El Consuelo del creyente en la Justicia de Dios sobre los enemigos de Dios
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Asaltantes en los transportes públicos (deseo por justicia)
Es, sin duda, un verdadero problema la justicia en nuestro mundo. No podemos confiar en que se imparta justicia sobre los malvados, pues conocemos y vemos que la impunidad en los altos puestos de gobierno abunda, y aún en los asuntos más triviales tampoco encontramos justicia. Cuando en la ruta nos cobran de más; o en el mercado, los alimentos suben excesivamente de costo; o dentro de nuestros trabajos, cuando a un empleado se le remunera mejor, solo por ser amigo o familiar del jefe; o quizá, también, en la familia, cuando se nos exigen como hijos cosas que los padres no modelan, o cuando los hijos no obedecemos las órdenes y exigimos derechos. Vivimos en un mundo donde la injusticia domina, y la justicia está ausente, o limitada.
Lo mismo estaban viviendo el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. Recordando que después del reinado de Salomón, hijo de David, el reino de Israel se dividió en dos: Reino del Norte (Israel) y Reino del Sur (Judá). Ambos reinos tuvieron conflictos con las naciones vecinas, pero también internamente tuvieron sus conflictos, principalmente de mano de reyes malos. El reino del Norte, Israel, tuvo 19 reyes, los cuales ninguno “hizo lo bueno ante los ojos del Señor”. Esto concluyó en 2 Reyes 17, en donde se nos narra la razón de la caída de Israel.
Esto sucedió porque los israelitas habían pecado contra el Señor su Dios, que los había sacado de la tierra de Egipto de bajo la mano de Faraón, rey de Egipto, y habían reverenciado a otros dioses; y anduvieron en las costumbres de las naciones que el Señor había arrojado de delante de los israelitas, y en las costumbres de los reyes de Israel que ellos habían introducido. Los israelitas secretamente hicieron cosas que no eran rectas contra el Señor su Dios. Además se edificaron lugares altos en todas sus ciudades, desde las torres de atalaya hasta las ciudades fortificadas. Se erigieron pilares sagrados y Aseras sobre toda colina alta y bajo todo árbol frondoso. Quemaron incienso allí en todos los lugares altos, como las naciones que el Señor se había llevado al destierro de delante de ellos; e hicieron cosas malas provocando al Señor. Y sirvieron a ídolos, acerca de los cuales el Señor les había dicho: «Ustedes no harán esto». El Señor amonestaba a Israel y a Judá por medio de todos Sus profetas y de todo vidente, diciendo: «Vuélvanse de sus malos caminos y guarden Mis mandamientos, Mis estatutos conforme a toda la ley que ordené a sus padres y que les envié por medio de Mis siervos los profetas». Sin embargo, ellos no escucharon, sino que fueron tercos como sus padres, que no creyeron en el Señor su Dios. Desecharon Sus estatutos y el pacto que Él había hecho con sus padres, y Sus advertencias con las cuales los había amonestado. Siguieron la vanidad y se hicieron vanos, y fueron en pos de las naciones que los rodeaban, respecto de las cuales el Señor les había ordenado que no hicieran como ellas. Y abandonaron todos los mandamientos del Señor su Dios, y se hicieron imágenes fundidas de dos becerros; hicieron una Asera, adoraron a todo el ejército de los cielos y sirvieron a Baal. Hicieron pasar por el fuego a sus hijos y a sus hijas. Practicaron la adivinación y los encantamientos, y se entregaron a hacer lo malo ante los ojos del Señor, provocándolo. Y el Señor se enojó en gran manera contra Israel y los quitó de su presencia. Solo quedó la tribu de Judá.
“El Señor se enojó en gran manera contra Israel y los quitó de su presencia.” Israel experimentó la justicia de Dios, pues se alejó de su Dios, y desobedeció el pacto; y para traer juicio, el Señor se valió de un pueblo llamado Asiria, el cual era conocido por su poderío militar. Isaías 10.5-7 nos dice que Asiria iba a ser el instrumento que Dios usaría para traer juicio sobre Su pueblo.
¡Ay de Asiria, vara de Mi ira Y báculo en cuyas manos está Mi indignación! Contra una nación impía la envío Y contra el pueblo de Mi furor la mandaré, Para que capture botín y tome despojos Y los pisotee como el lodo de las calles. Pero ella no tiene tal intento, Ni piensa así en su corazón, Sino que su intención es destruir Y exterminar no pocas naciones.
Pero luego, en Isaías 10.12,15 dice que actuaría Dios contra Asiria, por el deseo de su corazón de sangre. Is. 10.12
Y sucederá que cuando el Señor haya terminado toda Su obra en el monte Sión y en Jerusalén, dirá: «Castigaré el fruto del corazón orgulloso del rey de Asiria y la ostentación de su arrogancia».
¿Ha de enaltecerse el hacha sobre el que corta con ella? ¿Ha de engrandecerse la sierra sobre el que la maneja? ¡Como si un báculo manejara a los que lo levantan, Como si una vara levantara al que no es madera!
Un tiempo después, antes de que Asiria fuera destruida, el Señor envió a su profeta Jonás para que le advirtiera a Nínive de su maldad, y que se arrepintiera. De lo contrario, la ciudad iba a ser destruida.
La palabra del Señor vino a Jonás, hijo de Amitai: «Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella, porque su maldad ha subido hasta Mí»
Pero la historia la conocemos. Jonás no quiso ir; y a pesar de su desobediencia, terminó yendo a Nínive a predicar. Para sorpresa y desagrado del profeta, la predicación de Jonás logró que toda la ciudad se arrepintiera, y Dios, movido a misericordia, perdonara su maldad y se arrepintiera.
Pero años después el mismo imperio asirio volvió a levantarse, y y en el 722a.C. atacó a Israel, llevando al reino del norte a la extinción. Acto seguido, quiso continuar con el reino del sur, Judá, pero Ezequías, hijo del rey Acaz, comenzó a gobernar, e hizo un pacto con Asiria, para evitar la destrucción. Pero ese acuerdo no fue bueno para Judá, pues empezó un tiempo de
Cerca del 660 a.C., el Señor levanta un profeta para hablar, en esta ocasión, en contra de aquel imperio que destruyó al reino de Israel, y lo que escribió ese profeta quedó registrado en el libro que vamos a estudiar el día de hoy: NAHUM.
Les conté todo este contexto para que pudiéramos apreciar más vívidamente la profecía de Nahum, y aprender de ella que aún en medio de un mundo donde la justicia no parece tener valor, lo que el libro de Nahum nos enseña es acerca de ese “consuelo del creyente en la Justicia de Dios sobre los enemigos de Dios”. Es mi oración que este mensaje pueda ser un aliento a tu vida, y un consuelo a tu corazón al comprender cómo la soberanía de Dios y Su justicia aún están rigiendo el mundo.
Para ello, vamos a organizar nuestro estudio en dos partes:
La Venganza de Dios que consuela a los afligidos
El Juicio de Dios que castiga a los enemigos de Dios
La Venganza de Dios que consuela a los afligidos
La Venganza de Dios que consuela a los afligidos
Oráculo sobre Nínive. Libro de la visión de Nahúm de Elcos. Dios celoso y vengador es el Señor; Vengador es el Señor e irascible. El Señor se venga de Sus adversarios, Y guarda rencor a Sus enemigos. El Señor es lento para la ira y grande en poder, Y ciertamente el Señor no dejará sin castigo al culpable. En el torbellino y la tempestad está Su camino, Y las nubes son el polvo de Sus pies. Él reprende al mar y lo hace secar, Y todos los ríos agota. Languidecen Basán y el Carmelo, Y las flores del Líbano se marchitan. Los montes tiemblan ante Él, Y los collados se derriten. Sí, en Su presencia se levanta la tierra, El mundo y todos los que en él habitan. En presencia de Su indignación, ¿quién resistirá? ¿Quién se mantendrá en pie ante el ardor de Su ira? Su furor se derrama como fuego, Y las rocas se despedazan ante Él.
Es interesante cómo es que inicia el libro. A primera instancia, la primera palabra que utiliza el profeta, y que se traduce como Profecía u Oráculo, no alcanzan a expresar la profundidad de la palabra “מַשָּׂא” (massa) que en hebreo significa literalmente “carga”. Aquí tiene la idea de un pronunciamiento de maldición, como si se tuviera una carga en contra de alguien, en este caso “sobre Nínive”.
¿Por qué?
Asiria era uno de los imperios más crueles y violentos de la antigüedad. Con frecuencia los reyes asirios registraron los resultados de sus victorias militares, en los que alardeaban de dejar las llanuras llenas de cadáveres y ciudades quemadas completamente hasta sus cimientos.
El emperador Salmanasar II es bien conocido por describir, con detalles macabros, en grandes relieves hechos en piedra, la tortura, el desmembramiento y la decadencia a que sometía a sus enemigos.
Después de capturar a sus enemigos, los asirios en general les cortarían sus piernas y un brazo, dejando el otro brazo y la mano para poder agitar la mano de la víctima como burla mientras moría.
Obligaban a los amigos y familiares a desfilar con las cabezas de sus seres queridos decapitados elevadas en estacas. Les arrancaban la lengua a sus prisioneros y estiraban sus cuerpos con cuerdas para poder desollarlos vivos y exhibir sus pieles en los muros de la ciudad. Quemaban vivos a los adolescentes.
Nínive era la capital de Asiria, y por ser la capital, representaba a toda la nación. Y es contra esta nación perversa que Dios levanta a Su profeta para hablar un juicio de carga, de maldición, por sus acciones en contra de Su pueblo. Y precisamente, por esta acción es que Dios se describe a Sí mismo como Dios “celoso”. Pero no debemos cometer el error de tratar de entender a Dios en nuestra pequeña y limitada comprensión.
Cuando nosotros escuchamos la palabra “celos”, pensamos en esa persona que desconfía de su pareja, y no quiere que nadie se acerque a ella, ni a platicar. O bien, cuando vemos a una persona que le va mejor a nosotros, o que tiene mejores oportunidades, y reaccionamos de forma celosa, con envidia y amargura hacia esa persona. Pero nuestro Dios es diferente. Acerca de esta palabra, la Biblia de Estudio de la Reforma dice que
Este atributo se refiere a la acción apasionada de Dios en contra de toda violación a su santidad o a todo intento de compartir su gloria. Sus celos exigen una completa lealtad y se revelan como ira contra el rechazo a su persona o señorío.
De manera que, al la Biblia referirse a Dios como “Dios Celosos”, lo que está diciendo es que Dios está demandando la gloria que únicamente le pertenece a Él, y que cuando esta gloria está siendo mal enfocada o no dirigida a Él, es cuando el Celo de diospor su gloria actúa, y responde en ira vengativa:
Dios celoso y vengador es el Señor; Vengador es el Señor e irascible. El Señor se venga de Sus adversarios, Y guarda rencor a Sus enemigos.
¿Dios está aprobando la venganza?
Lo que este pasaje nos esta diciendo es que, la venganza de Dios nace del Celo de Dios. Es decir, cuando alguien o algo atenta contra la santidad de Dios, en ese celo de Dios por Su gloria, responde en Ira y venganza, y como Juez Universal, Él no dejará impune ningún pecado ni a ningún pecador (de lo cual hablaremos en nuestro segundo punto). Y volviendo a nuestra pregunta acerca de si Dios aprueba la venganza, la respuesta es “Solo si Dios la lleva a cabo”.
-”Mía es la venganza y la retribución; A su tiempo el pie de ellos resbalará, Porque el día de su calamidad está cerca, Ya se apresura lo que les está preparado”.
Ahora bien, el pasaje no se queda ahí, sino que dice “vengador es el Señor e irascible” (énfasis añadido). La palabra hebrea para esta expresión me encanta porque literalmente significa “señor de la ira”. Es decir, cuando Nahum nos dice que Dios es irascible, no está diciendo que la ira de Dios es algo incontrolado o impulsivo, sino que es algo que Él esta por encima de esa reacción, como su Señor; controlando la ira y dirigiéndola cómo y a donde debe ser dirigida.
Esto sin duda debe humillarnos, mis hermanos, porque cuando tu y yo nos enojamos, normalmente nos dejamos llevar por ese enojo, y reaccionamos en nuestras palabras o pensamientos, sintiendo en nuestro corazón cosas que después nos sentimos mal de haberlo sentido. Pero no sucede así con nuestro Dios. Él está en control, incluso de Sí mismo cuando tiene que reaccionar de manera airada, debido al celo por su gloria no reconocida.
Cuando tú y yo no vivimos para Su gloria, para Su alabanza y exaltación, estamos contribuyendo al enojo de Dios, pero, gracias a Él, esa ira ha sido descargada sobre Su Hijo, siendo el la propiciación, sobre quien derramo todo Su enojo, para que aquellos que nos hemos apropiado de Su sacrificio, por la fe, podamos escapar del ese infernal y airado castigo.
Porque no nos ha destinado Dios para ira, sino para obtener salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo,
Pero, si tú estas aquí sin creer esto en tu corazón, y sigues con tu corazón endurecido creyendo que nada de esto es real, escucha las palabras del Señor Jesucristo en Juan 3.36
»El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él»
Pero Nahum nos recuerda algo, te recuerda algo
El Señor es lento para la ira y grande en poder, Y ciertamente el Señor no dejará sin castigo al culpable. En el torbellino y la tempestad está Su camino, Y las nubes son el polvo de Sus pies.
Esta es una cita de Éxodo 34.6, justo después de que el pueblo de Israel pecó levantando el Becerro de Oro y lo adoró, Dios le dice a Moisés que no quedará nadie sin castigo.
Y el Señor dijo a Moisés: «Al que haya pecado contra Mí, lo borraré de Mi libro.
Pero inmediatamente después, el Señor le recuerda a Moisés su carácter paciente para con Su pueblo; y hoy mismo también con nosotros, mayormente contigo, amigo y amiga, que sigues pensando que esto que estamos hablando es simple religión o cuentos. Lo que nos lleva de la mano a nuestro segundo encabezado.
El Juicio de Dios que castiga a los enemigos de Dios
El Juicio de Dios que castiga a los enemigos de Dios
No debemos olvidar que el libro comienza con una “Massa”, una acusación de juicio de Dios para con sus enemigos. Observemos todos los juicios que el profeta habla:
El Señor es lento para la ira y grande en poder, Y ciertamente el Señor no dejará sin castigo al culpable. En el torbellino y la tempestad está Su camino, Y las nubes son el polvo de Sus pies.
Pero con inundación desbordante Pondrá fin a su lugar, Y perseguirá a Sus enemigos aun en las tinieblas.
«Aquí estoy contra ti», declara el Señor de los ejércitos. «Quemaré y reduciré a humo tus carros, la espada devorará tus leoncillos, arrancaré de la tierra tu presa, y no se oirá más la voz de tus mensajeros».
«Aquí estoy contra ti», declara el Señor de los ejércitos. «Levantaré tus faldas sobre tu rostro, Y mostraré a las naciones tu desnudez Y a los reinos tu vergüenza. »Echaré sobre ti inmundicias, Te haré despreciable, y haré de ti un espectáculo. »Y sucederá que todo el que te vea Huirá de ti, y dirá: “¡Asolada está Nínive! ¿Quién llorará por ella?” ¿Dónde te buscaré consoladores?».
Duermen tus pastores, Oh rey de Asiria; Tus nobles reposan. Tu pueblo está disperso por los montes Y no hay quien lo reúna. No hay remedio para tu quebranto, Tu herida es incurable. Todos los que oigan noticias de ti Batirán palmas sobre ti, Porque ¿sobre quién no pasó Constantemente tu maldad?
Cada uno de estos pasajes nos demuestran que la mano del Señor está sobre Sus enemigos. No habrá quién se quede fuera de Su juicio. Ya sea en el tiempo pasado, como con la ciudad de Nínive, en el presente como con Acapulco y las naciones que están teniendo gobiernos, o bien, en el futuro, cuando nuestro Señor Jesucristo regrese, ya no como un Siervo, sino como un Soberano Gobernante y todos sus enemigos se encuentren temblando ante su Día de Ira.
Será humillado el orgullo del hombre Y abatido el orgullo de los hombres. Solo el Señor será exaltado en aquel día, Y los ídolos desaparecerán por completo. Los hombres se meterán en las cuevas de las rocas Y en las hendiduras de la tierra, Ante el terror del Señor Y ante el esplendor de Su majestad, Cuando Él se levante para hacer temblar la tierra.
Porque ha llegado el gran día de la ira de ellos, ¿y quién podrá sostenerse?».
Este juicio esta preparado para los inconversos, aquellos que no se someten al Señorío del Señor. Pero no creas que podrás librarte de él tan fácilmente, ya que no conoces el día ni la hora que tendrás que presentarte delante de Dios, y rendir cuentas ante el Dios airado. Jonathan Edwards predicó acerca del infierno, el terrible castigo reservado al pecador, y dijo:
Las manos de los hombres no pueden ser fuertes cuando Dios se levanta. El más fuerte no tiene poder para resistirle, ni puede librarse de Sus manos. Dios no solo es capaz de arrojar a los impíos al infierno, sino que puede hacerlo fácilmente. Encontramos fácil pisotear y aplastar un gusano que vemos arrastrarse en la tierra; también es fácil para nosotros cortar o chamuscar un hilo delgado que agarre cualquier cosa; y así es fácil para Dios, cuando le place, arrojar a sus enemigos al infierno.
¿Qué somos nosotros para que permanezcamos de pie frente a Él, cuya reprensión la tierra tiembla y las rocas son arrojadas?
Los impíos merecen ser arrojados al infierno… y hasta que no crean en Cristo, Dios no tiene ninguna obligación de librarlo de la destrucción eterna ni por un momento. De tal forma, pues, que los hombres carnales suspendidos de la mano de Dios sobre el abismo del infierno merecen ese abismo ardiente y ya están sentenciados a él, y Dios está terriblemente airado. Su ira es tan grande hacia ellos como lo es hacia aquellos que ya están sufriendo la ejecución del ardor de Su ira en el infierno, y ellos no han hecho nada en absoluto para apaciguar esa ira, como tampoco Dios está comprometido por ninguna promesa a seguir sosteniéndolos ni por un momento.
[...] Tu maldad te hace, por así decirlo, pesado como el plomo y te arrastra hacia abajo con todo el peso y presión hacia el infierno, y si Dios te soltara, caerías inmediatamente, descenderías rápidamente y te hundirías en el abismo sin fondo. Y tu salud, tu cuidado y prudencia, tus artimañas y tu justicia, no servirían de nada para sostenerte y librarte del infierno, tal como una telaraña es incapaz de sostener una piedra al caer. De no ser por la voluntad soberana de Dios, la tierra no te soportaría ni un instante más, porque eres una carga para ella.
[…] El Dios que te sostiene sobre el abismo del infierno, de la manera que se sostiene una araña o algún despreciable insecto sobre el fuego, te aborrece y se encuentra terriblemente provocado. Su ira arde como el fuego en contra tuya; El ve que de lo único que tú eres digno es de ser lanzado al fuego; sus ojos son demasiado puros para soportar que estés delante de su mirada; eres diez mil veces más abominable delante de sus ojos de lo que es la más odiosa serpiente venenosa delante de los nuestros. Lo has ofendido infinitamente más que un necio rebelde ofende a su príncipe. Sin embargo, no es otra cosa sino su mano la que impide que tú caigas al fuego en cualquier momento. No es debido a ninguna otra cosa que tú no hayas ido al infierno mientras dormías por la noche y que hayas podido despertar hoy después de haber cerrado tus ojos. Y no existe ninguna otra razón para que no hayas sido arrojado al infierno desde que te levantaste esta mañana, sino que la mano de Dios te ha sostenido. No puede haber otra razón por lo que no te hayas ido al infierno puesto que tú estás sentado aquí en la casa de Dios provocando sus ojos puros por la manera malvada y pecaminosa en que te comportas durante esta solemne adoración. Sí, no hay ninguna otra razón por la que tú en este mismo momento no seas lanzado al infierno.
Y tal vez tú me digas: “Max, se supone que ibas a hablarnos un mensaje de consuelo; pero hasta ahora solo has hablado de juicio.” Efectivamente. No es posible hablar de consuelo, si primero no entiendes la necesidad de él. No es posible que aprecies el brillo del diamante, si primero no pones sobre la mesa un paño negro que lo resalte. Así mismo, no es posible entender la buena noticia, si primero no conoces la mala noticia. Y la mala noticia es lo que Nahum ha hablado: Hay un Juicio de Dios en contra de sus enemigos.
Pero, a pesar de que haya un juicio, la gloria de Dios en la salvación se muestra a través del juicio. Me llama la atención lo contrastante que parece ser el mensaje del profeta Nahum, con el significado de su nombre. El nombre Nahum, en el hebreo, significa “abrazo o consuelo”, y parece interesante que Dios haya querido que el Consuelo nos hable del Juicio. Notemos cómo lo explica el profeta en Nahum 1.15
Miren, sobre los montes andan Los pies del que trae buenas nuevas, Del que anuncia la paz. Celebra tus fiestas, Judá, Cumple tus votos. Porque nunca más volverá A pasar por ti el malvado; Ha sido exterminado por completo.
Esta es una profecía que el profeta Isaías repite en Is 40.9 y en Is 52.7
Súbete a un alto monte, Oh Sión, portadora de buenas nuevas. Levanta con fuerza tu voz, Oh Jerusalén, portadora de buenas nuevas; Levántala, no temas. Dile a las ciudades de Judá: «Aquí está su Dios».
¡Qué hermosos son sobre los montes Los pies del que trae buenas nuevas, Del que anuncia la paz, Del que trae las buenas nuevas de gozo, Del que anuncia la salvación, Y dice a Sión: «Tu Dios reina»!
Lo que estos pasajes tienen en común es que en los tres la LXX repite una palabra en griego que es “εὐαγγελίζομαι”, que tiene la misma raíz para nuestra palabra “evangelio”. Pero regresando a Nahum 1.15 hay algunas cosas que me gustaría considerar, antes de terminar:
Miren, sobre los montes andan Los pies del que trae buenas nuevas, Del que anuncia la paz. Celebra tus fiestas, Judá, Cumple tus votos. Porque nunca más volverá A pasar por ti el malvado; Ha sido exterminado por completo.
El consuelo que como creyentes tenemos en la justicia de Dios.
El consuelo que como creyentes tenemos en la justicia de Dios.
Porque esa ira justa fue descargada y depositada en “aquel cuyos pies traen buenas nuevas, del que anuncia la paz.” La justicia de Dios fue satisfecha en Jesucristo; tanto la demanda de cumplirla perfectamente, como la condena por incumplirla. Es Jesucristo quien vino y anunció la Buena Noticia. Son Esos “pies” que fueron clavados, junto con Esas manos, los que hicieron ahora nosotros disfrutemos de ese שָׁלוֹם (shalom). La palabra שָׁלוֹם, aunque se traduce como paz, no solo tiene ese significado.
El שָׁלוֹם al que refieren aquí no solo indica el fin de las hostilidades con el imperio Asiria, sino que también el regreso a las condiciones de vida normales y abundantes y al bienestar general. Y como cristianos, el שָׁלוֹם es esa paz que tenemos ante dios, descanso de nuestra alma en que hemos pasado de ser enemigos de Dios, a ser Sus hijos a través de Cristo.
El consuelo de nunca más tener enemigos que nos derroten
El consuelo de nunca más tener enemigos que nos derroten
Esto tiene que ver con nuestra esperanza futura, en la cual todos nuestros enemigos estarán por debajo de los pies del Señor. Llegará el momento en que todos aquellos que nos lastimaron, y que no son parte del pueblo del Señor, recibirán su justo juicio, primeramente por revelarse contra nuestro Señor, y segundo por impedirnos crecer y servirle al Señor; NUESTROS ENEMIGOS NO SON AQUELLOS QUE SIMPLEMENTE NOS HAN LASTIMADO, SINO ÚNICAMENTE AQUELLOS NO COMPARTEN CON NOSOTROS LA MISIÓN QUE DIOS NOS ENCOMENDÓ. Si hay alguien a quien le guardas rencor por algo que te hizo o hace, no significa que estu enemigo; sino que, posiblemente sea alguien por quien debes orar y hablarle de Cristo.
Celebra Tus Fiestas
Celebra Tus Fiestas
Esto me llama la atención, porque cuando Israel y Judá fueron expulsados de la tierra, ninguno de ellos pudo celebrar ninguna de sus Siete Fiestas, ya que muchas de ellas debían realizarse en el Templo, pero que había sido destruido. Pero cuando Dios dice que Judá volverá a celebrar sus Fiestas, tiene una visión más Mesiánica que Israelita.
Pascua (1 Co. 5.7)
Panes sin levadura (Lc. 13.30)
Primicias (1 Co. 15.20)
Pentecostés (Jn. 20.22; Hch. 2)
Trompetas (Mt. 24.31; Jn. 10.16)
Día de la Expiación (He. 13.12-13)
Tabernáculos (Jn. 7.37-39)
Las Fiestas tenían como intención mostrarnos el Plan Redentor de Dios; y al Cristo venir, esa luz de esperanza había llegado al mundo. Y ahora Israel podía (y debía) proclamar esa verdad: El Mesías ha venido. Como miembro de la Iglesia de Cristo, es tu obligación ir al mundo y hablarles a la gente acerca de ese juicio que se viene sobre todos los enemigos de Dios. La Iglesia debe ser ese Nahum que proclama el juicio de Dios sobre el pecado; pero también debemos ser ese Jonás, quien fue a predicarles a sus enemigos, y éstos se arrepintieron.
Aplicación
Aplicación
Para terminar quiero
Animarte a que descanses en la justicia de Dios. Así como vimos al principio, llegarán momentos en los que dudaremos que Dios está al cuidado, o que el mal pareciera estar triunfando. cuando lleguen esos momentos, vuelve a leer Nahum, recuerda que Él “En el torbellino y la tempestad está Su camino, Y las nubes son el polvo de Sus pies.” (Nah. 1.3) El viene pronto, ya sea en nuestro tiempo para traer justicia; pero si no ves que llegue, mira hacia el futuro, y lo que Dios hará con todos sus enemigos. Y, contigo y conmigo, sus hijos, Su Iglesia, observa lo que Él ha prometido para todos aquellos que confían en Cristo. Al final descansarás de tus dolencias, de tus preocupaciones y tus enemigos se rendirán ante tu Señor. Recuerda que “El Señor es grande en poder, Y ciertamente el Señor no dejará sin castigo al culpable.” (Nah. 1.3) En eso esta tu consuelo-
Animarte aque vayas con tus “enemigos” y les hables del juicio. La gente debe ser advertida de que Dios está airado, y que nadie podrá escapar de Su ira justa, a menos que confíe en Cristo. Háblales del evangelio, háblales de tu Salvador y cómo Él te libró del juicio. Es tu deber como portador de “buenas nuevas” que vayas y anuncies de Quién es el Señor
Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquel que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable.
Pero para ti, amigo o amiga que estás aquí sin haber confesado a Cristo como su Señor, permíteme citar de nuevo a Jonathan Edwards, ya que él ha llamó mejor a los pecadores al arrepentimiento mucho mejor de lo que yo podría expresarlo.
¡Oh, pecador, considera el horrible peligro en el que te encuentra! Es el gran horno de ira, un gran abismo sin fondo, lleno de fuego de la ira al que no caes inmediatamente porque te esta sosteniendo la mano de Dios, cuya ira está siendo provocada e inflamada hacia ti tanto como hacia los condenados en el infierno. (Repito.) Cuelgas de un hilo fino, con las llamas de la ira divina ardiendo sobre él y siempre listas para quemarlo y calcinarlo; y tú no tienes ningun acuerdo con el Mediador, ni nada a lo que aferrarte para salvarte, nada que te aleje de las llamas de la ira, nada de ti mismo, nada que hayas hecho, nada que puedas hacer para convencer a Dios que te libre, ni siquiera por un instante.
Hermano, No es otra cosa la que merecemos tú y yo más que la muerte. Si Dios exterminó a una ciudad entera a causa del pecado hace miles de años, ¿qué te hace pensar que no puede hacer lo mismo ahora por tu pecado? Sí Dios mandó el diluvio para exterminar a la humanidad porque su pecado estaba al límite, ¿crees que tú escaparás de la ira de Dios ahora? Hermano, el corazón de Dios sigue aborreciendo el pecado, con el mismo odio y asco que tenía cuando Satanás pecó en el cielo. Es la misma ira de Dios por el pecado la que Apocalipsis describe en los años de la Gran Tribulación, y la que habrá en el infierno. Sin embargo, aquí estamos. Por la hermosa gracia de Dios.
Da gracias a Dios que es por su gracia que el día de hoy estás aquí, escuchando esto. Varón, mujer, joven que me escuchas, NECESITAS ARREPENTIRTE AHORA DE TUS PECADOS Y CORRER A CRISTO. Nada puede librarte de las llamas del infierno más que inmutable gracia de Dios revelada en Jesucristo.