(cosas en comun)
cosas en comun
Todas las cosas en común
Ahora Lucas vuelve sobre lo que nos dijo antes más brevemente, que como resultado de la presencia del Espíritu todos los creyentes tenían todas las cosas en común. Esta segunda vez, empero, la explicación es más detallada. En los versículos 32 al 35, Lucas repite lo de tener las cosas en común. Luego, muy brevemente, da un ejemplo positivo del modo como esto funcionaba (4:4.36–37). De allí pasará, en el próximo capítulo, a ofrecernos un ejemplo de cuándo no funcionaba (el caso de Ananías y Safira, 5:1–11) y por último, tras una especie de paréntesis para continuar la historia de Pedro y Juan y sus confrontaciones con el Concilio (5:12–42), a un caso en el que fue necesario hacer ajustes en el gobierno de la iglesia para mantener la justicia en el compartimiento de bienes (6:1–7).
En esta segunda explicación de la «comunión», del tener las cosas en común, Lucas nos da más detalles. En primer lugar, deja claro que el fundamento de todo esto no es una ley que haya que obedecer, al estilo de un régimen político que proclame la comunidad de bienes. No, sino que la base de todo esto es que «la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma» (4:32). Si comparten todas las cosas, esto es porque ya comparten el corazón y el alma. El compartir no empieza con las cosas, sino con los sentimientos. Es porque ya comparten sus sentimientos, porque son de un corazón y de un alma, que estos cristianos pueden compartir sus bienes como lo hacen.