Nuestra Unión con Cristo y la Santificación
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Introducción
¿Qué es lo que hace que un cristiano sea cristiano?
Ya estamos en la última vuelta de esta carrera del estudio introductorio de la Soterología. Pero aunque ya nos encontremos en la penúltima clase, aún debemos considerar temas importantes, como lo son nuestra Unión con Cristo y el papel que juega la Ley en la vida del creyente.
Unión con Cristo
Unión con Cristo
Tengamos un pequeño estudio de Teología Bíblica acerca de este tema: la Unión con Cristo.
Y dijo Dios: «Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra». Dios creó al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Dios los bendijo y les dijo: «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra»
Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
Así como el hombre es unido a su mujer, y ambos hacen una sola carne, de igual manera existe una unión entre Cristo y nosotros. Pablo entendió este misterio, y por tal razón escreibe en Efesios 5.30-32
porque somos miembros de Su cuerpo. Por esto el hombre dejara a su padre y a su madre, y se unira a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia.
Pablo hablando acerca del rol de esposo para con su esposa, y viceversa, recoge el pasaje de la creación del hombre y la mujer, y enseña que, así como Eva fue hecha de la costilla de Adán, y éste dijo que su esposa era “hueso de sus huesos y carne de su carne”, así mismo es la unión del creyente con su Salvador. La palabra usada en Gn. 2.24 “unirse” es דָּבַק (davaq), y tiene la connotación de adherirse, asirse al punto de salir afectado por tal unión. Algunos lo relación con la fundición, en el cual no pueden ya separarse por nada. Ambos objetos se vuelven uno solo.
En el Nuevo Testamento encontramos el mismo concepto, usado en una preposición que permea todo el texto neotestamentario, y es “εν” (en) y para que podamos entenderlo, en la mayoría de las ocasiones en la que se encuentra en relación a nuestra Unión con Cristo, se trata de un dativo locativo o de lugar. En la gramática griega, el dativo locativo (entre otros tipos de dativos que existen) se refiere a que una acción está relacionada con un espacio en específico. Por ejemplo, en nuestra gramática, no es lo mismo decir “en la mesa” a decir “sobre la mesa”. La diferencia está en dónde se encuentra el objeto. En griego se ocupa la misma palabra para ambas expresiones, y solo el contexto nos puede decir qué relación tiene la acción con el objeto. Cuando dice “εν Χριστω” está diciendo que se encuentra dentro de, adherido a algo, o que pertenece a algo.
De modo que, cuando dice la Biblia que estamos “en Cristo”, está diciendo que nos encontramos adheridos a Cristo, asidos a Cristo, afectados por Cristo. En teología se le conoce a eso como “Nuestra unión con Cristo.” Y los teólogos han entendido que el creyente esta unido a Cristo en dos maneras; algunos ponen hasta tres maneras.
Unión Inmanente con Cristo
Unión Inmanente con Cristo
Esta tiene que ver básicamente con la relación que Cristo tenía con el creyente desde la eternidad. Se le denomina Unión Inminente, pues está relacionada con la elección eterna que Dios hace para salvarnos. Entonces, cuando el Señor nos escogió, inmanentemente fuimos unidos a Cristo, ya que intencional y determinadamente fuimos escogidos en la mente y voluntad de Dios.
Porque Dios nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme a la buena intención de Su voluntad,
Pedro, apóstol de Jesucristo: A los expatriados, de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según el previo conocimiento de Dios Padre, por la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con Su sangre: Que la gracia y la paz les sean multiplicadas a ustedes.
Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, a esos también llamó. A los que llamó, a esos también justificó. A los que justificó, a esos también glorificó.
Estos pasajes nos hablan de esta unión a la cual el creyente fue puesto para y con Cristo.
Pero lo que más nos apremia son las otras dos uniones que la biblia nos presenta; y están estrechamente relacionadas con la doctrina de la imputación.
Unión Federal con Cristo
Unión Federal con Cristo
Esta es una relación legal, más que íntima. Esto es, Cristo viene a fungir como nuestro representante ante Dios, de manera que lo que Él haga, eso mismo se nos atribuye a nosotros. Pero no solamente está la unión federal con Cristo, sino en primer lugar estuvo la unión federal con Adán.
Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron. Pues antes de la ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se toma en cuenta cuando no hay ley. Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura de Aquel que había de venir. Pero no sucede con la dádiva como con la transgresión. Porque si por la transgresión de uno murieron los muchos, mucho más, la gracia de Dios y el don por la gracia de un Hombre, Jesucristo, abundaron para los muchos. Tampoco sucede con el don como con lo que vino por medio de aquel que pecó; porque ciertamente el juicio surgió a causa de una transgresión, resultando en condenación; pero la dádiva surgió a causa de muchas transgresiones resultando en justificación. Porque si por la transgresión de un hombre, por este reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por medio de un Hombre, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Así pues, tal como por una transgresión resultó la condenación de todos los hombres, así también por un acto de justicia resultó la justificación de vida para todos los hombres. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de Uno los muchos serán constituidos justos. La ley se introdujo para que abundara la transgresión, pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia, para que así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por medio de la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor.
Este pasaje ha tenido varias interpretación o puntos de vista, en relación a la frase “πάντες ἥμαρτον” (todos pecaron) (v.12)
Imitación
Imitación
Esta propuesta, básicamente dice que nostros hemos pecado y somos pecadores porque imitamos a Adán, teniendo “un mal ejemplo moral”. Fue propuesta por Pelagio, pero anteriormente se encontró en 2 Baruc 54.19 una cita que decía:
Adán, por lo tanto, no es la causa, salvo de su propia alma, sino que cada uno de nosotros ha sido el Adán de su propia alma.”
Actualmente, los que apoyan esta postura son Albert Barnes (1798-1870), C.K. Barrett (1917-2011), Emil Brunner (1889-1966), Rudolf Bultmann (1884-1976); junto con los que niegan la historicidad de Adán.
Realismo
Realismo
Enseñado por Agustín de Hipona, Clavino, W.G.T. Shedd (1820-94), propone que seminalmente la humanidad estaba con Adán en el momento de la caída; es decir, incluso hasta físicamente nos encontrábamos con Adán al momento de pecar.
Imputación mediata
Imputación mediata
Este punto de vista ha sido históricamente asociado con Josua Placaeus (1596-1655). Placaeus sostenía que la humanidad es pecadora porque peca, y no peca porque es pecadora. ¿Es la culpa de la humanidad antecedente o consecuente? ¿Peca la gente porque son culpables, o son culpables porque pecan? Esta Imputación mediata ocurre, por lo tanto, por una naturaleza corrupta heredada; y dice que lo que hereda de Adán no es la culpa, sino la naturaleza corrupta, y dicha naturaleza lo lleva a pecar al hombre.
Imputación inmediata
Imputación inmediata
Esta postura se encuentra en la Confesión de Fe de Westminster (1647), La Confesión de Londres (1689), y con Charles Hodge (1797-1878). Enseña que Dios inmediatamente (aparte de cualquier medio físico o real) imputa tanto la culpa de Adán como la justicia de Cristo a aquellos a quienes representan. Puesto que Pablo en Romanos 5.12-21 compara a Cristo con Adán antitéticamente, ambos son hechos históricos, y por lo tanto, una acción de uno llevó consecuencias a todos; ya sea culpa y condena (Adán) como justicia y vida (Cristo).
Otro pasaje que nos habla de esta Unión Federal con Cristo es 2 Co 5.17-21
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas. Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió con Él mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; es decir, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo con Él mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación. Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios! Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.
Pasaje que hace eco a profecías del profeta Isaías,
«No recuerden las cosas anteriores Ni consideren las cosas del pasado. »Yo hago algo nuevo, Ahora acontece; ¿No lo perciben? Aun en los desiertos haré camino Y ríos en los lugares desolados.
»Por tanto, Yo creo cielos nuevos y una tierra nueva, Y no serán recordadas las cosas primeras ni vendrán a la memoria.
Lo que Pablo está haciendo es explicando que la Unión con Cristo, federal o legalmente, no posiciona en un lugar, al cual deberíamos estar, pero que por Adán perdimos. Pero, al igual que la Unión Inmanente que vimos, los puritanos veían la imputación federal como “la Unión Transitoria”, y tenía que ver con la obra de redención y resurrección de Cristo.
¿O no saben ustedes que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en Su muerte? Por tanto, hemos sido sepultados con Él por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. Porque si hemos sido unidos a Cristo en la semejanza de Su muerte, ciertamente lo seremos también en la semejanza de Su resurrección. Sabemos esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Cristo, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado. Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él, sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá a morir; la muerte ya no tiene dominio sobre Él. Porque en cuanto a que Él murió, murió al pecado de una vez para siempre; pero en cuanto Él vive, vive para Dios. Así también ustedes, considérense muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.
Unión Mística con Cristo
Unión Mística con Cristo
Los puritanos la llamaban la “Unión Aplicatoria”, pues tenía una idea más presente que pasada o eterna.
aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia ustedes han sido salvados), y con Él nos resucitó y con Él nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús,
Esta Unión Espiritual, o llamada por los teólogos, Unión Mística con Cristo, tiene dos aplicaciones:
Unido a mi Esposo
Unido a mi Esposo
porque somos miembros de Su cuerpo. Por esto el hombre dejara a su padre y a su madre, y se unira a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia.
Unido a la Vid
Unido a la Vid
»Yo soy la vid verdadera, y Mi Padre es el viñador. »Todo sarmiento que en Mí no da fruto, lo quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto. »Ustedes ya están limpios por la palabra que les he hablado. »Permanezcan en Mí, y Yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en Mí. »Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de Mí nada pueden hacer. »Si alguien no permanece en Mí, es echado fuera como un sarmiento y se seca; y los recogen, los echan al fuego y se queman. »Si permanecen en Mí, y Mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y les será hecho. »En esto es glorificado Mi Padre, en que den mucho fruto, y así prueben que son Mis discípulos. »Como el Padre me ha amado, así también Yo los he amado; permanezcan en Mi amor. »Si guardan Mis mandamientos, permanecerán en Mi amor, así como Yo he guardado los mandamientos de Mi Padre y permanezco en Su amor. »Estas cosas les he hablado, para que Mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea perfecto. »Este es Mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, así como Yo los he amado.
Herman Witsius (1636-1708) dijo lo siguiente.
Por medio de una unión verdadera y real, (pero que es pasiva en parte), los elegidos están unidos a Cristo cuando Su Espíritu toma posesión de ellos por primera vez es infunde en ellos un principio de nueva vida: comienzo de la cual no puede venir de nada más que de la unión con el Espíritu de Cristo (…) Además, puesto que la fe es un acto que fluye a partir del principio de la vida espiritual, es simple, que en un sentido sano, pudiera decirse que un elegido está verdadera e inmediatamente unido a Cristo antes de su fe.
Santificación
Santificación
Relacionado con lo anterior de nuestra Unión Mística con Cristo, Juan Calvino dijo lo siguiente:
Doy la primacía a la unión que tenemos con nuestra Cabeza, a la habitación de Cristo en nuestros corazones, y a la unión mística mediante la cual gozamos de Él, para que al hacerse nuestro, nos haga partícipes de los bienes de que está dotado.
Lo que Calvino enseñó a lo largo de sus escritos, es que nuestra Unión Mística con Cristo (unio mystica) es en sí la fuente de todos los bienes espirituales para la vida del creyente.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.
Según Efesios, al estar en Cristo es que estamos realmente dotados de todo bienestar espiritual para la vida de la piedad. Vuelve a decir Calvino:
No solamente está (Cristo) a nosotros por un lazo indisoluble, sino que, merced a una unión admirable que supera nuestro entendimiento, se hace cada día más un cuerpo con nosotros, hasta que esté completamente unido a nosotros.
Y Joel Beeke, director del Seminario Puritano Reformado, él escribe en su libro “Espiritualidad puritana y reformada”, lo sieguiente:
De la fuente de la perfección de Cristo en nuestra naturaleza, los piadosos pueden, por la fe, sacar lo que necesiten para su santificación. La carne de Cristo es el manantial del cual su pueblo deriva vida y poder.
¿Cómo se ve reflejada esa Santificación en la vida del creyente?
Los teólogos lo han clasificado en tres etapas:
Santificación Posicional o Inicial
Santificación Progresiva
Santificación Final
Posicional
Posicional
Esta parte la vimos en la lección acerca de la regeneración. Específicamente, cuando somos regenerados, nuestra nueva naturaleza en Cristo nos hace desear a Cristo más que a nuestro pecado. Pero la santificación posicional tiene que ver con nuestro status delante de Dios.
Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.
Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de Su Hijo amado, en quien tenemos redención: el perdón de los pecados.
Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquel que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable.
Lo que esta Santificación significa es que delante de Dios hemos sido apartados del pecado, limpiados y puestos bajo una nueva condición, ya no como pecadores, sino como santos. Y así es como se refiere Pablo a todos los creyentes, cuando escribió sus cartas hacia las iglesias.
Progresiva
Progresiva
¿Qué papel juega la Ley de Dios en la vida del creyente?
¿Debemos obedecer toda la Ley de Dios? ¿O solo una parte de ella?
Cuando hablamos de algo progresivo, es algo que continua y continua, sin detenerse. La Biblia nos insta a vivir en santidad, y a estar creciendo en ella.
Así que, amados míos, tal como siempre han obedecido, no solo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocúpense en su salvación con temor y temblor. Porque Dios es quien obra en ustedes tanto el querer como el hacer, para Su buena intención.
Sin embargo, ustedes no están en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de Dios habita en ustedes. Pero si alguien no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él. Y si Cristo está en ustedes, aunque el cuerpo esté muerto a causa del pecado, sin embargo, el espíritu está vivo a causa de la justicia. Pero si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de Su Espíritu que habita en ustedes. Así que, hermanos, somos deudores, no a la carne, para vivir conforme a la carne. Porque si ustedes viven conforme a la carne, habrán de morir; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que han recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: «¡Abba, Padre!» El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con Él a fin de que también seamos glorificados con Él.
Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
Donald Whitney, en su libro “Disciplinas espirituales para la vida cristiana” comenta acerca de este versículo, y dice que
Aunque Dios nos concederá la semejanza de Cristo cuando Jesús vuelva, mientras tanto, Él quiere que crezcamos hacia ella. No debemos simplemente esperar la santidad; debemos buscarla.
Y R.C. Sproul en su libro “Creciendo en santidad” dice:
Dios es santo, y debemos irradiar esa santidad para que toda esta obra de crecimiento en santificación sea un desarrollo en santidad. Es un crecimiento en nuestro interior, no solo de redención, sino de avance hacia el cumplimiento y la consumación del propósito mismo de nuestra creación.Fuimos hechos para glorificar a Dios y dar testimonio a todo el cosmos sobre Su carácter.
Pero la pregunta sigue siendo la misma:
¿Qué papel juega la Ley de Dios en la vida del creyente?
¿Debemos obedecer toda la Ley de Dios? ¿O solo una parte de ella?
Los reformadores enseñaron acerca de los famosos “Tres Usos de la Ley” como una objeción al antinomianismo. El antinomianismo, literalmente, significa “anti-ley”, y niega o minimiza la Ley de Dios en la Vida del creyente. Quienes apoyan esta doctrina, presentan cierta animadversión hacia la Ley de Dios, argumentando que, así como Cristo nos libró de la condena de la Ley, ya no estamos obligados a cumplirla. Básicamente dicen que “la gracia se convierte, entonces, en una licencia para pecar.” Martín Lutero luchó contra Johann Agrícola, quien sostenía esta postura, diciendo que la Ley de Dios tuviera algún propósito en la vida del creyente. (Les recomiendo leer el libro “El Cristo Completo” de Sinclair Ferguson para profundizar más sobre el tema.)
Primer Uso de la Ley (usus primus)
Primer Uso de la Ley (usus primus)
Este primer uso es un uso civil; es decir, tiene que ver con los asuntos del estado y la sociedad. Tiene la intención de funcionar como un espejo, el cual revela la perfección que Dios demanda de todo ser humano. Agustín de Hipona comentó al respecto:
La Ley manda, para que nosotros, esforzándonos en hacer lo que manda y no pudiendo hacerlo por nuestra flaqueza, aprendamos a implorar el favor la gracia de Dios.
De modo que, al enfocarse en lo civil, el primer uso de la Ley hace que el cristiano principalmente, así como los inconversos, se repriman de hacer lo malo, al menos por temor a la pena.
Segundo Uso de la Ley (usus secundus)
Segundo Uso de la Ley (usus secundus)
También conocido como el uso evangelizador, funciona como esa maestra del pecado en la experiencia o proceso de conversión a Dios. Es cuando la Ley expone la pecaminosidad del corazón del ser humano; pero no solo eso, sino también lo condena, pronuncia una maldición sobre él, y declara a todo ser humano como bajo juicio de Dios.
Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se calle y todo el mundo sea hecho responsable ante Dios. Porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado.
Además, la Ley misma también nos despoja de nuestra justicia y nos conduce al fin de la Ley misma, Jesucristo.
De manera que la ley ha venido a ser nuestro guía para conducirnos a Cristo, a fin de que seamos justificados por la fe.
Martín Lutero comentó al respecto diciendo:
El uso y objetivo propios de la Ley es hacer culpables a quienes están satisfechos y en paz, para que vean qu están en peligro de pecado, ira y muerte, para que se aterroricen y desesperen, palideciendo y estremeciéndose ante el ruido de una hoja.
Calvino, por su parte, agrega:
Cuando se ve forzado (el hombre) a examinar su modo de vivir conforme a la balanza de la Ley de Dios, dejando a un lado las fantasías de una falsa justicia que había concebido por sí mismo, ve que está muy lejos de la verdadera santidad; y, por lo tanto, cargado de vicios, de los que creía estar libre.
Tercer Uso de la Ley (usus tertius)
Tercer Uso de la Ley (usus tertius)
También denominado “Uso Didáctico de la Ley”, se enfoca en mostrar cómo la Ley es, en sí misma, la regla de fe y conducta del cristiano. Se encarga de mostrarle al creyente qué es lo que le complace a Dios, guiándolo a la obediencia, no para obtener el favor, sino como agradecimiento por ya tenerlo.
»Si ustedes me aman, guardarán Mis mandamientos.
Felipe Melanchthon (1498-1560) argumentó que la “ley coerce (primer uso), aterroriza (segundo uso) y requiere obediencia.
La tercera razón para tener el decálogo es qie se requiere obediencia.
Y RC. Sproul comenta acerca de la Ley diciendo:
Nuestra redención procede de la maldición de la Ley de Dios, no de nuestra obediencia a ella. Somos justificados, no por causa de nuestra obediencia a la ley, sino para que podamos ser obedientes a la Ley de Dios. Amar a Cristo es guardar sus mandamientos. Amar a Dios es obedecer Su Ley.
Final
Final
Estoy convencido precisamente de esto: que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.
Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito. Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, a esos también llamó. A los que llamó, a esos también justificó. A los que justificó, a esos también glorificó.
Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos como Él es.
Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.
Esa es la meta que todo cristiano tiene por delante; la razón de su redención. Somos escogidos para ser como Cristo. Dios creó a la humanidad para que ésta reflejara Su carácter, y reprodujera Su imagen en el mundo. Pero por el pecado, esa imagen se distorsionó. Pero, entonces, Cristo, el postrer Adán, como Hijo obediente de Dios, vino y reprodujo la imagen de Dios en sus discípulos a través del Espíritu Santo. La finalidad de la Gran Comisión es la misma que la de “fructificad y multiplicaos” (Gn 1.28), a saber, llenar la tierra de la gloria e imagen de Dios. Y esa imagen distorsionada, volverá a ser restaurada cuando Cristo vuelva por Su iglesia.
para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada.
Nuevamente R.C. Sproul en su libro “Creciendo en santidad” dice:
Cristo está estableciendo Su reino, y un día Su pueblo entrará en (el) reposo. Ingresaremos en ese estado perfecto de la glorificación. Cada traza de pecado que permanezca será eliminada de nosotros, y seremos completamente santos. A continuación, el propósito de la creación se cumplirá en el cielo. ENtraremos en nuestro reposo y el proceso de nuestra santificación se completará.