El llamado del Señor
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· 14 viewsEl llamado del profeta Joel es de arrepentimiento porque el día grande del Señor se acerca.
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El llamado del Señor
El llamado del Señor
Joel 2:1, 12–13
1Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová, porque está cercano...
12Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. 13Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.
Introducción
Introducción
El objetivo principal de iglesia se enfoca en predicar el evangelio y estar preparada para la venida de Señor.
Esto debido al juicio que está sobre la humanidad debido al pecado, es nuestra responsabilidad anunciar el inminente juicio de Dios sobre la tierra, pero también de las buenas noticias de salvación:
Dios envió a su Hijo Jesucristo a pagar el precio de nuestra salvación en la cruz, para que por su preciosa sangre tengamos oportunidad de salvación.
El mensaje de la iglesia se centra en anunciar esta esperanza de salvación, de estar preparados para que cuando el Señor venga nos encuentre preparados para irnos con Él.
Antes de irnos, tenemos una responsabilidad que cumplir.
Suena la trompeta
Suena la trompeta
Joel 2:1 “Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová, porque está cercano.”
Para la época del profeta Joel esta ilustración tenía mucho sentido y significado.
La trompeta se sonaba por diferentes razones:
Convocar asamblea
Anunciar las fiestas
Convocar a la guerra
Anunciar al pueblo que debían avanzar
Advertir el peligro
El trompetista debía ser claro en su toque para que las personas pudieran entender que está anunciando.
1 Corintios 14:8 “Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?”
Esta es una figura de la responsabilidad de la iglesia de anunciar el evangelio de salvación con claridad, centrado en el sacrificio de Cristo, tomando como fuente principal la Biblia.
Como iglesia tenemos este privilegio y responsabilidad. pues si no somos nosotros, ¿entonces quién?
Romanos 10:13–15 “13porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. 14¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 15¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”
Cada día, mes o año que pasa, la venida del Señor está más cerca, debemos disponernos a ser instrumentos en las manos de Dios.
Humillación
Humillación
Joel 2:12 “Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento.”
El llamado del Señor es a una genuina conversión, reconocer que todos hemos pecado, que nadie está libre de la condenación eterna.
Romanos 5:12 “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.”
Lo que debe mover al hombre a acercarse a Dios es haber entendido su culpa de pecado, su necesidad de Dios y la esperanza del salvación en Cristo.
En la conversión genuina es acompañada de llanto, lamento y dolor por haber ofendido a Dios, una humillación espontánea delante de Él para alcanzar misericordia.
La genuina conversión es fruto del conocimiento de la verdad espiritual de la condición del hombre y del grande amor de Dios. Juan 8:32 “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”
Por eso debemos orar para que Dios alumbre el entendimiento de los incrédulos.
La misericordia de Dios
La misericordia de Dios
Joel 2:13 “Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.”
Dios es el juez de toda la tierra, quien decide a quien otorgar su salvación.
Sin embargo, Dios no es un Señor cruel, que se deleita en castigar al que hace lo malo. “… se duele del castigo”
Dios es misericordioso y clemente que está dispuesto a otorgar su salvación al que se acerca genuinamente arrepentido.
Si Dios es misericordioso… ¿Por qué no salva a toda la humanidad?.... Porque eso significaría que Dios estaría obligando a muchos a hacer algo que no quieren, alejarse del pecado.
Dios no quiere que le amemos a la fuerza.
En segundo lugar porque Dios es perfectamente justo.
Ha decretado que la muerte es el pago por el pecado, y que solamente con derramamiento de sangre se hace remisión de pecado. Hebreos 9:22 “Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.”
No puede pasar por alto su palabra, es necesario que el que reconoce su condición de pecado, purifique su alma en la preciosa sangre de Cristo, y para ello es necesario aceptarlo como Señor y Salvador.
Conclusión
Conclusión
Cuando comprendemos el grande amor y la misericordia de Dios, cumplir sus mandamientos no será una molestia o una carga, sino un deleite. Juan 14:21 “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.”
El que ha tenido un genuino nuevo nacimiento ama las cosas espirituales y aborrece el pecado. Romanos 6:6 “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.”
Esto no significa que estamos libres de tentación, Satanás procurará hacernos caer, y la carne batallará contra el espíritu para que hagamos lo malo. Pero ahora tenemos el poder de Dios para vencer. Romanos 8:37 “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.”
Para el que ha nacido de nuevo es un deleite testificar de Cristo.
Tenemos la responsabilidad de anunciarle a las personas que nos rodean el evangelio de Cristo.
Involúcrate en el trabajo de la iglesia, dispón tu vida a ser un instrumento en las manos de Dios.