Comunicación 4
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Dios está contigo
Dios está contigo
Vamos directo al grano. Santiago hermano de Jesús, escribe una carta que ha sobrevivido y en ella dice: rápido para escuchar y lento para hablar. Esforzarte por hacerlo cambia tus relaciones, todos se benefician. Nos dice que la lengua no puede ser domada, por eso hay que estar alerta, no hables rápido porque no sabes lo que dirás, es una amenaza constante a quienes amas.
El apóstol Pablo continúa con esa idea y nos dice que no permitas que ninguna palabra con olor a pescado podrido salga de tu boca. Como cristianos creemos que toda persona lleva la imagen de Dios y son importantes para ÉL.
Por eso en cada plática construye, que después de hablar contigo las personas sean edificadas. Pablo va a la raíz: muchos problemas de la lengua no es por lo que pasa alrededor, sino por lo que te pasó hace años. Por eso abandona la amargura por medio del perdón. Perdonar es decidir que quién te hirió en el pasado ya no te debe, darle algo que no merece ¡el perdón! de forma que quienes ahora te rodean tengan de ti lo que merecen. Decidir que la persona del pasado ¡no te debe! Así es como abandonas la amargura.
Si no abandonas ¡no sanarás! y lastimas, alejas a los más cercanos. Hijos abandonados por sus padres se vuelven esposos demandantes. Hijas abandonadas se vuelven esposas sospechosas.
La Palabra dice que cosechas lo que siembras. Recibes lo que das; en algún momento quién estaba abajo, ahora está arriba, el que estaba en necesidad ahora tiene abundancia, el desempleado ahora es empresario. Quien te hirió un día te va a necesitar y la forma como uses tus palabras dirá más de ti que cualquier otra cosa. El tema de hoy, nos ayudará a estar listos cuando esto suceda.
Dios le habla a Abraham y le dice que será una gran nación. Él y su esposa Sara esperan por años para tener un hijo a quien llaman: Isaac. Él es padre de Jacob una familia de 6, crece porque Jacob tiene 12 hijos, se organizan en forma tribal, de seguir así en 3 o 4 generaciones serán una nación pequeña.
En un momento de la historia todas las promesas del plan de Dios de redención penden, descansan de las palabras de una persona. Una sola palabra suya y ¡todo terminaría! Esa persona es uno de los hijos de Jacob, su nombre: José.
Un poco de historia para quienes no lo sepan, José es el hijo favorito de la esposa favorita, eso creó muchos problemas, los hermanos tienen resentimiento porque papá quiere más a José. Un día, Jacob envía a José a vigilar a sus hermanos, a ellos no les gusta y al verlo llegar, con su ropa especial, lo avientan a un pozo seco, pero antes de matarlo les da hambre. No me creen ¡leamos la Palabra!
“Luego, justo cuando se sentaron a comer, levantaron la vista y vieron a la distancia una caravana de camellos que venía acercándose...” (Génesis 37:25, NTV)
José gritando ¡sáquenme! ¡dejen de bromear! ¡no me quiero hacer la vistima pero ya párenle! Está asustando. Su hermano Judá dice:
“Judá dijo a sus hermanos: «¿Qué ganaremos con matar a nuestro hermano? Tendríamos que encubrir el crimen.” (Génesis 37:26, NTV)
La verdad es que no es compasión, porque ya tiene un plan:
“En lugar de hacerle daño, vendámoslo a esos mercaderes ismaelitas. Después de todo, es nuestro hermano, ¡de nuestra misma sangre!». Así que sus hermanos estuvieron de acuerdo.” (Génesis 37:27, NTV)
Lo sacan del pozo, José tiembla, no sabe qué pasará. Ve unos extraños hablando otro idioma. Sus hermanos lo venden. Imagina el miedo, tiene 17 años, se va de esclavo, no sabe a donde va. Sus hermanos saben que no lo verán jamás y José pensó lo mismo. Nunca más verá su hogar. En Egipto es vendido a un funcionario de Faraón llamado Potifar. A lo largo de la historia de José, el autor dice algo varias veces, en el caos, la incertidumbre, el autor dice:
“El Señor estaba con José, por eso tenía éxito en todo mientras servía en la casa de su amo egipcio.” (Génesis 39:2, NTV)
¡No cuadra! ¡no debe ser así! Si el Señor está con José, él estaría en su casa y sus hermanos de esclavos ¡No hizo nada malo! Los hermanos sí y ellos están en casita como si nada.Dices que Dios está con José, no es fácil de entender, pero es más difícil entender -pero posible- que José decide vivir como un hombre que tiene el favor de Dios. Decide vivir como si Dios está con ÉL y no como que Dios lo ha abandonado.
Potifar ve las cualidades de José, pasan los años, aprende Egipcio. Potifar le da más responsabilidades, en poco tiempo está controlando toda la casa. Un día la esposa de Potifar ve a José y le dice: esclavo, ven a mi cama ¡es una orden! Pero José se niega a tener relaciones con ella.
Esta mujer, quizá por primera vez es rechazada Imagina, los esclavos ¡sólo obedecen! y este tiene la osadía de decir ¡no! a su ama. Y la razón que da es esta:
“En esta casa no hay nadie más importante que yo. Mi patrón no me ha negado nada, excepto meterme con usted, que es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios?” (Génesis 39:9, NVI)
¡Dios! ¿qué Dios? quién no ha hecho nada por ti, el que vio como te vendían, quien no te rescató. Quién permitió que te enfermaras, quién dejó que él o ella se fuera ¡eres fiel a ese Dios! Esto pasa varios días, finalmente la doña se cansa y lo acusa de violación. Potifar se entera y lo envía a la cárcel.
“Entonces agarró a José y lo metió en la cárcel donde estaban los presos del rey. José quedó allí, pero el Señor estaba con José en la cárcel y le mostró su fiel amor. El Señor hizo que José fuera el preferido del encargado de la cárcel.” (Génesis 39:20–21, NTV)
Si el Señor está contigo ¡no vas a la cárcel! ¡no te persiguen! Se supone que cosas buenas le suceden a personas buenas y malas a los malos. Si eres fiel ¡siempre te debe ir bien! Dios le da su favor y es el preferido del en cargado de la cárcel. ¿Quién quiere ser el preferido del carcelero? Si vas a la cárcel es porque no te va bien. Esto nos recuerda que sí suceden cosas malas a personas buenas. Lo que debes saber es que Dios está todo el tiempo junto a personas buenas que pasan malos momentos.
José administra la cárcel ¡no quiere estar ahí! Es el preferido del guardia, pero es una vida miserable en el calabozo.
Con el tiempo el panadero y copero del faraón llegan a la cárcel, un día despiertan ansiosos, José lo observa y les pregunta la razón. Le cuentan lo que soñaron pero no saben lo que significa. El copero le cuenta el sueño y José le dice: en 3 días el faraón te va a perdonar y volverás a trabajar para él. Te ruego que al salir te acuerdes de mí, dile a faraón que estoy aquí injustamente. El copero le dice: ¡Claro que me acordaré de ti si...salgo! Y después de 3 días ¡salió!
El panadero se emociona y le cuenta su sueño. José le dice: también saldrás pero en un ataúd. En 3 días serás decapitado. José quizá pensó, por fin una persona influyente me ayudará; pero pasan los días, semanas, meses y el copero se olvidó de José.
Quizá así te sientes ¡olvidado! El tiempo pasa y no ves claro que se cumpla la promesa. José decidió que aunque pasara toda su vida en el cárcel viviría cada día como si Dios está con él; para estos tiempos tiene unos 30 años de edad.
Pero una noche faraón tiene un sueño que lo inquieta, sabe que debe significar algo pero no sabe qué. Nadie ha podido interpretarlo y de pronto el copero se acuerda: Faraón, hace unos años, tuvimos un problemita -mi culpa- fui a la cárcel y conocí un esclavo que interpretó mi sueño y se cumplió, no se si aun vive, llámalo.
“El faraón mandó llamar a José de inmediato, y enseguida lo trajeron de la cárcel. Después de afeitarse y cambiarse de ropa, José se presentó ante el faraón.” (Génesis 41:14, NTV)
Lo bañan, peinan, perfuman, no sabe qué pasa, le dicen que no hable si no le dan permiso, cuando de pronto está frente faraón, quién le dice:
“Entonces el faraón le dijo: —Anoche tuve un sueño, y nadie aquí puede decirme lo que significa; pero me enteré de que cuando tú oyes un sueño puedes interpretarlo.” (Génesis 41:15, NTV)
Por fin, la oportunidad de oro; José se puede lucir, es su oportunidad, pero lo que José dice es un acto de valor tremendo. Faraón dice: te diré mi sueño y tú lo vas a interpretar, pero antes que faraón siga hablando este extranjero, por quién Dios no ha hecho nada, le dice al hombre que se cree Dios:
“—No está en mis manos el poder para hacerlo —respondió José—...” (Génesis 41:16, NTV)
El copero piensa ¡a la cárcel otra vez! este hombre me está dejando en mal. José sigue:
“...pero Dios puede decirle lo que su sueño significa y darle tranquilidad.” (Génesis 41:16, NTV)
¿Quién le dice al que se cree dios que hay un DIOS? La gente lo trata como a dios, le dicen que él es dios y José le dice ¡Faraón tú no eres Dios! pero el Único Dios verdadero puede responder tu petición. Es ÉL, yo no puedo, pero ÉL puede.
Es tanta la angustia del faraón que lo pasa por alto y le dice su sueño. José le dice que lo que soñó quiere decir que Egipto vivirá 7 años de abundancia, mucha cosecha, habrá tanto grano que los precios bajarán; pero después vendrán 7 años de escasez, hambre, tan severo que la gente se olvidará que hubo abundancia.
Y hasta ahí debió llegar, fue lo que le pidieron, pero José sigue y aconseja a Faraón: lo que debe hacer es que en los años de abundancia funde ciudades graneros, construya silos y cobre como impuestos el 20% de los granos que la gente coseche. El impuesto será suyo ¡no de la nación! Habrá tanto grano que no les importará pagar el 20%. Después, en los años de hambre, ponga alguien listo que administre los silo y ¡venda el grano para usted!
Faraón dice: me gusta la idea. Hay silencio en la sala.
“Las sugerencias de José fueron bien recibidas por el faraón y sus funcionarios. Entonces el faraón preguntó a sus funcionarios: «¿Acaso encontraremos a alguien como este hombre, tan claramente lleno del espíritu de Dios?».” (Génesis 41:37–38, NTV)
Todos contestan lo que él quiere escuchar, porque para ellos, él es como dios.
“Así que el faraón dijo a José: «Como Dios te ha revelado el significado de los sueños a ti, es obvio que no hay nadie más sabio e inteligente que tú.” (Génesis 41:39, NTV)
Dios te dijo lo que el sueño significa, te dirá lo que debes hacer.
“Quedarás a cargo de mi palacio, y toda mi gente recibirá órdenes de ti. Sólo yo, sentado en mi trono, tendré un rango superior al tuyo».” (Génesis 41:40, NTV)
Los que están ahí se quedan con la boca abierta, acaba de salir de la cárcel y ahora lo pone al frente del país. José es ahora primer ministro de Egipto y empieza a trabajar. José es eficiente, se capacitó en la casa de Potifar, pero no sabía par qué estaba siendo capacitad. Practicó en la cárcel, pero no sabía para qué estaba practicando. Ahora tiene la responsabilidad de salvar la nación más poderosa de la época. Lo que ahora vives, no sabes para qué te está capacitando, pero, sí vives creyendo que Dios está contigo aún en los malos momento. Me refiero a los malos momentos que no dependen de ti, si estás viviendo malos momentos por culpa de tus malas decisiones, de ser irresponsable ¡ese es otro paquete!
José Construye silos, organiza a la gente y por 7 años cobra 20% de impuestos del grano y lo guarda. Llegan los años de escasez y ahora vende los granos. La gente compra, se acaba el dinero y usan el ganado como moneda, el hambre se extiende al norte de Egipto que es donde vive la familia de José.
“Cuando Jacob oyó que había grano en Egipto, les dijo a sus hijos: «¿Por qué están ahí sin hacer nada, mirándose uno a otro? He oído que hay grano en Egipto. Desciendan a Egipto y compren suficiente grano para que sigamos con vida. De no ser así, moriremos».” (Génesis 42:1–2, NTV)
Los hijos cargan las carretas y van a Egipto. El escenario listo: lo que siembras eso cosechas.
“Como José era gobernador de Egipto y estaba encargado de vender el grano a todas las personas, sus hermanos tuvieron que acudir a él. Cuando llegaron, se inclinaron delante de él, con el rostro en tierra.” (Génesis 42:6, NTV)
¿Qué cosas no? El día que ellos llegan, José está supervisando la venta en ese lugar, se inclinan ante él y él finge no reconocerlos.
“José reconoció a sus hermanos enseguida, pero fingió no conocerlos y les habló con dureza. —Ustedes, ¿de dónde vienen? —les preguntó. —De la tierra de Canaán —contestaron—. Venimos a comprar alimento.” (Génesis 42:7, NTV)
Ahora tiene unos 30 años, la última vez que lo vieron era un flaco adolescente con miedo. Lo último que oyeron de él es que pedía misericordia, pero lo habían borrado de su mente. Ahora es el segundo hombre más poderoso de Egipto.
La pregunta con que vas a luchar o estas luchando es ¿qué haces cuando tienes el poder y tus palabras determinan el destino de quién te ha lastimado? ¿qué pasará cuando los papeles se volteen? ¿cuando tienes poder y tus palabras dictarán el destino de tu enemigo?
La respuesta que des, dependerá de lo que hayas hecho con tu amargura. Están inclinados ante José, quien por años recordó sus risas burlonas mientras estaba en el pozo. Se preguntó ¿por qué yo? Oraciones sin respuesta. Cuando como esclavo la gente lo inspeccionó como un animal, cuando soportó las mentiras de la esposa de Potifar, sobrevivió el calabozo, y ahora están delante de él ¡los responsables!
Al principio como que juega con ellos, los acusa de ser espía, les pregunta si tienen más hermanos, se entera de Benjamín su hermano de padre y madre, les pide que lo lleven a Egipto, los acusa de ladrones y los prueba para ver si han cambiado o siguen siendo los mismos hombres que él recuerda. Quizá peleaba con sus emociones ¿qué hago? ¿qué haces cuando tienes el poder y tus palabras determinarán el destino de tus enemigos, de quien te lastimó? Finalmente José tomó una decisión.
“José ya no pudo contenerse. Había mucha gente en la sala, y él les dijo a sus asistentes: «¡Salgan todos de aquí!». Así que estuvo a solas con sus hermanos en el momento de decirles quién era.” (Génesis 45:1, NTV)
Ahora ellos entienden porque los puso a prueba y del interés en ellos. Se les aflojó el esfínter. Porque esperaban que hiciera con ellos lo que ellos hicieron con él. Con una sola palabra los 10 serían empalados, una muerte lenta y dolorosa. José les dice:
“«¡Soy José! —dijo a sus hermanos—. ¿Vive mi padre todavía?». ¡Pero sus hermanos se quedaron mudos! Estaban atónitos al darse cuenta de que tenían a José frente a ellos.” (Génesis 45:3, NTV)
Están aterrorizados, recordando lo que le hicieron hace muchos años y pensando ¿qué nos va a hacer? Pero José ha vivido como si Dios está con él y abandonó la amargura. José no sabía que el plan de Dios pendía de un hilo, de su palabra. Ante él están los 10 de las 12 tribus de Israel, de quiénes Dios enviaría al Salvador del mundo, el Salvador que haría por el mundo lo mismo que José hizo por sus hermanos: perdonarlos, perdonarte.
José lo pudo hacer porque no cargó la bolsa de amargura, de enojo, aunque tenía todas las razones para seguir cargándolas.
Se acerca a ellos, los abraza y les dice que vayan a casa, traigan a papá, su familia, hijos, nietos y les dice que les dará el grano que necesiten, irá una escolta que los proteja y él los cuidará el resto de sus vidas y José ¡lo cumple! Los años pasan, Jacob muere y los 10 hermanos se reúnen y dicen: seguro que ahora que papá murió, José se va a vengar, somos rehenes, ahora si a chupar faros, colgar los guantes. ¿De qué otra manera dices que murió?
“Entonces sus hermanos llegaron, y se arrojaron al suelo delante de José y dijeron: —Mira, ¡somos tus esclavos!” (Génesis 50:18, NTV)
Te vendimos como esclavo, si nos perdonas la vida y de nuestras familias, ahora nosotros somos tus esclavos; pero José les dice:
“Pero José les respondió: —No me tengan miedo. ¿Acaso soy Dios para castigarlos?” (Génesis 50:19, NTV)
Esa es la pregunta cuando estés en esa situación ¿puedo tomar el lugar de Dios? No podrás ver lo bueno que surge de lo malo, a menos que reconozcas que Dios está contigo en esos días malos.
No quieras ser Dios cuando las cosas te vayan bien, porque de otra manera no experimentarás todo el bien que puede surgir de lo malo Vive esos días malos como si Dios está contigo y no quieras ser Dios cuando las cosas van bien. Muchos no pasan ese examen.
“Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para bien. Él me puso en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de muchas personas.” (Génesis 50:20, NTV)
Dios es más grande que su intención de dañarme. Dios está callado pero nunca ausente. No tengan miedo, no son mis esclavos, no morirán.
Quizá un día, pronto, o estás en esa situación, tendrás poder sobre la persona que te lastimó, quién te hirió, quién te robó ese primer matrimonio, lastimó tu niñez, de quién traicionó la amistad, de quién no reconoce todo lo que has hecho por ellos. No sabes cuándo pasará, pero ¡ese día llegará! Vas a recordar lo que te quitaron, lo que te lastimaron y en ese momento tu Padre Celestial te dirá que recuerdes algo más ¡recuerda quién estuvo contigo! En ese momento tienes que tomar una decisión ¿qué harás?
¿Qué haré cuando tenga el poder y mis palabras determinen el destino de mi enemigo? Los harás pagar, te vas a vengar o usarás tus comunicación para arreglar el camino hacia adelante.
Tu decisión no se determina por lo que te pasó en el pasado, sino por lo que haces entre el ahora y cuando llegue ese momento. Será determinado por la perspectiva que tengas entre ahora y ese momento. Toma el ejemplo de quien dio SU vida por ti y no de quienes tomaron algo de tu vida. Toma el ejemplo de quien estuvo contigo y no de quien te abandonó. Al hacerlo serás como tu Padre Celestial y serás libre.
Algunos guardarán este tema para ese día, pero quizá tú tienes que tomar esta decisión ¡ahora! en este momento. Abandonar la amargura significa perdonar a ese hijo que te ha decepcionado, te ha lastimado, a tus padres que te han herido; porque no imaginas el poder que tienes sobre las personas que te lastimaron, siempre y cuando abandones la amargura y el enojo. Todo empieza siendo rápidos para escuchar y lentos para hablar. Abandonar la amargura y el enojo. Perdonando a quienes te han lastimado y actuando como quien sabe que Dios está con él, con ella.
Palabra de Dios.
Llamado al Altar
Oración
“Yo recibí del Señor lo mismo que les transmití a ustedes: Que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este pan es mi cuerpo, que por ustedes entrego; hagan esto en memoria de mí.» De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de mí.» Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga.” (1 Corintios 11:23–26, NVI)