Deuteronomio 5 - Los 10 mandamientos (pt 8) | 7to mandamiento
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6 mandamientos del Señor para amar a mis semejantes
El valor de Honrar a los Padres.
A imagen y semejanza de Dios.
Pureza en Cristo.
El respeto a la propiedad privada.
La verdad: un valor en extinción.
La codicia una actitud difícil de admitir.
Relación vertical: Dios y nosotros.
Relación horizontal: Nosotros y otros.
37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?
SEPTIMO MANDAMIENTO - Pureza en Cristo.
SEPTIMO MANDAMIENTO - Pureza en Cristo.
Seguimos en nuestra serie en la que hemos estado las últimas semanas, leyes para la vida. Un recorrido hermoso y desafiante a través de la Ley.
La Ley divina que es entregada a un pueblo en libertad para usar esa libertad para la vida piadosa.
Repaso: El 5to mandamiento (El valor de Honrar a los Padres) era el primer mandamiento de la sección que corresponde a nuestra relación con nuestros semejantes, y como habíamos dicho, es un mandamiento que busca la estabilidad y la paz en la familia mediante el respeto de los hijos hacia los padres.
Sintesís 7mo mandamiento: El séptimo mandamiento tiene que ver con la preservación y estabilidad de la institución familiar. A diferencia del quinto mandamiento que se basaba en el respeto, este mandamiento lo hace desde la perspectiva de la santidad y la fidelidad entre los cónyuges.
Definición:
Adulterar significa básicamente alterar la pureza o la naturaleza de algo.
La leche adulterada por ejemplo es el exceso de agua en ella con la intención de aumentar su volumen pero disminuir su calidad. El adulterio es falsear algo original. Cuando hablamos desde el punto de vista espiritual, tenemos el adulterio que altera la pureza de la doctrina, disfraza a mentira con versículos bíblicos sacados de su contexto y le da un aire de autoridad a la falsedad. Hablando del matrimonio, adulterar es a profanación de la santidad del vínculo matrimonial cuando uno de los cónyuges, hombre o mujer, tiene relaciones sexuales con alguien que no es su pareja oficial.
¿Por qué es relevante este mandamiento en la actualidad?
Porque el desenfreno moral en el que vivimos ha pervertido la familia. La infidelidad conyugal es una de las principales causas de pleitos y divorcios.
La violación del séptimo mandamiento:
Es una afrenta a Dios
Trae consecuencias a nivel individual.
Trae consecuencias a nivel familiar.
Trae consecuencias a nivel social.
18 No cometerás adulterio.
3 aspectos que tienen que ver con el séptimo mandamiento:
3 aspectos que tienen que ver con el séptimo mandamiento:
I. La esencia del mandamiento
I. La esencia del mandamiento
II. El alcance del mandamiento
II. El alcance del mandamiento
III. Los efectos del mandamiento
III. Los efectos del mandamiento
1. La esencia del mandamiento
1. La esencia del mandamiento
El matrimonio: un pacto de compañía.
La palabra que se usa en el idioma hebreo para referirse al matrimonio es kiddushin, que significa «consagración del uno para el otro».
El plan original de Dios al momento de constituir la institución matrimonial, era la monogamia, es decir, una pareja conformada por UN HOMBRE y UNA MUJER.
24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
“El séptimo Mandamiento demanda la Preservación de nuestra propia Castidad y la de nuestro Prójimo, en el Corazón, el Habla y la Conducta”.
El matrimonio es tan sagrado para Dios que, en el Nuevo Testamento, en el Libro de Efesios, Dios compara el vínculo matrimonial con la relación que Cristo tiene con Su Iglesia.
Además, aclara que Él se dio a sí mismo por ella (Ef. 5:25).
Las parejas que viven juntas sin casarse, piensan que eso es libertad, que son más felices porque no están atados a nada ni a nadie, pero eso no es lo que la biblia enseña. La verdadera felicidad y la verdadera libertad se encuentra cuando hacemos la voluntad de Dios. Por eso, como iglesia no debemos rebajar el mandamiento y el valor que Dios le ha dado al matrimonio.
La esencia de este mandamiento es resguardar la pureza en el cuerpo y en el alma del hombre, así como también en sus relaciones, siendo la principal de ellas el matrimonio, pues en ella se da origen a la nueva vida. Este mandamiento es esencial para conservar el orden social. Esto explica que este se encuentra a continuación de “no matarás”, ya que, después de la vida, lo más importante de conservar es la pureza personal y la santidad del hogar.
Asimismo, nos dice que Dios reclama tanto el cuerpo como el alma para que estén consagrados y Santos para él:
12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
2. El alcance del mandamiento
2. El alcance del mandamiento
Hay 2 tipos de adulterio:
i) el que se comete al unirse sexualmente a otra persona fuera del pacto matrimonial entre un hombre y una mujer. De ese no había ninguna duda que se encontraba prohibido, y es el caso más abierto y flagrante en que se peca contra este mandamiento.
ii) Pero nuestro Señor Jesús también aclaró que el adulterio se puede cometer en el secreto del corazón: “cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mt. 5:28).
>> considerar la actitud mental o el deseo malsano de la mente y el corazón de la persona en relación con esta prohibición.
Deberes de este mandamiento:
Tanto el soltero como el casado están llamados a andar en pureza y dominio de sus propias pasiones, consagrándose y viviendo en santidad al Señor. Dios es un ser santo y puro y aborrece infinitamente toda impureza. Esto implica que debes:
1. Determinarte a ser puro en tus pensamientos: "Hice un pacto con mis ojos, ¿Cómo podía entonces mirar a una virgen?" (Job 31:1). Esto implica una vigilancia sobre nuestros sentidos, especialmente la vista, siendo el mismo Señor quien enfatiza que el adulterio está relacionado con nuestro deseo al mirar a otra persona.
2. Ser puro en tus conversaciones, ya que de la abundancia del corazón habla la boca, y el Señor ordena reiteradamente que nuestra conversación sea llena de gracia de modo que edifique a quienes nos oyen.
3. Demostrar un trato puro y respetuoso, así como el apóstol Pablo ordenó a Timoteo que se condujera con las jóvenes, "con toda pureza" (1 Ti. 5:2).
4. Cultivar el dominio propio, es decir, control sobre nuestros deseos e impulsos en todo orden de cosas. En esto, no tenemos excusa. Dice la Escritura: "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio" (2 Ti. 1:7). El dominio propio implica sobriedad de mente, estar en nuestros cabales, es decir, poder distinguir ante una tentación lo que es correcto e importante, y por otro lado, lo que simplemente causará un placer temporal pero que luego terminará en ruina segura. Quien ejerce dominio propio no es dominado por pasiones ni simplemente por lo que desea en el momento, si no quieres gobernado por las prioridades bíblicas, por la Ley de Dios escrita en su corazón. Es una persona gobernada por el Espíritu Santo, que oye su voz de amonestación frente a la tentación y escoge la salida que el Señor proporciona en ese momento.
5. Escoger bien tus compañías. Si bien es cierto no podemos salir completamente del mundo bajo el pecado, y debemos mantener contacto con los no creyentes para poder predicarles el evangelio y demostrarles amor cristiano, debemos alejarnos de la "mujer extraña" (Pr. 2:16), es decir, de aquella persona que está dispuesta a caer y hacernos caer con ella en la impureza sexual, en cualquiera de sus formas, sea en conversaciones, en momentos que se comparten juntos y que sólo deberían compartirse con quién se tiene un pacto matrimonial, o derechamente en una relación sexual. También implica apartarnos de las malas amistades que nos motivan a apartarnos de Dios para seguir los placeres de este mundo. Como exhortó el Apóstol a Timoteo: "Huye, pues, de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que invocan al Señor con un corazón puro" (2 Ti. 2:22 NBLA).
6. Vestirte de manera pura y decorosa. Esto no tiene que ver con una prenda de vestir determinada, sino con evitar toda ropa que destaque el cuerpo de manera sensual: "Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia" (1 Ti. 2:9).
7. Casarte, si no tienes don de continencia, es decir, aquellos que en su corazón tienen el deseo y la necesidad de la compañía y el amor de una persona del sexo opuesto: “pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido… pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando” (1 Co. 7:2,9)
8. Mantener puro el matrimonio: “Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin deshonra” (He. 13:4 NBLA). Esto implica también observar los deberes y roles que el Señor estableció para marido y mujer. Así, el marido debe liderar piadosa y sacrificialmente a su mujer, amándola como Cristo amó a la Iglesia, y la mujer debe ser ayuda idónea de su marido, sujetándose respetuosamente a él en el Señor.
9. Notemos que no estamos llamados solamente a estar casados, sino a honrar el matrimonio, como Dios lo ha hecho, dándole un lugar especial y único en la vida del hombre y en su Palabra. Esto implica darle la prioridad y la dedicación que corresponde en nuestras vidas, no dejando de lado nuestro deber por amistades, diversiones ni exceso de trabajo, sino activamente cultivando la relación con nuestro cónyuge.
10. Amar a tu cónyuge, porque sin amor lo único que habrá es una unión externa que se mantiene ya sea por orgullo, conveniencia o simple necesidad de satisfacer el placer, y en todo caso hará la vida miserable. El lugar de eso, en el matrimonio hay una promesa mutua de vivir juntos en fidelidad y sujetos a la ordenanza santa de Dios. Así, el amor no es visto como una simple pasión o una emoción que nos gobierna, sino como un querer y un sentir que nosotros debemos gobernar, ya que se nos ordena amar.
3. Las consecuencias del mandamiento
3. Las consecuencias del mandamiento
Dios no solo sancionó a David con el dolor de ver que el hijo del adulterio no viviera (2 Sam. 12:14), sino que también el rey presenció la ruina de su familia, que sufrió un completo descalabro. Sus hijos experimentaron una trágica relación entre ellos y con su padre. Amnón violó a su hermana Tamar y, en venganza, Absalón mandó a asesinar a su hermano Amnón. Además, Absalón levantó al pueblo en contra de su padre David para usurparle el trono. Por esa razón, el rey tuvo que huir y esconderse para evitar que su propio hijo lo eliminara. ¡Cuánta tragedia en la familia de un hombre a quien Dios amaba tanto! (Ver los detalles en 2 Sam. 12-15).
>David no logró ver en vida a su Hijo, por su adulterio.
>Mala relación entre hijos
>Amnón violó a su hermana Tamar
>Absalón en venganza mandó a asesinar a Amnón
>Absalón puso al pueblo en contra de su Padre y quería usurparle el trono
>El Rey David tuvo que esconderse de su propio hijo
>Después Salomón cuando fue Rey, copió el pecado de su Padre. 1 Reyes 11:1-3
1 Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas; 2 gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor. 3 Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón.
>Luego toda la nación de Israel, todo el pueblo siguió su mal ejemplo. A tal punto que lo líderes de los hogares, quienes estaban a cargo de
Malaquías 2:13–14 (RVR60)
13 Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra mano. 14 Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto.
El adulterio degrada a una persona. Muchos hombres se jactan de sus conquistas y se ven a sí mismos como tigres imponentes, cuando en realidad son como gatos sarnosos buscando comida en la basura. El adúltero no es un macho viril ni una mujer empoderada, sino una persona débil de carácter, sin dominio de sus pasiones.
26 Porque a causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan; Y la mujer caza la preciosa alma del varón.
32 Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; Corrompe su alma el que tal hace. 33 Heridas y vergüenza hallará, Y su afrenta nunca será borrada.
El pecado sexual se presenta atractivo y placentero, pero al pasar deja ruina y destrucción. Cuando viene hacia nosotros, es como una mujer ramera peinada, maquillada y perfumada, pero cuando pasa y la vemos por la espalda, era en realidad una calavera putrefacta y maloliente.
Consejos para evitar este pecado
Nadie cae de un momento a otro: El pecado se va cocinando en nuestro interior, y sobre todo cuando nos encontramos apartados de la oración y lectura de la Escritura, nuestros sentidos se van haciendo insensibles al peligro de la inmundicia y nos vamos dejando hervir por el fuego de nuestras pasiones desordenadas, hasta que finalmente caemos en la trampa. Pero este proceso nunca ocurre de manera repentina, sino que más bien demuestra un alejamiento gradual del Señor y de su Ley que en determinado momento explota y produce el daño.
Por ello, consejos para evitar este pecado:
No te creas fuerte. No eres un ángel, sino un pecador. “¿Tomará el hombre fuego en su seno Sin que sus vestidos ardan? 28 ¿Andará el hombre sobre brasas Sin que sus pies se quemen?” (Pr. 6:27-28). No te expongas al peligro, ni te quedes negociando con la tentación. La Escritura no te ordena esto, sino ¡huir!, como José escapó de la esposa de Potifar.
Cultiva un sentido cotidiano de la presencia de Dios (Pr. 15:3). El pecado secreto no sobrevive si existe la fe de que Dios todo lo ve.
No busques la compañía de una persona inmoral, ni de amistades que motiven al pecado, ya que el adulterio es contagioso.
Guarda tus ojos, ya que El adulterio comienza con el deseo ilícito de otra persona.
Guarda tus labios, ya que las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.
Cuida tu corazón con toda diligencia (Pr. 4:23). Cuida tus pensamientos, ya que allí es donde nacen los adulterios.
Cuida la forma en que te vistes (Pr. 7:10), ya que una vestimenta explícita motiva al adulterio. Quién se viste de esta forma es culpable de pecado, ya que está ofreciendo veneno, aunque nadie se lo terminé tomando.
Cuidado con el entretenimiento, porque a menudo baja nuestra guardia y disminuye el estándar de lo puro.
Cuidado con el ocio y los excesos en la comida y la bebida. La glotonería y la borrachera generalmente son seguidas por el adulterio, ya que el exceso engendra impureza e inmoralidad.
Cuida lo que pones ante tus ojos, porque así como la Escritura promueve el amor a Dios, leer y ver cosas inmundas enciende la lujuria. Esto hay que tenerlo especialmente en cuenta, en días en que la lujuria y la pornografía son la norma.
Pide al Señor que te permita ver la impureza sexual como Él la ve: como un pecado inmundo y abominable.
Recuerda que el pecado siempre termina en tragedia. Quienes caen en adulterio, enfrentarán también la ira de quién ha sido traicionado.
Ama a tu esposa (Pr. 5:18). No se trata sólo de evitar desear a otras personas o de caer en adulterio con ellas, sino de amar a la persona con la que Dios nos ha unido en una sola carne. Quien no ama a su esposa, se puede decir con toda probabilidad que ya está cayendo en adulterio.
Lucha por tener un corazón temeroso de Dios, porque el temor de Dios nos aparta del mal (Pr. 16:6). José, hijo de Jacob, a pesar de que se encontraba en una situación de vulnerabilidad, siendo soltero, joven y habiendo sido abandonado por sus hermanos, y considerando además que se encontraba en un contexto de una nación pagana sin comunión con el pueblo de Dios, aun así rechazó la tentación de la mujer de Potifar, diciendo que adulterar sería cometer un “grande mal” contra Dios (Gn. 39:9).
Deléitate en la Palabra de Dios y la comunión con Él. Las personas caen en adulterio porque no han encontrado su delicia en Dios, y buscan el placer de su alma en la inmundicia de este mundo.
Ora por la pureza y santidad de nuestra alma: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Sal. 51:10). Un alma pura es aquella que tiene estampado el carácter de Cristo, qué consiste en justicia y verdadera santidad (Ef. 4:24).