Las Cinco Solas: Solo a Dios la Gloria
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Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén.
Al llegar a la última de las “cinco solas”, no nos queda otra cosa que señalar que todo lo que Dios ha hecho a través de su hijo Jesucristo, ha sido para la alabanza de su gloria.
La Iglesia Católica Romana en los días de Martín Lutero, no negaba el concepto de que la gloria pertenecía solo a Dios.
Seguro que no hubieran sugerido que Dios compartiera su gloria, y sin embargo la realidad de la teología practicada reveló algo un poco diferente.
Lo que decimos que creemos siempre se revela en la forma en que practicamos nuestra fe, y la práctica de Roma no se sumó a esta idea de Soli Deo Gloria.
Dios es el único digno de recibir la gloria.
Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén.
Este es uno de los textos de las Sagradas Escrituras que resume el todo de la revelación divina. Las cosas provienen de Dios, se hacen por Dios y son para su eterna gloria.
LA COOPERACIÓN DEL HOMBRE EN SU SALVACIÓN.
LA COOPERACIÓN DEL HOMBRE EN SU SALVACIÓN.
La doctrina de Solo a Dios la Gloria nos recuerda que el cristianismo bíblico no se trata en definitiva de nosotros.
Si la salvación no es toda de Dios, ¡entonces Dios no obtiene toda la gloria!
Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios,
no por obras, para que nadie se jacte.
El tema central de los debates de la reforma, fue si la gracia de Dios fue antes que la voluntad humana respondiera al evangelio, o si la gracia nos fue dada después que respondimos al evangelio.
Era una cuestión de prioridad, que era lo primero. Calvino insistió, contra la iglesia romana, que la gracia es lo primero.
El ser humano no puede responder al llamado del evangelio sin que la gracia lo habilite.
Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final.
No hay cooperación del hombre en su salvación, todo es obra de él.
A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados.
Y cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio;
Así, humildemente, debe corregir a los adversarios, con la esperanza de que Dios les conceda el arrepentimiento para conocer la verdad,
de modo que se despierten y escapen de la trampa en que el diablo los tiene cautivos, sumisos a su voluntad.
El concepto de solo a Dios la gloria descarta cualquier cooperación del ser humano en su salvación.
LA AYUDA DE LOS SANTOS
LA AYUDA DE LOS SANTOS
Un punto clave de debate entre los reformadores y Roma fue el de la mediación. Cristo es llamado, de acuerdo con las Escrituras, el «único mediador entre Dios y el hombre»
Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,
Pero la ICR había propuesto que en realidad había otros mediadores a los que se podía apelar en lugar de Cristo, es decir, la Virgen María y todos los santos.
Por ejemplo; la virgen María intercede por sus hijos terrenales y los que están en el purgatorio, para su salvación.
Pero sin embargo la Palabra de Dios dice totalmente otra cosa:
¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros.
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
Si la virgen o los santos, cooperan en nuestra salvación, entonces Dios tendría que compartir su gloria con ellos.
»Yo soy el Señor; ¡ése es mi nombre! No entrego a otros mi gloria, ni mi alabanza a los ídolos.
EL PROPÓSITO DE NUESTRAS VIDAS
EL PROPÓSITO DE NUESTRAS VIDAS
¿Cuál es el fin principal de la existencia del ser humano?
El fin principal de la existencia del ser humano es glorificar a Dios, y gozar de Él para siempre.
En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios.
Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas.
El que habla, hágalo como quien expresa las palabras mismas de Dios; el que presta algún servicio, hágalo como quien tiene el poder de Dios. Así Dios será en todo alabado por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
¿Cuál es el fin principal de Dios?
Dicho de otra manera, ¿qué es lo que Dios busca en cada acción que realiza y permite, y en cada Palabra que ha salido de su boca? ¿Cuál es el fin de todas las cosas?
La respuesta bíblica es que el fin principal de Dios es su propia gloria y esto es en lo que Él se deleita.
De eso se trata Soli Deo Gloria. Todo lo que Dios orquesta, realiza y habla busca esta meta: que su nombre sea glorificado.
El apóstol Pablo habla de esto en el libro de Romanos. Los primeros once capítulos de la carta son la exposición teológica más profunda y amplia en la Biblia sobre la gran historia de la creación y redención.
Así concluye Pablo esta exposición teológica:
¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos!
«¿Quién ha conocido la mente del Señor, o quién ha sido su consejero?»
«¿Quién le ha dado primero a Dios, para que luego Dios le pague?»
Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén.
Lo maravilloso y la locura de un Dios completamente glorioso, es que, si bien no comparte su gloria con nadie, hace participes a sus hijos, de su gloria.
Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno:
Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.
CONCLUSIÓN
CONCLUSIÓN
Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien es poderoso para evitar que caigan, y para llevarlos sin mancha y con gran alegría a su gloriosa presencia.
Que toda la gloria sea para él, quien es el único Dios, nuestro Salvador por medio de Jesucristo nuestro Señor. ¡Toda la gloria, la majestad, el poder y la autoridad le pertenecen a él desde antes de todos los tiempos, en el presente y por toda la eternidad! Amén.