decirlo así, primicias de sus criaturas.
El Señor le ordenó a Moisés: "Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega. Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo la mecerá" (Levitico 23:10-11; cp. Éx. 23:19; Dt. 18:4).
Las primicias eran el primero y el mejor de los cultivos que se estaban cosechando y eran por lo general un indicador de cómo sería el resto de la cosecha. Un campesino pudiera sentirse tentado a tomar para sí esa cosecha temprana y guardarla, en caso de que el resto se perdiera por alguna sequía, plaga de langostas u otra calamidad. Pero el Señor exigía que lo primero y lo mejor debía ofrecerse a Él.
Cuando Santiago escribe para que“seamos”, está aplicando el término a los creyentes de aquella época, tal vez en especial a los creyentes judíos que fueron las primicias del evangelio de Jesucristo. Ellos fueron los primeros de muchos otros en la cosecha espiritual que Dios estaba comenzando.
Pablo se refirió a la familia de Estéfanas como "las primicias de Acaya" (1 Corintios 16:1515 Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos.” ).
Cuando habla de personas, el uso de "sus criaturas"es para referirse a todos los que serán salvos .
El término griego se emplea varias veces para referirse a la creación material, de modo que Santiago pudiera también haber tenido eso en cuenta.
En una forma inconmensurablemente mayor, aquellos regenerados por medio de Cristo en la época actual serán las primicias de sus criaturas en su postrer creación del cielo nuevo y de la tierra nueva, después que el cielo y la tierra actuales hayan sido destruidos (Ap. 21:1; 2 P. 3:10).
".......Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero" (Ap. 14:4).
Pablo nos dice que:
Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora (Ro. 8:19-22).
Los creyentes son la primicia de la nueva creación de Dios que está por venir (cp. 2 P. 3:10-13) Cielos nuevo y tierra nueva.
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