DÍA 23: ¿Qué es la idolatría? (I)
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“Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado, en quien tenemos redención: el perdón de los pecados”. Colosenses 1:13,14
Este pasaje habla de dos reinos. Un primer reino donde reinan las tinieblas y un segundo reino donde reina el Hijo amado. Ahora, déjame hacerte una pregunta: ¿Qué imagen viene a tu mente cuando piensas en el reino de las tinieblas? ¿Un lago de fuego? ¿Satanás y sus secuaces? ¿Una imagen de demonios en una dimensión paralela? Lamento desilusionarte, pero quizás ninguna de estas imágenes sería la más apropiada para representar a este reino. Sí, es verdad. Satanás es el “príncipe de este mundo” (Efesios 2:2); pero ¿sabes cuál sería una mejor imagen para ilustrar qué son las “tinieblas”? Una playa con arena blanca y palmeras; un móvil último modelo; el logo de Netflix o, tal vez, un gran cartel rojo que dice “rebajas”.
¿No estás muy de acuerdo conmigo? Piensa por un momento en la misma palabra “tinieblas”. ¿Por qué crees que Pablo define este reino con esa palabra (y no otra)? La respuesta es porque aquellos que viven bajo este reinado se caracterizan por su incapacidad de ver. La imagen se puede comparar a la de una persona que va conduciendo por una ruta y una densa neblina le impide ver su camino. Las “tinieblas” nublan, confunden, desorientan, o, si quieres usar otro vocablo bíblico, producen “ceguera” (Hebreos 3:13). ¿Qué es lo que no puedo ver cuando estoy bajo este reinado? Dos grandes realidades.
En primer lugar, no puedo ver el engaño del pecado. No puedo ver que unas vacaciones en la playa, un aparato tecnológico más moderno o ver la última serie de moda no tienen la capacidad de llenar mi corazón y dejarme satisfecho. La esencia del reino de las tinieblas es el engaño de la mente, esa es su arma. Cuando alguien vive en este reino es seducido a elegir un camino que promete satisfacer todos sus anhelos, pero que termina ofreciendo segundos de placer y, después de eso, un profundo vacío y un corazón adicto. Aunque lógicamente existen excepciones, vivir en “tinieblas” no es estar poseído por un demonio, es estar poseído por el mundo.
El reino de las tinieblas es el reino del vivir para el dinero; de percibir el éxito personal como tu aspiración máxima de vida; de buscar desesperadamente la aprobación de otros; de gestionar tu tiempo de la forma más cómoda posible; de ensalzar tu independencia, las no “ataduras”, la lejanía emocional de los que te rodean; es el reino de vivir atrapado en una vida virtual no real en el mundo ficticio de las redes sociales y cosas similares a éstas. En pocas palabras, es vivir dominado por los mismos valores engañosos que vive una persona sin Cristo; es decir, sin verdadero significado, ni valor, sino totalmente auto centrado y pobre (Efesios 2:1-3).
En segundo lugar, ¿sabes por qué se llama el reino de las “tinieblas”? Porque me impide ver el valor del Hijo. El reino de las tinieblas apaga, nubla, oscurece el atractivo que tiene el OTRO reino, el del Hijo amado (2 Corintios 4:4). ¿Ahora puedes verlo? “Tinieblas” es todo aquello que oscurece la belleza de Jesús, es cualquier cosa que eclipsa su valor, que enturbia su atractivo. ¿Sabes algo? Es muy común definir el pecado como “hacer algo malo”; pero el pecado es algo mucho más profundo que eso. Pecado es todo aquello que debilita tu razón, destruye la compasión de tu conciencia, obstruye tu sentido de Dios, o te roba el gusto por las cosas espirituales, eso es pecado para ti, a pesar de lo inocente que pueda resultar en sí mismo.
¿Qué es la idolatría? Vivir para el reino equivocado.
Para orar y meditar a lo largo del día:
¿Qué nubla hoy mi aprecio por Cristo? ¿Qué apaga mi deseo de vivir cerca de Él?
¿Qué reino me reina?