Cómo mantenerse firmes en la guerra espiritual.

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Cómo mantenerse firmes en la guerra espiritual
En Efesios 6:10–17 Pablo exhorta a los cristianos de Éfeso (y a nosotros) a mantenerse firmes, con la fuerza de Dios, con la armadura de Dios, en medio de la guerra espiritual.
Observe la repetición: “estar firmes” (Ef. 6:11), “que puedan resistir” (Ef. 6:13), “estar firmes” y “estén, pues, firmes”. En el versículo Ef. 6:14 “Estén, pues, firmes” se emite como un imperativo, “es la principal advertencia del pasaje”
Obsérvese aquí un elemento defensivo. Debemos “resistir” las tentaciones del diablo. Me recuerda las palabras de Santiago: “Resistid al diablo y huirá de vosotros” (Stg 4:7). Manténgase firme, sin ceder ni la más mínima oportunidad. Diga: “No cederé a tu tentación. No escucharé tus mentiras. No cederé”.
Pero también hay un elemento ofensivo en el texto. Debemos tomar la espada del Espíritu (v. 17) y hablar del evangelio frente a la oposición (Efesios 6:19–20).
Pablo también destaca un elemento corporativo en el texto. Juntos, debemos revestirnos de la armadura de Dios (Fil 1:27–28). la batalla de las Termópilas. Fue una de las últimas batallas más famosas. En el año 480 a.C., los griegos, a pesar de estar en inferioridad numérica, resistieron durante tres días a los poderosos persas. Al igual que los trescientos espartanos, nosotros también tomamos nuestra posición, luchando contra nuestros enemigos con el poder de Dios. Luchamos juntos vestidos con la armadura de Dios, que nos permite apagar las flechas de nuestros enemigos.
Quiero aplicar este texto tan importante en tres partes: ser conscientes de la batalla, equiparse con la armadura de Dios y dedicarse a la oración. Así es como nos mantenemos firmes contra los ataques del enemigo
I. Sea consciente de la batalla
Efesios 6:10–13
A. Necesitamos la fuerza del Señor (6:10–11, 13)
Pablo comienza con “Por lo demás, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza”. Debemos ser fortalecidos por el gran poder del Señor porque no queremos desmoronarnos cuando el maligno nos tiente.
No busque la fuerza en el lugar equivocado. Nuestra fuerza no está en nuestros recursos y capacidad, en el tiempo que hemos sido cristianos, en lo mucho que sabemos de la Biblia, o en el tiempo que hemos estado en el ministerio. Nuestra fuerza está en nuestra unión con Jesucristo y su poderoso poder (Ef. 1:19). En otro pasaje que alude a ser un soldado, Pablo dice: “fortalécete en la gracia que hay en Cristo Jesús” (2 Ti 2:1). Estamos llamados a mirar en el lugar correcto, a la persona correcta: Jesús. Diga: “Sí, soy débil, pero no tengo por qué seguir siéndolo. Encontraré mi fuerza en el Señor” (1 Sa 30:6; Heb. 11:32–34).
Debemos recordar quiénes somos débiles, pero también debemos recordar que nuestra fortaeza está en el señor. La fuerza que se menciona en los versículos 10–11, y 13 implica que el diablo puede ser resistido mientras caminamos en la fuerza del Señor.
B. Necesitamos conocer a nuestro enemigo (6:11–13)
Pablo ya ha mencionado al “diablo” en (Efesios 4:27). Su título griego, diabolos, significa “calumniador”. Él se opone. Acusa. “Satanás” en hebreo significa “adversario”. Consideremos otros títulos:
• “El diablo” (Mt 4:1; 13:39; 25:41; Ap 12:9.
• Satanás es el jefe de los demonios y sus secuaces (Ef 6:12; también Job 1:6; Lc 11:18, NBLA)
• “La serpiente” (Gn 3:1, 14; 2 Co 11:3; Ap 12:9; 20:2, NBLA)
• “Beelzebú” (Mt 10:25; 12:24, 27; Lc 11:15, NBLA)
• “El príncipe de este mundo” (Jn 12:31; 14:30; 16:11, NBLA)
• “El dios de este mundo” (2 Co 4:4, NBLA)
• “El maligno” (Mt 13:19; 1 Jn 2:13, NBLA)
• “El dragón” (Ap 12:9, NBLA)
Sus diversos nombres muestran el hecho de que es malvado, poderoso y astuto.
Considere cómo describe Pablo al enemigo. Nos dice que el Diablo es malo. Necesitamos la armadura de Dios porque nos enfrentamos a uno que se opone a Dios. Pablo menciona “las fuerzas espirituales de maldad” (Ef. 6:12). y “el día malo” (v. 13).
Además, el maligno también es estratégico. En el versículo 11, Pablo nos dice que estemos atentos a las “insidias” o “tácticas” del diablo. Satanás es astuto, sutil y tortuoso. Pablo ya ha señalado algunas de las formas en que trabaja. Trata de ganar terreno tentándonos a hablar con falsedad (4:25), a tener una ira incontrolada (4:26), a robar (4:28) o a compartir conversaciones malsanas (4:29)
El Diablo usara personas para sacarlo de la voluntad de Dios, como uso a pedro.
Sea conciente de que tiene una batalla.
Cuando alguien le sosurre el oído que para que va ala iglesia si no cambias y que además ahí va pura gente hipócrita es el diablo detrás.
II. Equípese con la armadura de Dios
Efesios 6:13–17
Después de decirnos que nos pongamos la armadura, Pablo la describe ahora. Lo primero que hay que reconocer es que la armadura es “de Dios” (v. 13, NBLA). No hay razón para ceder una pulgada a Satanás si nos hemos puesto la armadura completa de Dios. Sin embargo, debemos estar preparados y equipados. No llevamos trajes de baño ni pijamas; llevamos equipo de batalla.
A. El cinturón de la verdad (6:14a, NVI)
La verdad es muy importante, y los cristianos deben ser personas que hablan la verdad. No le dé al diablo un punto de apoyo al descuidar ser una persona de verdad en su lenguaje, en su comportamiento y actitud.
Pablo resume la fuente de la verdad en Efesios 4:24-25. “la verdad que hay en Jesús”. Venir a Jesús, creer en Jesús, descansar en Jesús es venir a la verdad. Póngase la verdad de Cristo cada día. Predique la verdad del evangelio a si mismo, y viva en esa verdad durante todo el día.
B. La coraza de justicia (6:14b)
Para el soldado romano, la coraza cubría el pecho para protegerlo de las agresiones y las flechas. Vestirse de justicia.
esto parece referirse a la justicia práctica, es decir, a la vida correcta, como en Efesios 4:24; 5:9. Revístase de esas cualidades justas asociadas con su nueva vida en Cristo, las mismas cualidades justas reflejadas en la vida de Jesús.
Póngase la coraza de la justicia para no ceder ni una oportunidad a Satanás en las áreas de impureza, lujuria, avaricia o injusticia. Dese cuenta de quién es usted en Cristo, y viva esa nueva identidad en una vida justa.
C. El calzado de la proclamación del evangelio (6:15)
Pablo dice: “y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz” (Ef. 6:15)
Sin entrar en todas las cuestiones de interpretación, Pablo está diciendo básicamente que los creyentes deben estar siempre dispuestos a compartir el evangelio. Estar preparados para anunciar las buenas noticias de Cristo (Is 52:7).
D. El escudo de la fe (6:16)
La palabra que Pablo utiliza para “escudo” no es la pequeña, del tamaño de un frisbee, que dejaba el cuerpo expuesto, sino la grande, del tamaño de una puerta, que cubría todo el cuerpo. Los escritores bíblicos se refieren a menudo a Dios como un escudo (Sal 18:30; 28:7; Pr 30:5). Tenemos un escudo que nos protege de los dardos del enemigo cuando nos vestimos de Cristo, creyendo en las promesas de Dios. Al creer lo que Él dice de nosotros, lo que Él dice es nuestro.
E. El casco de salvación (6:17a)
Los cascos romanos eran de hierro o bronce resistentes, con protecciones en las mejillas y con un forro interior de esponja que hacía soportable el peso. Nada menos que un hacha podía penetrar estos cascos.
En Tesalonicenses, Pablo lo llama “casco de la esperanza de salvación” (1 Ts 5:8). El pueblo de Dios debe revestirse de la esperanza que tiene en Cristo. Para resistir al diablo, debemos estar seguros de nuestra salvación. Acuda a Dios diariamente y recuerde el gran objeto de su fe: Cristo. Nuestra esperanza está en Él. Si confía en Él, entonces no escuche las mentiras del diablo. Dígale al maligno: “He sido salvado del castigo del pecado, estoy siendo salvado del poder del pecado, y un día seré salvado de la presencia del pecado”. Dígale: “Estoy vivo con Cristo, redimido, perdonado, reconciliado, resucitado con Cristo y sentado con Cristo”. Póngase el casco, y no deje que el maligno llegue a su cabeza.
F. La espada del Espíritu (6:17b)
La última pieza del equipo es un arma ofensiva. El creyente debe tomar la espada y enfrentarse al enemigo. El término se refiere a una espada corta o daga utilizada en el combate personal. Es la espada “del Espíritu”, lo que significa que el Espíritu hace que la espada sea poderosa y eficaz.
Las espadas de antes eran grandes y muy pesadas hoy en día en las guerras no las usan prefieren usar lo moderno.
Hoy en día la gente tiene en poco la palabra de Dios por que eso ya es antiguo es anticuado prefieren lo moderno, prefieren los consejos del mundo. Si tan solo le dieran la oportunidad les penetraría hasta partiles el alma y caerían humillados ante Dios.
Puede confiar en ella. Es más, ¡necesita de ella! No vaya a la batalla sin una espada. Lea, medite, ore y proclame la Palabra.
Es interesante saber que en esta armadura no hay protección para la espalda
Así que la mejor opción es mantenernos firmes
III. Dedíquese a la oración
Efesios 6:18–20
La oración es el medio por el cual invocamos a Dios para que nos ayude en nuestra batalla. ¡Qué regalo es poder comunicarse con nuestro Dios!
Cuando Pablo dice: “Oren en el Espíritu en todo momento”, no creo que se refiera a “hablar en lenguas”. Debemos entender las palabras de Pablo a la luz del resto de Efesios. Simplemente debemos tomar como un hecho que toda verdadera oración es por el Espíritu. Llegamos al Padre, a través de Cristo, por el Espíritu. Y debido al don del Espíritu, el guerrero cristiano tiene acceso constante a Dios en medio de la guerra (Efesios 2:18; Efesios 3:16; Jud 20; Ro 8:26).
A. Ore en todo momento (6:18)
CONCLUSION: si queremos estar firmes en esta guerra espiritual de vemos 1. Ser conscientes que tenemos una lucha. 2. Equiparnos de la armadura de Dios y 3. Dedicarnos a la oración.
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