Un servicio de excelencia
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· 80 viewsEl reclamo de Dios al Israel post cautiverio es respecto a un servicio desganado y rutinario que no tenían ningún sentido espiritual.
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Un servicio de Excelencia
Un servicio de Excelencia
Malaquías 1:6–11
6El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? 7En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. 8Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos. 9Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos. 10¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda. 11Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos.
Introducción
Introducción
Después de 70 años de cautiverio en Babilonia, los judíos retornaban nuevamente a Jerusalén.
Esdras y Nehemías procuran instruir al pueblo para retomar el culto a Dios y el cumplimiento de la ley.
Logran organizar a los levitas y sacerdotes para asumir su responsabilidad. Aunque de ahí en adelante todo parecía funcionar con normalidad, ahora en el tiempo de Malaquías hay un reclamo de Dios para sus sacerdotes, aunque servían a Dios, ofrecían un servicio deficiente, que no glorificaba a Dios.
Padre y Señor
Padre y Señor
Malaquías 1:6 “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?”
Dios le hace ver a los sacerdotes que Él su Padre y su Señor.
Pero ellos no le honraban como tal.
En nuestra cultura, hemos llegado a menospreciar a nuestras autoridades y a nuestros padres, y pretendemos aplicar el mismo trato de irrespeto e irreverencia a Dios.
Dios exigía de su pueblo como nos exige a nosotros que tengamos temor de Él y que le honremos, pues en la posición en la que Él está, tiene todo el poder y la autoridad para castigarnos.
El pueblo, por descaro o ignorancia le responden a Dios: ...¿En qué henos menospreciado tu nombre?”
El problema es que ellos hacían las cosas según creían que se debían hacer, y no consideraban cómo Dios quería que se hicieran.
Ofrenda defectuosa
Ofrenda defectuosa
Malaquías 1:7-8 “7En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. 8Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos.”
Ellos ofrecían ofrendas defectuosas, cuan en la ley Dios exigía que le ofrecieran lo mejor: Levítico 22:19–20 “para que sea aceptado, ofreceréis macho sin defecto de entre el ganado vacuno, de entre los corderos, o de entre las cabras. Ninguna cosa en que haya defecto ofreceréis, porque no será acepto por vosotros.”
Dios exige lo mejor que podemos ofrecerle porque Él se lo merece, aun así la calidad no es suficiente para honrar su majestad.
Dios les dice que, si ese sacrificio no lo ofrecerían a un príncipe, ¿cómo piensan que puede ofrecerlo a Él y que lo acepte?.
Para nuestro trabajo procuramos hacer lo mejor porque si no nuestro jefe no lo aceptaría, por tanto, procuramos hacerlo bien. Pero menospreciamos a Dios en ofrecerle un servicio desganado.
Es mejor no hacerlo
Es mejor no hacerlo
Malaquías 1:10 “¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda.”
Dios le dice a sus sacerdotes: si no van hacerlo bien, mejor no lo hagan.
Malaquías 1:10 (NVI) “10 ¡Cómo quisiera que alguno de ustedes clausurara el templo, para que no encendieran en vano el fuego de mi altar! No estoy nada contento con ustedes—dice el Señor Todopoderoso—, y no voy a aceptar ni una sola ofrenda de sus manos.”
Pareciera que Dios ofrece dos opciones, servirle o no servirle, pero esto no es cierto.
Nuestra única opción es servirle bien:
Deuteronomio 6:13 “A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás.”
Conclusión
Conclusión
El servicio a Dios no es una carga cuando le amamos.
A veces nos quejamos del esfuerzo que hacemos para atender nuestros trabajo y servir a Dios, pero pensemos que cuando tenemos oportunidad de divertirnos con los amigos, no tomamos esta actividad como una carga.
Malaquías 1:11 “Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos.”
Dios declara que debemos ofrecerle lo mejor de nuestro servicio porque Él es grande sobre toda la tierra.
Pero esto será posible únicamente si nos esforzamos en conocerle y amarle.
Esto requiere esfuerzo y dedicación pero se puede lograr, Dios nos manda a esforzarnos y ser valientes: Josué 1:9 “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.”