Predicación en Atenas Iº Parte.

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Introducción:

Hechos de los Apóstoles 17:16–21 “16 Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría.17 Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían.18 Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección.19 Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas?20 Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto.21 (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.)”
El Evangelio llega a Atenas.
Había sido una ciudad muy importante por siglos antes que el imperio romano tomara el control, pero seguía siendo influyente. Era una ciudad considerada por su desarrollo cultural, en especial en la filosofía. Fue la ciudad natal del Sócrates y Platón y fue el hogar de Aristóteles, Epicuro y Zanón.
Pablo no tenía planeado visitar esta ciudad pero llegó a ella por la providencia de Dios, escapando de Berea.
¿Qué fue lo que ocurrió en esta ciudad con la predicación del evangelio?

Desarrollo:

I. Pablo impactado por la idolatría de los atenienses, v.16.

Hechos de los Apóstoles 17:16 “16 Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría.”
Idolatría. Era una ciudad muy idólatra. Tenía tantos dioses que era imposible dar un número exacto. Algunos ejemplo:
Atenea: La diosa Atenea era la deidad más importante en Atenas y la ciudad misma estaba nombrada en su honor. El Partenón, un famoso templo en la Acrópolis de Atenas, estaba dedicado a Atenea.
Zeus: Zeus era el rey de los dioses en la mitología griega y tenía un templo en la ciudad llamado el Templo de Zeus Olímpico.
Poseidón: Poseidón, el dios del mar, también era adorado en Atenas, y tenía un templo en la ciudad.
Apolo: Apolo, el dios de la música, la poesía y la profecía, tenía un santuario en Delfos, que estaba relacionado con Atenas.
Artemisa: Artemisa, la diosa de la caza y la naturaleza, era adorada en Atenas, y se le dedicaban festivales y rituales.
Tanta era su Idolatría que tenían un altar “al dios no conocido” (v. 23)
¿Qué nos enseña esto?
Esta idolatría debe verse teniendo en cuenta que era una ciudad muy culta. A pesar del desarrollo cultural, filosófico, esta ciudad era muy idólatra, lo cual nos dice tres cosas:

a. El hombre tiene la necesidad de creer en algo.

A esto dice Calvino:
Institución de la religión cristiana, Volúmenes I–III CAPÍTULO III: EL CONOCIMIENTO DE DIOS IMPLANTADO NATURALMENTE EN LA MENTE HUMANA

Que existe en la mente humana, y de hecho, por instinto natural, algún sentido de la Deidad, sostenemos que estamos más allá de la disputa, ya que Dios mismo, para evitar que cualquier hombre pretenda ignorancia, ha hecho que todos los hombres tengan alguna idea de su Deidad, cuya memoria renueva constantemente y, en ocasiones, amplía, para que todo el hombre, al darse cuenta de que existe un Dios y que él es su Creador, pueda ser condenado por su propia conciencia cuando no lo adoran ni consagran sus vidas a su servicio. Ciertamente, si hay algún lugar en el que se pueda suponer que Dios es desconocido, lo más probable para que exista tal instancia es una de las tribus más torpes más alejadas de la civilización. Pero como nos dice un pagano, no hay una nación tan bárbara, ni una raza tan brutal, como para no estar imbuida de la convicción de que hay un Dios.

b. La sabiduría humana no puede llevar al conocimiento del verdadero Dios.

1 Corintios 1:21 “21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.”

c. Cuando no se cree en el verdadero Dios se creerá en cualquier cosa.

Romanos 1:20–23 “20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.22 Profesando ser sabios, se hicieron necios,23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.”

II. Pablo discute en la sinagoga y en la plaza, v.17.

Hechos de los Apóstoles 17:17 “17 Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían.”
La idolatría que tenían los atenienses no llevó a Pablo al enojo o la murmuración, sino a predicarles el evangeli.
La idolatría de las personas en una señal de su ignorancia, de que debemos compartirles la verdad del evangelio.
Predicaba a dos tipos de personas:
A los judíos y gentiles piadosos en la sinagoga.
Y a los demás paganos en la plaza.

III. Respuesta de los atenienses, v.18-21

Hechos de los Apóstoles 17:18–21 “18 Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección.19 Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas?20 Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto.21 (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.)”
Descripción de los oyentes:
Los que oían a Pablo eran filósofos de varias escuelas.

Epícureos:

La filosofía epicúrea enseñaba que el fin supremo del hombre consiste en evitar el dolor. Los epicúreos eran materialistas, y aunque no negaban la existencia de Dios, creían que Él no se involucraba en los asuntos humanos. Ellos creían que al morir una persona, su cuerpo y su alma se desintegraban.

Estoicos:

La filosofía estoica enseñaba el dominio total de uno mismo, y que la meta de la vida humana era llegar a un punto de indiferencia total al placer o al dolor

Estas eran las creencias de estos filósofos. Pero al pensar en ellas vemos que ninguna ofrece un respuesta real al problema del mal y no daban mucha esperanza. Sin embargo el evangelio es muy diferente. Este identifica el verdadero problema: nuestro pecado; Da la verdadera solución: la obra de Cristo y la transformación por el poder de Dios, no es centrada en lo que el hombre pueda hacer sino en el poder de Dios; y tiene una verdadera base: no la especulación humana si no la revelación de Cristo.
Reacción de los oyentes:
Hechos de los Apóstoles 17:18–21 “18 Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección.19 Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas?20 Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto.21 (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.)”
Le interesaba saber de qué hablaba.
Lo llevaron al Areópago.

Un monte estéril de una altura de 116 m. al noroeste de la famosa Acrópolis en Atenas. Estaba dedicado a Ares, el dios de la guerra. Este lugar elevado llegó a ser el escaño del concilio griego, el Areópago. Esta era una corte encargada de las preguntas sobre moralidad y el derecho de los maestros que enseñaban en público.

Pero el v. 21 nos dice porqué le escuchaban:
Hechos de los Apóstoles 17:21 “21 (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.)”
No estaban interesados en conocer la verdad si no que amaban la novedad. El que no quiere conocer la verdad escuchará cualquier cosa. Como los que escuchan a todo tipo de personas que les hablan, no tienen discernimiento, siempre están aprendiendo y nunca llegan al conocimiento de la verad.
Acerca de ellos Pablo dice:
2 Timoteo 4:3–4 “3 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, 4 y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.”

Conclusión:

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