DIA 56: Buscando vida en el lugar correcto (I)
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“Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela [como si estuviera] en tierra seca y árida donde no hay aguas”. Salmo 63:1 (RV60)
Cada vez que me levanto por la mañana tengo una decisión que tomar: ¿Voy a salir a la vida a buscar felicidad o voy a salir feliz a vivir la vida? ¿Voy a comenzar el día intentando encontrar experiencias que me llenen o voy a comenzar el día lleno? ¿Voy a intentar planear mi día para maximizar mi nivel de placer y minimizar mi nivel de dolor o voy a adentrarme en él con un inexplicable contentamiento?
David es muy claro y explícito; todos nos levantamos sedientos. Un conocido autor, citando a Blas Pascal, escribió: “‘Todos los hombres buscan la felicidad… Este es el motivo de todas las acciones de todos los hombres, incluso de los que se ahorcan…’ [Pero] nadie llega a satisfacer este deseo innato: ‘Todos se quejan: los príncipes y los súbditos, los nobles y los plebeyos, los viejos y los jóvenes, los fuertes y los débiles, los cultos y los ignorantes, los sanos y los enfermos, las personas de todos los países, todos los tiempos, todas las edades y todas las condiciones…’ Este descontento universal debe convencernos de ‘nuestra incapacidad para alcanzar el bien con nuestro propio esfuerzo…Si bien alguna vez hubo en el hombre verdadera felicidad’ nada queda de ella, excepto ‘la marca y el rastro vacío, que él en vano intenta llenar desde todo lo que lo rodea [¿Por qué nada satisface la sed a pesar de nuestra desesperada búsqueda?]. Porque el abismo infinito solo puede llenarlo un objeto infinito e inmutable, es decir, solo Dios mismo’”.
Mi inclinación (y la tuya) es comenzar el día intentando imaginar qué experiencias, situaciones, o relaciones pueden ofrecernos llenar el corazón y darnos felicidad.
Mi inclinación (y la tuya) es intentar controlar estas experiencias, situaciones o relaciones para que esto suceda.
Mi inclinación (y la tuya) es frustrarnos y enojarnos cuando alguien o algo se interpone en nuestros planes de felicidad.
Mi inclinación (y la tuya) es desilusionarnos al sentir que nada nos llena, que nada nos satisface y que nada nos completa.
Pero, lo más triste de todo, es que mi inclinación (y la tuya) es volver a repetir el intento el próximo día.
Jesús vino para hacernos libres y romper con este ciclo (Juan 8:32). Es por esta razón que muchas veces el cielo mismo pareciera estar confabulado en desmantelar las estrategias que ideamos para ser felices.
¿Por qué todavía no tengo novio/a?
¿Por qué mi trabajo no prospera?
¿Por qué no puedo cambiar de coche o comprar una casa?
¿Por qué no se dan las circunstancias para lograr lo que tanto deseo?
¿Respuesta? “En este asunto en particular, en esta parte de mi vida en particular, busco algo o alguien más pequeño que Jesús para que sea para mí lo que solo Jesús puede ser”.
¿Puedes verlo? Dios, en su sabiduría, te ama tanto como para no darte lo que desesperadamente deseas con el objetivo de ofrecerte lo que realmente necesitas: a Él.
¿Qué es lo que puedes hacer para evitar que tu corazón salga a la calle vacío? Seguir el ejemplo de David. Consciente de tu propia sed, necesitas satisfacerla en el lugar correcto. “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré”. ¿Notas a qué hora del día busca David satisfacer su alma sedienta? No quiero imponerte una ley (y es muy posible que haya excepciones) pero debes considerar seriamente la necesidad de encontrarte con Dios por la mañana (y lógicamente todos los días). ¿De qué otra forma podrás resistir tu inclinación a vivir tu día buscando vida donde no la hay? ¿De qué otra forma podrás llenar tu corazón con el Único que es capaz de llenarlo? David tiene razón: “Tú me satisfaces más que un suculento banquete…” (Salmo 63:5a NTV). “A ti me entrego por completo...” (Salmo 63:8a TLA).
Para orar y meditar a lo largo del día:
Puedo ir al mundo a buscar vida o puedo ir al mundo lleno de vida, ¿cómo quiero vivir?