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EL EVANGELIO DE CRISTO Romanos 1: 17- 18
EL EVANGELIO DE CRISTO Romanos 1: 17- 18
Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;
INTRODUCCION
INTRODUCCION
Tras ganar la atención de sus lectores al explicar el propósito que lo llevó a escribirles, así como al presentarse a sí mismo (1:1-15), Pablo ahora pasa a declarar la tesis de la epístola.
Estos dos versículos expresan el tema de la carta a los romanos y contienen la verdad que más transforma la vida de las personas, la cual Dios ha depositado en manos de los hombres.
Entender y responder positivamente a esta verdad equivale a alterar por completo el tiempo y la eternidad de una persona.
Estas palabras resumen el evangelio de Jesucristo.
Como se indicó al cierre del capítulo anterior, la frase introductoria porque no me avergüenzo del evangelio añade una marca definitiva del servicio espiritual, a la lista de características presentadas en los versículos 8-15, y es la marca de un espíritu denodado que no tiene de qué avergonzarse.
Pablo fue encarcelado en Filipos, expulsado de Tesalónica, sacado en secreto de Damasco y Berea, escarnecido en Atenas, considerado como un loco en Corinto, y declarado un blasfemo y transgresor de la ley en Jerusalén. Fue apedreado y dejado por muerto en Listra.
Algunos paganos del tiempo de Pablo catalogaron el cristianismo como una forma de ateísmo porque creía en un solo Dios y como canibalismo debido a una interpretación incorrecta de la cena del Señor.
Sin embargo, los líderes religiosos de Jerusalén no lograron intimidar a Pablo, así como tampoco los paganos cultos e influyentes de Éfeso, Aten
El apóstol Pablo estaba ansioso de ir a predicar y enseñar el evangelio en Roma, la capital del imperio pagano que regía virtualmente sobre todo el mundo conocido.
Él nunca desistió ante la oposición, nunca se descorazonó por las críticas, y nunca, por ninguna razón, se sintió avergonzado del evangelio de Jesucristo.
Aunque ese evangelioera entonces, y lo sigue siendo hasta hoy, una piedra de tropiezo para los judíos y una locura para los gentiles, es la única forma que Dios ha provisto para la salvación de los hombres, y
Pablo estaba al mismo tiempo alborozado y determinado con denuedo a causa del privilegio que es proclamar la verdad y el poder de Cristo dondequiera que fuese.
Aunque todo creyente verdadero sabe que avergonzarse de su Salvador y Señor es un pecado serio, también es consciente de lo difícil que resulta evitar ese pecado. Cuando tenemos oportunidad de hablar por Cristo, con frecuencia no lo hacemos.
Sabemos que el evangelio no es atractivo sino intimidante y repulsivo para la persona natural que no es salva,así como para el sistema espiritual sin piedad ni temor de Dios que domina ahora en el mundo.
El evangelio saca a la luz el pecado, la maldad, la depravación y la perdición del hombre, y declara abominable el orgullo humano, y la justicia que es por las obras como algo carente de valor ante los ojos de Dios.
Al corazón pecador de los incrédulos, no le parece que el evangelio sea una buena sino una mala noticia, y cuando lo escuchan por primera vez reaccionan a menudo con desdén frente a quien lo está presentando, o lanzando argumentos y teorías en su contra
El llamado evangelio de la salud y la riqueza que ha invadido gran parte de la iglesia en la actualidad, no resulta ofensivo para el mundo porque ofrece precisamente lo que el mundo quiere tener; pero ese evangelio espurio no ofrece el evangelio de Jesucristo.
Así como las falsas enseñanzas de los judaizantes, es “un evangelio diferente”, es decir, no se trata del evangelio en absoluto sino una distorsión profana (Gá. 1:6-7).
Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.
No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
Jesús condenó enérgicamente los motivos de éxito y comodidad mundanos, y quienes apelan a tales motivaciones para evangelizar, no hacen más que jugar a caer en las garras de Satanás.
1.- PODER
1.- PODER
Romanos 1:16 (RVR60)
... porque es poder de Dios ...
Primero que todo, Pablo declara que el evangelio es poder de Dios. Dunamis (poder) es el término griego del que se deriva nuestra palabra dinamita.
El evangelio lleva consigo la omnipotencia de Dios, cuyo poder es suficiente por sí solo, para salvar a los hombres del pecado y darles vida eterna.
Los seres humanos tienen un deseo innato de cambiar o de ser cambiados. Quieren verse mejor, sentirse mejor, tener más dinero, más poder, más influencia.
La premisa que opera en toda la publicidad es que la gente quiere cambiar de alguna u otra forma, y el trabajo del publicista consiste en convencer al público de que su producto o servicio añadirá una dimensión que ellos desean y necesitan en sus vidas.
Muchas personas quieren ser cambiadas en su interior, en alguna dirección que les haga sentirse menos culpables y más satisfechas con la vida y consigo mismas. Existe un sinnúmero de programas, filosofías y religiones que prometen satisfacer esos deseos.
A través de Jeremías, el Señor dijo: “¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?” (Jer. 13:23)
¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?
El hombre no tiene en sí mismo el poder para cambiar su propia naturaleza. Cuando reprendió a los saduceos que trataron de tenderle una trampa, Jesús dijo: “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios” (Mt. 22:29). Únicamente el poder de Dios tiene la capacidad para derrotar la naturaleza pecadora del hombre e infundirle vida espiritual.
Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios.
La Biblia dice claramente que los hombres no pueden ser cambiados o salvados espiritualmente por buenas obras, por la iglesia, por rituales, o por cualquier otro medio humano.
Los hombres no pueden salvarse ni siquiera guardando la misma ley de Dios que fue dada para mostrarle a los hombres su absoluta incapacidad para cumplir con las exigencias y los parámetros de Dios en sus propias fuerzas
Pablo declara la impotencia del hombre y el poder de Dios al decir: “Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos” (Ro. 5:6), y “Lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios [lo hizo], enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado” (8:3).
Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Afirmando la misma verdad básica con palabras diferentes, Pedro escribió a creyentes esparcidos por Asia Menor: “[Vosotros habéis sido] renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 P. 1:23).
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
Pablo le recordó a la iglesia en Corinto que “la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (1 Co. 1:18), y “nosotros predicamos a Cristo crucificado, para
Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.
los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres” (vv. 23-25).
pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;
mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.
Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
2.- SALVACIÓN
2.- SALVACIÓN
Romanos 1:16 (RVR60)
... para salvación a todo aquel que cree...
Sin duda alguna la manifestación más grande del poder de Dios radica en traer los hombres a la salvación, transformar sus naturalezas y darles vida eterna por medio de su Hijo.
Aprendemos del salmista que a pesar de su rebelión, Dios salvó a su pueblo escogido “por amor de su nombre, para hacer notorio su poder” (Sal. 106:8).
Pero él los salvó por amor de su nombre, Para hacer notorio su poder.
Como Dios encarnado, Jesucristo manifestó su poder divino sanando enfermedades, restableciendo extremidades paralizadas, calmando la tormenta, y hasta levantando a los que ya estaban muertos.
Pablo usa el pronombre sōtēria (salvación)
unas diecinueve veces, cinco de ellas en Romanos, y emplea el verbo correspondiente en veintinueve ocasiones, ocho de ellas en Romanos.
La idea básica detrás del término es de liberación o rescate, y el punto aquí es que el poder de Dios obrando en salvación rescata a las personas del castigo último por el pecado que es la muerte espiritual que se extiende en una atormentada separación eterna de Él.
Salvación por medio de Cristo es ni más ni menos que la poderosa mano de Dios que Él ha hecho descender para levantar a los hombres de su triste condición. Su salvación trae libertad de la infección espiritual.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
“esta perversa generación” (Hch. 2:40), de la perdición (Mt. 18:11), del pecado (Mt. 1:21), y de la ira de Dios (Ro. 5:9).
3.-FE
3.-FE
Romanos 1:16 (RVR60)
... a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.
La cuarta palabra clave relacionada con el evangelio es la fe. El poder soberano de Dios que obra a través del evangelio trae salvación a todo aquel que cree.
Pisteuō (creer) transmite la idea básica de confiar, abandonarse o tener fe en alguien. Cuando se usa en el Nuevo Testamento de la salvación, usualmente lo es en el tiempo presente y la forma continua, que en este caso puede traducirse literalmente “esté creyendo”
La vida diaria está llena de actos de fe. Cuando abrimos el grifo para calmar nuestra sed, confiamos en que el agua es buena para beber.
Pablo tenía aquí en mente una fe sobre natural producida que es por Dios, una fe “no de [nosotros], pues es don de Dios” (Ef. 2:8).
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
La vida eterna es ganada y vivida por fe que viene de Dios puesta en Jesucristo. “Por gracia sois salvos por medio de la fe”, nos dice Pablo (Ef. 2:8).
La salvación no es una mera proclamación verbal de ser cristiano, ni tampoco equivale al bautismo, la enmendación moral, la asistencia a la iglesia, el recibir los sacramentos o vivir una vida de autodisciplina y sacrificio.
La salvación es creer en Jesucristo como Señor y Salvador.
La salvación viene como resultado de renunciar a nuestra propia capacidad para hacer el bien, a nuestras obras, nuestro conocimiento y prudencia, para depositar nuestra confianza en la obra de Cristo, consumada y perfecta.
4.- JUSTICIA
4.- JUSTICIA
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
La cuarta palabra clave que Pablo usa aquí con respecto al evangelio es justicia, un término que emplea más de treinta y cinco veces en la carta a los romanos solamente. La fe activa el poder divino que trae la salvación, y en ese acto soberano la justicia de Dios se revela.
Una traducción más precisa diría la justicia que viene de Dios, lo cual indica que Él
Dios imparte su propia justicia a aquellos que creen en Él.
Por lo tanto, no es solamente una justicia que se revela sino que se acredita a aquellos que creen en Cristo (Ro. 4:5).
mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.
Pablo confesó a los filipenses: “Ciertamente aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” (Fil. 3:8–9).
Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,
y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”Ro. 3:21-24).
Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;
la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,
por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
5.- LA IRA DE DIOS
5.- LA IRA DE DIOS
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;
A medida que Pablo empieza a desenvolver los detalles del evangelio de Dios en el que su justicia es
revelada (véase vv. 16-17), él va presentando una discusión en profundidad sobre la condenación del
hombre, la cual se extiende hasta el capítulo 3 y versículo 20. Él empieza con una afirmación
inequívoca de la ira justa de Dios.
La idea de un Dios lleno de ira va en contra de los pensamientos ilusos de la naturaleza humana.
caída, e incluso sigue siendo una piedra de tropiezo para muchos cristianos.
Gran parte del evangelio contemporáneo habla solamente de la vida abundante en Cristo, el gozo y las bendiciones de la salvación, y la paz con Dios que trae la fe en Cristo.
Es cierto que todos esos beneficios vienen como
resultado de la fe verdadera, pero no constituyen el cuadro completo del plan de salvación de Dios.
Una persona no puede apreciar la maravilla de la gracia de Dios hasta que conozca acerca de las exigencias perfectas de la ley de Dios, y tampoco puede apreciar la plenitud del amor de Dios por él o ella, hasta que sepa algo acerca de la fiereza del enfado de Dios a causa del hecho de no haber obedecido esa ley perfectamente.
Esa persona no puede apreciar el perdón de Dios hasta que se haya enterado de las consecuencias eternas de los
pecados que aún requieren ser castigados y necesitan ser perdonados.
La palabra griega orgē (ira) se refiere a una indignación invariable y establecida, no a un tipo de enojo (thumos) momentáneo, emocional y a veces descontrolado, al cual los seres humanos somos tan propensos.
Los atributos de Dios están equilibrados en una perfección divina.
Si Él no tuviera enojo e ira justos, entonces no sería Dios, con la misma seguridad con que no sería Dios sin su amor lleno de gracia.
Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
Él aborrece con perfección en la misma medida en que ama con perfección, amando perfectamente la justicia y odiando perfectamente la maldad (Sal. 45:7; He. 1:9). Una de las grandes tragedias del cristianismo moderno, incluyendo a gran parte del mundo evangélico, es que se ha dejado de predicar y enseñar la ira de Dios y la condenación que trae sobre todos los que tienen pecado sin perdonar.
El evangelio mutilado y sensiblero que se presenta con mucha frecuencia en la actualidad está muy apartado del evangelio que Jesús y el apóstol Pablo proclamaron.
Las Escrituras, tanto el Nuevo como el Antiguo Testamento, hacen constante énfasis en la ira justa de
Dios. En contra de quienes le menosprecian, la Biblia dice que Dios “hablará a ellos en su furor, y los turbará con su ira”. El salmista prosigue con este apercibimiento: “Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; pues se inflama de pronto su ira” (Sal. 2:5, 12).
Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira.
Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.
Asaf escribió: “A tu reprensión, oh Dios de Jacob, el carro y el caballo fueron entorpecidos. Tú, temible eres tú; ¿Y quién podrá estar en pie delante de ti cuando se encienda tu ira? (Sal. 76:6-7).
A tu reprensión, oh Dios de Jacob, El carro y el caballo fueron entorpecidos.
Tú, temible eres tú; ¿Y quién podrá estar en pie delante de ti cuando se encienda tu ira?
Otro salmista le recordó al Israel infiel las cosas que Dios había hecho a los egipcios desafiantes que se negaron a dejar ir a su pueblo: “Envió sobre ellos el ardor de su ira; enojo, indignación y angustia, un ejército de ángeles
destructores. Dispuso camino a su furor; no eximió la vida de ellos de la muerte, sino que entregó su vida a la mortandad. Hizo morir a todo primogénito en Egipto” (Sal. 78:49-51).
Envió sobre ellos el ardor de su ira; Enojo, indignación y angustia, Un ejército de ángeles destructores.
Dispuso camino a su furor; No eximió la vida de ellos de la muerte, Sino que entregó su vida a la mortandad.
Hizo morir a todo primogénito en Egipto, Las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam.
La ira de Dios queda demostrada con la misma claridad en el Nuevo Testamento, tanto en referencia a lo que Él ya ha hecho como aquello que hará al final de los tiempos. El evangelio de Juan, donde se
habla con tanta elocuencia del amor y la gracia de Dios, también habla con tono enérgico de su enojo y
de su ira. Las reconfortantes palabras: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”, son seguidas
muy de cerca por esta advertencia: “El que rehusa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de
Dios está sobre él” (Jn. 3:16, 36).
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.