Vestido nuevo y odre nuevo
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· 173 viewsLa enseñanza de Jesús se centra en evidenciar el legalismo que estorba al evangelio.
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Vestido nuevo y odre nuevo
Vestido nuevo y odre nuevo
Marcos 2:18–22
18Y los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban; y vinieron, y le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan? 19Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas ayunar mientras está con ellos el esposo? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar. 20Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán. 21Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura. 22Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.
Introducción
Introducción
Cuando sucedió esto, el ministerio de Jesús iniciaba, pero su fama ya se estaba extendiendo con rapidez en toda Galilea.
Como vemos en este mismo capítulo, aun estaba en el proceso de escoger a sus discípulos.
En este mismo capítulo 2, Jesús había sanado a un paralítico que fue bajado del techo, y lo que escandalizó a los religiosos fue que Jesús perdonó sus pecados.
Por su legalismo religioso no podían entender que Jesús era el Mesías Salvador, por eso buscaba la manera de encontrar en Él errores y ridiculizarlo porque las nuevas enseñanzas de Jesús no se acoplaba la las viejas tradiciones de ellos.
El Señor utiliza el reclamo del ayuno para mostrarles su error.
El ayuno
El ayuno
Con el propósito de avergonzar a Jesús, lo cuestionan porque sus discípulos no ayunaban como los otros discípulos.
Marcos 2:18 “Y los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban; y vinieron, y le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?”
Ellos había establecido como ley el ayuno frecuente.
La ley establecía solo un ayuno anual en el día de la expiación. Levítico 16:29 “Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros.” Posiblemente diciembre. El año comenzaba en marzo-abril.
Pero conforme los israelitas fueron afligidos por su pecado, a través de los años los ayunos eran más frecuentes.
Los profetas ayunaban y exhortaban al pueblo a hacerlo, clamando misericordia para que Dios perdonara sus pecados.
Para el tiempo de Jesús, los fariseos ayunaban 2 veces por semana (lunes y jueves). Práctica que ellos convirtieron en exigencia legalista, enseñando que el que no ayunaba sería cortado del pueblo por Dios.
Atribuían al ayuno atributos de salvación y gracia, aun cuando la actitud del corazón fuera contraria a la voluntad de Dios.
El ayuno entonces se convirtió en una práctica legalista sin sinceridad.
Lo hacían con hipocresía para ser alabado por los hombres. Mateo 6:16 “Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.”
La respuesta de Jesús
La respuesta de Jesús
Marcos 2:19–20 “Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas ayunar mientras está con ellos el esposo? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar. 20Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán.”
Jesús con esta respuesta establece que el ayuno no es una exigencia legal dada por Dios, tampoco un sino que se ofrece voluntariamente y que tiene como objetivo la humillación de la carne , abstener de alimentos y los placeres la carne.
Además, la primera parte de respuesta de Jesús se aplicaba directamente a sus discípulos y no a nosotros en este tiempo.
Los discípulos estaban con Jesús (el esposo), era tiempo de fiesta y celebración, pero después de que Jesús ascendió a los cielos, los discípulos debieron ayunar.
El ayuno es un sacrificio, en el que disponemos a humillar nuestra carne para que El Señor sea glorificado en nosotros.
No debemos esperar que nuestra carne sienta el deseo de ayunar (aunque puede suceder) porque la carne se resiste a hacerlo. Gálatas 5:17 “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.”
El ayuno no es una imposición, tampoco un rito mágico para obtener lo que queremos, no es algo que Dios nos pide sino que se debe ofrecer voluntariamente, por el conocimiento de nuestra necesidad de Dios.
Solo en una ocasión El Señor nos exhorta a ayunar, no como una exigencia religiosa sino como un arma contra Satanás. Mateo 17:21 “Pero este género no sale sino con oración y ayuno.”
Cuando entendemos que solo Dios puede salvarnos de la ira venidera, estaremos dispuestos a humillar nuestra carne para alcanzar la misericordia y el favor de Dios. Joel 2:12 “Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento.”
La nueva dispensación de la gracia
La nueva dispensación de la gracia
La segunda parte de la respuesta si nos compete prestar atención.
Marcos 2:21–22 “Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.”
El Señor evidencia el pensamiento religioso y legalista de los que lo confronta, así que presenta estas dos cortas parábolas para mostrarles su error: el vestido y el odre.
El vestido viejo y el odre viejo son las tradiciones y legalismos religiosos.
Estaban tan aferrados a sus viejas creencias que no podían dar lugar a la nueva unción que Jesús traía.
Los judíos esperaban la venida del Mesías Salvador pero no podían verlo en Jesús porque estaban aferrados a sus viejas tradiciones y reglas que Dios no había instituido.
Vestido
Vestido
Por eso el Señor les dice que la nueva era del Mesías no puede ser remendada en las viejas tradiciones religiosas judías.
No podemos pretender darle cabida al evangelio (paño nuevo) en nuestras vida si no nos despojamos de las viejas vestiduras del pecado (vestido viejo).
Efesios 4:22–24 “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”
El Señor nos reviste con vestiduras blancas, no con vestidos viejos remendados: Apocalipsis 3:5 “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.”
Odres
Odres
El Señor usa también la figura de los odres, que eran bolsas de cuero en las que se echaba el vino para guardarlo.
El vino nuevo al echarlo en el odre seguía su proceso de fermentación, al echarlo en odres viejos, por estar ya endurecidos se rompían por la presión.
El nuevo vino que es el evangelio de Jesucristo no tiene cabida en un corazón endurecido. Es necesario nacer de nuevo para que seamos nuevas criaturas.
Ezequiel 11:19 “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne”
Para que el evangelio de Jesucristo sea real en nuestra vida es necesario estar dispuestos a morir al pecado, para que el Señor haga una nueva criatura de nosotros.
2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
Conclusión
Conclusión
Ayunamos porque amamos a Dios y necesitamos de Él, por tanto, la respuesta no depende del ayuno sino de su voluntad.
Ana ayunó por un hijo y Dios se lo dio, David ayunó por la sanidad de su hijo y murió.
Todo lo que nosotros hacemos en nuestro culto a Dios debe hacerse con sinceridad, devoción, gozo y humildad.
Es una ofrenda que presentamos a Dios como agradecimiento por sus favores y misericordias.
Estemos dispuesto a presentar nuestra vida en ayuno con sinceridad y no como un recurso para chantajear a Dios.
Permitamos que El Espíritu Santo transforme cada día nuestra vida para que vivamos un evangelio genuino y no en las viejos legalismos religiosos.