Una iglesia común y coherente
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1 Tesalonicenses 1:2-10
Diario El Tiempo, 11 de julio de 2022: “Hombre devolvió $ 8 millones que se encontró dentro de un taxi en Manizales”.
Diario el Universal, Monterrey México, 3 de abril de 2023: ¡Somos más los buenos! Hombre devuelve casi tres mil dólares, 15 mil pesos en efectivo y una laptop que encontró a orillas de una carretera.
Revista Semana, 26 de abril de 2022: Hombre halló millonaria suma de dinero y la entregó a la Policía; ahora buscan al dueño.
Diario As, Valencia España, abril de 2023: Se encuentra 2.000 euros en una playa de Valencia y los devuelve.
Podría seguir, uno tras otro, citando titulares de prensa que se convierten en miles y miles de visitas s los portales digitales de estos medios de comunicación. La noticia, a simple vista, es la bondad que exhiben ciertas personas al actuar conforme a lo que es correcto; sin embargo, la verdadera noticia es justamente que eso sea noticia.
La conclusión pesimista de todo esto es: vivimos en una sociedad tan degradada en sus valores y en sus juicios morales, que actuar de manera coherente y correcta es considerado extraordinario, digno de un titular rimbombante de prensa. Nada menos que lamentable y es esa la triste realidad detrás del asombro.
El punto es que no hay nada de extraordinario en aquello que es coherente con el estándar, a menos que todo lo que le rodeé esté visiblemente torcido. Y si trasladamos este pensamiento a la iglesia, al pueblo de Dios, no es de extrañarse que lo que se describa como una iglesia que se conduce conforme a la verdad, a lo que Dios espera que Su pueblo sea, nos suena extraordinario e impensable en un medio de iglesias que se alejan cada vez más de lo coherente, de lo común, de lo que coincide con el modelo de Dios.
Hoy hablaremos de una iglesia común en sus formas, pero extraordinaria cuando se le contempla desde este puerto en el que ancló nuestro barco. Hoy halaremos de una iglesia coherente en su fe, su práctica de amor y su esperanza, hoy hablaremos de la muy amada iglesia de Tesalónica y veremos, desde los ojos del apóstol Pablo qué es lo que hacía a esta iglesia común una iglesia especial, un motivo continuo de acción de gracias y aliento para el ajetreado corazón misionero del Apóstol.
Y es este justamente el argumento que quiero proponerles:
Una iglesia que actúa coherentemente con su fe, es un motivo de gozo y acción de gracias.
Y para ver el desarrollo de esta premisa, vamos a seguir el mismo pensamiento de Pablo, en una de las oraciones de acción de gracia mejor estructuradas del Nuevo Testamento.
Veremos entonces:
- Gratitud por una iglesia común y coherente (2-3)
- Marcas de una iglesia común y coherente (4-10)
Gratitud por una iglesia común y coherente (2-3)
La carta comienza con el clásico saludo del apóstol Pablo, e inmediatamente con una oración de acción de gracias motivada por la evidencia de la fe y los frutos del evangelio en los hermanos de Tesalónica. Los versículos dos y tres muestran tres aspectos por los cuales Pablo da gracias a Dios por los tesalónica:
La obra realizada por su fe El trabajo motivado por su amor Constancia sostenida por su esperanza en nuestro Señor Jesucristo
Pero antes de ver el desarrollo de cada uno de estos aspectos, veamos algunos detalles interesantes de esta nota de gratitud.
Notemos como usa el plural para referirse a lo que produce el buen andar de los hermanos. “Damos gracias. hacemos memoria en nuestras oraciones”. Muy seguramente, las buenas nuevas provenientes de esta iglesia no solo animaban a Pablo, sino también a sus colaboradores, y con mucha seguridad, también a otras iglesias.
Otro detalle importante es que Pablo siempre usaba los recuerdos de lo vivido en Tesalónica y el testimonio evidente de la fe de los hermanos de esa ciudad como el combustible para sus oraciones y su ánimo. Y este es un aspecto bien interesante, toda vez que cuando nuestros corazones se encuentran turbados, o experimentando algún sentimiento de frustración, se nos distorsiona la realidad y nos hacemos más sensibles a lo negativo y más resistentes a las cosas buenas que suceden a nuestro alrededor.
Las acciones de gracias siempre se alimentan de los hechos pasados, de recordar lo que Dios ha hecho; mientras que la ansiedad se alimenta de la incertidumbre por el futuro. Deberíamos hacernos expertos en coleccionar momentos en los que el Señor ha obrado de maneras evidentes y ponerlo en la parte alta de nuestra lista de oraciones. Nuestro gozo sin duda iría en aumento si asumiéramos esta actitud, misma que el salmista mencionara en el salmo 103: Bendice alma mía al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios.
Como iglesia pueden mirar hacia el frente y ver todo lo que les falta por recorrer y frustrarse, o pueden escoger mirar atrás y ver cuánto se han distanciado del punto de partido y cobrar ánimo. Lo primero produce desánimo, lo segundo, gozo y gratitud, la cual es necesaria en el presente para correr la carrera.
Es seguro que la iglesia de Tesalónica tenía sus problemas; pero para un hombre que podía ver virtud hasta en la iglesia de Corinto, lo negativo era realmente insignificante frente al hecho de que Dios los había escogió, los estaba perfeccionando y los llevaría a ser santos y perfectos e el día final.
Ahora bien, volviendo a los elementos que Pablo menciona como las razones de tanta gratitud, diremos que ellos nos proveen un bosquejo muy interesante de lo que debe distinguir a una iglesia que actúa de manera coherente con su fe.
La obra de su fe, el trabajo de su amor y la esperanza que guardaban en el retorno del Señor. Cada uno de ellos es descrito en detalle cual nos conduce al siguiente punto:
Marcas de una iglesia común y coherente (4-10)
Primer signo de coherencia: recibir el evangelio con poder y con gozo (conversión genuina).
Porque nuestro evangelio les llegó no sólo con palabras sino también con poder, es decir, con el Espíritu Santo y con profunda convicción
La primera razón por la cual Pablo afirma que los hermanos de Tesalónica son un motivo de gozo y gratitud, es que ellos recibieron el evangelio con poder. Esto es a lo que Pablo llama, “la obra de su fe”.
Por supuesto, con “poder del Evangelio y del Espíritu”, Pablo no se está refiriendo a algún asunto místico o relacionado con la experiencia, más bien se está refiriendo al Poder del Evangelio en el sentido de la convicción de pecado, tal como lo muestra el pasaje: con el Espíritu Santo y con profunda convicción. Todo esto hizo evidente que ellos sin duda habían sido elegidos por Dios para salvación.
El poder del evangelio entonces, no es más que las palabras de Dios, y no otras, siendo predicadas y trayendo vida a los muertos. Los de Tesalónica eran idólatras, no conocían nada de Dios, nada puede explicar su conversión tan dramática, más que un gran poder obrando en sus vidas. (Citar 2 Corintios 4:1-6)
¿pero cómo estaban tan seguros de que realmente se habían convertido? La respuesta es la manera en que además de abandonar los ídolos recibieron el sufrimiento con gozo.
Como bien saben, estuvimos entre ustedes buscando su bien. Ustedes se hicieron imitadores nuestros y del Señor cuando, a pesar de mucho sufrimiento, recibieron el mensaje con la alegría que infunde el Espíritu Santo
Pablo también les recuerda los padecimientos que atravesaron mientras anunciaba el evangelio junto con Silas y de cómo entrando los judíos a la casa de Jason, alborotaron toda la ciudad a fin de echarlos de ella (Hechos 17 1-9). Esto pudo haberse convertido en un motivo de vergüenza para los griegos que estaban creyendo, puesto que su líder no era más que un frágil judío que no podía garantizarles nada; sin embargo, en lugar de reaccionar de esa manera ellos se unieron con Pablo a sus padecimientos y los sufrieron con gozo, no solo durante su estadía sino también, y mucho más aún después de su partida.
La fe de los Tesalónica fue probada en medio de gran persecución y fueron hallados aprobados.
Es una señal de un cristiano que ha sido escogido y salvado por Dios, vivir una vida de gozo continuo incluso en los momentos más difíciles.
Los padecimientos de los creyentes no vienen de alguna experiencia masoquista, sino más bien de saber que mientras padecen se están haciendo semejantes al Señor.
Juan Hus, el gran mártir de comienzos del siglo XVI después apelar ante el papa para presentar su causa y ser librado de la muerte sin hallar respuesta; los obispos designados por el concilio le privaron de sus hábitos sacerdotales, lo degradaron, le pusieron una mitra de papel en la cabeza con demonios pintados en ella, con esta expresión: «Cabecilla de herejes». Al ver esto, él dijo:
«Mi Señor Jesucristo, por mi causa, llevó una corona de espinas. ¿Por qué no debería yo, entonces, llevar esta ligera corona, por ignominiosa que sea? En verdad que la llevaré, y de buena gana»
Cuando se la pusieron en su cabeza, el obispo le dijo:
«Ahora encomendamos tu alma al demonio.» «¡Pero yo,» dijo Juan Huss, levantando sus ojos al cielo, «la encomiendo en tus manos, oh Señor Jesucristo! Mi espíritu que Tú has redimido.»
Es ese el gozo que caracteriza a los que son del Señor en medio de los padecimientos. No es un placebo sicológico o mental, es una plena identificación con los sacrificios de Cristo.
¡Háblame de coherencia!
Lo que Pablo está diciendo es que la evidencia de que los hermanos de Tesalónica eran verdaderos convertidos es que cuando el sufrimiento vino, ellos no abandonaron sino que se mantuvieron firmes, de hecho, se mantuvieron con gozo en medio de terribles padecimientos.
¿Quieres ver a alguien que ha tenido fe genuina? Ve a verlo cuando sufre.
No vas a ver a alguien victimizándose, no vas a ver a alguien quejándose maliciosamente, no vas a ver a alguien con deseos sostenidos de venganza; vas a ver a alguien que, con dolor y las debilidades propias del cuerpo y del alma, todavía puede proclamar que el Señor está en los cielos gobernando sobre todo.
Es posible que algunos de ustedes estén siendo zarandeados ahora en su fe como se zarandea el trigo; pero tenga fe en el Señor; al igual que con Pedro después de negar al Señor; Él todavía continúa intercediendo por nosotros para que nuestra fe no falte. Y mi hermano, la única razón por la que sigues en pie, no es otra, el Señor te ha sostenido porque eres suyo.
Esa es la respuesta a la gran pregunta de ¿Por qué sigo aquí después de todo lo que he vivido? Es el poder del evangelio, hermano mío. Es el Señor quien ha guardado en ti el buen depósito de la fe.
2. Segundo signo de coherencia: la obra de su amor, el servicio
De esta manera se constituyeron en ejemplo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.
El denuedo de los hermanos de Tesalónica y el gozo que experimentaban en sus padecimientos, pronto llegó a convertirse en un modelo. [ tupos (“reproducción exacta”) de la cual se deriva la palabra española tipo.]
Los Tesalonicenses pasaron rápidamente, de ser imitadores de Pablo a ser un ejemplo digno de imitar, incluso por iglesias que habían sido fundadas antes que ellos. Como bien dice el comentarista William Hendriksen:
Quien no se constituye en imitador no puede llegar a ser un ejemplo
Es una señal distintiva de coherencia el hablar con convicción a otros de lo que hemos creído. La iglesia de Tesalónica lo hizo yendo a los de Macedonia y Acaya y los contagiaron del mismo ánimo.
La forma de servicio de amor de los hermanos de Tesalónica era que estaban anunciando el evangelio.
Partiendo de ustedes, el mensaje del Señor se ha proclamado no sólo en Macedonia y en Acaya sino en todo lugar; a tal punto se ha divulgado su fe en Dios que ya no es necesario que nosotros digamos nada. Ellos mismos cuentan de lo bien que ustedes nos recibieron, y de cómo se convirtieron a Dios dejando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero.
Los de Tesalónica no solo eran un ejemplo moral y de perseverancia con gozo, es más, su testimonio entre los demás era un refuerzo o complemento del mensaje que proclamaban; el evangelio de Cristo.
La evangelización es una señal visible de los escogidos de Dios. Y resulta obvio. Si creo que he sido salvado de una condenación eterna, no puedo callar ante aquellos que veo ir hacia ella. Proclamar el mensaje del evangelio no es solo una señal de nuestra elección sino un llamado del Señor (Mt 28:19) es un mandato que debe ser cumplido.
Alguna vez me identifiqué con la frase: predica el evangelio todo cuanto puedas, usa palabras si es necesario. Suena muy noble, pero no es bíblica, la gente no necesita testimonios morales, de hecho, los de Tesalónica solo habrían sido un ejemplo de perseverancia y moral nada más si no hubiesen complementado esa conducta con la predicación (la palabra divulgado traduce también Retumbado, da la idea de hacer eco, de resonar). El evangelio debe ser anunciado, predicado como un mensaje.
Una iglesia coherente es una iglesia que invierte esfuerzos en la propagación el evangelio, lo compartimos a otros y procuramos con ello llevar gloria a Cristo.
La Gran Comisión no es un mural en la pared de una iglesia, Es el compromiso real de sus miembros a que Cristo sea predicado donde no está siendo predicado.
Eso se ve en esfuerzos misioneros, en el compromiso económico, en personas que se levantan con un genuino deseo de servir, en una cultura misionera.
Resultado de esa incoherencia es que hoy tenemos más conferencias sobre plantación de iglesias al año que iglesias plantadas.
Esto requiere pararse, ponerse las botas y ensuciarse de barro. Poner la mano en el arado.
¿Cómo no iba estar Pablo lleno de gratitud por esta iglesia? Un día se alegró porque algunos con el fin de burlarse salieron a predicar el evangelio, ¿cómo no estaría sabiendo que estos hermanos, por ninguna otra cosa que por imitarlo a Él y por amor al evangelio, estaban entregando hasta sus propias vidas por anunciar el evangelio?
Tercer signo de coherencia: Esperanza en la venida del Señor
Y esperar del cielo a Jesús, su Hijo a quien resucitó, que nos libra del castigo venidero.
La iglesia de los Tesalonicenses vivía en función del retorno de Cristo. Sus acciones, su vida estaba ligada a eso; hasta el punto que en su segunda carta Pablo tuvo que exhortarlos porque habían llevado esta situación al extremo, al punto que algunos hermanos habían dejado de trabajar porque entendían que el Señor vendría en breve (2 Tes 3:10).
Ser una iglesia coherente es amar la venida del Señor y la anhelan, no porque no tengan ningún tipo de preocupación por esta tierra y las cosas que aquí les competen, sino porque la venida del Salvador es la libertad definitiva del juicio y el disfrute pleno de su presencia; sin llanto, sin lloro, sin luchas contra el pecado.
No cabe duda que este es un tema abandonado, el materialismo creciente ha hecho que los hombres amen demasiado esta tierra y las cosas que en ella hay, pero entre más tenemos de Dios, más deseamos estar con él en la eternidad.
Una iglesia mundana y preocupada por las cosas de este mundo que por la eternidad, una iglesia que esconde el mensaje de la venida de Cristo porque resulta poco atractivo para el intelectualismo de la época, es una iglesia que elevado una estatua a la incoherencia que se ve desde el cielo; la razón: la fe del evangelio, la esencia misma del evangelio descansa en que un día no estaremos en este mundo y estaremos siempre con el Señor.
Si esta verdad no está en nuestras mentes y en nuestros corazones, nuestra religión no ha pasado de ser un mero estilo de vida.
Ese es mi gran problema con el razonamiento de la apuesta de Pascal. Si en este mundo vivimos solo para esta vida, para ser buenas personas y haber vivido bien, somos los más dignos de conmiseración y lástima, habiendo creído en una mentira.
El Rey viene, la muerte será destruida, el dolor un día se acabará, Él enjugará toda lágrima de nuestros ojos, un día el mal será destruido y el Rey se sentará en su trono para gobernar con justicia. Esa es nuestra esperanza y en los de ella vivimos.
Si eso no tiene sentido para nosotros entonces más de la mitad de lo que proclamamos y esperamos es una hipocresía. No podemos proclamar, cantar o decir amén a una esperanza en la que no creemos.
Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida (2 Ti. 4:8).
Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, ensenándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo (Tit. 2:11-13).
He aquí el sentido mismo de la fe: vivir en el poder de la gracia de Dios para esperar un día nuestro encuentro con el salvador.
Como ustedes pueden ver, no estamos hablando de cosas extraordinarias.
Una iglesia coherente es una iglesia compuesta por convertidos verdaderos, por un genuino deseo de proclamar a Cristo y por una expectación continua del retorno del salvador. Eso no se ve nada especial, pero en un mundo como el nuestro es la portada de un periódico.
Dios no nos está llamado a hacer cosas fuera de lo común. No hay nada en todo esto que hemos mencionado para lo que el evangelio no nos capacite.
En efecto:
No tendríamos verdaderos convertidos si Cristo no hubiese ido a la cruz como un condenado;
No habría un evangelio que predicar si Cristo no fuera un Rey que debe ser proclamado;
Y no habría nada que esperar si Él no fuera un Rey que espera para ser coronado.
Cuando ustedes actuñen y vivan de esta manera, no solo estarán trayendo ánimo y agrado al corazón de quienes les proveen cuidado, sino también y más aún, al Señor. Y ese es precisamente el argumento que hemos defendido.
Una iglesia con un testimonio de fe, que está anunciando el evangelio y que está viviendo en la espera del Señor es un motivo permanente de ánimo y de gratitud.
Como bien diría el apóstol Juan:
No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad. (3 Jn 4).
Y amigo que estás aquí, sin Cristo. Tal vez has estado en una búsqueda intensa de un lugar a donde ir, una iglesia con características hechas a medida, y es posible que en medio de la gran oferte encuentres una; la verdad es que deberías permanecer en un lugar donde puedas crecer en la fe, pero eso no puede ser posible si Cristo no ha regenerado todavía tu alma; antes de un lugar donde congregarte, necesitas venir a Cristo en arrepentimiento y fe, hazlo hoy mismo.
No hay nada extraordinario en esto, solo debes poner tu confianza en el Señor, reconociendo que eres un pecador que le ha ofendido continuamente; peor que ha entendido que hay perdón suficiente.